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lunes, 14 de diciembre de 2015

¿Qué nos dicen los clásicos sobre los continentes desaparecidos?

¿Qué nos dicen los clásicos sobre los continentes desaparecidos?


Helena Blavatsky (1831 – 1891), fue una escritora, ocultista y teósofa rusa. Fue también una de las fundadoras de la Sociedad Teosófica y contribuyó a la difusión de la Teosofía moderna. Sus libros más importantes son Isis sin velo y La Doctrina Secreta, escritos en 1875 y 1888, respectivamente. En sus escritos, de gran erudición, se refirió a una serie de civilizaciones antiguas, algunas de ellas perdidas, que han servido de inspiración a escritores posteriores que han tratado estos temas. Me he basado en algunos de sus escritos para redactar este artículo.

Siendo el objetivo del filósofo griego Platón instruir como moralista más que como geógrafo y etnólogo o historiador, resumió la historia de la Atlántida, que abarcaba varios millones de años, en un suceso que colocó en una isla comparativamente pequeña, de 3.000 estadios de largo por 2.000 de ancho (unas 350 millas por 200, que es el tamaño de Irlanda); mientras que los sacerdotes hablaron de la Atlántida como de un continente tan vasto como "toda el Asia y la Libia" juntas. Pero el relato de Platón, aunque alterado en su aspecto general, tiene el sello de la verdad. No fue él quien lo inventó, pues Homero, que le precedió muchos siglos, habla también de los atlantes en su Odisea y de su isla. Por tanto, la tradición es más antigua que la aventura de Ulises. Los atlantes y las atlántidas de la Mitología están basados en los atlantes y las Atlántidas de la Historia. Tanto Sanchoniathon, escritor fenicio del 1000 a.C., como Diodoro, historiador griego del siglo I a. C, han preservado las historias de aquellos héroes y heroínas, por mucho que se hayan mezclado sus relatos con el elemento mítico. En nuestros propios días observamos el hecho extraordinario de que la existencia de personajes relativamente tan recientes como Shakespeare y Guillermo Tell haya sido negada. No hay, pues, que admirarse de que dos poderosas razas (los lemures y los atlantes) hayan sido resumidas e identificadas, en el tiempo, con unos pocos pueblos míticos que llevaron el mismo nombre de familia.

En "Los nueve libros de la historia". Herodoto nos dice los siguiente: "Más allá de los Garamantes, a distancia también de diez leguas de camino, se ve otro cerro de sal, otra agua y otros hombres que viven en aquellos alrededores, a quienes dan el nombre de Atlantes; son los hombres anónimos que yo conozca, pues si bien a todos en general se les da el nombre de Atlantes, cada uno de por sí no lleva en particular nombre alguno propio. Cuando va saliendo el sol le cargan de las más crueles maldiciones e improperios, porque es tan ardiente allí, que abrasa a los hombres y sus campiñas. Tirando adelante otras diez jornadas, se hallará otra colina de sal y en ella su agua; cerca del agua, gentes que allí viven. Con esta cordillera de sal está pegado un monte que tiene por nombre Atlante, monte delgado, por todas partes redondo, y a lo que se dice tan elevado, que no alcanza la vista a su cumbre por estar en verano como en invierno siempre cubierta de nubes. Dicen los naturales que su monte es la columna del cielo; de él toman el nombre sus vecinos, llamándose los Atlantes, de quienes se cuenta que ni comen cosa que haya sido animada, ni durmiendo sueñan jamás".

En La Odisea, Hornero pone estas palabras en boca de la diosa Atenea: "Nuestro padre, hijo de Cronos, preclaro gobernante… mi corazón está destrozado por el sabio Odiseo, hombre desgraciado, que abandonó hace tanto tiempo a sus amigos y que vive tristemente en una isla situada en el centro mismo del mar. En esta isla boscosa habita una diosa, hija del habilidoso Atlas, que conoce la profundidad de cada mar y conserva los altos pilares que separan el cielo de la tierra…".  La referencia a Atlas y Cronos resulta especialmente interesante, en relación a la "isla situada en el centro mismo del mar". Hornero sigue hablando del barco de Odiseo que alcanzó "el límite del mundo. Allí se hallan los territorios y la ciudad de los Kimerioi, envuelta en brumas y nubes…".  En La Odisea, el poeta griego hace referencia a Esqueria, una isla situada muy lejos, en el océano, donde los feacios "viven aparte, muy lejos, sobre la inconmensurable profundidad y en medio de las olas —los más remotos entre los hombres…". También describe la ciudad de Alanco, atribuyéndole una profusión de riqueza y magnificencia que recuerda la descripción platónica de la Atlántida. Aunque los nombres son distintos, esta poderosa isla de Esqueria es otro indicio del recuerdo de una isla-continente situada más allá de las Columnas de Hércules, en el océano occidental.

Según Platón, su información básica acerca de la Atlántida provenía de fuentes egipcias. Por esta razón podemos pensar  que otros documentos, en forma de papiros, deberían hacer referencia también a la isla sumergida. En este sentido se han interpretado algunas alusiones que aparecen en documentos antiguos. Por ejemplo, cuando se habla del "reino de los dioses", miles de años antes de las primeras dinastías egipcias. Manetón, sacerdote e historiador egipcio del siglo III a.C., nos ilustra sobre la época aproximada en que los egipcios cambiaron su calendario y coincide con el mismo período en que según Platón se habría producido el hundimiento de la Atlántida, hace unos 11.500 años. Se cree que en el museo de San Petersburgo existían, antes de la revolución rusa, otros documentos egipcios "perdidos". Se dice que existía un documento particularmente misterioso en el que se relataba una expedición que había enviado un faraón de la segunda dinastía a investigar lo que había ocurrido con la Atlántida y a descubrir si quedaban restos de ella. Se afirmaba que había regresado al cabo de cinco años, sin haber cumplido su misión, cosa que resulta comprensible.

Hay también documentos egipcios que hablan de invasiones de "pueblos del mar" que llegaron "desde los confines del mundo", ilustrados con pinturas murales monumentales que todavía pueden verse en Medinet-El Fayum. Aunque la mayoría de los pergaminos egipcios debieron resultar quemados en la destrucción de la biblioteca de Alejandría, es posible que existan otros documentos escritos, enterrados en alguna tumba todavía no descubierta y que se mantengan en buen estado de conservación, gracias al clima seco que reina en Egipto. El historiador griego Heródoto (siglo V a.C.) nos ha dejado referencias diversas respecto a un nombre similar al de Atlántida y a una ciudad misteriosa situada en el océano Atlántico que algunos han considerado como una colonia de la Atlántida o incluso como la Atlántida misma: "Los primeros griegos que realizaron largos viajes —escribe Heródoto—, estaban familiarizados con Iberia (España) y con una ciudad llamada Tartessos, … más allá de las Columnas de Hércules… a la vuelta de la cual los primeros comerciantes obtuvieron un beneficio mayor que el conseguido por griego alguno antes…" .En otro pasaje de sus obras, Heródoto habla de una tribu llamada Atarantes y también de otra, los Atlantes, "… que toman su nombre de una montaña llamada Atlas, muy puntiaguda y redonda, tan soberbia, además, que, según se dice, la cumbre nunca puede verse, porque las nubes jamás la abandonan, ni en verano ni en invierno…". Heródoto se sentía interesado tanto en la historia antigua como contemporánea y creía que el Atlántico había penetrado en la cuenca mediterránea como consecuencia de un terremoto que había hecho desaparecer el istmo que era entonces el estrecho de Gibraltar. Luego de hallar fósiles de conchas marinas en las colinas de Egipto también especuló acerca de la posibilidad de que parte de la tierra que en otro tiempo había sido tierra firme hubiera acabado en el mar y, a la inversa, algunos territorios hubieran emergido de las profundidades oceánicas.

Vemos que  Herodoto habla de los atlantes, pueblo del África Occidental, que dieron su nombre al Monte Atlas; los cuales eran vegetarianos, y "cuyo sueño nunca era turbado por sueños"; y que, sin embargo, maldecían diariamente al sol cuando salía y se ponía, porque su calor excesivo los abrasaba y atormentaba. Según Helena Blavatskyestas manifestaciones están basadas sobre hechos morales y psíquicos y no sobre disturbios fisiológicos. La historia de Atlas da la clave de esto. Si los atlantes no tenían nunca turbado su sueño por ensueños, es porque esa tradición particular se refiere a los atlantes primitivos, cuya constitución y cerebro físico no estaban aún lo suficientemente consolidados en el sentido fisiológico para permitir actuar a los centros nerviosos durante el sueño. Respecto de la otra declaración, de que "maldecían diariamente al sol", esto tampoco tiene que ver con el calor, sino con la degeneración moral que creció a la par que la Raza. También según Blavatsky "Ellos (la sexta subraza de los atlantes) usaban encantos mágicos hasta en contra del sol", y al fracasar en su intento, le maldecían. Se atribuía a los brujas de Tesalia el poder de hacer descender a la Luna, según nos lo asegura la historia griega. Los atlantes de los últimos tiempos eran famosos por sus poderes mágicos y su perversidad, por su ambición y su desprecio de los dioses. De aquí las mismas tradiciones que tomaron forma en la Biblia, acerca de los gigantes antediluvianos y la Torre de Babel, y que se encuentran también en el Libro de Enoch.

María de Gracia escribió un interesante artículo, titulado "Las Brujas de Tesalia", en su bloghttp://blog.lecturatarot.com/, en que me he basado para escribir los siguientes párrafos sobre las brujas de Tesalia. Es posible que las brujas de Tesalia fueran realmente de origen atlante. Se sabe que vivían en las llanuras de Tesalia, y las escasas informaciones que nos han llegado, especialmente de una de ellas, son gracias al poeta romano Marco Anneo Lucano  y a las referencias que sobre ella encontramos en su libro "La Farsalia" donde narra la guerra que mantuvieron César y Pompeyo el Grande. Lucano nos cuenta que el nombre de esta bruja era Erichtho y también que vivía en la provincia de Tesalia junto con otras brujas en los años 49 y 45 a.C. que es cuando tiene lugar la guerra entre los romanos. Lucano nos cuenta cómo apareció Erichtho en las llanuras de Farsalia contratada por Sexto, el hijo de Pompeyo el Grande, el cual había tenido un sueño premonitorio el día anterior a la batalla. En algunos pasajes de "La Farsalia", encontramos las primeras referencias a ella: "..Cuando los líderes han extendido sus tiendas sobre esas llanuras maldecidas por Las Parcas, cada una de sus mentes presiente una guerra cruenta e infausta porque la presencia en esas tierras de Las Parcas ha anulado toda probabilidad de éxito, puesto que destruyen todos lo que tocan. Los espíritus de las llanuras temblaban presagiando el infortunio. Confundido entre la multitud estaba Sexto, hijo de Pompeyo el Grande, quien temiéndose lo peor para su padre contrató a Erichtho, la Bruja de Tesalia, para que conjurara a algún espíritu que le transmitiera información de primera mano de todo lo que ocurría en el campo de batalla entre su padre y César…Cuando el monstruoso murmullo de Erichtho haya llegado a las estrellas querrá decir que la Bruja de Tesalia podrá forzar a los dioses a cambiar los acontecimientos porque las Brujas lo hacen con amor y no tienen los corazones duros y fríos como Las Parcas...".

Y continúa hablando de Erichtho más adelante: "…….su destino es la llanura de Farsalia donde César derrotó a Pompeyo el año 48 a.C. en una batalla decisiva durante la Guerra Civil Romana. Erichtho, una bruja de Tesalia, deambula por esos campos. Ahí, los fantasmas de los viejos tiempos han instalado sus tiendas de campaña y encendido las hogueras al caer la noche. Erichtho ve una extraña luz en el cielo, presagiando la llegada de Fausto y sus compañeros……".  No volvemos a saber nada más de las Brujas de Tesalia ni de Erichtho hasta que Dante (1265-1321) pregunta en "La Divina Comedia", si alguien ha bajado del Infierno Superior al Infierno Inferior y que si bajar es la penitencia impuesta por los juegos de mesa que él y Virgilio ocasionalmente jugaban durante el tiempo en que estuvieron juntos, ya que Dante quería saber si su guía, su admirado Virgilio, estaba enterado de su misión y Virgilio respondía rápidamente que si, que sabía muy bien lo que hacía, que él había hecho ese viaje algunas veces y que sabía lo que había que hacer; Virgilio aseguraba que había sido emplazado por Erichtho para recuperar algunas almas de los Círculos más profundos del Infierno y Dante tergiversó a su antojo los escritos de Lucano acerca de la Bruja de Tesalia escribiendo lo siguiente: "Erichtho, una bruja sedienta de sangre, invoca desde la ultratumba a la sombra de un soldado muerto recientemente y ese espíritu es incapaz de revelar el futuro de la guerra civil entre Pompeyo el Grande y César….".

Dante lo que pretendía era convertir a su admirado Virgilio en una víctima de Erichtho ya que de todos es sabido que Virgilio era muy amante de la magia y las ciencias ocultas, aficiones que en la Edad Media no eran muy bien vistas. Y seguimos leyendo cómo se desarrolló el viaje entre los dos Infiernos, con Virgilio como guía: "…..una bruja llamada Erichtho reclamó al espíritu de Virgilio volver a la Tierra ya que su especialidad era invocar a los espíritus, ella mandó a Virgilio a lo más profundo del Infierno en el centro mismo de la Tierra para buscarle a ella otro espíritu…...". Nadie más vuelve a escribir sobre Erichtho hasta que Goethe (1749-1832), en su obra  "Fausto", nos presenta a Erichtho, que habla para presentarnos a las Brujas del Alto Sabbath, cuyas apariciones preceden a la entrada en escena de Mefistófeles, de Fausto, y de los ritos que dan como resultado la secuencia del sueño de Fausto como caballero viviendo en un castillo con Helena de Troya. Así como de otras brujas de la antigüedad hay muchísima información, a través de diferentes Mitologías y leyendas recopiladas a lo largo de los siglos, de Erichtho y las Brujas de Tesalia no hay ninguna información ni referencias hasta Lucano en el año 50 de nuestra era. Pero la literatura las ha puesto en un lugar de honor, bien sea en el Infierno de Dante o en la primera escena de Fausto.  Y convendréis conmigo en que es curioso que autores tan importantes como Dante o Goethe se refiriesen a estas brujas prácticamente desconocidas.

Diodoro presenta uno o dos hechos más: los atlantes se alababan de poseer la tierra en que todos los Dioses habían nacido; así como también de haber tenido a Urano por primer Rey, el cual fue también el primero que les enseñó la Astronomía. Muy poco más de esto ha llegado a nosotros de la antigüedad. El mito de Atlas es una alegoría fácil de comprender. Atlas es los antiguos Continentes de la Lemuria y la Atlántida, combinados y personificados en un símbolo común. Los poetas atribuyen a Atlas, lo mismo que a Proteo, una sabiduría superior y unconocimiento universal, y especialmente un conocimiento completo de las profundidades del océano; pues en ambos Continentes hubo razas instruidas por Maestros divinos, y ambas fueron arrojadas al fondo de los mares, en donde ahora dormitan hasta su próxima reaparición sobre las aguas. Atlas es el hijo de una ninfa del océano, y su hija es Calipso, el "abismo acuoso". La Atlántida fue sumergida bajo las aguas del océano y su progenie duerme ahora el eterno sueño en los lechos oceánicos. La Odisea hace de él el guardián y "sostenedor" de las enormes columnas que separan los Cielos de la Tierra. Él es su "soportador". Y como tanto la Lemuria, destruida por fuegos submarinos, como la Atlántida, sumergida por las ondas, perecieron en los abismos del océano, se dice que Atlas se vio obligado a dejar la superficie de la Tierra y reunirse a su hermano Iapetus en las profundidades del Tártaro.

El escritor Sir Theodore Martin tiene razón al interpretar esta alegoría como significando Atlas de pie en el suelo sólido del hemisferio inferior del universo, sosteniendo así al mismo tiempo el disco de la tierra y la bóveda celeste. Porque Atlas es la Atlántida, que sostiene sobre sus "hombros" los nuevos continentes y sus horizontes. Decharme, en su "Mythologie de la Grèce Antique", expresa duda sobre la exactitud de la traducción, pues no es posible comprender cómo Atlas puede sostener a la vez diversas columnas situadas en varias localidades. Si Atlas fuera un individuo, la traducción sería incorrecta, pero como personifica un Continente en Occidente, que se dice sostiene la Tierra y el Cielo a la vez, esto es, los pies del gigante pisan la tierra, mientras que sus hombros sostienen la bóveda celeste -una alusión a los picos gigantescos de los Continentes Lemur  y Atlante-, el epíteto de "sostenedor" resulta muy exacto. El concepto se debió seguramente a la gigantesca cordillera que corría a lo largo del borde terrestre. Estas montañas hundían sus estribaciones en el fondo mismo de los mares, al paso que elevaban sus crestas hacia el cielo, perdiéndose su cima en las nubes. Los antiguos continentes tenían más montañas que valles. Atlas y el Pico de Tenerife, actualmente dos restos empequeñecidos de los dos perdidos continentes, eran tres veces más elevados en tiempo de la Lemuria, y dos veces más altos en el de la Atlántida. Así, según Herodoto, los libios llamaban al Monte Atlas la "Columna del Cielo".

Atlas era un pico inaccesible de una isla, en los días de la Lemuria, cuando el continente africano aún no se había aún levantado. Es la única reliquia Occidental que sobrevive y que pertenece al Continente en que la Tercera Raza nació, se desarrolló y cayó, pues Australia es ahora parte del Continente Oriental. El orgulloso Atlas, según la tradición esotérica, habiéndose hundido una tercera parte en las aguas, las otras dos quedaron como herencia de la Atlántida. Esto era también conocido por los sacerdotes egipcios y  por el mismo Platón; impidiendo que fuese conocida toda la verdad el juramento solemne de guardar el secreto, que se extendió hasta a los misterios del Neoplatonismo. Tan secreto era el conocimiento de la última isla de la Atlántida, en verdad, a causa de los poderes sobrehumanos que poseían sus habitantes, los últimos descendientes directos de los Dioses o Reyes Divinos, según se creía, que el divulgar su situación y existencia era castigado con la muerte. Teopompos, que pertenecía a la antigua comedia griega, dice otro tanto en su obra Meropis, cuando habla de los fenicios como los únicos navegantes de los mares que bañan la costa occidental del África; quienes se revestían de tal misterio, que muchas veces echaban a pique sus propios barcos para hacer perder todo rastro de ellos a los extranjeros demasiado curiosos.

Hay orientalistas e historiadores que, mientras permanecen impasibles ante el lenguaje más bien crudo de la Biblia y ante algunos de los sucesos que en ella se relatan, muestran gran disgusto ante la "inmoralidad" de los Panteones de la India y de Grecia. Se nos puede decir que antes que ellos, Eurípides, Píndaro y hasta el mismo Platón expresaron el mismo disgusto; que ellos también se sintieron irritados ante los cuentos que se inventaban, "esos cuentos miserables de los poetas", según frase de Eurípides. Pero quizá hubiera otra causa para esto. Según Blavatsky, para los que sabían que había más de una clave para el Simbolismo Teogónico, era un error el haberlo expresado en un lenguaje tan crudo y engañoso. Parece que existe un cielo donde todos los símbolos, alegorías y parábolas y sus completas interpretaciones están preservadas. Cuando meditamos sobre ellas, penetramos en ese cielo. Se ha dicho que hay siete interpretaciones de ese lenguaje: cósmico, astronómico, astrológico, teogónico (el génesis de los Dioses), racial, psicológico y oculto. Si el filósofo ilustrado y sabio podía discernir el meollo de la sabiduría bajo la grosera corteza del fruto, y sabía que este último escondía las más grandes leyes y verdades de la naturaleza psíquica y física, así como del origen de todas las cosas; no así el profano no iniciado. Para éste la letra muerta era la religión, mientras que la interpretación era sacrilegio. Y esta letra  muerta no podía edificarle, ni hacerle más perfecto, al ver que semejante ejemplo le era dado por sus Dioses. Pero para el filósofo, y especialmente el Iniciado, la Teogonía de Hesiodo es tan histórica como pueda serlo cualquier historia.

Platón la acepta como tal, y expone tantas de sus verdades como sus juramentos se lo permitían. El hecho de que los atlantes pretendiesen que Urano fue su primer rey, y que Platón principie su historia de la Atlántida por la división del gran Continente por Neptuno, el nieto de Urano, muestra que hubo otros continentes antes que la Atlántida, y reyes antes que Urano. Pues Neptuno, a quien tocó en suerte el gran Continente caído, encuentra en una pequeña isla sólo una pareja humana hecha de barro, esto es, el primer hombre físico humano, cuyo origen. Según Blavatski,  principió con las últimas subrazas de la Tercera Raza-Raíz. El Dios se casa con su hija Clito y su hijo mayor Atlas es el que recibe como herencia la montaña y el continente llamados por su nombre. Ahora bien, todos los Dioses del Olimpo, así como todos los del Panteón Hindú y los Rishis, eran las personificaciones de los Poderes Inteligentes de la Naturaleza; de las Fuerzas Cósmicas; de los Cuerpos Celestes; de los Dioses o Dhyân Chohans; de los Poderes Psíquicos y Espirituales; de los Reyes Divinos de la Tierra o encarnaciones de los Dioses; y de los Héroes u Hombres Terrestres. El saber distinguir entre estas siete formas la que se pretendía, es cosa que perteneció en todo tiempo a los Iniciados, cuyos primeros predecesores habían creado este sistema simbólico y alegórico.

Los Rishis eran antiguos sabios que habitaban en las cuevas secretas de las montañas sagradas del Himalaya , hace miles de años, llevando una vida de austeridad, penitencia y meditación, para ayudar a la Humanidad atrapada en la cárcel del "samsara" (la rueda de renacimientos y muertes) a liberarse y a unirse con la Energía Absoluta. El Supremo Dios Shiva creó la filosofía de Tantra-Mantra-Yantra y comunicó a estos sabios por medio de una Revelación que este método era el más rápido y eficaz para alcanzar la Iluminación Espiritual y la Liberación del Alma. Un Yantra es un diagrama místico. La simbología del Yantra incluye la clave para descifrar los misterios de la Naturaleza y para obtener poderes directamente de la Energía Cósmica. Cada palabra o símbolo que aparece en el Yantra es el detonante de las Fuerzas del Absoluto, atrayendo el magnetismo secreto que existe en el Universo. Hay un Yantra para cada deseo, entre los que destaca el Gayatri Mantra, que es uno de los Mantras Védicos más sagrados, y el más alabado y venerado por la mayoría de los yoguis, debido a su elevada finalidad y a su incomparable belleza espiritual. Sus palabras transcritas del sánscrito son: "Om. Meditamos en la gloria de ese Ishwara que ha creado el Universo, a quien es justo adorar, que es una encarnación del Conocimiento y de la Luz, y que es el Destructor de todos los pecados y la ignorancia. Ojala que Él ilumine nuestros intelectos".

Así, mientras que Urano reinó y gobernó en la Segunda Raza y su continente, Cronos (o Saturno) gobernó a los Lemures; y Júpiter, Neptuno y otros lucharon en la alegoría por la Atlántida, que era toda la Tierra en los días de la Cuarta Raza. Poseidonis, o la última isla de la Atlántida, el "tercer paso" de Vishnu, en el lenguaje místico de los Libros Secretos, duró hasta hace unos 12.000 años. Los atlantes de Diodoro tenían razón en sostener que en su país, en la región que rodeaba el Monte Atlas, fue donde "nacieron los Dioses", esto es, "encarnaron". Pero sólo después de su cuarta  encarnación fue cuando se convirtieron en reyes humanos y gobernantes por primera vez. Diodoro habla de Urano como primer rey de la Atlántida, confundiendo los Continentes, ya fuese conscientemente o no; pero Platón corrige indirectamente el aserto. El primer instructor de astronomía de los hombres fue Urano, porque es uno de los siete Dhyân Chohans del Segundo Período o Raza. Veamos aquí ciertos paralelismos con las obras de Tolkien. Así, también, en el segundo Manvántara, el de Svârochisha, entre los siete hijos del Manu, los Dioses o Rishis que presidían aquella raza, vemos a Jyotis, el maestro de astronomía (Jyotisha), uno de los nombres de Brahmâ. Y así también los chinos reverencian a Tien (o el Firmamento, Ouranos) y le dan el nombre de su primer maestro en astronomía.

Urano dio origen a los Titanes de la Tercera Raza, y ellos fueron los que le mutilaron personificados por Saturno-Cronos. Porque, como los Titanes cayeron cuando "la creación por medio de la voluntad fue reemplazada por la procreación física", no necesitaban más a Urano. A consecuencia de la última obra del político y helenista inglés William Gladstone, "Los Dioses Mayores del Olimpo", las ideas del público en general acerca de la mitología griega han sido aún más erróneas. A Homero se le atribuye un pensamiento que Gladstone considera como "la verdadera clave de la concepción Homérica", mientras que esta "clave" es meramente un velo. Poseidón es en verdad esencialmente un mundano de la tierra, fuerte e imperioso, sensual y sumamente celoso y vengativo. Pero ello es porque simboliza el Espíritu de la Cuarta Raza-Raíz, el Regente de los Mares, esa Raza que vive sobre la superficie de los mares, compuesta de gigantes; los hijos de Eurimedón, la raza padre de Polifemo, el Titán y Cíclope de un ojo.Aunque Zeus reina sobre la Cuarta Raza, Poseidón es quien gobierna y el que es la verdadera clave de nuestras razas humanas y de la tríada de los Cronidas, que son los hijos e hijas de Cronos y Rea: las tres hijas mayores y los tres menores, siendo el menor Zeus. Poseidón y Nereus son uno; el primero es el Gobernante o Espíritu de la Atlántida antes del principio de su sumersión; el último, después.

Neptuno es la fuerza titánica de la Raza viviente; Nereus, su Espíritu reencarnado en la Quinta Raza Aria subsiguiente.  La tendencia aun de los más eruditos helenistas es limitar sus especulaciones a las imágenes exotéricas de la Mitología, y perder de vista su sentido íntimo. En el futuro se verá que la clave esotérica de la Teogonía cristiana, así como de la Teogonía y ciencias griegas, es la Doctrina Secreta de las naciones prehistóricas, que, juntamente con otros, Gladstone ha negado. Sólo esta doctrina es la que puede señalar el parentesco de todas las especulaciones humanas religiosas, y hasta de las llamadas "revelaciones"; y ésta es la enseñanza que infunde el espíritu de la vida en los símbolos seculares de los Montes de Meru, Olimpo, Walhalla o Sinaí. Muchas veces, se menciona a la Atlántida bajo otro nombre, desconocido. El poder de los nombres es grande y ha sido conocido desde que los Maestrosdivinos instruyeron a los primeros hombres. Y como Solón lo había estudiado, tradujo los nombres "Atlantes" por nombres inventados por él mismo. Relacionado con el continente de la Atlántida, conviene tener presente que los relatos de los antiguos escritores griegos que han llegado hasta nosotros contienen una confusión de declaraciones, de las cuales algunas se refieren al gran Continente, y otras a la pequeña última isla de Poseidonis. Ha sido costumbre aplicarlas todos a la última solamente; pero que esto es inexacto, se desprende de la incompatibilidad de las diferentes manifestaciones acerca del tamaño y otras características de la Atlántida.

Así, en el Critias, dice Platón que la llanura que rodeaba la ciudad estaba a su vez rodeada por cordilleras de montañas, y que la llanura era suave, y a nivel y de figura oblonga, extendiéndose al Norte y al Sur, tres mil estadios en una dirección y dos mil en la otra; la llanura hallábase rodeada por un enorme canal o dique, de 101 pies de profundidad, 606 de ancho y 1.250 millas de largo. Ahora bien; en otros sitios se expone el tamaño total de la isla de Poseidonis poco más o menos como el asignado sólo a la "llanura alrededor de la ciudad". Es evidente que una parte de lo que se dice se refiere al gran Continente, y la otra al último resto, o sea la isla de Platón. Por otra parte, el ejército activo de la Atlántida se declara como de más de un millón de hombres; su armada de 1200 barcos y 240.000 hombres. ¡Semejantes afirmaciones son por completo inaplicables al Estado de una pequeña isla del tamaño de Irlanda! Las alegorías griegas dan a Atlas, o la Atlántida, siete hijas -siete subrazas-, cuyos nombres respectivos son: Maia, Electra, Taygeta, Asterope, Merope, Alcyone y Calaeno. Esto, etnológicamente; pues se les atribuye que se casaron con Dioses, y que fueron madres de héroes famosos, fundadores de muchas naciones y ciudades. Astronómicamente, las Atlántidas se han convertido en las siete Pléyades. En la Ciencia Oculta las dos se hallan relacionadas con los destinos de las naciones, destinos que están trazados por los sucesos de sus vidas anteriores con arreglo a la Ley Kármica.

Tres grandes naciones pretendían en la antigüedad una descendencia directa del reino de Saturno, o Lemuria, confundido con la Atlántida algunos miles de años antes de nuestra era; y éstas eran los egipcios, los fenicios (según Sanchoniathon) y los antiguos griegos (según Diodoro y después Platón). Pero puede también demostrarse que el país civilizado más antiguo del Asia, la India, pretende la misma descendencia. Las subrazas, guiadas por la Ley Kármica o destino, repiten inconscientemente los primeros pasos de sus respectivas razas-madres. Así como los brahmanes relativamente blancos, cuando invadieron la India poblada de Dravidianos de color obscuro, vinieron del Norte, así también la Quinta Raza Aria debe atribuir su origen a las regiones del Norte. Las Ciencias Ocultas muestran que los fundadores, los grupos respectivos de los siete Prajâpatis, de las Razas-Raíces, han estado todos relacionados con la Estrella Polar: "Aquel que entiende la edad de Dhruva, que mide 9090 años mortales, comprenderá los tiempos de los Pralayas, el destino final de las naciones. ¡Oh, Lanú!". Los siete Elohim corresponden a los siete Prajâpatis de los indos, a los siete Khnûmû de los egipcios y los siete Amshaspends de los zoroastrianos.

En la mitología hinduista, Prayápati es un nombre genérico de varias deidades que presiden sobre la procreación y son protectores de la vida. El nombre de Prayā[n]-pati ('progenie-dueño') es etimológica y fonéticamente equivalente a Protógonos, el dios oracular en Kolofón (según Makrobios el Longevo). Damascio, Prōtogonos (también conocido como Fanes) tenía cuatro cabezas, «de serpiente (drakōn), de toro, de hombre y de dios». A Brahmá como Prayāpati se le atribuyen cuatro cabezas, cada una de las cuales produjo devas (dioses), rishís(sabios), pitrís (ancestros) y naras (humanos), según el Brahmanda-purana. Progenitores o procreadores; dadores de vida a todo lo que hay en esta tierra.  Hay siete y diez, correspondientes a los siete y diez Sephiroth de la Cábala, a los Amesha-Spentas del mazdeísmo, etc.  Brahmâ, el Creador, es llamado Prajâpati, por ser la síntesis de los Señores de la existencia.  Los Prajâpatis son hijos o emanaciones de Brahmâ, que ponen de manifiesto sus poderes creadores.  Según el Rig-Veda, el verdadero creador no es Brahmâ, sino los Prajâpatis o Señores del Ser, que son también los Richis.  Leemos en las Leyes de Manú que Brahmâ creó primero los "diez Señores del Ser", los diez Prajâpatis o Fuerzas creadoras, que producen después otros siete Manús, o según algunos manuscritos, los siete Ángeles de la Presencia.  En algunos casos Brahmâ significa esotéricamente los Pitris, que simbolizan los Creadores colectivos del mundo y de los hombres, esto es, del Universo con todas sus innumerables producciones de seres animados e inanimados.  Respecto a su número, se ha dicho que son siete, diez y finalmente veintiuno; pero esto es puramente alegórico.

  

Por otra parte, ha debido haber muy buenas razones para que una nación asiática colocase a sus grandes Progenitores y Santos en la Osa Mayor, constelación del NorteHace 70.000 años, a lo menos, que el Polo de la Tierra apuntaba al extremo final de la cola de la Osa Menor; y muchos miles de años más que los siete Rishis podían haber sido identificados con la constelación de la Osa Mayor. La raza Aria nació y se desarrolló en el lejano Norte, aunque después del hundimiento del Continente de la Atlántida sus tribus emigraron más hacia el Sur de Asia. De aquí que Prometeo sea el hijo de Asia; y Deucalión, su hijo, el Noé griego -el que creó hombres de las piedras de la madre Tierra-, sea llamado escita del Norte, por Luciano; y a Prometeo le hacen hermano de Atlas, y es encadenado al Cáucaso en medio de las nieves. Grecia tenía su Apolo Hiperbóreo, así como su Apolo Meridional. De igual modo, casi todos los Dioses de Egipto, Grecia y Fenicia, así como los de otros Panteones, son de origen septentrional, y nacidos en la Lemuria, hacia el final de la Tercera Raza, después que se hubo completado toda su evolución física y fisiológica. Todas las "fábulas" de Grecia, podría verse que están fundadas en hechos históricos, si esta historia hubiera pasado a la posteridad sin ser adulterada por los mitos. Los cíclopes de "un solo ojo", los gigantes presentados en la fábula como hijos de Coelus Terra -en número de tres, según Hesiodo-, fueron las tres últimas subrazas de los Lemures, refiriéndose el "ojo único" al ojo de la sabiduría, o tercer ojo, pues los dos ojos frontales sólo estuvieron completamente desarrollados como órganos físicos en el principio de la Cuarta Raza.

La alegoría de Ulises, cuyos compañeros fueron devorados, mientras que el rey de Itaca se salvó sacando el ojo de Polifemo con un tizón de fuego, está basada en la atrofia psico-fisiológica del "tercer ojo". Ulises pertenece al ciclo de los héroes de la Cuarta Raza, muy en línea con la obras de Tolkien, y aun cuando era un "Sabio" respecto de esta última, debió haber sido un libertino en opinión de los cíclopes pastoriles. Su aventura con estos últimos -raza salvaje gigantesca, antítesis de la culta civilización de la Odisea– es una representación alegórica del paso gradual de la civilización ciclópea de construcciones colosales de piedra, a la cultura más sensual y física de los Atlantes, que fue causa de que la última parte de la Tercera Raza perdiese su ojo espiritual,que todo lo penetraba. La otra alegoría, que representa a Apolo matando a los Cíclopes para vengar la muerte de su hijo Asclepio, no se refiere a las tres subrazas representadas por los tres hijos del Cielo y de la Tierra, sino a los Cíclopes hiperbóreos Arimaspianos, último resto de la raza dotada con el "ojo de la sabiduría". Los primeros han dejado vestigios de sus construcciones en todas partes, tanto en el Sur como en el Norte; los otros estaban confinados solamente al Norte. Así, Apolo – que es principalmente el Dios de los Videntes-, cuyo deber es castigar la profanación, los mató (representando sus flechas las pasiones humanas fieras y letales); y ocultó su flecha detrás de una montaña en las regiones hiperbóreas. Cósmica y astronómicamente, este Dios hiperbóreo es el Sol personificado, el cual, durante el curso del año Sideral -25.868 años- cambia los climas de la superficie de la Tierra, haciendo regiones frígidas de las tropicales yviceversa.

 

La descripción física del grifo se corresponde básicamente con la de un animal alado con cabeza de águila y cuerpo de león. A pesar de tratarse de un mamífero, acostumbra a construir nidos como las aves para depositar sus crías. Precisamente, cuentan las leyendas que los parajes que busca el grifo para ubicar sus nidos suelen estar próximos a tesoros escondidos. Se dice que fue en montañas de la India donde encontraron oro y decidieron construir allí sus nidos con tan preciado material. Debido a tan provocativa ubicación, debieron mantenerse alerta contra los ladrones, profanadores y demás, y en consecuencia, desarrollaron un poderoso instinto de vigilancia y protección. Esta característica ha hecho que sea un elemento muy utilizado en heráldica y para ser representado en gárgolas y blasones. Su procedencia se atribuye al continente asiático. Mitológicamente hablando, los grifos surgieron de la mano de los Arimaspianos, un pueblo cíclope. Sin embargo sus orígenes pueden hallarse en Asiria, si observamos la importante presencia de este animal, junto con la esfinge y otros seres míticos, en el arte prehistórico asirio. En la mitología griega, el grifo era un símbolo de fuerza y de vigilancia. Apolo voló a lomos de uno y la diosa Nemesis adoptó su forma. También fue símbolo de la soberbia; se dice que Alejandro Magno intentó volar sobre un grifo hacia el borde del mundo. Posteriormente, y en la tormentosa Edad Media, adoptó una imagen satánica, atrapando almas humanas. Más tarde, sobre todo a partir de la concepción del Infierno de Dante, esta concepción cambió. Se lo relacionó con la dualidad divina y humana de Jesucristo, precisamente por su dominio del cielo (como águila) y de la tierra (como león). En consecuencia, se le enfrentó a serpientes y basiliscos, representaciones del Mal

Psíquica y espiritualmente su significación es mucho más importante. Como observa Gladstone en su "Dioses Mayores del Olimpo": Las cualidades de Apolo (juntamente con Atenea) son imposibles de comprender sin acudir a fuentes que se encuentran más allá del límite de las tradiciones más comúnmente exploradas para la elucidación de la mitología griega. La historia de Latona (Leto), madre de Apolo, está llena de significados diversos. Astronómicamente, Latona es la región polar, y la noche, que da nacimiento al Sol, a Apolo, a Febo, etc. Nació ella en los países hiperbóreos, en donde todos los habitantes eran sacerdotes de su hijo, que celebraban su resurrección y descenso en su país cada diecinueve años, a la renovación del ciclo lunar. Latona es el Continente hiperbóreo y su Raza, geológicamente. Cuando el sentido astronómico cede su lugar al espiritual y divino – Apolo y Atenea transformándose en "aves", símbolo y emblema de las divinidades y ángeles superiores – entonces el brillante Dios asume poderes divinos creadores. Apolo se convierte en la personificación de la videncia, cuando envía el doble Astral de Eneas al campo de batalla, y tiene el don de aparecer a sus videntes sin ser visible a otras personas presentes, don del que, en todo caso, participa todo Adepto elevado.

El rey de los hiperbóreos era por esa razón hijo de Bóreas, el Viento Norte, y el Sacerdote Superior de Apolo. La contienda de Latona y Niobe -la Raza Atlante-, madre de siete hijos y siete hijas, que personifican las siete subrazas de la Cuarta Raza y sus siete Ramas, alegoriza la historia de los dos Continentes. La cólera de los "Hijos de Dios" o de la "Voluntad y Yoga", al ver la constante degradación de los atlantes, era grande; y el significado de la destrucción de los hijos de Niobe por los hijos de Latona – Apolo y Diana, las deidades de la luz, la sabiduría y la pureza, o el Sol y la Luna astronómicamente, cuya influencia ocasiona cambios en el eje de la Tierra, diluvios y otros cataclismos cósmicos – es, así, muy claro. La fábula acerca de las lágrimas incesantes de Niobe, cuyo dolor hace que Zeus la transforme en una fuente – la Atlántida cubierta por las aguas -, no es un símbolo menos gráfico. Niobe, téngase presente, es hija de una de las Pléyades, o Atlántidas; por tanto es nieta de Atlas, porque representa las últimas generaciones del Continente condenado. Hay un estudio sobre la Atlántida del astrónomo Jean Bailly, que vivió antes de la Revolución Francesa, y que situaba la isla-continente en el extremo Norte, cuando el Ártico era tropical. También  dice que la Atlántida tuvo una influencia enorme en la antigüedad, ya que un gran Dragón rojo se hallaba ante la mujer pronto a devorar al niño. Da ella a luz el hombre-niño que debía gobernar a todas las naciones con un cetro de hierro, y que fue acogido en el trono de Dios – el Sol. La mujer huye al desierto, siempre perseguida por el dragón, que vuela otra vez, y echa agua por la boca como un río, cuando la Tierra favoreció a la mujer y se tragó al río; y el Dragón marchó a hacer la guerra con el resto de la semilla de ella que guardó los mandamientos de Dios.

Cualquiera que lea la alegoría de Latona perseguida por la venganza del celoso Juno, reconocerá la identidad de las dos versiones. Juno envía a Pitón, el Dragón, a perseguir y destruir a Latona y devorar a su recién nacido. Este último es Apolo, el Sol, pues el hombre-niño del Apocalipsis, "que debía gobernar a todas las naciones con un cetro de hierro", no es seguramente el apacible "Hijo de Dios", Jesús, sino el Sol físico, "que gobierna a todas las naciones"; siendo el Dragón el Polo Norte, gradualmente persiguiendo a los lemures primitivos en las tierras que se hacían más y más hiperbóreas, e impropias para ser habitadas por los que rápidamente se estaban convirtiendo en hombres físicos, pues entonces tenían que habérselas con las variaciones de clima. El Dragón no quería permitir a Latona "dar a luz" – el Sol que iba a aparecer. "Ella es echada del Cielo y no encuentra lugar donde poder dar a luz", hasta que Neptuno, el Océano, lleno de compasión, hace inmóvil la isla flotante de Delos -la ninfa Asteria, ocultándose hasta entonces de Júpiter bajo las olas del Océano-, en la cual se refugia Latona, y en donde nace el brillante Dios Delio, el Dios que tan pronto aparece mata a Pitón, el frío y hielo de la región ártica, en cuyos anillos mortales toda vida se extingue. En otras palabras: Latona-Lemuria se transforma en Niobe-Atlántida, sobre la cual reina su hijo Apolo, o el Sol – con un cetro de hierro, verdaderamente, puesto que Herodoto hace a los atlantes maldecir su calor demasiado grande.

Esta alegoría está reproducida en su otro sentido místico (otra de las siete claves) en elApocalipsis. Latona se convierte en Diosa poderosa, en verdad, y ve que se le rinde culto a su hijo (culto solar) en casi todos los templos de la antigüedad. En su aspecto oculto, Apolo es el patrón del número siete. Nació en el día siete del mes, y los cisnes de Myorica nadan siete veces alrededor de Delos cantando el suceso; le dan siete cuerdas a su Lira – los siete rayos del Sol y las siete fuerzas de la Naturaleza. Pero esto es sólo en el sentido astronómico, mientras que lo anterior es puramente geológico. Si estos nombres míticos son meras alegorías, entonces todo lo que tienen de verdad viene de la Atlántida; si la fábula es una tradición real -aunque alterada-, entonces la historia antigua es por completo su historia. Tan es así que todos los antiguos escritos – prosa y poesía – están llenos de reminiscencias de los lemur-atlantes, lasprimeras Razas físicas, aunque Tercera y Cuarta en número, en la evolución de la Humanidad de la Cuarta Ronda en nuestro Globo, según las teorías esotéricas. Hesiodo anota la tradición acerca de los hombres de la Edad de Bronce, a quienes Júpiter había formado de madera de fresno y que tenían corazones más duros que el diamante. Revestidos de bronce de pies a cabeza, pasaban sus vidas peleando. De tamaño monstruoso, dotados de una fuerza terrible, de sus hombros salían brazos y manos invencibles, dice el poeta. Tales eran los gigantes de las primeras Razas físicas.

El Avestaes una colección de textos sagrados de la antigua Persia, pertenecientes a la religión zoroastriana y redactadas en avéstico. El Avesta conservado hasta nuestros días es una colección de textos litúrgicos que apenas alcanza la cuarta parte del Avesta completo, tal y como fue compilado en la época sasánida. Una descripción del Gran Avesta, compuesto por 21nask (libros), se nos ha trasmitido en los libros octavo y noveno del Denkard (enciclopedia de la religión). Ya en el siglo XIX se descubrió que entre los textos llegados hasta nosotros hay una pequeña parte, que constituye el corazón de la liturgia, escrita en una lengua más antigua que el resto del Avesta. Estas partes son los gathas (cantos), en un tipo de versificación similar a la de los himnos védicos, y el Yasna Haptanhaiti, escrito en la misma lengua, pero en prosa. Estas partes más antiguas se vienen atribuyendo tradicionalmente a Zoroastro. En el Yasna hay una referencia a los últimos atlantes. La tradición sostiene que los "Hijos de Dios", o grandes Iniciados de la Isla Sagrada, se aprovecharon del Diluvio para libertar a la Tierra de todos los Brujos que había entre los atlantes. El referido versículo se dirige a Zarathushtra, como uno de los "Hijos de Dios". Dice: "Tú, ¡oh Zarathushtra! hiciste que todos los demonios (Brujos) que antes vagaban por el mundo en formas humanas, se escondiesen en la tierra (ayudó a sumergirlos)".

Los lemures, así como también los atlantes primitivos, estaban divididos en dos clases distintas: los "Hijos de la Noche" o de las Tinieblas, y los "Hijos del Sol" o de la Luz. Los libros antiguos nos hablan de terribles batallas entre los dos, cuando los primeros, abandonando su país de Tinieblas, de donde el Sol había partido hacía varios meses, descendieron de sus regiones inhospitalarias y "trataron de arrancar el Dios de la Luz" de sus hermanos más favorecidos de las regiones ecuatoriales. Se nos podrá decir que los antiguos no sabían nada de la larga noche de seis meses de duración en las regiones polares. Hasta el mismo Herodoto, más instruido que los demás, sólo menciona un pueblo que dormía durante seis meses del año y estaba despierto la otra mitad. Sin embargo, los griegos sabían muy bien que había un país en el Norte donde el año estaba dividido en un día y una noche de seis meses de duración cada una, pues Plinio dice esto claramente. Hablan ellos de los cimerios y de los hiperbóreos, y establecen una diferencia entre los dos. Los primeros habitaban el Palus Maeotis, entre los 45º y 50º de latitud. Plutarco explica que ellos eran sólo una pequeña parte de una gran nación expulsada por los escitas, nación que se detuvo cerca del Tanais, después de haber cruzado el Asia. Aquellas multitudes guerreras vivían primeramente en las costas del Océano, en bosques densos y bajo un cielo tenebroso. Allí estamos casi en el polo; allí largas noches y días dividen el año.

En cuanto a los hiperbóreos, estos pueblos, según se expresa Solino Polyhistor: "Sembraban por la mañana, recogían al mediodía; reunían sus frutos por la tarde, y los almacenaban por la noche en sus cuevas". Hasta los escritores del Zohar conocían este hecho. En el Libro de Hammannunah (el Anciano), leemos: "..hay algunos países de la tierra que están alumbrados, mientras otros están en la obscuridad; estos tienen el día, cuando para los otros es de noche; y hay países en los cuales es constantemente de día, o en los que la noche sólo dura unos instantes". La isla de Delos, la Asteria de la mitología griega, nunca estuvo en Grecia; pues este país no existía en aquel tiempo. Algunos escritores han indicado que representaba un país o una isla mucho mayor que los pequeños trozos de tierra que se convirtieron en Grecia. Tanto Plinio como Diodoro de Sicilia la colocan en los mares del Norte. Uno la llama Basilea, o "Real"; y el otro, Plinio, la llama Osericta, palabra que, según Rudbeck, tenía un significado, en las lenguas septentrionales, equivalente a la Isla de los Reyes Divinos o Dioses-Reyes. También "Isla Real de los Dioses", porque los Dioses nacieron allí, esto es, las Dinastías Divinas de los Reyes de la Atlántida procedían de aquel lugar. Que los geógrafos y geólogos la busquen entre el grupo de islas descubierto por Nordenskiöld en su viaje del "Vega" a las regiones árticas.

Adolf Erik Nordenskiöld (1832 -1901), fue un geólogo, geógrafo y explorador polar sueco de origen finlandés. Logró atravesar por primera vez el Pasaje del Nordeste (o ruta del Mar del Norte) y navegar alrededor del continente eurasiático entre 1878 y 1880 a bordo del buque ballenero Vega. En 1883 fue el primero en romper las barreras de hielo de la costa sureste de Groenlandia. En 1878 emprendió el que sería el más importante de todos su viajes, partiendo de las costas europeas atravesó la costa norte de Asia, cruzó el estrecho de Bering y llegó hasta las costas orientales de Asia, convirtiéndose en el primer navegante en completar la ruta del Mar del Norte. El Vega partió de Karlskrona, Suecia, el 22 de junio de 1878, el diecinueve de agosto doblaron el cabo Cheliuskin en Siberia, pocos días después efectúan una escala dedicada a la investigación científica, continúan avanzando hacia el este, navegando siempre muy cerca de la costa, quedando atrapado por el hielo el 27 de septiembre, cuando llegaban al cabo Kuliuchin cerca del estrecho de Bering. El témpano que mantuvo inmovilizado el barco tenía un longitud de cuarenta metros y una anchura de 25. Esta superficie se movió a lo largo del invierno siendo empujados varias veces hacia la costa por motivo de las tempestades.

Tuvieron que permanecer en el barco durante todo el invierno, que aguantó bastante bien la presión de los hielos que lo rodeaban, y que supuso un refugio para la tripulación, el interior se mantenía a unos 15 grados, frente a las temperaturas exteriores de -50 °C. En la costa construyeron un campamento, desde el que mantuvieron alguna relación con los indígenas. Al llegar el verano del año siguiente el barco pudo ser liberado de los hielos, continuó su travesía y tras atravesar el cabo Dezhneva, alcanzó Port Clarence (en el territorio de Alaska) y luego Yokohama, en Japón, donde llegó el 2 de septiembre de 1879. Para volver a Europa rodearon Asia y cruzaron el canal de Suez convirtiéndose de esta manera en el primer navegante que franqueó el Pasaje del Nordeste. A su vuelta a Suecia, tuvo un recibimiento entusiasta, siendo aclamado como un héroe popular. En abril de 1880 fue nombrado barón y miembro de la Orden de la estrella polar. En 1883, visitó por segunda vez la costa oriental de Groenlandia, donde logró atravesar con su barco la gran barrera de hielo, una hazaña intentada en vano durante más de tres siglos.

Los Libros Secretos nos informan que el clima ha cambiado en aquellas regiones más de una vez,desde que los primeros hombres habitaron aquellas ahora casi inaccesibles latitudes. Eran un Paraíso antes de que se convirtieran en Infierno; el Hades tenebroso de los griegos, y el frío Reino de las sombras donde la Hel escandinava, la Diosa-Reina del país de los muertos, "tiene su dominio en lo profundo de Helheim y Niflheim". Sin embargo, fue el lugar donde nació Apolo, que era el Dios más resplandeciente del Cielo – astronómicamente -, así como era el más iluminado de los Reyes Divinos que gobernaron en las naciones primitivas, en su sentido humano. Este último hecho está en la Ilíada, donde se dice que Apolo se apareció cuatro veces en su propia forma (como Dios de las Cuatro Razas), y seis veces en forma humana, esto es, relacionado con las Dinastías Divinas de los primitivos lemures no separados. Esos pueblos primitivos misteriosos, sus países (que ahora son inhabitables), así como el nombre dado al "hombre", tanto vivo como muerto, son los que han proporcionado oportunidad a los Padres de la Iglesia para inventar un Infierno, que han transformado en una localidad ardiente en lugar de frígida. Es, por supuesto, evidente, que ni los hiperbóreos ni los cimerios, ni los arimaspes, ni aun los escitas – conocidos de los griegos y comunicándose con ellos- son nuestros atlantes. Pero todos ellos eran descendientes de sus últimas subrazas. Los pelasgos fueron ciertamente una de las razas-raíces de la futura Grecia y remanentes de una subraza de la Atlántida.

Platón indica mucho al hablar de los últimos, cuyo nombre se ha averiguado, procedía depelagus, el "gran mar". El Diluvio de Noé es astronómico y alegórico, pero no mítico; pues el relato se basa en la misma tradición arcaica de los hombres (o más bien de las naciones) que se salvaron, durante los cataclismos, en canoas, arcas y barcos. Nadie se aventurará a decir que el Xisuthro caldeo, el Vaivasvata indo, el Peirun chino -el "Amado de los Dioses", que se salvó de la inundación en una canoa- o el Belgamer sueco, por quien los Dioses hicieron lo mismo en el Norte, sean todos idénticos como personajes. Pero sus leyendas han salido todas de la catástrofe que abarcó tanto al Continente como a la Isla Atlántida. La alegoría acerca de los gigantes antediluvianos, y sus proezas en brujería, no es un mito. Los sucesos bíblicos sonrevelados verdaderamente. Pero no es por la voz de Dios entre truenos y relámpagos en el Monte Sinaí, ni por un dedo divino trazando los anales en tablas de piedra, sino simplemente por medio de la tradición vía fuentes paganas. No era seguramente el Pentateuco lo que Diodoro repetía, cuando escribió acerca de los Titanes; los gigantes nacidos del Cielo y de la Tierra, o más bien, nacidos de los Hijos de Dios, que tomaron por esposas a las hijas de los hombres que eran hermosas. Ni tampoco Perecides citaba del Génesis cuando daba detalles de aquellos gigantes, que no se encuentran en las Escrituras judías.

Perecides, en 550 a. de C. fue el primer maestro que enseñó la reencarnación en Grecia, por medio de su "Teología" que se conoce como "Los Siete Adyta". Esta doctrina provenía de los libros secretos de los fenicios y de los maestros caldeos y egipcios. Perecides fue maestro de Pitágoras, quien viajó por Oriente y perteneció a una secta que tenía puntos en común con los órficos. Pitágoras hablaba de la inmortalidad del alma humana, su esclavitud del cuerpo, su vida en el inframundo parecido a un Purgatorio, ya en el Hades como en la Tierra, como animal o como hombre, y que sólo podía salvarse y ser inmortal mediante el conocimiento de lo sagrado y el ascetismo. Dice Perecides que los hiperbóreos eran de la raza de los Titanes, raza que descendía de los primeros gigantes, y que esa región hiperbórea fue la cuna de los primitivos gigantes. Los Comentarios de los Libros Sagrados explican que la referida región era el lejano Norte, ahora las Tierras Polares, el primer Continente Prelemur, que abarcó una vez la Groenlandia presente, Spitzberg, Suecia, Noruega, etc.

Pero ¿quiénes fueron los nephilim del Génesis? Hubo hombres paleolíticos y neolíticos en Palestina, en edades anteriores a los sucesos registrados en el Libro de los Principios. La tradición teológica identifica a estos nephilim con hombres velludos o sátiros, siendo estos últimos míticos en la Quinta Raza, y los primeros históricos, tanto en la Cuarta como en la Quinta Raza. Parece evidente una cierta bestialidad en la Raza Atlante primitiva y la posterior. ¿Cuál es el significado de los amores de Poseidón bajo una variedad de formas animales? Se convirtió en un delfín para conquistar a Anfítrite; en un caballo para seducir a Ceres; en un morueco para engañar a Teofane, etc. Poseidón no es sólo la personificación del Espíritu y Raza Atlante, sino también de los vicios de estos gigantes. Gesenio, padre de los gramáticos hebreos, y otros dedican grandísimo espacio al significado de la palabra nephilim, y explican muy poco. Pero losAnales Esotéricos muestran a estas criaturas velludas como los últimos descendientes de aquellas Razas Lemur-Atlantes, que engendraron hijos con animales hembras, de especies extinguidas hace largo tiempo, produciendo así hombres mudos, "monstruos", como dicen lasEstancias de Dyzan. Ahora bien; la Mitología, construida sobre la Teogonía de Hesiodo, que no es más que los anales poetizados de tradiciones reales, o historia oral, habla de tres gigantes llamados Briareus, Cottus y Gyges, que vivían en un país tenebroso en donde fueron aprisionados por Cronos, por su rebelión contra él.

Los tres están dotados en el mito con cien brazos y cincuenta cabezas, representando estas últimas las razas, y los primeros las subrazas y tribus. Teniendo presente que en la Mitología todos los personajes son casi Dioses o Semidioses, y también reyes o simples mortales en su segundo aspecto, y que ambos representan símbolos de países, islas, poderes de la naturaleza, elementos, naciones, razas y subrazas, se comprenderá el comentario esotérico, que dice que los tres gigantes son tres tierras polares que han cambiado de forma varias veces, a cada nuevo cataclismo o desaparición de un continente para dar lugar a otro. El Globo entero entra periódicamente en convulsiones, habiéndolas sufrido cuatro veces desde la aparición de la Primera Raza. Sin embargo, aunque toda la faz de la Tierra fue transformada por ello cada vez, la conformación de los Polos ártico y antártico ha cambiado poco. Las tierras polares se unen y se separan convirtiéndose en islas y penínsulas, aunque permanecen siempre las mismas. Por tanto, el Asia Septentrional es llamada la "Tierra Eterna o Perpetua", y el Antártico, el "Siempre Viviente" y el "Escondido"; mientras que el Mediterráneo, el Atlántico, el Pacífico y otras regiones, desaparecen y reaparecen por turno, debajo y encima de las Grandes Aguas.

Desde la primera aparición del gran Continente de la Lemuria, los tres gigantes polares han sido aprisionados en su círculo por Cronos. Su cárcel está rodeada por una pared de bronce, y la salida es por puertas fabricadas por Poseidón -o Neptuno-; por tanto, por mares que no pueden atravesar; y en esta triste región, donde reinan tinieblas eternas, es donde languidecen los tres hermanos. La Ilíada hace de ella el Tártaro. En la mitología griega, el Tártaro es tanto una deidad como un lugar del Inframundo, más profundo incluso que el Hades. En antiguas fuentes órficas y en las escuelas mistéricas es también la «cosa» ilimitada que existió primero, de la que nacieron la Luz y el Cosmos. En su Teogonía, Hesíodo cuenta que Tártaro era hijo de Éter y Gea, y padre de Tifón y Equidna. También asevera que un yunque de bronce caerá desde el cielo durante nueve días hasta alcanzar la Tierra, y que tardará nueve días más en caer desde ahí al Tártaro. En la Ilíada, Zeus dice que el Tártaro está «tan abajo del Hades como el cielo está de alto sobre la tierra». Al ser un lugar tan alejado del sol y tan profundo en la tierra, está rodeado por tres capas de noche, que rodean un muro de bronce que a su vez abarca el Tártaro. Es un pozo húmedo, frío y desgraciado hundido en la tenebrosa oscuridad. Es uno de los objetos primordiales, junto con el Caos, Gea (la Tierra) y Eros, que surgieron en el universo.

Mientras que, según la mitología griega, el Hades es el hogar de los muertos, el Tártaro tiene una serie de habitantes. Cuando Cronos, el Titán reinante, tomó el poder, encerró a los Cíclopes en el Tártaro. Zeus los liberó para que le ayudasen en su lucha con los Titanes. Los dioses del Olimpo terminaron derrotándolos y arrojaron al Tártaro a muchos de ellos (Atlas, Crono, Epimeteo, Metis, Menecio y Prometeo son algunos de los que no fueron encerrados). En el Tártaro los prisioneros eran guardados por gigantes, cada uno con 50 enormes cabezas y 100 fuertes brazos, llamados Hecatónquiros. Más tarde, cuando Zeus venció al monstruo Tifón, hijo de Tártaro y Gea, también lo arrojó al mismo pozo. Tántalo, que disfrutaba de la confianza de los dioses conversando y cenando con ellos, compartió la comida y los secretos de los dioses con sus amigos. Su justo castigo fue ser sumergido hasta el cuello en agua fría, que desaparecía cada vez que intentaba saciar su sed, con suculentas uvas sobre él que subían fuera de su alcance cuando intentaba agarrarlas. Radamantis, Éaco y Minos eran los jueces de los muertos y decidían quiénes iban al Tártaro. Radamantis juzgaba las almas asiáticas, Éaco las europeas y Minos tenía el voto decisivo y juzgaba a los griegos.

Cuando los Dioses y Titanes se rebelaron a su vez contra Zeus -la deidad de la Cuarta Raza-, el Padre de los Dioses recapacitó acerca de los gigantes aprisionados que le podían ayudar a vencer a los Dioses y Titanes, y precipitar a estos en el Hades; o en palabras más claras, hundir a la Lemuria, en medio de truenos y relámpagos, en el fondo de los mares, a fin de hacer lugar a la Atlántida, que estaba destinada a sumergirse y desaparecer a su vez. El levantamiento geológico y el diluvio de la tierra griega de Tesalia fueron una repetición en pequeña escala del gran cataclismo; y, quedando impreso en la memoria de los griegos, lo mezclaron y confundieron con el destino general de la Atlántida. Así también, la guerra entre los Râkshasas de Lankâ, y los Bhârateans, la mêlée de los atlantes y arios en su lucha suprema, o el conflicto entre los Devs e Yzeds, o Peris, se convirtió, tiempo después, en la lucha de los Titanes, separados en dos campos enemigos, y más tarde aún en la guerra entre los Ángeles de Dios y los Ángeles de Satán. Los hechos históricos se convirtieron en dogmas teológicos y por cerca de dos mil años se ha impuesto a la humanidad la creencia en la existencia de Satán.

Los símbolos que se encuentran en todos los credos exotéricos son otras tantas huellas de verdades prehistóricas. La soleada y dichosa tierra, cuna primitiva de las primeras razas humanas, se ha convertido varias veces desde entonces en hiperbórea y saturnina; mostrando así la Edad de Oro y Reino de Saturno bajo aspectos multiformes. Porque la Tercera, la Raza Lemuria, debe ser dividida fisiológicamente en la raza andrógina primera y  la bisexual posterior; y el clima de sus residencias y continentes en el de una eterna primavera y un eterno invierno, en la vida y la muerte, el yin y el yang. El ciclo de las leyendas es siempre transformado en su marcha por la fantasía popular. Sin embargo, puede quitarle la escoria que ha reunido en su camino a través del tiempo  y de las innumerables mentes que han añadido sus propios aditamentos a los hechos originales. Abandonando por un instante las interpretaciones griegas, podemos buscar (en otro artículo) más corroboraciones en las pruebas científicas y geológicas.


FUENTE: https://oldcivilizations.wordpress.com/2011/08/21/%C2%BFque-nos-dicen-los-clasicos-sobre-los-continentes-desaparecidos/



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