Los deseos que se adhieren a la mente representan las manchas que empañan la consciencia interna. Controlen los sentidos; no cedan a sus insistentes exigencias por satisfacción. Cuando un cadáver es colocado sobre la pira y se enciende el fuego, tanto el cadáver como la pira son reducidos a cenizas. Así también, cuando los sentidos son anulados, también la mente desaparece. Cuando desaparece la mente, muere la ilusión engañosa y se alcanza la liberación. La fe en Dios es el mejor refuerzo para la victoria espiritual. Cuando se deleitan en la contemplación del esplendor del Señor, no hay nada material que les pueda atraer: todo parecerá inferior y se disfrutará únicamente de la compañía de los devotos y los humildes. El Espíritu puede ser despertado y realizado sólo a través de la disciplina individual y la Gracia de Dios. Y ambas cosas pueden ganarse por medio del amor, la pureza y el servicio a otros. - Divine Discourse, Mar 17, 1966. |
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