Son muchos los que ahora no ocupan ni cinco minutos de su tiempo en la contemplación de Dios. De las 24 horas que comprende el día, usen seis para ganar y gastar, seis para contemplar en Dios, seis para dormir y seis para prestar servicio a otros. Cultiven la quietud, la simplicidad y la humildad en lugar del bullicio, la complejidad y la vanidad. Para desarrollar el gusto por la liberación, repitan el Nombre del Señor con la lengua y saturen su mente con la dulzura de Su esplendor. Este es el mejor ejercicio que puede practicarse en todo momento, por todos, sin que importe credo, casta, género, edad, ni status social o económico. Esta práctica les mantendrá en contacto constante con el Infinito y, de este modo, les transmitirá algo de la sabiduría y el poder del Infinito.
- Divine Discourse, Mar 16, 1966. |
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