LA CONQUISTA DE LA MENTE
(Extractos específicos relativos a la mente, del libro YOGA VASISTHA)*
El libro YOGA VASISTHA ha sido compilado, introducido, traducido y notas por:
Ernesto Ballesteros Arranz
Con la colaboracion de la
"Sociedad de Estudios Índicos y Orientales"
Edición española: Etnos, 1995
Aptdo. 53046 - 28080 Madrid
I.S.B.N.: 84-87915-06-X
Depósito legal: M-14.088 -1995 Impreso en España por Gráficas Arabí, S.A.
c/ Sauce, 29, 28850 Torrejón de Ardoz (Madrid)
* Título, compilación, revisión y corrección de:
Marcos Erize (2014)
Prólogo:
Explicación de Marcos Erize sobre el texto de este compendio:
En este texto solo se hace alusión a los ítems relacionados a la mente, extraídos del libro YOGA VASISHTHA.
Se respeta absolutamente todo el discurso de dicho texto, habiéndose solamente corregido algunos términos sánscritos que por traducción o reproducción en digital, han perdido su sentido o han sido mal transliterados, asimismo como otros errores gramaticales y semánticos).
El diálogo de este texto, cuando aparece, es fundamentalmente entre el Rey Rama (cuando era joven) y el Sabio Vasishtha. Todo el texto es explicación brindada por el Sabio Vasishtha. Ante cualquier duda o ampliación del marco de referencia, el lector puede referirse directamente al libro Yoga Vasishtha, y la forma es utilizando los mismos títulos que aparecen en este compendio.
Introducción:
El sentimiento de ego, ahamkara, es la raíz de la mente y de todo el sufrimiento humano Para cruzar el océano del Samsara, debemos recurrir a lo que es eterno e inmutable.
Debemos comprender que el placer y el dolor se suceden constantemente y se liquidan el uno al otro.
El Eterno, solo se alcanza a través de la conquista de la propia mente.
Cuando la mente está libre de ilusiones y alucinaciones, ya no tiene nada que buscar ni rechazar, esto es el autocontrol, o Shaman, conquista de la mente.
El autocontrol es el mejor remedio para todas las dolencias físicas y mentales. Quien posee autocontrol jamás podrá ser herido por la adversidad.
El que ve a todos los seres con ecuanimidad, teniendo la misma acción frente a las alabanzas o la adversidad, es un hombre autocontrolado. El que no tiene odio ni siente atracción, hacia ninguna de esas cosas, como si estuviera sumido en un sueño profundo, es un hombre autocontrolado.
Un segundo paso es el espíritu de investigación de uno mismo. La verdadera investigación aguda consiste en preguntarse persistente y constantemente:
¿QUIEN SOY YO?
Esto se logra a través de Viveka, el discernimiento y discriminación…
Igual que el océano es el substrato de todas las olas que se producen en su superficie, la experiencia directa de la verdad tal cual es, es la base y fundamento de todas las demostraciones.
Este substrato es la experiencia consciente de ser al mismo tiempo el perceptor, lo percibido y el acto de percibir. Lo único real es la percepción o experiencia en su conjunto, pero en el estado de ignorancia, esta percepción parece tener un sujeto perceptor y ser, por ende, objetiva. La sabiduría que nace de la autoinvestigación destruye esta ignorancia, y entonces, la conciencia indivisa brilla con luz propia. A partir de ese momento, hasta la investigación del yo resulta superflua y desaparece con todo lo demás.
Como el movimiento es inherente al aire, la manifestación es inherente a la conciencia, tanto en su forma sutil de mente perceptora, como en su forma tosca de objetos percibidos. Pero la mente perceptora, a causa de su ignorancia, piensa que ella misma es un objeto de unas determinadas características, y entonces se transforma en lo que piensa. El objeto sólo es percibido y experienciado en el propio sujeto, y no de otro modo, y por tanto, es idéntico al sujeto.
Hasta que no surja en ti mismo, ese tipo de sabiduría discriminativa, recurre al conocimiento trasmitido por los grandes maestros. Cuando recibas este conocimiento de un maestro, tu comportamiento reflejará el del maestro, y a medida que desarrolles sus virtuosas cualidades, la sabiduría irá tomando cuerpo en tu interior. La imitación de la noble conducta de los hombres santos, nos aproxima y asemeja a ellos.
¿Qué es en realidad la mente?
El espacio es el vacío en el que aparece la materia, y la mente el vacío en el que aparece el espacio. No es real ni irreal, sino tal como se percibe en los objetos percibidos. El pensamiento es la mente; ambos son idénticos y no hay distinción alguna entre ellos .
El ser revestido de un cuerpo mental se conoce como mente, y produce el cuerpo físico material. (Con esta simple afirmación, el Vedanta se sitúa en el nivel idealista de Hume o del budismo Mahayana, tal como hemos pretendido mostrar en nuestra tesis: La negación de la sustancia en Hume.
Universidad Autónoma de Madrid, 1984).
La Ignorancia, samsara, sustancia mental, esclavitud, impureza, oscuridad e inercia, son términos sinónimos.( Esta proposición es idéntica al famoso esse est percipi de Berkeley. El Dios que el obispo anglicano supone detrás de este pensamiento sólo puede ser el impensable Brahman. La única diferencia, explicable por otro lado, está en que Berkeley supone que Dios está creando el mundo, mientras que el Vedanta Advaita, separa y distingue radicalmente a Brahman de lo creado, utilizando ese término medio del creador (Brahma) que nos hace comprender que el sistema hindú es mucho más sofisticado que el ingenuo idealismo de Berkeley).
1. La mente sólo es lo pensado, no existe nada más que lo pensado. (El pensamiento hindú identifica comprensión profunda con realización porque cuando un sujeto accede a esa profunda comprensión pasa a ser algo diferente a lo que cree haber sido mientras se piensa y se cree sujeto individual de los pensamientos)
2. Este universo no es diferente a la conciencia que habita en cada átomo, del mismo modo que una joya no es esencialmente distinta del oro con que está fabricada. Como la joya ya existe potencialmente en el oro, el objeto existe potencialmente en el sujeto. Cuando la noción de objetividad es firmemente rechazada y superada desde el sujeto, la conciencia aparece sola, despojada de su aparente objetividad potencial. Cuando se comprende y se realiza esto, los errores como la atracción y la repulsión, el amor y el odio, cesan en el propio corazón, al igual que las erróneas nociones de mundo, tú, yo, etc.
3. Cuando cesa incluso la tendencia a objetivar, eso es la liberación. Ahora bien:
Si el objeto percibido es real, no puede dejar de ser. Y si es irreal, ¿por qué no lo vemos como tal? ¿Cómo se puede comprender esto?
¡Porque vemos a los sabios que lo han comprendido . Tanto los objetos externos, como el espacio, etc., como los objetos internos o psicológicos, como el yo, etc.. sólo son palabras.
En realidad no existe ningún universo objetivo, ni el sujeto que lo percibe, ni la propia percepción que aparentemente los relaciona, como no existe el vacío ni la materia. Lo único que existe es la conciencia cósmica (Chit). En ella está la mente que hace aparecer la diversidad de pensamientos y acciones, y sugiere al mismo tiempo la noción de esclavitud y el deseo de liberación.
Sobre la causa primera o Mula Karana
¿Cuál es la fuente de esta mente?
Después de la disolución cósmica y antes de comenzar una nueva época, el universo objetivo permanece en estado de equilibrio'. En ese momento existe como el Señor Supremo, eterno, autorefulgente, no nacido, que vuelca su poder en todas las cosas. El Señor Supremo está más allá de cualquier concepto y desborda toda descripción. Aunque se le conoce por diversos nombres como Atman, Brahman, etc., esos títulos sólo son aspectos que no agotan su verdad. Existe, pero no se manifiesta en el mundo; está en el interior del cuerpo y también fuera de él. De él surgen las divinidades como los rayos del sol y los infinitos mundos como las olas sobre la superficie del mar.
Es la conciencia cósmica en la que se producen todos los objetos de la percepción, la luz por la que resplandecen el mundo y el yo. Concibe y gobierna la naturaleza específica de cada cosa creada. Una y otra vez, como si de un espejismo se tratara, los mundos aparecen y desaparecen en él. Aunque su forma, el mundo, se desvanece mil veces, su ser es inmutable e idéntico en todo momento. Desaparece durante unos instantes para volver a surgir, incansable, a continuación. Por su omnipresente sabiduría tiene el poder de materializar todos los pensamientos, y por su mera presencia se hallan en continuo movimiento este mundo material aparentemente inerte y sus inquietos habitantes.
Este Supremo Ser sólo puede ser realizado por la sabiduría, y no puede alcanzarse por ningún otro tipo de práctica religiosa. No está cerca ni lejos, sino siempre realizado en nuestro interior, pues es lo que todos sentimos como experiencia de felicidad.
Las penitencias y los sacrificios, la caridad y la observancia de los preceptos religiosos, no conducen a la profunda comprensión del Señor Brahmán; pero la compañía de los santos y el estudio de las verdaderas escrituras pueden ayudarnos a conseguirlo en la medida en que disuelven la ilusión y la ignorancia. Cuando uno llega a convencerse de que este ser es lo único real, descubre el sendero de la liberación que conduce más allá del monótono y sempiterno sufrimiento.
Penitencias y sacrificios son dolores autoinfligidos en vano. ¡De qué sirve la caridad practicada con las riquezas obtenidas engañando a los demás . Las prácticas religiosas suelen aumentar la vanidad del hombre. El único remedio contra la ignorancia es la firme y sincera abdicación de los placeres sensibles.
Reflexiones sobre la mente o cuerpo sutil
Para el que está convencido de ser un cuerpo físico es realmente imposible pasar a través de la materia densa. Pero es la convicción interna de ser un cuerpo lo que dificulta y obstruye su movimiento: cuando no existe esa idea, tampoco existe tal obstrucción.
Igual que el agua corre siempre hacia abajo y el fuego no abandona su naturaleza ascendente, la conciencia permanece siempre como tal. El que no ha comprendido esto, no puede experienciar la sutileza de su propia naturaleza. Nuestra mente es igual que nuestros pensamientos, porque la mente sólo son los pensamientos
1. Nuestras acciones están de acuerdo con nuestra mente, es decir con nuestros pensamientos, que sólo cambian de dirección mediante un gran esfuerzo (Esta identificación de la mente con los pensamientos es también una idea budista y recuerda la famosa reflexión de David Hume en el Tratado de la naturaleza humana, uno de los libros menos comprendidos de la filosofía occidental).
El que sabe que su cuerpo es sutil, ¿cómo va a encontrar obstrucción o dificultad en sus movimientos? De hecho, todo cuerpo es conciencia pura en cualquier lugar donde se halle, aunque a causa del deseo que surge en nuestro corazón, parece ser una cosa física que camina pesadamente sobre la tierra. La conciencia infinita o Chit es idéntica a la conciencia individual o chitta, que consideramos como nuestra mente, y el espacio cósmico generado por la mente, llamado chittakasha, es idéntico al espacio material o bhutakasha. ( Si se toma el cielo como un ejemplo se puede considerar que hay tres tipos de akasha: chidakasha, chittakasha y bhutakasha. El estado natural es chidakasha, el yo que se siente nacer de chidakasha es la mente o chittakasha. Este chittakasha se expande y toma la forma de los elementos (bhuta) y entonces es bhutakasha. Cuando el chittakasha deja de ver el chidakasha y sólo ve el bhutakasha se denomina también mano-akasha o mente, pero cuando deja de ver esto y vuelve a contemplar chidakasha se dice que es pura conciencia o cinmaya. Cuando la mente se disuelve, desaparecen los objetos materiales y la propia idea de uno mismo).
2. Por lo tanto, el cuerpo sutil o ativahika, puede llegar a cualquier sitio siempre que lo desee su corazón. (Este corazón no es la válvula cardiaca, sino la sede de la conciencia que los hindúes llaman hridayam)
Nuestro cuerpo sutil o ativahika, tiene ese poder y esa naturaleza. En cada ativahika
hay una idea diferente del mundo. (Este cuerpo sutil también se llama Linga Sharira).
La muerte individual es la desaparición del cuerpo, como la disolución cósmica es la noche de la conciencia cósmica. Cuando ésta llega a su fin despertamos a nuestra condición mental, que sólo es la materialización de nuestras ideas, conceptos e ilusiones. Igual que el ser cósmico o virat crea el universo después de la disolución cósmica, el in- dividuo o jiva, crea otro mundo después de su muerte. Pero en cada disolución cósmica, los dioses como Brahma, Vishnu y Shiva, y los sabios sagrados, alcanzan la liberación final y la creación del próximo ciclo no procede por tanto de su memoria. Para los demás seres, la creación posterior a la muerte está condicionada por las huellas de la vida pasada que quedan en la mente. (Estas huellas son las tendencias mentales o vãsanas, frecuentemente citadas en esta obra).
Inmediatamente después de la muerte, hay un estado en el que puede decirse que uno no está en un sitio ni en otro, y en el que la conciencia sigue con los ojos abiertos aunque no lo parezca de forma perceptible. Esto se conoce como el estado de pradhana o estado de conciencia inconsciente. También se conoce como naturaleza sutil o inmanifestada (avyakta), que se considera un estado consciente e inconsciente a la vez. Es el responsable de la memoria y del olvido, y en consecuencia también es responsable del próximo nacimiento.
Cuando esta naturaleza sutil despierta y el sentimiento del ego se manifiesta en la conciencia, se producen los cinco elementos, el continuo espacio tiempo y el resto de las condiciones necesarias para la existencia física. Después, estos se condensan en sus contrarios (Un curioso argumento dialéctico que a lo largo de esta obra se expondrá con más detalle).
Durante los estados de sueño onírico y de vigilia, estos contrarios producen el sentimiento del cuerpo físico. Pero de hecho todos ellos constituyen el cuerpo sutil del jiva y no son más que pensamientos.
Cuando la idea de ser un cuerpo arraiga profundamente en la conciencia, el cuerpo sutil materializa las características físicas del cuerpo, como los ojos, oídos y todo lo demás, aunque todo esto, es tan irreal como la experiencia de placer sexual en un sueno.
El jiva ve todo esto en el mismo lugar en donde muere. En ese lugar imagina ser un nuevo individuo, y creyendo que ha nacido realmente, experiencia un mundo que no es otra cosa que espacio vacío, como el propio jiva. A continuación piensa que crece en una familia y que su vida pasa por distintas vicisitudes y ve todo esto en su corazón considerándolo su propia vida.
La espesa selva de la creación, surge en el corazón de cada jiva una y mil veces. En el mismo momento y lugar en que uno muere contempla un terrible laberinto de pensamientos. De este modo, infinitos mundos nacen en la conciencia de los jivas individuales y a su debido tiempo, se desvanecen como si no hubieran existido nunca.
Numerosos Brahmas, Rudras, Vishnus, e infinitos soles han aparecido y desaparecido mil veces en la conciencia. La ilusoria percepción de la creación se ha producido infinitas veces, se está produciendo ahora mismo y seguirá produciéndose en el futuro. Porque no es distinta al movimiento del pensamiento que a su vez no es independiente de la conciencia infinita. Realmente, la actividad mental sólo es conciencia, y esta conciencia es la única verdad.
Desdoblamiento de la mente en sujeto y objeto
El universo nunca ha sido realmente creado y por lo tanto, tampoco puede de- saparecer realmente. Sólo puede considerarse irreal desde un punto de vista relativo, pues desde el punto de vista absoluto no es distinto a la conciencia misma.
Aunque los sabios hablan de exterior e interior, dentro y fuera, ambas expresiones son palabras sin una sustancia correspondiente, y sólo se mencionan para instruir al ignorante.
El que ve jamás puede convertirse en objeto de conciencia para sí mismo.
El que ve sólo es visión, y cuando han cesado las tendencias latentes o vãsanas
recupera su ser que es conciencia pura.
Cuando el objeto externo es imaginado, aparece el sujeto que lo ve. Más tarde el sujeto se convierte en objeto.
No hay ningún objeto visto sin sujeto que lo vea, como no hay padre sin hijo.
El sujeto es capaz de producir el objeto porque es pura conciencia. Pero eso no puede ocurrir al revés, es decir el objeto no puede producir al sujeto.
Por tanto sólo el sujeto, que ve, es real, y el objeto no es más que una ilusión; sólo el oro es real, la pulsera no es más que un nombre y una forma. Mientras se mantiene la idea de pulsera, no se ve el oro, y mientras persiste la idea de objeto, se mantiene la división del que ve y lo visto.
Pero igual que el oro realiza su esencia de ser oro en la pulsera objetiva, el sujeto realiza su esencia de ver, manifestándose como el objeto visto.
El segundo sólo es la reflexión del primero: no hay una dualidad real entre ellos.
El sujeto no puede verse a sí mismo como ve al objeto, pero se ve precisamente como objeto y por lo tanto no se ve, es decir, aunque es la propia realidad, se ve como algo irreal y no como lo que realmente es.
Sin embargo, cuando se despierta el autoconocimiento y el objeto deja de existir, el sujeto se comprende y se realiza como la única realidad.
El sujeto existe a causa del objeto y el objeto no es más que una reflexión del sujeto. Si sólo existiera uno de ellos, la dualidad no podría existir.
Cuando se alcanza el conocimiento de lo real por medio de la investigación que conocemos por vichara, lo que aparece no es expresable con palabras, porque no se puede decir que sea uno ni muchos, real ni irreal.
Tampoco puede decirse que sea el que ve o lo visto, el sujeto o el objeto, esto o aquello.
Con respecto a él, ni la unidad ni la diversidad pueden establecerse como ciertas, pues al establecer una de ellas, estamos dando lugar a su contraria.
La unidad no es diferente a la diversidad, como la ola no difiere del agua que la forma, ni la pulsera se distingue del oro que la constituye. Por consiguiente la multiplicidad no es contradictoria con la unidad (Noción esencial del Vedanta Advaita que sustituye la imaginaria creación del mundo por la creación mental individuada. Es un pensamiento decisivo para entender este idealismo sui generis).Toda esta especulación entre la unidad y la diversidad sólo sirve para superar la ignorancia: la verdad está más allá de tanto conflicto especulativo.
Nacimiento del Jiva y poder de la mente
La conciencia individualizada o mente posee sus propios poderes, como cada fruto tiene su propio sabor.
Esta conciencia se manifiesta primero como un cuerpo sutil, y cuando crece aparece como un cuerpo material.
La conciencia individualizada, cuyos poderes están todavía en estado sutil, se conoce como jiva o alma individual.
Cuando cesan esos poderes imaginarios del jiva, el verdadero Atman resplandece como el ser supremo.
Ni yo existo, ni existe nada en el universo: todo esto no es nada más que conciencia infinita.
Del mismo modo que aquellos jóvenes estaban materializando sus ilusiones, el mundo no es más que una ilusión basada en la conciencia infinita.
El deseo mantenido de los hijos de Indu les proporcionaba la sensación de ser los creadores del universo: lo mismo me ocurre a mí y a ti y a todos nosotros por igual.
Nuestra mente o conciencia individuada está creando constantemente el mundo en el que creemos vivir.
La pura e infinita conciencia piensa que ella misma es el jiva y la mente, y entonces cree que tiene un cuerpo.
Cuando esta fantasía onírica se prolonga, siente este largo sueño como si fuera la realidad.
Esta imaginación es a la vez real e irreal: parece ser real porque es percibida como tal, pero es irreal por su contradicción inherente.
La mente sólo es consciente a causa de la conciencia, pero contemplada como algo independiente de la conciencia, es inconsciente e ilusoria. Cuando se produce una percepción, la mente toma el papel de objeto percibido, pero no existe tal objeto con independencia de la conciencia, del mismo modo que la pulsera se ve como tal cuando es percibida, aunque su única verdad existente es el oro.
El mundo sólo es Brahman; incluso cuando aparece como cosas inertes, sólo es conciencia. Todos nosotros, desde yo mismo hasta la roca más pesada, somos indefinibles, ni verdaderamente inertes ni verdaderamente conscientes.
Entre dos cosas radicalmente distintas no puede haber aprehensión ni contacto alguno: la percepción sólo es posible cuando hay semejanza entre el sujeto y el objeto.
Con respecto a los jivas o almas individuales, que son indefinibles y de existencia no cierta, los términos inerte y consciente sólo son palabras sin sentido.
Desde el punto de vista de la mente, el sujeto se toma como consciente y el objeto como inerte. De ese modo el jiva no puede renunciar a su ilusión de actuar sobre los objetos. Pero esta misma dualidad es una creación de la mente, una mera ilusión, una alucinación, y no podemos determinar con certidumbre que tal alucinación exista o no exista. La infinita conciencia es lo único que Es.
Cuando no se percibe la razón de esta ilusoria división del sujeto y el objeto, surge el falso sentimiento del ego. Pero cuando la mente indaga la naturaleza de ese ego, aquella división desaparece, se produce la realización de la conciencia infinita y alcanzamos una gran felicidad.
Todos tenemos dos cuerpos y el misterioso poder de la mente.
En el universo todos los seres encarnados, sin excepción ninguna, poseemos dos cuerpos.
El primero de estos es el cuerpo mental o Linga sharira (También se llama ativahika, como veremos más adelante), que actúa con enorme rapidez y sin descanso.
El segundo es el cuerpo de carne y hueso o sthula sharira, que no actúa realmente aunque parezca hacerlo, pues es insensiente e inerte. Sólo este último está sujeto a las maldiciones, a las bendiciones y a todo tipo de atracciones y repulsiones; es estúpido, impotente, débil y mudadizo, como una gota de agua que resbala sobre la hoja del loto, y está sujeto a su destino y a todos los factores externos.
Sin embargo, la mente o cuerpo sutil, aunque parece estar condicionada como él, es realmente independiente. Cuando esta mente indaga sobre sí misma con confianza y obstinación, se pone fuera del alcance del sufrimiento. Cuando se esfuerza intensamente, consigue con toda seguridad el fruto de sus esfuerzos.
El cuerpo físico no realiza nada; sólo el cuerpo mental o sutil obtiene resultados. El brazo con que abrazamos a la esposa es el mismo brazo con que abrazamos a la hija. Cuando la mente permanece constantemente en este cuerpo sutil, es pura e inmune al efecto de las maldiciones. El cuerpo puede caer en el fuego o en el lodo, ser quemado o pisoteado, pero la mente sólo experimenta aquello en lo que piensa.
Ni las enfermedades físicas y mentales ni las maldiciones afectan a la mente que se concentra en el ser, como una flor de loto que cae sobre una roca no puede partirla en dos mitades.
Por consiguiente, debemos esforzarnos por conseguir que la mente recorra el camino adecuado y que el ser camine por el sendero de la pureza.
Lo que la mente contempla se materializa al momento. Por una intensa contemplación de la mente podemos producir un cambio radical en nuestro interior, y curarnos de la defectuosa visión que nos hace ver las ilusiones objetivas como algo real.
La mente experiencia como cierto lo que ella misma ha construido. Un hombre que está sentado a la luz de la luna puede sentir un calor intenso y otro, que está abrasándose bajo el sol, puede sentirse fresco y ventilado. Ese es el misterioso poder de la mente.
Mientras Brahman indiferenciado penetra todas las cosas, todo se halla en ese estado indiferenciado o no manifestado (avyakta).
Cuando por su propia voluntad se condensa, nace la mente cósmica. En esta mente surge la intención de existencia de los elementos sutiles, que es el ser cósmico conocido por Brahma, el Creador.
Por tanto, este Creador no es otro que la mente cósmica.
Este creador Brahma ve en su mente todo lo que quiere ver, porque su naturaleza es la conciencia.
También produce la ignorancia o avidya como principio diferenciador del universo, y por ese motivo confundimos el ser con el no ser.
Con el velo de la ignorancia, el creador ha producido este universo para dar la sensación de que está lleno de criaturas. A causa de ello, aunque todo el universo no es nada más que conciencia, parece estar repleto de criaturas formadas por partículas, moléculas y átomos.
Todos los objetos y substancias de este universo, querido Rama, han surgido del absoluto Brahman, como las olas han surgido necesariamente del agua que las penetra y envuelve.
En este universo increado, la mente del creador Brahma se percibe a sí misma como el sentimiento del ego o ahamkara, y en ese punto la mente cósmica se convierte en creadora del universo.
El poder de esta mente cósmica se manifiesta como las distintas fuerzas del universo. En esta mente se manifiesta un número infinito de criaturas diversas que son conoci-
das como los distintos individuos o jivas.
Cuando estos jivas surgen en el espacio infinito de la conciencia, que conocemos como chittakasha, parecen estar compuestos de elementos y entra en los cuerpos, formando la semilla de lodos los cuerpos animados e inanimados. De este modo se producen los nacimientos individuales de forma accidental por el contacto de diferentes propiedades que creemos se relacionan por la ley de causa y efecto, aunque en el fondo son como el cuervo que vuela de la palmera y el coco que se desprende simultáneamente de su copa. La causa real de estos contactos y nacimientos sólo es el deseo. Así es el bosque que conocemos como mundo.
El que corta sus raíces con el hacha de la investigación del yo o atma vichara, se libera para siempre. Algunos llegan muy pronto a este conocimiento, otros tardan largo tiempo en conseguirlo.
Naturaleza de la mente
Cuando, velada por la ignorancia, la conciencia se ve a sí misma en estado de agitación e interpreta sus propias perturbaciones como objetos que existen fuera de ella, se conoce a sí misma como manas o mente. Cuando fija su atención sobre una percepción determinada, se conoce como buddhi o intelecto, con su facultad esencial de determinar o comprender. Cuando, en el colmo de la ignorancia y la locura, se identifica a sí misma con un objeto concreto y existente, se conoce como ahamkara o ego. Cuando abandona la investigación adecuada y se pone a jugar con el torrente de pensamientos que surgen y desaparecen sin cesar, se llama chitta o substancia mental (Pocas veces se han definido así las funciones de la mente, de forma tan breve y enjundiosa).
Puesto que este movimiento en la conciencia que llamamos percepción o pensamiento, es acción sin un agente responsable de tal acción, cuando persigue el placer de ese ilusorio agente, la propia conciencia se conoce como acción o karma. Cuando la conciencia cree haber visto cosas en un momento anterior, se conoce como smriti o memoria.
Cuando los efectos de placeres pasados continúan presentes en la substancia mental aunque ya no se perciban directamente, la conciencia se conoce como vasanas o tendencias latentes. Cuando es consciente de que esta división del sujeto y el objeto sólo es producto de la ignorancia, se conoce como vidya o conocimiento. Y cuando se mueve en dirección contraria, hacia un total olvido de sí misma, y se hunde rotundamente en falsas ilusiones, esa misma conciencia se conoce como avidya o ignorancia. Cuando entretiene al ego con sensaciones, se conoce como sentidos o indriyas. Cuando permanece in manifestada en el ser cósmico, se conoce como prakriti o naturaleza (Estos órganos de acción o karmendriyas son: el de aprehensión, el de locomoción, el de expresión, el de evacuación y el de procreación).
Cuando crea confusión entre la realidad y la apariencia, se conoce como Maya o ilusión. Cuando se disuelve en el infinito, es la liberación llamada moksha. Cuando se siente esclavizada, es esclavitud o bandha, y cuando piensa que es libre, es emancipación o nirvana (Es una descripción insuperable de la esclavitud del ego, que los hindúes denominan bandha. Lo que viene a continuación es otra magistral definición de la mente y sus respectivas funciones o antahkarana).
La mente sólo es la luz de la conciencia eclipsada por la falsa convicción en la existencia del jiva. Esta mente se encama ella misma en diversos seres humanos, divinos, demoníacos y celestiales. ¿Qué utilidad puede tener analizar todas estas apariencias extremas, si la verdad es muy otra? El único factor que tenemos que examinares la propia mente. Porque cuando investigamos directamente su naturaleza, todos los objetos creados, o mejor dicho todas estas apariencias, se ven como creaciones suyas. Sólo la conciencia infinita permanece como algo realmente increado por la mente. Cuando es observada atentamente, la mente se reabsorbe en su substrato y parece disolverse.
Cuando la mente se disuelve, se produce la liberación y cesan las reencarnaciones: lo que parece nacer y morir sólo es la mente.
Los espacios o niveles de conciencia
¿Cómo puede la mente, que es una mezcla de realidad e irrealidad, brotar en la conciencia que es la realidad misma? ¿Cómo ocurre todo esto en la conciencia pura e infinita?
Hay tres akashas o espacios de conciencia: el espacio infinito de la conciencia indivisa o chidakasha, el espacio finito de la conciencia dividida o chittakasha, y el espacio físico en el que existen los objetos materiales o bhutakasha. El chidakasha existe en todas partes como el testigo puro de lo real y de lo ilusorio. El chittakasha crea las divisiones temporales, y es en sentido estricto el espacio de la mente. El bhutakasha es el espacio en el que existen los elementos (aire, agua, tierra, etc.) y los objetos materiales. Los dos últimos no existen con independencia del primero y esta división de la conciencia en tres partes se propone solamente para facilitar la instrucción del ignorante. El iluminado sabe que sólo hay una realidad, la conciencia infinita o Chit y un espacio, el chidakasha, en el que esa conciencia se mueve sin moverse.
Cuando la conciencia piensa que es materia inerte, estamos en presencia de la mente.
Los factores físicos y psicológicos que envuelven estas nociones han sido imaginariamente creados a partir de esta falsa idea.
Sea lo que sea la mente y sea cual fuere su verdadero origen, debemos procurar la liberación mediante la investigación del propio ser o atmavichara. La mente pura está libre de tendencias latentes y sólo por esa razón alcanza el autoconocimiento o atmavidya.
Puesto que lodo el universo está en el interior de la mente, las nociones de esclavitud y liberación también están en ella. En relación con esta idea hay otra leyenda que me contó el propio creador Brahma.
Descripción de la mente
La mente oculta la naturaleza real del ser y crea una apariencia ilusoria con todos los elementos adecuados.
¡Destruye esa ilusión con la sabiduría, y permanece en paz
En el principio, surge una división primordial en el ser supremo o conciencia infinita, y se transforma aparentemente en dos: el observador y lo observado, el sujeto y el objeto.
Cuando el observador quiere coger o comprender lo observado, se produce la mezcla del sujeto y el objeto, y la confusión de la realidad con la apariencia.
A causa de esta confusión, brota en la conciencia infinita el concepto de limitación.
La mente limitada produce en su interior todo tipo de ideas que la debilitan conduciéndola al sufrimiento.
Esas ideas y esas experiencias dejan su huella en la mente, dando lugar a las impresiones o vãsanas que en su mayor parte permanecen dormidas e inconscientes.
Cuando la mente se libra de ellas, cae el velo de la ignorancia, como la bruma despejada por el sol, y se desvanecen todos los pesares.
La mente juega con todos nosotros como los niños juegan y se burlan de sus hermanos pequeños.
La mente impura ve un fantasma donde sólo hay un poste, y deforma todas sus relaciones, creando sospechas entre hermanos y enfrentándolos como enemigos, igual que un borracho cree que el mundo da vueltas en torno suyo.
La mente impura, cargada de tendencias latentes, es la causa de todas las ilusiones, manías y fobias. Debemos esforzarnos por desarraigar todo esto y librarnos de ellas.
¿Qué es el hombre sino su mente?
El cuerpo es inerte e inconsciente. Pero no podemos decir lo mismo de la mente, que es una mezcla o nudo de conciencia e inconsciencia.
Llamamos acción a lo que hace la mente y renunciación o inhibición a lo que ella deja de hacer.
La mente es el mundo entero, la atmósfera, el cielo, la tierra y el viento, todo lo que hay, en suma. Sólo llamamos loco al que tiene perturbada la mente: cuando el cuerpo pierde su inteligencia, por ejemplo cuando muere, no decimos que está loco, sino que ha muerto.
La mente ve y tos ojos aparecen, la mentó oye y surgen los oídos. Lo mismo ocurre con los demás sentidos: la mente los crea a todos (Esta animación coincide con la teoría biológica de que la función crea el órgano y no al revés).
La mente también decide lo que es dulce y lo que es amargo, quién es el amigo y quién el enemigo. Y decide la duración del tiempo. La mente decide lo que es el cielo y el infierno. Por lo tanto cuando dominamos la mente, dominamos todas las cosas.
¿Hay algo más incomprensible, que el que la mente sea capaz de ocultar la omnipresente, pura e infinita conciencia, haciendo que la confundas con tu cuerpo? La mente misma aparece como el viento en las cosas que se mueven, como el brillo en las que resplandecen, como la solidez en la tierra y como el vacío en el espacio.
Cuando la mente está en otra parte, no sentimos el gusto de los alimentos masticados y uno no puede ver lo que está delante de sus ojos. Los sentidos han surgido de la mente, y no al revés, pues no son nada sin ella.
Sólo un loco puede decir que el cuerpo y la mente son dos cosas completamente distintas; no son diferentes de hecho, porque sólo son mente. ¡Bienaventurados los sabios que comprenden esta gran verdad
El conocedor de la verdad no se siente perturbado aunque su cuerpo esté abrazando a una mujer, que para él es como un objeto de madera que está en contacto con su cuerpo. Aunque le corten los brazos no siente dolor alguno, y es capaz de convertir en felicidad cualquier sufrimiento.
Como un actor es capaz de representar el carácter de distintos personajes, la mente es capaz de crear diferentes estados de conciencia, como la vigilia o el sueño onírico.
La mente experiencia lo que ella misma construye, por la acción electiva y sintetizadora del pensamiento.
Si comprendes esto, puedes hacer lo que quieras.
A causa de un pensamiento insistente, la mente cree que ha nacido y más tarde que ha muerto. Aunque no tiene forma alguna, piensa que es un jiva que posee un cuerpo y todo lo demás. Solo a causa de los pensamientos se asume el nacimiento y se sufre o se disfruta la pena y la alegría, que residen en la mente como el aceite en la semilla.
El que no permite a su mente merodear entre los objetos de placer, es capaz de dominarla. Igual que el que está atado a una columna no puede moverse, la mente del hombre noble no se mueve de lo real: sólo él puede considerarse un ser humano, los otros son gusanos. El hombre noble alcanza el ser supremo por la meditación constante y obstinada.
La victoria sobre el fantasma conocido como mente se consigue cuando alcanzamos el autoconocimiento y abandonamos el deseo de lo que la mente estima placentero y deseable.
Cultivando una actitud correcta, podemos alcanzar esto sin gran esfuerzo.
Desgraciado el que no puede dominar sus deseos, pues esta es la única forma de conseguir el fin supremo.
Primero tenemos que vencer a la mente con un esfuerzo muy intenso; luego, cuando su individualidad ha sido liquidada, la conciencia individualizada o mente, se absorbe en la conciencia infinita sin el menor esfuerzo. Eso ya es fácil de conseguir. Los que se sien- ten incapaces de hacer esto sólo son buitres con forma humana.
El único camino para conseguir la liberación es el control de la propia mente, que significa el esfuerzo decidido por abandonar sus deseos, que no son realmente nuestros.
Toma la firme resolución de liquidar tu mente, y no dudes ni por un momento de que puedes conseguirlo.
Si uno no abandona los deseos de la mente, las enseñanzas del preceptor, el estudio de las escrituras, la recitación de mantras y cosas por el estilo, tienen el mismo valor que la paja aventada por el viento.
Sólo cuando uno corta las verdaderas raíces de la mente con la espada de la no conceptualización, puede alcanzar el verdadero Brahman que está en todas partes, la paz suprema.
La conceptualización o imaginación produce errores y sufrimiento, pero puede ser fácilmente eliminada por el autoconocimiento.
¡Por qué hemos de considerarlo tan difícil
Abandona tu dependencia del destino o de los dioses imaginados por la gente ignorante, y consigue una mente sin mente por el esfuerzo de la investigación del yo.
Deja que la conciencia infinita se trague a la mente finita y llegarás más allá de todas las cosas. Con tu mente unida al supremo, conocerás el ser imperecedero.
Si conquistas tu mente y la mantienes completamente inmóvil, la conquista de los tres mundos será para ti una bagatela.
Para eso no se necesita estudiar las escrituras, ni subir ni bajar a ninguna parte; no se necesita nada más que el autoconocimiento. ¿Crees que eso es tan difícil?. Más difícil es vivir en este mundo sin el verdadero conocimiento de sí mismo.
El que conoce la naturaleza inmortal del ser no teme a la muerte ni resulta afectado por la pérdida de amigos o parientes queridos.
Los sentimientos Este soy yo y Esto es mío sólo son mente; cuando son superados, la mente deja de existir y perdemos todo temor.
Las flechas y las espadas producen miedo, pero la flecha que destruye el ego, el dardo de la sabiduría, produce un insospechado valor.
La mente se dirige rápidamente hacia cualquier objeto que considera meta de sus anhelos. La causa de su movimiento nos resulta a veces incomprensible, como las olas en la superficie del mar aparecen unas veces aquí y otras allá sin que sepamos claramente su causa. Este incansable movimiento es consubstancial a la mente, como el frío es inseparable del hielo.
La inquietud o conmoción interior es la verdadera naturaleza de la mente.
¿Cómo podemos entonces detener este continuo movimiento de la mente por el esfuerzo personal, sin provocar una conmoción antinatural en el jiva?
Puedes estar seguro de que sin esa conmoción, no hay mente; la inquietud o conmoción interior es la verdadera naturaleza de la mente. El resultado de esta conmoción mental que se produce en la conciencia infinita, es lo que aparece como mundo: en eso consiste precisamente el poder de la mente. Pero cuando la mente es despojada de todo movimiento, podemos considerarla una mente muerta; y esa es la penitencia o tapasya de la que hablan las escrituras y la liberación misma que conocemos por moksha.
Naturaleza de avidya o la ignorancia
Cuando la mente se absorbe en la conciencia infinita, se produce una paz suprema; mientras la mente está sumergida en los pensamientos reina un gran dolor. La inquietud de la mente es conocida por avidya o ignorancia, la base de todas las tendencias y condicionamientos mentales. Libérate de esta inquietud mental por medio de la investigación llamada vichara o por el decidido abandono de los objetos sensibles o vairagya.
La mente, querido Rama, oscila como un péndulo entre la realidad y la ilusión, entre la conciencia y la materia. Cuando contempla los objetos inertes durante mucho tiempo, asume la característica de la inercia (La guna tamas).
Pero cuando se dedica con tenacidad a la investigación y a la sabiduría, abandona todo condicionamiento y recupera su naturaleza original de conciencia pura. La mente toma la forma de lo que contempla; si contemplas con decisión el estado que está más allá del sufrimiento, te sentirás libre de toda duda. La mente tiene que controlarse a sí misma: nadie es capaz de hacerlo en su lugar.
Los hombres sabios expulsan de su mente las manifestaciones de las tendencias latentes a medida que van surgiendo; de este modo la ignorancia queda totalmente superada.
Lo primero que debes destruir son los condicionamientos mentales provocados por los deseos, y luego debes superar los mismos conceptos de esclavitud y liberación.
Pero todo esto tienes que hacerlo con tu propia mente. Las tendencias psicológicas y condicionamientos mentales, como la visión de dos lunas que contempla la persona aquejada de diplopía, son irreales. El producto de la ignorancia sólo es real para las personas ignorantes; para el sabio sólo son expresiones verbales sin contenido substancial posible, como el hijo de una mujer estéril.
Si sólo existe el uno, ¿quiénes el que actúa y qué puede hacer? Si tú no eres realmente el agente, ¿por qué asumes esa actividad? Pero tampoco permanezcas inactivo, porque ¿qué se consigue sin hacer nada? Lo que tiene que hacerse, debe ser hecho. Por tanto, si permaneces desapegado de los frutos de la acción mientras realizas tus acciones naturales, realmente no actúas; si ni siquiera te sientes apegado a la inacción misma, entonces es cuando te conviertes realmente en el verdadero agente, el ser, que todo lo hace, sin hacer nada en absoluto. Si todo este mundo es como el truco de un mago, ¿qué se puede conseguir o que hay que rechazar?.
La semilla de este mundo ilusorio es avidya, la ignorancia. Pero cuando no vemos las cosas como tales cosas, es decir cuando no las determinamos como objetos, esa ignorancia es idéntica a la verdad (Una frase muy esclarecedora del Advaita. La verdadera ignorancia no es ver los objetos, sino pensarlos como objetos, creer que son cosas independientes de Brahman).
El poder que crea este mundo ilusorio y lo conserva en movimiento como la rueda del alfarero sigue dando vueltas impulsada por el propio alfarero, son las tendencias psicológicas o vasanas. Este mundo está hueco y sin sustancia, como una caña de bambú. Si prescindimos de Brahman, no puede ser comprendido como mundo. Aunque es percibido por sus efectos, no nos permite contemplar directamente su propia verdad. Se ve en todas partes, aunque no puede decirse que se halle en ningún lugar. Sutil y suave, aparentemente agradable, pero tan peligroso como la espada más afilada y cortante.
Si bien tienen una apariencia intelectual, las tendencias mentales no son ma- nifestaciones del entendimiento.
Aunque están en continuo cambio, provocan en el sujeto una ilusión de permanencia.
A causa de su semejanza con la conciencia infinita, parecen activas, pero cuando se realiza la conciencia, estas vãsanas desaparecen por completo.
Sólo persisten mientras son alimentadas por el apego hacia los objetos, pero incluso después de superar ese apego, continúan en la mente en estado latente (Esa es la figura que Freud contemplaba como el inconsciente, el mayor descubrimiento psicológico occidental del último siglo).
Estas vãsanas o tendencias mentales se producen en el hombre espontáneamente y le proporcionan un placer aparente, pero en realidad son las responsables del dolor y la muerte.
Sólo crean una ilusión de placer por la completa ocultación del autoconocimiento, que también llamamos avidya o ignorancia.
Igual que una mujer pintada en un cuadro no puede realizar el trabajo de una mujer viva, las tendencias mentales, aunque parecen activas como la mujer reflejada, son incapaces de actuar por sí mismas.
No pueden engañar a un hombre sabio, pero producen consternación en el estúpido, como un exótico espejismo o una temible pesadilla.
Estas tendencias mentales sólo tienen una existencia momentánea, pero parecen permanentes porque huyen sin cesar como un río. Parecen reales porque son capaces de ocultar la verdadera realidad. Cuando intentas sujetarlas, te das cuenta de que no son nada.
Adquieren fuerza y solidez a causa de sus ilusorias cualidades, como las débiles fibras de una cuerda consiguen una gran firmeza cuando están debidamente entrelazadas.
Cuando intentas captarlas y detenerlas, se desvanecen como el extremo de una llama.
Nacen como la segunda luna de la diplopía, existen como los objetos soñados y producen una gran confusión, como a la gente que va sentada en un barco le parece que es la orilla la que se mueve.
Esta ignorancia de las tendencias mentales, (En realidad avidya y vasanas, es decir, ignorancia y tendencias mentales, son una misma cosa) es la única responsable de la percepción de la dualidad sujeto-objetiva, porque ella es quien imagina la errónea división de la percepción en estos dos términos.
Cuando dominamos estas tendencias mentales y nos damos cuenta de su irrealidad, la mente deja de actuar, igual que un río se seca cuando el agua deja de correr.
Rama preguntó entonces:
Señor, el río que vemos en un espejismo nunca llega a ninguna parte. ¡Es verdaderamente asombroso que esta ilusión, pese a su naturaleza irreal, pueda contundir a todo el mundo Me parece que la ignorancia se alimenta de las fuerzas hermanas del amor y del odio. Te ruego que me enseñes el mejor camino para libramos de ella.
Vasishtha respondió con paciencia:
Querido Rama, igual que la oscuridad desaparece cuando nos aproximamos a la luz, la ignorancia desaparece cuando nos acercamos a la luz del ser.
Mientras no surja en nosotros la sincera añoranza del autoconocimiento, estas vãsanas
seguirán alimentando una corriente ininterrumpida de ilusiones objetivas.
Igual que una sombra se desvanece cuando acercas una luz para verla, la ignorancia se esfuma cuando vuelves tu atención hacia el autoconocimiento.
Rama, la tendencia mental de la ignorancia sólo es el deseo de percibir objetivamente y poner fin a ese deseo es la liberación.
Eso sucede cuando en la mente no existe ningún movimiento del pensamiento, pero decir que los pensamientos no se mueven es como decir que no hay mente.
Naturaleza del ser o Atman
Rama preguntó:
Dices que la desaparición de la ignorancia es el conocimiento del ser. ¿Pero qué es el ser?
Vasishtha contestó:
Todo lo que existe, desde el creador Brahma hasta una hoja de hierba, es el ser; la ignorancia también es ser o en caso contrario, es irreal e inexistente. No hay ni siquiera una segunda cosa que podamos llamar mente.
En el mismo ser se encuentra el velo o moha, que crea la polarización del sujeto y el objeto, y en ese momento la conciencia infinita aparece como mente. Ese velo es un pensamiento, una intención, una idea en la conciencia infinita, pero también es el ser, pues en caso contrario no podría producir ningún efecto.
La mente nace de este deseo de pensar objetivamente y sólo puede desaparecer con la ayuda del pensamiento contrario que pone fin a aquella idea de pensar.
La firme convicción de que no somos Brahman, ciega nuestra mente y sólo puede superarse por la no menos firme convicción de que todo es Brahman.
Los pensamientos producen la esclavitud y su superación es lo que llamamos moksha o liberación. En consecuencia, líbrate de ellos y haz todo lo que tienes que hacer sin premeditación alguna.
La mente ve el mundo como si fuera real del mismo modo que ve el cielo de color azul.
Pero el cielo no es de color azul; la incapacidad de la visión para ver más allá de cierto límite, nos hace verlo de ese color.
Sólo la limitación del pensamiento nos hace percibir este mundo ilusorio como si fuera real. La apariencia objetiva es una ilusión, querido Rama; ¡no permitas que el menor pen- samiento brote en tu mente .
Pensando que estamos perdidos, nos dirigimos hacia la perdición, y pensando que estamos liberados, vamos hacia la felicidad, que es la conciencia, Chit.
Cuando la mente se entretiene continuamente en pensamientos estúpidos e ilusorios, se autoengaña, y cuando se sumerge en pensamientos iluminados y grandiosos, queda iluminada. Cuando la idea de ignorancia se mantiene en la mente, la ignorancia se consolida y aumenta; pero cuando se realiza el ser, la ignorancia se disuelve.
En consecuencia, el que no permite que su mente se detenga en pensamientos vanos y se esfuerza por ser consciente del ser, disfruta de la paz.
Lo que no existía en el principio, tampoco puede existir ahora. Lo que existía entonces y existe ahora, es Brahman absoluto; su contemplación proporciona la paz porque este Brahman es paz. En ningún momento y en ningún lugar deberíamos ver otra cosa.
Con el mayor esfuerzo y toda nuestra inteligencia deberíamos desarraigar la vana esperanza de disfrutar placeres sensibles.
La ignorancia es la única causa de la vejez y de la muerte. Las esperanzas y los apegos se multiplican a causa de las tendencias mentales.
Esa multiplicación toma la forma de ideas sobre nuestra felicidad o nuestra desgracia, pero en este cuerpo físico vacío, ¿dónde está eso que llamamos yo?
En realidad, términos como yo, mío, etc., no tienen ninguna existencia; la verdad eterna sólo es el ser.
Sólo en el estado de ignorancia se puede ver una serpiente en una cuerda; en el estado de iluminación es imposible caer en este error.
Del mismo modo, en la visión iluminada sólo existe la conciencia, y nada más que la conciencia. ¡No seas un hombre ignorante, querido Rama, sino un intrépido sabio .
¡Destruye las tendencias mentales que producen este mundo ilusorio . ¿Por qué consideras, como los ignorantes, que este cuerpo es tu ser y te sientes miserable? Aun- que cuerpo y Atman parecen existir juntos, no son inseparables; cuando el cuerpo muere, Atman no muere.
¿No es sorprendente, Rama, que la gente olvide la verdad del absoluto Brahman, lo único real, y esté plenamente convencida de la existencia de este mundo ilusorio?
No permitas que arraigue en ti la idea de la existencia independiente del mundo. Cuando la conciencia está contaminada, a pesar de su irrealidad, nos arrastra a un sufrimiento real. La ilusión existe como un espejismo a causa de la ignorancia, y nos hace ver alucinaciones, como nos hace experienciar el cielo y el infierno.
No te dejes atar por esas tendencias mentales que son las únicas responsables de la percepción de la dualidad del sujeto y el objeto, y permanece totalmente incondicionado.
¡A partir de ahí, conseguirás el verdadero dominio sobre todas las cosas
Después de unos instantes de profunda meditación, Rama preguntó: Sabio sagrado, es verdaderamente increíble que una ilusión como esta sea capaz de producir tal creencia en un mundo creado.
Te ruego que me expliques con más detalle cómo puede ocurrir.
Dime también, te lo ruego, quién es el que siente toda esa pesadumbre.
Diferencia de Atman y el ego
Vasishtha replicó:
En realidad, querido Rama, no es cierto que la conciencia esté unida al cuerpo. El cuerpo sólo es imaginado por la conciencia como en un sueño.
Cuando la conciencia se reviste, como si dijéramos, de su propia energía, se limita a sí misma y se considera un individuo que, alimentado sin descanso por dicha energía, se contempla a sí mismo inmerso en el mundo.
El ser encarnado que sufre o disfruta los efectos de las acciones pasadas se conoce como ego, mente o jiva.
Ni el cuerpo ni el Atman experimentan sufrimiento: la única que sufre es la mente ignorante.
Sólo en el estado de ignorancia, un estado parecido al sueño profundo, la mente sueña un mundo ilusorio, pero cuando despierta de ese sueño y queda iluminada, no lo siente así.
Por tanto el cuerpo encarnado que experimenta el sufrimiento puede denominarse mente, ignorancia, jiva o vãsanas, o si lo prefieres, conciencia individualizada.
El cuerpo es inconsciente y por tanto no puede gozar ni sufrir.
La ignorancia produce la falta de atención hacia el ser o Atman, y por tanto la ausencia de sabiduría (Esto es lo que significa literalmente avidya que traducimos como ignorancia); por consiguiente, la única que sufre y goza es esta misma ignorancia.
Sólo la mente nace, se lamenta, se mueve y abusa de los demás, y no el cuerpo.
Todas las experiencias de gozo y de sufrimiento, como las alucinaciones y las pesadillas en el cielo o en el infierno, sólo son obra de la mente y sólo ella las experimenta como en un sueño: ¡el hombre es la mente
La mente es la única responsable de todas las acciones o karmas, y también la que experimenta los resultados de gozo o sufrimiento que estas originan.
El rito es realizado por la mente y las alucinaciones sólo son sufridas por la propia mente. Cuando esa mente está completamente purificada, se despoja de la dualidad que ella misma ha creado.
Ya te he contado, Rama, el proceso de la creación cíclica del mundo después de cada disolución cósmica, y la forma con la que mantenemos las ideas de yo y lo mío. El que asciende los siete escalones de la perfección yóguica equipado con la sabiduría, alcanza la liberación final.
Poder de la mente
Verdaderamente el cuerpo sólo es mente. Como el alfarero fabrica sus vasijas, la mente crea el cuerpo con su mero pensamiento. Luego crea nuevos cuerpos y lleva a la destrucción a los que existen, y todo esto lo hace con su mera voluntad. De este modo produce la ilusión de un cuerpo en ella misma; pero el hombre ignorante, dotado de una visión física grosera, ve el cuerpo físico como algo diferente e independiente de la mente.
Los tres mundos de la vigilia, el sueño onírico y el sueño profundo, no son otra cosa que la expresión de las facultades de la mente, que no puede considerarse real ni irreal. La mente, condicionada por la percepción de la diversidad objetiva, sólo ve esta diversidad objetiva.
La mente misma se ve involucrada en esta ilusión objetiva manteniendo incontables ideas sobre ella misma como ser feliz o desgraciado, estar sano o enfermo, cuerdo o loco. Cuando se comprende que todo esto sólo es una falsa creación de la mente, la paz suprema brota en nuestra conciencia; en este momento la mente sólo piensa: Yo soy el que soy (Esta frase, que coincide con la famosa afirmación de Jehovah en el Sinaí, es muy repetida por Bhagavan Ramana Maharshi, que la define siempre como la mejor definición del Atman que existe en la literatura religiosa occidental).
La mente es como un vasto océano lleno de incontables criaturas, en cuya superficie suben y bajan olas de diferentes tamaños. La pequeña ola piensa que es pequeña; la grande piensa que es grande. La que es deshecha por el viento piensa que ha sido destruida. Una piensa que es caliente y otra que es fría. Pero todas las olas no son más que agua del océano. Lo cierto es que no hay ninguna ola, sólo el océano existe. Pero también es verdad que hay olas, aunque no son algo independiente del océano.
Del mismo modo, lo único que existe es el absoluto Brahman. Puesto que es omnipotente, la expresión natural de su poder infinito se manifiesta como la infinita diversidad del universo. La diversidad no tiene existencia real excepto en nuestra propia imaginación. Establecido en la verdad, debes pensar: Todo esto es el Brahman absoluto. ¡Arroja fuera de tí el resto de las ideas, no sirven para nada .
Como las olas no son diferentes del océano, las cosas no son distintas de Brahman. Del mismo modo que el gran árbol permanece potencialmente oculto en la semilla, el universo entero existe para siempre en Brahman. Como el multicolor arcoíris sólo es producido por la luz del sol, toda esta diversidad objetiva sólo se ve en Brahman y por Brahman, es decir por la conciencia y en la conciencia. Igual que la inerte tela de araña ha sido segregada por una araña viva y sensiente, este inconsciente mundo objetivo ha brotado de la conciencia infinita. Del mismo modo que el gusano de seda teje su capullo para envolverse a sí mismo y quedar sujeto en su interior, el ser infinito imagina este universo para caer preso en sus redes. Igual que el elefante podría romper sin esfuerzo alguno el lazo que lo ata al poste, el ser puede liberarse a sí mismo de la imaginaria esclavitud casi sin esfuerzo.
Porque el ser sólo es lo que cree que es; para el Señor no hay esclavitud ni liberación.
No sé cómo se han producido estas ideas de esclavitud y de liberación. Lo único que se ve es el ser infinito: pero lo eterno queda velado por lo transitorio y esta es precisamente la gran maravilla que llamamos Maya.
En el momento en que una mente se manifiesta en la conciencia infinita, surge la noción de diversidad y comienzan a existir los objetos. A causa de ello, en el universo parece que existen diferentes deidades e innumerables especies creadas, unas de larga vida y otras efímeras, unas pequeñas y otras grandes, unas felices y otras desgraciadas. Pero todos estos seres vivos sólo son ideas de la conciencia infinita: unos se creen ignorantes y están esclavizados, otros se creen libres de esta ignorancia y son liberados.
Los dioses, los demonios y los seres vivos, no son diferentes de este océano cósmico de conciencia que se conoce como Brahman: ¡esa es la verdad, todo lo demás es falso . Esos seres alimentan la falsa idea de ser limitados y, asumiendo estos pensamientos impuros, se hunden en la desesperación.
Aunque residen eternamente en la conciencia cósmica, mientras se creen separados de Brahman permanecen en el engaño. Aunque siempre son puros, superponen la impureza sobre ellos mismos, y esa es la semilla de sus acciones y de sus inevitables consecuencias: felicidad y desgracia, ignorancia e iluminación.
Algunos de estos seres son puros como Vishnu y Shiva, otros están ligeramente manchados como los dioses y los hombres, y otros viven en una pesada ilusión como los árboles y las plantas. Unos están ciegos de ignorancia como los gusanos, otros merodean lejos de la sabiduría, mientras que unos pocos han alcanzado la iluminación, como Brahma, Vishnu y Shiva.
Aunque todo es movido por la rueda de la ilusión, cuando uno camina hacia la sabiduría, se redime instantáneamente. Ni los que están firmemente arraigados en la ilusión como los árboles, ni los que han destruido completamente su ilusión como los iluminados, necesitan practicar la investigación que recomiendan las escrituras. Estas han sido escritas por los iluminados para dirigir a los que han despertado del sueño de la ignorancia y de su torpeza natural, pero todavía no han alcanzado la emancipación final.
Sólo la mente experimenta placer y dolor en este mundo, y no el cuerpo material, que no es más que un fruto de la fantasía de la mente, porque el cuerpo físico no existe con independencia de la mente. Todos los seres de este mundo realizan aquellas acciones que surgen del depósito de sus propias vãsanas; ningún ser sobrehumano ni ningún dios es el causante de su dolor ni de su alegría, nadie sino ellos mismos son responsables de sus acciones.
Muy pocos son los que comprenden que el mundo objetivo que ven en el exterior es ilusorio, excepto como conciencia infinita que es lo único verdadero y cierto. A causa de esta conciencia, el mundo aparece en el jiva y en cada jiva aparecen otros jivas, en un despliegue infinito e incomprensible. Sólo podemos librarnos de esta ilusión cuando experienciamos la verdad. En ese momento se desvanecen los deseos de placer del que tiene las experiencias y esa es la única prueba de la sabiduría. Un vaso de néctar pintado no es un vaso de néctar, ni una llama pintada en un cuadro da calor, ni una mujer retratada es una mujer; las palabras del sabio sólo son palabras y no verdadera sabiduría hasta que no se confirman con la desaparición de la angustia y del deseo.
La verdadera semilla de todos los jivas, que es el Brahman absoluto, existe en todas partes; y en el interior de cada jiva existen otros muchos jivas. Esto ocurre porque el universo entero está penetrado totalmente por la conciencia infinita.
Por lo que se refiere a su apariencia, cada jiva se transforma inmediatamente en lo que está contemplando, sea lo que fuere. Los devotos de los dioses llegan a ser dioses, y los que adoran a los semidioses se transforman en semidioses. Los que contemplan al absoluto Brahman llegan a ser Brahman. Por tanto debemos recurrir a lo no limitado, incondicionado e infinito.
Los estados de la mente
La naturaleza de la vigilia y del sueño. ¿Qué es el estado de vigilia, y cómo brota en este estado el sueño o la ilusión?
El estado que se prolonga se conoce como el estado de vigilia o jagrat, y el que cambia, se conoce como el estado de sueño o swapna. Mientras dura, el sueño tiene las características del estado de vigilia; y cuando se comprende su fugacidad, el estado de vigilia adquiere las características del sueño. De modo que ambos son iguales en cierto sentido.
Cuando la fuerza vital, también llamada jiva cetana, se agita en el cuerpo, los diversos órganos de pensar, hablar y actuar se ponen a realizar sus funciones. Se dirigen hacia sus objetos de percepción de acuerdo con la falsa noción de desdoblamiento de la mente y perciben diversas formas en el interior del ser. Cuando esta percepción es de naturaleza persistente y duradera, se conoce como estado de vigilia. Pero cuando la fuerza vital no es desviada por la mente y permanece establecida en el corazón (hridayam), no se desplaza por las nadis (Conductos del prana o fuerza vital) ni activa los sentidos. Sin embargo la conciencia, que es la luz que ilumina la vigilia y el sueño onírico, sigue despierta incluso en el sueño profundo y se conoce por turiya.
Cuando se desarrollan de nuevo las semillas de la ilusión y la ignorancia, surge el primer pensamiento o sentimiento, que podemos expresar como yo soy . En ese momento percibimos las formas pensadas en el interior de la mente que las sueña, aunque los órganos sensibles externos no funcionan. Este es el estado onírico o swapna. Cuando la fuerza vital activa los órganos sensibles externos, nos despertamos de nuevo en el estado de vigilia o jagrat.
Han sido descritos los estados mentales para que se comprenda la naturaleza de la mente. Esta descripción no tiene ninguna otra utilidad porque la mente
toma la forma de aquello que contempla atentamente. La existencia y la inexistencia, la ganancia y la pérdida, no son más que formas mentales.
Rama preguntó con verdadera curiosidad:
Señor, Si la mente es todo eso ¿por qué está siempre ocupada o confundida con otras cosas?
Vasishtha respondió:
Que la mente es impura es algo que experiencian todos los que buscan la liberación, aunque cada uno lo explica de modo diferente según su punto de vista personal.
Del mismo modo que el aire que entra en contacto con diferentes flores se tiñe con su aroma, la mente que mantiene ideas diversas, toma la forma de aquellas ideas, crea los cuerpos adecuados a esas ideas, y cuando la energía activa los sentidos, disfruta las ideas que ella misma ha concebido. También es la que proporciona la energía para que funcionen los órganos de la acción, llamados karmendriya (Son los órganos de la aprehensión, deambulación, expresión, excreción y procreación). La mente es acción y la acción es mente, ambos son como la flor y su aroma. La convicción de la mente determina la acción y la acción fortalece a su vez aquella convicción inicial.
Distintas explicaciones de la mente
La mente persigue siempre el orden o dharma, la salud, el placer y la libertad, pero cada uno tiene una opinión diferente sobre estas cosas y está convencido de que su definición es la verdadera. Por eso, los seguidores del sabio Kapila, los Vedantinos, los Vijnanavadins, los Jainas y otros, aseguran que el único camino de la liberación es el suyo. Sus filosofías son la expresión de sus experiencias, que son el fruto de sus acciones conforme a la convicción de sus mentes.
Rama: La esclavitud no es nada más que la idea de objeto. Esta idea es maya, ignorancia, etc., la catarata ocular que impide la visión de la luz de la verdad. La ignorancia produce una duda, la duda percibe, y esa percepción es errónea. Si uno se aproxima en la
obscuridad a la jaula de un león, aunque esté vacía, siente miedo. Igualmente, por ignorancia, uno cree que está prisionero de este cuerpo vacío.
Las ideas de yo y mundo sólo son sombras, no se corresponden con algo real. Tales ideas crean unos objetos que no son verdaderos ni falsos. Una madre que se considera a sí misma un ama de llaves, se comporta como tal; una mujer que se considera a sí misma madre de su marido, actúa en consecuencia. ¡Querido Rama, abandona las ideas de yo y mundo y permanece firme en la verdad
El que adquiere la sabiduría por medio de la investigación del yo o autoinvestigación y consigue las cualificaciones que dimanan de ella, disfruta de la claridad del autoconocimiento, como el agua se clarifica cuando se introduce en ella un trozo de alumbre.
Su mente ya no es perturbada por las modificaciones. Su ser, que ha alcanzado lo más valioso, el autoconocimiento, ha abandonado la noción de objetividad y se ha transformado por completo. Puesto que el ser se limita a ver, no considera espectador a ningún fantasmático sujeto o ego. Está completamente despierto a la verdad suprema, y con respecto a este mundo ilusorio es como si estuviera siempre dormido. Su desapego hacia las cosas es absoluto, no siente interés alguno por el placer ni por el dolor. Sus deseos cesan por completo, como los ríos detienen su corriente cuando llegan al mar. Ha cortado la red de la ilusión objetiva como un ratón se escapa de una trampa.
El autoconocimiento o conocimiento del ser
Sólo cuando la mente está completamente desprovista de apego hacia las cosas, cuando deja de balancearse entre las parejas de opuestos, no es atraída por los objetos y se siente totalmente independiente de cualquier condicionamiento, puede liberarse de la jaula de la ilusión. Cuando todas las dudas han cesado y no hay euforia ni depresión alguna, la mente brilla como la luna llena. Cuando esas impurezas de la mente han desaparecido, brotan en el corazón (hridayam) las más alentadoras facultades y por todas partes aparece una visión ecuánime.
Como la obscuridad se despeja al amanecer, este mundo ilusorio se despeja cuando el sol de la conciencia infinita surge en el interior del corazón. Esta sabiduría, que es capaz de satisfacer a todos los seres del universo, se manifiesta y crece sin cesar. El que ha conocido lo único que merece la pena conocerse, trasciende de repente el samsara del nacimiento y la muerte. Incluso los dioses Brahma, Vishnu, Indra y Shiva son confortados por los santos que poseen el autoconocimiento.
Cuando desaparece el ego, no hay confusión en la mente y funciona de modo natural. Igual que las olas suben y bajan en el océano, los mundos nacen y se desvanecen en la mente; esto sólo confunde al ignorante, no al sabio. El espacio que hay en el interior de una vasija, no surge cuando se hace la vasija ni se destruye cuando la vasija se rompe: el que sabe que esta misma relación es la que existe entre el cuerpo y el ser, no es afectado por el desprecio ni por el halago, por la censura ni por la felicitación.
El mundo ilusorio solamente atrae al que no se compromete seriamente en la búsqueda del ser. Cuando brota la sabiduría, la ilusión se desvanece.
Sólo ve la verdad, el que ve que el cuerpo es un producto del conocimiento ilusorio y una fuente de desgracias. El conocedor de la verdad sabe perfectamente que ese cuerpo no es el ser.
Sólo ve la verdad el que ve que en ese cuerpo las experiencias de placer y dolor son producidas por el tiempo y por las circunstancias en donde uno se encuentre; y que todo esto no le pertenece en absoluto.
Sólo ve la verdad el que se ve como conciencia infinita que abarca en su interior todo lo que se manifiesta en todo momento en cualquier lugar.
Sólo ve la verdad el que sabe que el ser, más sutil que la millonésima parte de la punta de un cabello dividida un millón de veces, todo lo penetra y envuelve.
Sólo ve la verdad el que ve que entre el ser y lo otro no hay diferencia alguna, y que la única realidad es la infinita luz de la conciencia.
Sólo ve la verdad el que ve que esta conciencia no dual que reside en todos los seres es omnipotente y omnipresente.
Sólo ve la verdad el que no se deja engañar pensando que es un cuerpo sujeto a enfermedad, miedo, agitación, vejez y muerte.
Sólo ve la verdad el que ve que todas las cosas están enhebradas en el ser, como las cuentas de un collar en el hilo que las sostiene, y comprende que este ser no puede identificarse con la mente.
Sólo ve la verdad el que ve que todo esto es Brahman; ni yo ni lo otro, sólo Brahman.
Sólo ve la verdad el que ve que todos los seres de los tres mundos merecen su simpatía y su protección como si fueran de su propia familia.
Sólo ve la verdad el que sabe que sólo existe el ser y que no hay substancia ni objetividad alguna distinta de él.
Sólo permanece inafectado el que sabe que el placer, el dolor, el nacimiento, la muerte y todo lo demás, sólo son el propio ser.
Está firmemente establecido en la verdad el que siente que no puede adquirir ni rechazar nada pues todo es el propio ser.
Saludamos y honramos al hombre que está vacío de deseos y convencido de que todo el universo es verdaderamente Brahman, permaneciendo inmóvil durante la aparente creación, existencia y disolución de este universo.
El que recorre este camino supremo, querido Rama, aunque permanezca en este cuerpo que da vueltas como la rueda del alfarero, por inercia, no es afectado por las acciones que pueda realizar. En su caso, el cuerpo sólo existe para su placer y para la liberación de su alma y no siente experiencia dolorosa de ningún tipo.
La naturaleza del cuerpo
Para el ignorante, este cuerpo es una fuente de sufrimientos; para el iluminado, una fuente de infinito deleite. Mientras existe el cuerpo, el sabio extrae de él un gran placer y la dicha de la iluminación, y cuando el tiempo de vida toca a su fin, no lo considera en absoluto como una pérdida. Para el iluminado el cuerpo es una fuente de deleite infinito. Y puesto que le transporta a través de este mundo en el cual se mueve libremente lleno de dicha, considera el cuerpo como un vehículo de sabiduría. Puesto que por medio del cuerpo el sabio obtiene las experiencias sensibles y consigue la amistad y el afecto de la gente, ese cuerpo es para el
una fuente de placer. El iluminado reina en la ciudad que conocemos como cuerpo, tan felizmente como Indra. el rey de los dioses, reina en el cielo.
El cuerpo no somete al sabio a las tentaciones de la lujuria y la avaricia, ni consiente que la ignorancia o el miedo se apoderen de él. La inteligencia que gobierna el cuerpo del sabio, no se vuelca hacia el exterior por Ia excitación que el ignorante llama placer, sino que permanece siempre introvertida en estado de meditación.
El ser encarnado permanece en ligero contacto con el cuerpo mientras éste dura, pero cuando el cuerpo desaparece, no deja en él huella alguna, como el aire roza suavemente una vasija existente pero no una que no existe.
Igual que el más temible veneno no produce dolor al Señor Shiva, sino que aumenta su deleite, las diversas acciones y experiencias de un iluminado no te atan al ciclo de las reencarnaciones. Si sabes que uno es un ladrón y a pesar de saber lo, hablas con él amistosamente, se hace amigo tuyo; cuando conoces la verdadera naturaleza de los objetos, sólo pueden producirte alegría. El sabio que está libre de dudas y no mantiene ninguna imagen del ego, domina totalmente su cuerpo.
Solo la mente bien disciplinada experimenta la felicidad. El rey que ha estado prisionero y obtiene la libertad, disfruta con un pedazo de pan; el rey que no ha estado sometido al cautiverio, ni siquiera con la conquista de otro reino disfruta tanto como el primero. Por esa razón el sabio aprieta sus dientes y se esfuerza por dominar la mente y los sentidos; esa conquista es más deseable que la victoria sobre el más encarnizado enemigo.
El que está dotado de sabiduría es capaz de controlar sus deseos sin herir ni molestar al cuerpo, como un lazo sujeta a un elefante sin causarle daño alguno. La felicidad que disfruta el sabio que domina sus sentidos, es incomparablemente superior al placer de un rey que gobierna una ciudad construida de cemento y ladrillos.
Para el sabio, la mente es un criado obediente, un buen consejero capaz de gobernar a los sentidos, una esposa amante, un padre protector y un amigo fiel. Sólo le empuja hacia las buenas acciones.
Permanece firme en la verdad, y vive en libertad en el estado sin mente, la conciencia pura que hemos llamado turiya. No te comportes como los demonios.
La mente condicionada es la esclavitud, y la liberación se produce cuando la mente deja de estar condicionada por las tendencias latentes y alcanza la clara percepción de que todo lo que aparece en el pensamiento, sea lo que fuere, sólo es el ser.
El control de la mente es el único medio para detener los sufrimientos de este mundo ilusorio y poner el eslabón final a la tragedia de la vida. Ahora te enseñaré la quintaesencia de la sabiduría: escúchala y deja que ella perfume tu vida.
El ciego abandono a todo lo que ocurre, tampoco es deseable: inquiere profunda y constantemente sobre la naturaleza de los placeres sensibles y abandona todos los deseos que sientas hacia ellos. Eso es la liberación.
Por el cultivo de las buenas cualidades, el conocimiento erróneo se disipa poco a poco; libre de los pares de opuestos, la mente cesa en sus deseos, permanece inmóvil y pierde la ilusión y el miedo. Cuando la mente deja de estar manchada por el sentimiento del ego, queda libre de ataduras y de sufrimientos.
En ese momento, la mente se libera de su perverso hijo que es la duda y de su taimada esposa que es el deseo. Profundizando en la investigación sobre su naturaleza real, la mente abandona su identificación con el propio cuerpo y poco a poco deja de ser mente.
Nacimiento del Jiva o la mente (Este concepto, como otros muchos, ya ha sido expuesto de otras formas. Lo que parece reiteración es una forma de llegar a mentes heterogéneas y de diverso grado de desarrollo).
Cuando la conciencia se olvida de sí misma y sufre modificaciones y condicionamientos mentales, se conoce como mente y da lugar al nacimiento y a la muerte. El universo sólo es mente: el espacio, las montañas, los dioses, los amigos y los enemigos, sólo son mente. Esto es lo que conocemos como jiva, que sólo es la parte de la conciencia infinita que ha asumido el carácter de objeto de esta conciencia, un pequeño envoltorio de tendencias latentes que se aleja de la verdad de la conciencia y se hunde cada vez más en sus condicionamientos hasta que llega a sentirse inmerso en la apariencia objetiva del mundo.
Por supuesto, el ser no es el jiva, ni el cuerpo, ni sus componentes. El ser, como el espacio, es independiente de todo esto.
La propia mente es el jiva, que al experienciar en el exterior lo que ella misma ha proyectado en su interior, se siente esclavizada y mortal. Este condicionamiento mental determina la reencarnación del jiva. El que desea ser un rey sueña que es un rey, y si lo desea muy intensamente, lo consigue más pronto o más tarde. Realmente, no hay esclavitud ni liberación. Cuando el infinito piensa que es un cuerpo, este pensamiento le esclaviza.
Cuando comprende que todo esto es falso, brilla como conciencia infinita y supera toda esclavitud. Cuando la mente se ha purificado, toma la naturaleza del infinito, como una tela blanca loma con facilidad cualquier color.
Cuando en una mente pura surgen los conceptos y nociones de cuerpo, mundo, etc., este mundo ilusorio comienza a existir. Pero, cuando la mente se deshace de la relación sujeto- objetiva que mantiene con el mundo, se absorbe instantáneamente en el infinito.
La mente no tiene una existencia independiente de la conciencia infinita; en el principio no era nada y nada será al final, y por lo tanto, en este momento, tampoco es nada. El que cree que existe como jiva individual, aferra el sufrimiento con sus propias manos. El que comprende que este mundo es el ser, supera el sufrimiento y el mundo sólo es para él un medio de alegría y de liberación.
La mente no es nada más que ideas y conceptos: ¡quién puede apenarse porque una colección de este tipo llegue a su fin . La realidad es la conciencia que está entre el espectador y los objetos. Esta realidad está velada por la mente y sólo se revela cuando la mente cesa de actuar.
Cuando los condicionantes mentales desaparecen, la ignorancia, los deseos y las aversiones, la ilusión, la estupidez y el miedo, tocan a su fin. Uno disfruta entonces del deleite del autoconocimiento.
El que tiene una inteligencia pura por la destrucción de las impurezas internas, tiene su corazón iluminado por la luz del ser, que se produce por la investigación del propio ser. Al comprender la insubstancialidad del nacimiento y de la muerte, permanece sin miedo ni ansiedad en la ciudad del cuerpo.
Rama preguntó de nuevo:
Señor, te ruego que me expliques cómo puede este universo existir en la conciencia trascendental.
Naturaleza del mundo objetivo
Vasishtha replicó:
Este universo existe en la infinita conciencia como las olas futuras existen en el océano en calma; sin una diferencia real, sino una potencialidad o diferencia aparente. La conciencia infinita es inmanifestada y omnipresente, como el espacio, que existe en todas partes y no puede verse en ninguna. Igual que la reflexión de un objeto en un cristal no puede decirse que sea algo real ni completamente irreal, tampoco podemos afirmar que este universo que se refleja en la conciencia infinita sea real ni irreal en estricto sentido. Como el espacio no es afectado por las nubes que flotan en él, esta conciencia infinita no resulta manchada, ni siquiera tocada, por el universo que se manifiesta en ella. Como la luz no es vista sin un cuerpo que la refracte, la conciencia infinita se manifiesta por medio de innumerables cuerpos. Carece esencialmente de nombre y de forma, pero todo nombre y toda forma se predican de sus reflexiones.
La conciencia que se refleja en la conciencia resplandece como conciencia, pero el ignorante, que se considera sabio y racional, piensa que él mismo existe como algo distinto a su propia conciencia. Para el ignorante esta conciencia aparece como el temible mundo objetivo; para el sabio esta misma conciencia aparece sólo como ser. Es la conciencia en el experienciar puro; gracias a ella brilla el sol y todas las cosas disfrutan de vida en este mundo.
Esta conciencia no ha sido creada, ni puede perecer. Es eterna y el mundo objetivo se superpone a ella como las olas sobre la superficie del océano.
En esta conciencia, que se refleja sobre sí misma, surge la idea de yo soy y el mundo es, y es lo que produce esta completa diversidad objetiva. Como espacio, la conciencia permite crecer a las semillas en su seno, como aire, estimula su crecimiento, como agua, las alimenta, como tierra, las sostiene, y como luz, manifiesta su nueva vida. La conciencia se manifiesta en el tiempo como el fruto de sí misma.
Esta misma conciencia es las diferentes estaciones con sus características específicas. A causa de esta conciencia, el universo entero existe como si con-tuviese un infinito número de seres hasta el momento de la disolución.
Este mundo objetivo aparece y desaparece como la verdadera naturaleza de la conciencia infinita. Puesto que no es diferente de la conciencia, el mundo tiene una mutua relación causal con ella: brota en ella, existe en ella y es absorbida finalmente en ella. Aunque no está agitada, como las profundidades del océano, aparece agitada cuando las olas surgen en su superficie. Igual que el que está borracho se ve a sí mismo como otra persona, la conciencia, al hacerse consciente de sí misma, se considera distinta a lo que en realidad es.
Este universo no es real ni irreal; existe en la conciencia, pero no como algo independiente de la propia conciencia. Aunque parece algo añadido a la conciencia, jamás la rebasa. La relación que existe entre ambos es como la del oro y las joyas.
Este ser, el Brahman supremo que penetra todas las cosas, es quien permite que seas consciente del sonido, del gusto, de la forma y de la fragancia. Es trascendente y omnipotente, puro y no dual. En él no hay ninguna idea de otro. Las diversidades de existencia y no existencia, del bien y del mal, son estúpidamente imaginadas por los ignorantes. Es indiferente suponer que esa imaginación se basa en el ser o en el no ser.
Puesto que todo es y no hay otra cosa que ser, ¿cómo puede suponerse una cosa diferente a él? Por tanto, conceptos como deseable o aborrecible, no afectan al ser. Puesto que carece de deseo y no presenta dualidad alguna de agente y acción, no se ve involucrado en la acción. Puesto que lo que existe y aquello en lo que existe son idénticos, no podemos decir que sean algo. Y como no desea nada, tampoco le domina un pensamiento de inactividad.
Esto es lodo lo que existe, querido príncipe, y nada más. Tú eres la verdadera existencia del Brahman absoluto. En consecuencia, líbrate de toda noción de dualidad pero no dejes de actuar. También podrías decirme que no ganas nada realizando cualquier tipo de acción, pero qué puedes conseguir, te diría yo, quedando inactivo. ¿Qué puedes ganar cumpliendo incluso las escrituras? Permanece en paz contigo mismo, como el océano cuando no es agitado por el viento. El ser penetra y envuelve todas las cosas y para alcanzarlo no hace falta viajar aquí o allá. No permitas que tu mente merodee por los objetos del mundo. ¡Tú mismo eres el ser supremo, la conciencia infinita, y puedes estar seguro de ello
La mente y la acción
El sentimiento de ser el agente responsable de la acción produce al mismo tiempo felicidad e infelicidad. Puesto que separa el sujeto del objeto, puede conducir al estado de yoga o unión, pero es ficticia a los ojos del sabio, aunque para el ignorante sea real. ¿Pero de dónde surge esa idea? Brota de la mente cuando se esfuerza por conseguir algo, espoleada por las tendencias latentes; la acción resultante se atribuye entonces a uno mismo. Cuando la acción produce una experiencia placentera, en la mente surge la idea de estar disfrutando.
Pero ambas ideas son realmente dos caras de la misma moneda.
Tanto si uno actúa como si no actúa, si está en el cielo o en el infierno, lo que la mente experimenta son las tendencias psicológicas. Cuando se conoce esta verdad, el condicionamiento se debilita y desde ese momento el hombre sabio, aunque actúe, no se implica en el resultado de tales acciones. Deja que las acciones se sucedan en su vida sin apegarse a ellas, y las considera iguales a su propio ser sean cuales fueren sus resultados. Pero esa no es la actitud del ignorante que está inmerso en los estados mentales.
Sólo lo que hace la mente puede ser llamado acción: por tanto el único agente es la mente, no el cuerpo. La apariencia objetiva sólo es mente; el mundo ilusorio ha brotado en ella y permanece en ella. Cuando los objetos y la propia mente que los percibe se han detenido, lo que queda es conciencia.
La mente del iluminado no está en estado de felicidad ni carece de ella, no está parada ni en movimiento, no es real ni irreal, sino que siempre se halla entre ambas posiciones. La conciencia incondicionada y dichosa del iluminado representa su papel en este mundo como si estuviera en un escenario. Puesto que los condicionamientos mentales que determinan la naturaleza de la acción y de la experiencia, no existen en él, siempre es feliz. Sus acciones no son acciones, pues no son dignas de elogio ni de reprobación. Su conducta es como la de un niño, cuando parece apenado, no lo está realmente. Está totalmente inafectado por la apariencia objetiva y por las acciones de la mente y de los sentidos. No contempla siquiera las ideas de liberación y de esclavitud. Lo único que ve es el ser.
Puesto que el Brahman absoluto es omnipotente, su poder infinito se manifiesta como este universo visible. Todas las categorías como la de realidad, irrealidad, unidad, diversidad, principio y fin, sólo existen en Brahman. Como las olas del océano, el jiva también aparece en Brahman limitado por la conciencia individual; este jiva sufre cada vez un condicionamiento más intenso y unas experiencias acordes con su condicionamiento, y se siente afectado por las consecuencias de sus acciones.
Rama preguntó:
Pero Señor, Brahman está libre de sufrimientos, y en cambio este universo, que ha surgido de él como una lámpara encendida por otra lámpara, está hundido en el dolor. ¿Cómo es posible esto?
Al oír esta pregunta, Vasishtha quedó un rato meditando para sus adentros en los siguientes términos:
Evidentemente el conocimiento de Rama todavía no es eficaz, todavía quedan impurezas en su mente. Su mente no descansará hasta que esté completamente preparada para comprender la verdad. Mientras la mente esté agitada por los pensamientos de placer y de dolor, es incapaz de captar la verdad. Cuando la mente se purifica por completo, comprende instantáneamente la verdad. Por eso se ha dicho que el que declara que todo esto es Brahman al ignorante o a uno que todavía no ha despertado del todo, va al infierno. El maestro sabio debe estimular a sus discípulos para que puedan alcanzar el autocontrol y la paz. Los discípulos deben ser examinados antes de recibir el conocimiento de la verdad.
Después de hacer estas reflexiones, Vasishtha dijo a Rama:
Ya descubrirás por ti mismo si Brahman está libre de sufrimiento o no lo está. A su debido tiempo, te ayudaré a comprenderlo. Por ahora sólo debes saber lo siguiente: Brahman está presente en todas partes sin estar en ningún sitio. Este Brahman, por medio de su indescriptible poder conocido como maya, ha producido la creación. Maya es capaz de hacer que lo irreal parezca real, y viceversa, como el insondable vacío del espacio parece de color azul sin serio realmente.
Mira Rama, tú ves una infinita diversidad de criaturas en este mundo. Eso es la manifestación del poder infinito del Señor. Puedes estar tranquilo: el que permanece en paz consigo mismo comprende la verdad. Cuando la mente no está en paz, el mundo parece confuso y dividido. De hecho, el universo sólo es la ilusoria manifestación del poder del Señor. Del mismo modo que cuando hay luz se ve de modo natural, este mundo aparente ha brotado como si fuera su verdadera naturaleza a causa de la omnipotencia divina. Pero al mismo tiempo que surge el mundo, ha surgido también la ignorancia y ella es la causa del sufrimiento. Líbrate de esa ignorancia y verás la verdadera naturaleza del mundo.
Nueva versión de la mente y de la creación
Vasishtha sigue hablando a Rama: Voy a explicarte de nuevo el modo que ha utilizado la conciencia para manifestarse como jiva y como mundo. Tú sabes que el océano está tranquilo en algunos lugares y agitado en otros. Del mismo modo, la conciencia parece di- versa en ciertos sitios, aunque en realidad es no dual y manifiesta en todo su gloria infinita.
Esta manifestación de la omnipotencia de la conciencia está aliada con el tiempo, el espacio y la causalidad, que son indispensables para su revelación (Estas tres categorías de lo real coinciden también con el pensamiento de Arturo Schopenhauer).
A partir de ahí surgen infinitos nombres y formas. Pero todas estas manifestaciones aparentes no son diferentes a la conciencia infinita. El aspecto de esta conciencia que se relaciona a sí misma con su propia manifestación de nombres y de formas, se conoce como el conocedor del campo o sakshin, la conciencia testigo. El cuerpo es el campo; el que conoce ese campo dentro y fuera y en todas direcciones, es el conocedor del campo o conciencia testigo, sakshin (En el Gita este concepto aparece como Kshetra y Kshetrajna, el campo y el conocedor del campo, en el magnífico capítulo XIII).
Este testigo se siente envuelto en las tendencias latentes y desarrolla un sentimiento de ego o ahamkara. Cuando este sentimiento egótico genera ideas e intenciones en su interior, se conoce como intelecto o buddhi. Como instrumento de pensar se conoce como mente o manas. Cuando esa mente se modifica y se desdobla, aparecen tos sentidos o indriyas. Todo esto constituye el cuerpo. Igual que un fruto sufre cambios de tamaño, peso y color a medida que va madurando, la conciencia sufre también aparentes cambios a medida que la ignorancia crece en densidad y profundidad.
Los locos abandonan el pensamiento conecto que es la indagación de la verdad y se sumergen voluntariamente en la ignorancia, como si esta pudiera proporcionales la felicidad. Presos en su propia trampa de acciones diversas y en la identificación de sí mismos como agentes, sufren infinidad de penalidades que son autoimpuestas y autodeseadas por ellos. La causa de tantos infortunios de este mundo sólo es la mente repleta de deseos, de ilusiones y de pesadumbres. Olvidando su propio conocimiento, imagina deseos y angustia, malos pensamientos y anhelos que arrastran a la persona hacia el fuego de los objetos sensibles.
¡Rescata cuanto antes a la mente del lodo de la ignorancia, querido Rama .
Sólo un demonio con forma humana sería capaz de evitar los tormentos de la mente impura producidos por la alternancia de los buenos y los malos pensamientos que conducen a la vejez, la desesperación y la muerte.
La manifestación ocasional del poder de la conciencia (Está muy claro que este poder de la conciencia o conciencia-energía o chit-shakti, sólo es la mente) se revela como este universo poblado por millones de especies de seres, presos en sus propios condicionamientos mentales. Se pueden encontrar en cualquier lugar del universo y en cualquier tipo de circunstancia.
Algunos de ellos son parte de la nueva creación de este periodo, otros son más antiguos. Unos han sido encamados un par de veces, otros han sufrido incontables reencarnaciones. Algunos ya están liberados, otros sujetos a terribles sufrimientos. Unos son celestiales, otros semidioses y otros divinidades que gobiernan este universo manifestado. Algunos son miembros de las cuatro castas de seres humanos y otros pertenecen a primitivas tribus incivilizadas y hostiles.
Algunos tienen forma de hierba y de césped, otros aparecen como raíces, hojas y frutos. Unos tienen forma de enredaderas y otros viven como flores. Unos son reyes o ministros, vestidos con túnicas reales; otros se visten con cortezas de árbol, pues son anacoretas o mendigos.
Unos son serpientes, otros insectos, otros animales como el león, el tigre, pájaros, elefantes o monos. Unos viven en la prosperidad, otros en la miseria. Unos están en el cielo, otros en el infierno. Algunos habitan la región de las estrellas, otros duermen en agujeros de árboles muertos. Unos viven entre sabios liberados, o son ellos mismos sabios que ya han superado la conciencia corporal. Unos están dotados de una inteligencia iluminada, otros son extremadamente torpes e ignorantes. Lo mismo que en este universo existen incontables especies de seres, en otros universos hay seres semejantes con sus cuerpos adaptados a aquellos mundos.
Pero todos ellos están esclavizados por sus propias tendencias mentales. Merodean por esos universos, dotados de formas elevadas o envueltos en la peor degradación, y la muerte juega con ellos como un niño con una pelota. Presos en sus innumerables deseos y ataduras, y limitados por sus condicionamientos mentales, emigran de un cuerpo a otro hasta que perciben la verdad sobre su propio ser que es: conciencia infinita. Después de alcanzar el autoconocimiento, se liberan de la ilusión y no regresan nunca más a este plano de nacimientos y muertes.
Pero toda esta creación sólo ocurre como en un sueño, no es real aunque parece serlo. El que supera la ignorancia y desarraiga sus tendencias mentales, es un sabio liberado; aunque parezca seguir consciente de este sueño conocido como mundo, no lo ve realmente como mundo. Este mundo ilusorio es concebido por los seres de todos los tiempos hasta que jiva alcanza la liberación. En cada jiva el cuerpo existe potencialmente, no como una substancia física, sino como un pensamiento y una voluntad (De nuevo surgen semejanzas evidentes con la obra de Schopenhauer. Pero, según el Vedanta Advaita, el mundo no sólo es voluntad y representación, sino algo más. Esto es lo que diferencia radicalmente este pensamiento del de Schopenhauer).
Semejanza y diferencia de la mente y la conciencia
Uno debe impedir que la mente discurra cuesta abajo, como se sujeta el curso natural de un rio con la construcción de una presa. Después de haber abandonado el contacto con los objetos externos, retrae la mente hacia el interior reflexiona sobre todas estas cosas, aunque sigas ocupado en las actividades cotidianas. Con la afilada espada de la sabiduría, corta la densa red de las tendencias mentales, que es la única causa de esta corriente de ilusiones objetivas.
Corta la mente con la mente y abandona incluso el pensamiento de haberte librado de ella. Ese es el modo de destruir el mundo objetivo. Aunque parezca que funcionas en este mundo aparente, permanece firmemente arraigado en la convicción de que todo esto es irreal y abandona toda esperanza o expectativa.
Vive una vida sin voluntad propia, haciendo lo que hay que hacer en cada momento sin actuar en modo alguno, porque del Señor lo mismo podemos decir que es activo que inactivo.
Eres el conocedor de todo lo que hay, el ser, el Supremo Señor no nacido, no distinto al ser que todo lo penetra y envuelve. El que abandona la idea de ser un objeto de percepción distinto al ser, no está sometido a las desgracias que producen pena y alegría. Se le considera un yogui libre de atracciones y aversiones, que siente lo mismo ante un puñado de tierra que ante una pepita de oro.
Porque se ha desembarazado de todas las tendencias que confirman este mundo de apariencias objetivas. Haga lo que haga, disfrute cuanto disfrute, conceda o destruya, su conciencia es libre y ecuánime ante el placer y el dolor. Hace lo que debe hacer sin distinguir lo deseable de lo aborrecible, y aunque actúa, no se siente involucrado en la acción.
El que está firmemente convencido de que sólo existe la conciencia infinita, queda inmediatamente libre de pensamientos, y se muestra tranquilo y autocontrolado en todo momento. La mente es por naturaleza inerte; recibe la inteligencia como un préstamo de la conciencia que agradece para poder tener experiencias. La mente entra en contacto con todo lo que existe a causa del poder o energía de la conciencia (chit-shakti). Por tanto la mente existe como si fuera un regalo de la conciencia, y concibe la multiplicidad de los pensamientos que le permiten percibir la complejidad del universo. La luz de la mente sólo es la conciencia; la mente no podría ser consciente de otro modo (Esta distinción entre la mente y la conciencia es lo que se llama en sentido estricto Viveka y es el pensamiento capital que separa y distingue oriente de occidente).
Los que conocen bien las escrituras declaran que la mente sólo es un ficticio movimiento de la energía en la conciencia. Y la expresión de esa mente son los pensamientos, como el silbido es la expresión de la serpiente. La conciencia sin conceptualización es el Brahman eterno, el absoluto; la conciencia unida a la conceptualización es el pensamiento, la mente. Una pequeña parte de la conciencia, por así decirlo, se manifiesta en el corazón como la realidad misma. Eso es lo que se conoce como inteligencia finita o conciencia individual. Pero esta conciencia limitada pronto olvida su propia naturaleza esencial de conciencia, y continua existiendo como una cosa inerte. Entonces se convierte en la facultad de pensar, cuya característica natural es aceptar o rechazar lo percibido. De hecho sólo es la infinita conciencia que ha conformado todo lo que ves, pero hasta que su verdadera naturaleza no despierta, no se conoce ella misma como autoconocimiento. Y por esa razón debe ser despertada por medio de la investigación, del desapego y del control de los sentidos que detallan las escrituras.
Cuando esta inteligencia se despierta a sí misma, brilla como el absoluto Brahman; mientras tanto, sigue experienciando este mundo finito como si fuera lo real.
Mientras no consigue despertar, no conoce ni comprende nada, pues lo que parece conocer a través de los pensamientos no es, por supuesto, la realidad. Los propios pensamientos sólo tienen valor en función de la conciencia, como un tarro debe su aroma al incienso que hay en él. A causa de esta inteligencia prestada, cree que es capaz de conocer un diminuto fragmento de esta conciencia cósmica, pero la mente sólo florece por completo cuando la luz de la conciencia infinita brilla sobre ella.
La mente como superposición de la conciencia y el prana
La mente está limitada por la fuerza vital o prana y cesa cuando esa fuerza vital se detiene, como una sombra desaparece cuando movemos el objeto que la está produciendo. Recordamos las experiencias anteriores porque sentimos el movimiento de esta fuerza vital (Una original definición de la memoria como algo dinámico y no como un archivo estático, tal
y como se concibe en occidente); lo que se conoce como mente sólo es la experiencia de ese movimiento de la fuerza vital. Esta fuerza se controla por los siguientes medios: por el desapego hacia los objetos sensibles, por la práctica del pranayama o control de la respiración, por la práctica de la investigación sobre la causa del movimiento de esa misma fuerza, o por la experiencia directa de la verdad.
La mente puede asumir una existencia inteligente incluso en una piedra, pero no posee inteligencia propia. El movimiento corresponde a la fuerza vital que es inerte; la inteligencia o poder de la conciencia pertenece al ser que es puro y eternamente omnipresente. La mente imagina una relación entre la conciencia y el prana, pero tal relación es falsa, de hecho no existe. Eso es la ignorancia, avidya, la ilusión cósmica o Maya, que segrega el terrible veneno de la apariencia objetiva.
Esta relación entre la conciencia y la fuerza vital es imaginaria; ¡si no la imaginamos, ningún mundo objetivo puede manifestarse ante nosotros . La fuerza vital se siente consciente por su asociación con la conciencia y experimenta el mundo como una multiplicidad de objetos, pero todo eso es irreal como la sombra de un fantasma concebida por la mente de un niño. Lo único verdadero es el movimiento de la conciencia infinita. ¿Puede esta conciencia resultar afectada por algún factor finito?. En otras palabras, ¿puede una entidad inferior sepultar a una entidad superior?. Es evidente, querido Rama, que en realidad no hay mente ni conciencia limitada; cuando comprendemos claramente esta verdad, lo que hemos imaginado falsamente como mente, deja de existir. Ella sólo existe a causa de un conocimiento imperfecto; cuando esta imperfección desaparece, la mente desaparece con ella.
La mente es inerte y no posee entidad alguna; no hay que matarla, ya está muerta,
¡siempre ha estado muerta . Sin embargo los seres de este mundo son torturados por una cosa muerta: ¡que misteriosa estupidez . La mente no tiene ser, ni cuerpo, ni fundamento, ni forma, pero consume todas las cosas de este mundo. ¡Verdaderamente un gran
misterio .Cuando digo que soy destruido por la mente que carece por completo de substancia, es como si dijera que mi cabeza ha sido machacada por un pétalo de loto. El que dice que puede ser golpeado por la mente que es inerte, estúpida y ciega, es como si dijera que ha sido abrasado por el calor de la luna llena. Un gran héroe capaz de vencer a todos los enemigos que encuentra a su paso, se deja destruir por la mente que ni siquiera existe. ¿Qué gran poder posee la mente, cuya existencia es falsa, y cuando es investigada se descubre como no existente?
La estupidez y la ignorancia son las únicas fuentes de dolor de este mundo; lo que consideramos la creación del mundo es obra de esa estupidez y de esa ignorancia. Es bien extraño que esta entidad irreal y ficticia sea lo que los seres vivos buscan y pretenden poseer con tanto ahínco.
Este mundo ilusorio puede compararse a la imaginación de un héroe que se cree sujeto por las invisibles cadenas que salen de los ojos de sus enemigos, o cree que es vencido por un ejército invisible creado por el mero pensamiento de su adversario. Pero este mundo creado por una mente inexistente también puede ser destruido por otra mente igualmente inexistente (Este es un punto fundamental del pensamiento Vedanta). En realidad el mundo no es otra cosa que la mente. El que es incapaz de comprender la verdadera naturaleza de la mente, tampoco es digno de ser instruido en la verdad de las escrituras. La mente de esa persona es incapaz de captar la verdad sutil de estas enseñanzas, y parece sentirse satisfecha con la ilusoria apariencia objetiva. Esa mente está acosada por el miedo, se estremece ante el melodioso sonido de las cítaras y siente temor ante las pesadillas.
Tiembla si oye un grito y huye de ese lugar a toda prisa. El ignorante es tristemente engañado por su propia mente.
El hombre se abrasa en su propia mente, que está en su corazón y que es tan virulenta como un veneno mezclado con unas gotas de felicidad. No conoce la verdad, porque ha sido locamente engañado por su mente. ¡Ese es el gran misterio, tan difícil de resolver .
Mis enseñanzas no sirven, amable Rama, para los que tienen la inteligencia bloqueada por la creencia en la realidad de este mundo ilusorio y se esfuerzan por conseguir placeres sensibles. ¿Quién puede ser tan loco como para intentar mostrar un hermoso bosque al que no quiere verlo?
¿Quién puede pretender educar en el delicado arte de los perfumes a unos hombres cuya nariz ha sido comida por la lepra? ¿Quién enseñará a un borracho las sutilezas de la metafísica? ¿Quién preguntaría sobre los asuntos políticos a un cadáver arrojado en un crematorio? Pero si un loco se atreve a hacer esto, ¿quién le disuadirá de tal empeño?
Del mismo modo, sólo un loco puede pretender enseñar todo esto a un ignorante que encuentra dificultad para controlar su mente, tan estúpida y ciega como él.
De hecho la mente no existe, y por tanto puedes estar bien seguro de que
puede ser vencida en cualquier momento. El que tiene dificultad para vencer a esa mente inexistente, sufre los efectos de un veneno que no ha ingerido. El sabio ve en todo momento el ser y sabe perfectamente que los movimientos sólo se producen por la fuerza vital. También sabe, por supuesto, que los sentidos tienen que realizar sus funciones naturales. ¿Qué es entonces la mente? Si todo movimiento corresponde a la fuerza vital y toda conciencia pertenece al ser, y los sentidos tienen su propio poder respectivo: ¿qué es lo que se halla en medio de todo esto y parece unirlo con una extraña fuerza sutil?
Todo esto sólo son aspectos de la conciencia infinita: su diversidad, lo mismo que su relación, sólo son palabras sin contenido. ¿Cómo surge en tí a pesar de todo esta idea de diversidad? ¿Qué es el Jiva o la mente individual, sino una palabra que ha trastornado la inteligencia de la gente?. Y si esa conciencia individual es una fantasía, ¿qué puede hacer por sí misma? Siento una gran piedad por esos hombres ignorantes que sufren a causa de una mente que ellos mismos han imaginado para ocultar la única verdad existente: la conciencia infinita. Esos locos sólo han nacido en este mundo para sufrir y ser destruidos sin compasión.
Millones de animales mueren cada día en todas las partes del mundo, millones y millones de mosquitos son destrozados a cada instante por el viento, en los océanos los peces grandes se comen sin cesar a los pequeños, y sin embargo ¿de qué hay que lamentarse? En este mundo el animal más fuerte mata y engulle al más débil: todos estamos sujetos a la muerte, desde el ser más pequeño a la más alta divinidad. En cada momento mueren innumerables seres y nacen otros tantos, sin considerar en absoluto si les agrada o les molesta hacerlo, si sufren o gozan con ello. ¡Los sabios no se alegran ni se entristecen por lo inevitable
Inexistencia de la mente
El que pretende terminar con el sufrimiento de esta gente de torpe inteligencia está intentando cubrir el cielo con una pequeña sombrilla. Los que se comportan como animales no pueden ser instruidos porque son arrastrados como las bestias por la cuerda de su propia mente. Hasta las piedras derraman lágrimas cuando ven a esa gente ignorante enfangada en el barrizal de sus pensamientos y condenada a muerte por sus propias acciones. Por tanto el sabio no puede instruir a los que no han controlado su mente y están condenados a llevar una vida miserable. Por el contrario, se esfuerza por librar del sufrimiento a los que han controlado su mente y se hallan maduros para practicar la auto investigación.
No hay mente, querido Rama, y no debes imaginar innecesariamente su existencia.
Cuando lo haces, ella te destruye como si fuera un fantasma sin escrúpulos. Mientras sigas olvidando tu verdadero ser, esta mente imaginaria parecerá seguir existiendo entre el mundo y el ser. Ahora que has comprendido profundamente que la mente crece y se fortalece por la continua afirmación de su existencia, abandona ese pensamiento y no lo mantengas ni un minuto más.
Cuando la objetividad surge en la conciencia, esta queda condicionada y limitada: eso es la mente, y por ende la esclavitud. Cuando se abandona la objetividad, te quedas sin mente: eso es la liberación. Entrar en contacto con las cualidades y formas de la naturaleza conduce a la esclavitud, abandonarlas, es el camino que conduce a la liberación. Sabiendo esto, puedes hacer lo que quieras. Comprendiendo profundamente que no hay mente, ni ego, ni mundo, permanece firme y erguido, inmóvil como el espacio infinito. Abandona el pensamiento erróneo que crea la dualidad del mundo frente al yo. En el punto medio del yo como sujeto y el mundo como objeto, tú eres la visión misma: permanece siempre en este estado intermedio. Entre el experienciador y lo experienciado, tú eres el experienciar mismo: comprender eso es el autoconocimiento. No lo olvides ni por un momento.
Cuando abandonas el ser y piensas en un objeto cualquiera, vuelves a convertirte en mente (Mejor dicho, en el sujeto de esa mente que es lo que se llama ahamkara o sentimiento del ego, y ese sujeto pone en marcha la mente (chitta) .y eres víctima de la infelicidad que produce la separación del ser.
Esta inteligencia objetiva y limitada, que es distinta del autoconocimiento, constituye la mente, y es la raíz del sufrimiento. Cuando has comprendido que todo esto sólo es ser, ya no hay mente, ni sujeto, ni objeto, ni pensamiento, no hay nada, sólo ser que es conciencia pura. Pero cuando piensas que eres un Jiva(es decir un individuo separado del ser cósmico) surge la mente y con ella el sufrimiento. Cuando sabes que eres el ser y que el Jiva y los objetos no existen, la mente deja de funcionar y reina una felicidad sin límites. A la luz de la verdad de que todo este universo sólo es ser, conciencia, la mente no existe. El miedo sólo perdura mientras la serpiente de la mente está en el cuerpo;
cuando nos deshacemos de ella por la práctica del yoga, ¿dónde puede esconderse la causa del miedo?
Cuando el ser, olvidándose de sí mismo, se identifica con los objetos que ve y experiencia, surge el veneno del deseo que lo contamina y pervierte. Este deseo potencia la ilusión. Los dioses como Shiva, son capaces de enfrentarse con el fuego de la disolución cósmica, pero nadie puede luchar con el fuego del deseo que todo lo consume. Las más terribles calamidades de este mundo sólo son frutos del deseo, querido Rama. Aunque no puede verse por su extrema sutilidad, este deseo es capaz de destruir la carne, los huesos y la sangre. A veces parece atenuarse, pero al momento siguiente se extiende incontenible por todo el cuerpo abrasando todo lo que encuentra a su paso. Afligido por él, el hombre se siente desgraciado, débil, opaco, mezquino, iluso, miserable y fracasado.
Cuando cesa el deseo, la fuerza vital del hombre es pura y todas las cualidades y virtudes divinas penetran en su corazón. El torrente del deseo fluye solamente en el corazón de las personas ignorantes. Igual que un animal cae en la trampa por su deseo de alimento, el hombre cae en el infierno siguiendo el rastro del deseo. La peor de las cegueras es suave comparada con la ceguera que el deseo produce en nuestro corazón en menos tiempo del que cuesta decirlo.
Los deseos nos empequeñecen: hasta el señor Vishnu se convirtió en un enano cuando quiso pedir limosna. Es obvio que ese deseo que destruye la vida de los seres debe mantenerse siempre bajo control.
Sin embargo, el sol brilla sobre la tierra a causa del deseo, y el viento sopla, las montañas se yerguen altivas y la tierra soporta a los seres vivientes también a causa del deseo; los tres mundos sólo existen a causa del deseo. Todos los seres que viven en ellos están sujetos por la soga del deseo, más dura de romper que la cadena más sólida y resistente.
En consecuencia, querido Rama, debes librarte del deseo abandonando el pensamiento y la conceptualización. La mente no puede existir sin pensar y conceptualizar todo lo que observa. Procura que las ideas de yo, tú y esto, no broten en tu mente, porque estas ideas son la causa de toda esperanza y toda expectativa. Si puedes evitar la construcción de estas ideas pronto te convertirás en un hombre sabio. El deseo no es distinto del sentimiento del yo, que hemos llamado ahamkara, y éste es la fuente de todos los pecados. Corta de raíz este sentimiento del yo con la espada afilada del no yo, y no tengas miedo a nada de lo que existe.
Rama dijo entonces, ciertamente sorprendido:
Señor, tú me aconsejas que abandone el sentido del yo y el deseo que brota de él. Si lo consigo, me desharé de este cuerpo y de todo lo que se basa en el sentimiento del yo.
Porque el cuerpo y la fuerza vital descansan en el soporte del ego. El árbol cae sin remedio cuando cortamos su raíz. ¿Pero cómo puedo abandonar este sentimiento del yo y seguir viviendo?.
Vasishtha respondió con paciencia:
Rama, el abandono de todas las ideas, tendencias y conceptos puede conseguirse de dos maneras: o bien por medio del conocimiento o comprensión directa, o bien por la contemplación de esa única idea. Te describiré los dos métodos con detalle.
El rey y su ministro, Brahman y la mente
Hijo mío, hay una enorme esfera que puede contener en su interior los tres mundos. En ella no hay lagos, ni océanos, ni montañas, ni bosques, ni ríos, ni tierra, ni cielo, ni vientos, ni luna, ni dioses, ni demonios, ni vegetación, ni paraíso, ni alto, ni bajo, ni palabras; en ella no existo yo, ni dioses como Vishnu o Shiva. Allí sólo existe el uno, que es la luz suprema. Es omnipotente y omnipresente, todo lo que hay, y permanece en silencio como si estuviera inactivo. Incitado por él, que es el verdadero rey, su ministro lo hace todo: lo que no ha sido hecho, lo construye y lo que ha sido hecho, lo transforma o lo destruye. Pero este ministro no es capaz de disfrutar de lo que hace, ni siquiera lo conoce ni sabe que lo hace: ignorante e inconsciente de todo, hace lo que le manda su señor, el rey. Y el rey está solo, en silencio, en la paz eterna.
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