Para que en la gente amanezca la sabiduría del discernimiento, antes los mayores deben dar un ejemplo de discernimiento y desapego. Si ellos corren tras los placeres sensoriales con febril excitación, ¿cómo podría culparse a los jóvenes por su egoísmo y codicia? Los mayores deben practicar lo que predican, mostrar cómo una vida divina otorga equilibrio mental, alegría, contento y armonía. También deben pasar al menos algún tiempo cada día recitando el Nombre del Señor, o en meditación. Entonces los niños absorberán esa atmósfera, y con seguridad adquirirán la paz. Hoy, muchos hablan con gran ardor de que no hay nada tan dulce como el Nombre del Señor, pero no lo repiten en absoluto. Los niños descubren rápidamente el engaño, si uno descuida su propio progreso en el camino espiritual, pero al mismo tiempo lo predica. La responsabilidad de aquellos que profesan el camino espiritual es grande, y no debe ser socavada.
- Divine Discourse, Dec 14, 1958. |
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