Cuando la angustia del corazón de un devoto se expresa como llanto, un gemido o un suspiro, el Señor corre al rescate; el Señor siempre está a la distancia que puede alcanzar un grito o un llamado de desesperación. Él está siempre alerta para escuchar el grito o llamado de Sus hijos. Su residencia se encuentra a una distancia en que se escucha cada llamado de cada corazón acongojado. Recuerden, el Señor carece de apegos y de odios. Es Su naturaleza el apoyar, nutrir y proteger a los justos y reprender a los errados. Siempre está centrado en restituirle a los seres humanos la visión para que encaminen sus pasos por la senda de la moralidad y el control de sí mismos, como para que puedan alcanzar el Autoconocimiento.
- Divine Discourse, Aug 19, 1965. |
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