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jueves, 19 de julio de 2012

PROBLEMAS DE LOS GOBIERNO - RAMATIS

Capítulo VII

PROBLEMAS DE LOS GOBIERNOS

 

Pregunta: ¿Por qué el sistema de los gobiernos de nuestro mundo no corresponde integralmente a las ansiedades de los pue­blos que rigen?

Ramatís:. Conforme conceptúa la Ley Espiritual, ''A cada uno le será dado según sus obras", de ahí que también se justifica el viejo refrán que dice "El pueblo tiene el gobierno que merece". La humanidad terrícola todavía está insatisfecha, es turbulenta y se divide en agrupaciones nacionalistas y adversas, así como también en doctrinas religiosas y credos separativistas que sólo tratan de defender intereses propios por medio de conflictos recí­procos.

Los pueblos de la tierra son egoístas, belicosos, indisciplina­dos, celosos, avaros, racistas y orgullosos, cuando se trata de nacio­nes poderosas y dominantes; pero se manifiestan indefensos e injustificadamente sometidos cuando son humillados por las gue­rras a través de los adversarios victoriosos. Esas naciones nos recuerdan a las personas que se descontrolan en sus emociones, y son capaces de llegar a los peores extremos en su ambición y violencia cuando son fuertes e independientes, pero se acobardan servilmente ni bien se tumban sus pedestales de viento.

Los pueblos gritan y protestan contra sus dirigentes, tildán­dolos de políticos ambiciosos y corrompidos, porque no satisfacen totalmente sus pretensiones personales. Sin embargo, olvidan que son gobernados por hombres de la misma fuente humana, o gene­rados en el medio ambiente, los que únicamente reflejan la idio­sincrasia de la mayoría que es gobernada. Los electores eligen a sus dirigentes por su libre y espontánea voluntad, mientras que gran parte de ellos cometen irregularidades, perfidias y estrategias para llegar a elegir a su candidato favorito o a quien le formula mejores promesas para el futuro. Evidentemente en un clima de deshonestidad, ambiciones e intereses de grupos, jamás surgirá un candidato que se encuentre exceptuado de fallas o defectos, por el solo hecho de estar representando la síntesis de sus electores.

Los mandatarios son el producto del medio que gobiernan y proporcionan los frutos según el tipo de cultura del terreno donde se nutren.

Pregunta: Sin embargo, algunos pueblos o naciones han sido gobernados por hombres inteligentes, hábiles y honestos, que superaron el medio defectuoso donde se generaron, ¿Cuál es vues­tra opinión?

Ramatís: En la distribución de la carga espiritual que ha de conformar a la humanidad terrícola, la "Administración Sideral" del orbe escoge ciertas épocas para la encarnación de los espíritus preparados y destinados para regir o gobernar a determinadas naciones. Son verdaderos valores, en lo espiritual, para que la humanidad no se atrofie en un bajo nivel intelectivo, artístico y moral. Esos magníficos conductores introducen rumbos acertados y desalojan del medio a los anteriores y corrompidos mandatarios. De la misma forma, otras entidades, de menor graduación sideral, pero correctas, dinámicas y filantrópicas, son puestas en lugares claves, como la dirección de industrias, instituciones culturales y científicas del mundo, apresurando el sentido y los objetivos finan­cieros y económicos del mundo, que han de servir a las masas de menores recursos.

He ahí por qué la humanidad terrícola, en ciertas épocas, presenta índices espirituales que tanto mejora o empeora, demos­trando cuando predomina en su seno la carga de espíritus buenos o defectuosos. La cualidad del orbe terráqueo, a pesar de su natu­raleza de escuela primaria, en cierto tiempo de su trayectoria acusa predominio en su ascensión. En determinadas fases, el planeta entra en convulsión por los conflictos bélicos y por la presión de una gran cantidad de tiranos y conquistadores, domi­nados por instintos y pasiones, desconociendo los sentimientos comunes de los pueblos. Trabajase el terreno y resalta la hierba dañina, sofocando los tiernos brotes de la buena simiente. Mien­tras tanto, también se matizan esos períodos con otros de paz y trabajo fructífero, compensando las violencias y destrucciones del pasado. Ciudades antiguas, faltas de higiene e inapropiadas para la naturaleza evolucionada del ciudadano terrícola, más tarde son destruidas por el "enemigo", resurgiendo de sus ruinas otras demarcaciones que son compatibles con una población que antes carecía de oxígeno, luz y jardines.

En la Edad Media dominaron la tierra espíritus de las tinie­blas, crueles y verdaderos primitivos de la espiritualidad, que aliados con los políticos y religiosos del mundo, amordazaron con­ciencias, toleraron el libertinaje, revolvieron el lodazal de las pasiones animales, vulgarizaron el arte, redujeron el derecho de creencia y oscurecieron los más simples ideales humanos. Después de esa experiencia tenebrosa en afinidad con la carga espiritual encarnada, la dirección de lo Alto frenó el descenso en masa de los espíritus diabólicos y programó la encarnación de espíritus de mejor condición espiritual, y reactivó en el plano-tierra el arte, liberando la devoción religiosa y dando entrada a la bella vida del período renacentista.1

Pregunta: Sin embargo, los sistemas políticos, promovidos por los principales organismos del pueblo, siempre tratan de elegir un buen gobierno, ¿no es verdad?

Ramatís: Los terrícolas ingenuamente crean sistemas de "istmos" y doctrinas cuyo norte son los intereses particulares para dirigir un "todo", cuando el sistema directriz debiera ser el resultado y el producto de un sentido superior para toda la comunidad. Considerando que la reina de un hermoso jardín debería ser la flor más fragante y bella, obviamente el gobierno de una nación debería entregarse al ciudadano de mejor prepa­ración intelectual, moral y sentimental. Como máximo exponente de la cualidad de su pueblo, deberá demostrar con el ejemplo los valores que a través de su vida ciudadana consiguió, y que a partir de ese instante, accionará a favor de la colectividad.

Ninguna nación o pueblo consigue soluciones políticas satis­factorias, dejándose gobernar por cualquier "molde" doctrinario o político, producto de un grupo de personas asociadas por sim­patías y gustos particulares y formando una organización aparte. Es absurdo que un conjunto de criaturas de preferencias políticas y personales pretendan dirigir al resto mayoritario y variadísimo en su gama mental, psíquica y emotiva, como son los integrantes de una nación, es decir, la propia humanidad. ¡No se puede hacer con la masa humana lo que se hace con la masa de confites, donde el molde escogido por el confitero es el que determina la forma del dulce! No es la forma dada al confite lo que determina su cualidad sino lo que corresponde a su contenido. Un sistema, doctrina o partido político es un molde a ser llenado por determi­nado tipo de hombres afines en sus ideas, gustos e intenciones. Son los ingredientes particulares los que a veces no satisfacen al todo colectivo que demuestra ser del más variado contenido.

De ahí la incoherencia de algunos individuos para crear un sistema o partido político para dirigir un todo humano, cuyo sistema debería ser la síntesis del conjunto a ser gobernado. Es algo parecido a lo existente con respecto a la disciplina y al equi­librio en la función de diversos órganos del cuerpo humano que, para sobrevivir mutuamente, se someten a la regencia del cerebro, es decir, la síntesis que dirige a todo el conjunto orgánico. El cerebro no particulariza pero dirige a cada órgano conforme a su función y necesidad, atendiendo específicamente el equilibrio y la armonía del conjunto. Sería poco aconsejable que el hígado, por ejemplo, resolviera crear un sistema basado en su propia función hepática, pretendiendo que ese "hepatismo" gobernara todas las necesidades del cuerpo humano. Un pueblo o una nación, indiscu­tiblemente, es un todo orgánico que materializa la síntesis de una sola voluntad psíquica y que debe someterse a una dirección espi­ritual superior. La elección de un gobernante debería regirse por las normas de un riguroso "concurso", tal como se aplica en las funciones públicas, en vez de ser el producto de un grupo de voluntades, aliadas bajo un sistema o partido político. Es nece­sario que ese hombre seleccionado para tan elevado cargo público, presente, lo más que pueda, su elevado índice de sabiduría, razón y sentimientos investigados por todo el conjunto a ser gobernado. En caso contrario, el todo pasa a obedecer a una dirección pro­puesta por intereses particulares y que no le podrá proporcionar el equilibrio y la armonía, que sólo es posible a través de un conocimiento global.

 

 

1 "Y Dios tomó el dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás y le ató por mil años". "Apocalipsis del Apóstol Juan; cap. XX, 2". Bajo el examen de los investigadores del asunto, se considera que tal hecho encuadra perfectamente en el "fin de la Edad Media".

Pregunta: ¿Nos podéis explicar mejor ese asunto?

Ramatís: El gobierno de una nación terrícola comúnmente ignora su inmensa responsabilidad asumida ante la "Administración Sideral", la que en realidad es la que gobierna el planeta. De ahí que se juzga autorizado e independiente detentor de un "poder máximo" sobre la colectividad, sin necesidad de tener ningún tipo de obligación con el Gobierno Oculto que acciona desde el Mundo Espiritual. Mientras tanto, el emperador, el rey, el gobernador o el mismo dictador no dejan de ser los agraciados con la confianza divina, por cuyo motivo les será exigido después de la muerte corporal, las más severas cuentas por sus trabajos en la materia. Jamás serán tolerados cuando distorsionen el sen­tido de su gobierno en favor de sus intereses particulares y del enriquecimiento de su "familia", pues la Ley Espiritual no les perdona la mínima subversión de los intereses del patrimonio público.

El gobierno en la tierra deriva de los compromisos esquema­tizados y asumidos en el Espacio por sus responsables, puesto que en la conducción de una nación se incluye la recuperación kármica de los individuos que conforman el conjunto de los gobernados. Cada espíritu encarnado está vinculado a un organigrama sideral, donde se tasan todas las posibilidades de éxito y fracaso eventuales en la ruta kármica. Después de la desencarnación cada hombre rinde cuenta de sus realizaciones en el mundo material y es res­ponsable de las irregularidades cometidas. Desgraciado del gober­nante terreno que, debido a su ambición política o falta de escrúpulos altera, perturba o modifica la vida de sus gobernados, impidiéndoles cumplir con ciertas tareas kármicas o apartándolos de los objetivos de responsabilidad espiritual. De ahí el concepto sideral tan popular en el mundo espiritual: "¡Más vale ser mil veces un apóstol del Cristo, que un ministro de Estado!"...

Pregunta: ¿Creemos que los políticos del mundo no toman con la debida seriedad vuestras advertencias, respecto a la respon­sabilidad que les pesa delante de la "Administración Sideral" de la tierra?

Ramatís: Sin lugar a dudas, que es de índole humana subes­timar y desechar todo aquello que no puede ser comprobado concretamente bajo las leyes del mundo físico. A pesar de que los políticos desconfíen de nuestras advertencias, la vida en el mundo material no es producto del "acaso", ni sucede por capri­cho de nadie. La tierra, en su función de escuela de alfabetización espiritual, obedece a un planeamiento vinculado a las otras huma­nidades de la constelación solar, por cuyo motivo, es auténtico el concepto popular que dice: "No cae un solo cabello de vuestra cabeza sin que Dios no lo sepa''. Por eso, el hombre que ambiciona las glorias transitorias de los cargos políticos y públicos del mundo, que lo haga de modo sensato, digno y beneficioso, pues la Ley del Karma lo juzgará en la medida de sus realizaciones, buenas o malas. Quien roba en la tierra aquello que la Administración de lo Alto puso en sus manos para felicidad de los ajenos, tendrá que respon­der por las perturbaciones e injusticias emanadas de sus actos, puesto que se desvió de su objetivo espiritual. La Justicia Divina, dice que "La siembra es libre, mas la cosecha, obligatoria"...

Pregunta: En verdad, hay políticos que suben al poder siendo delincuentes innatos, y serían lo mismo en la vida común de ciudadanos.  ¿Cuál es vuestra opinión al respecto?

Ramatís: No tenemos dudas, pues muchos políticos no deja­rían de ser ladrones comunes, si la oportunidad no los hubiera llevado a ejercer en la Administración Pública. Por otra parte, es más perdonable delante de Dios el ladrón que arriesga su vida robando cosas de limitado valor, que el gobernante o político que roba detrás de la escribanía, munido de pluma y papel sellado en vez de llaves ganzúas, y aun protegido por la inmunidad del cargo. Desgraciadamente, en la esfera política del mundo, alimen­tada por los partidos, doctrinas y sistemas específicos, existen ciertas personas que hubieran sido verdaderos problemas para la policía si les hubiera tocado vivir en la pobreza, pero al haberles tocado el clima favorable de la Administración Pública llevan con éxito su habilidad como delincuentes.

Pregunta: ¿Qué nos podéis decir de los gobernantes que, una vez alcanzado el poder, se vuelven tiranos y llevan a sus pueblos a la ruina y la desesperación?

Ramatís: El déspota, el tirano, en general, es el producto del resentimiento o de la frustración contra el mundo. Cuando vive en la mediocridad es un servil, quejoso e inseguro en sus actos; retiene su ira interior y evita las complicaciones perjudiciales. Entonces, acumula energía por fuerza de su contención compul­siva, mientras que los extrovertidos dispersan sus fuerzas y mani­fiestan sus intenciones a la luz del día. En general, son envidiosos, celosos, ambiciosos y fácilmente hipócritas, ante la capacidad de esconder sus inadaptadas intenciones bajo preceptos morales y sociales de la vida en común. Odian con suma facilidad y, una vez resentidos, jamás olvidan la menor de las ofensas recibidas.

Cada gota de hostilidad recibida la contabilizan de tal forma, que exigen la compensación de un tonel en la hora oportuna.

Calígula, apodado ''El Botita'', adulaba a los fuertes, besaba los pies de los poderosos y se escondía debajo de la cama ante los inofensivos truenos; llevado a emperador, patrocinó las más asom­brosas crueldades y se vengó de aquellos a los que un día cortejó; Cortés era cuidador de puercos en su tierra, antes de volverse el cruel asesino de los aztecas, con lo que se vengó de las humillacio­nes recibidas en su infancia; Hitler era cocinero del ejército ale­mán en 1918, y un resentido contra sus superiores, incomprendido en la pintura paisajista que hacía, rechazado como actor dramático y huía constantemente de los judíos, que vivían pendientes de su vida para poder cobrarle los préstamos atrasados. Una vez que alcanzó el máximo poder en Alemania, centuplicó y dio rienda suelta a sus frustraciones, venganzas, enemistades y despechos que había acumulado en el transcurso de su juventud mediocre. Se vengó de sus antiguos superiores, jubilándolos o haciendo renun­ciar a militares de muy buena reputación; mandó quemar en la plaza pública obras culturales preciosas, impidió que se realizaran exposiciones artísticas de pintores modernos, que intentaban de­mostrar cosas sutiles y renovadoras, y ordenó cerrar los teatros que le habían negado su consagración dramática. Sin duda alguna, cuando mandó matar a los millones de judíos en los campos de con­centración, probablemente estaba atendiendo al resentimiento cau­sado por el antiguo acreedor, que le perseguía para cobrar los pagos atrasados. Humillado desde la infancia por su descendencia mediocre, no atendido en sus deseos de dirigir a las juventudes políticas y resentido por su vida, sin mayor trascendencia, sublimó su naturaleza psíquica, incapaz y enfermiza por el culto del ''superhombre de Nietzsche"...

Pero como el pueblo tiene el gobierno que merece, el pueblo alemán fue el caldo de cultura de Hitler en su megalomanía y rapiñaje, alimentándole las pasiones belicosas y el orgullo racista, y fortaleciendo los objetivos anómalos del "Führer", los alemanes apoyaron otros tipos de semejanza psicópata y delirio sadista, como Goering, Himmler, Goebels, Bormann, Jodl, Kaltenbrunner, Ribbentrop, Heydrich y otros más, cuyas siniestras acciones hicie­ron correr ríos de sangre de los infelices vencidos. Pero bajo la inflexible Ley del Karma, la misma juventud que aplaudió deli­ran temen te las masacres y los pillajes llevados a cabo por las huestes de Hitler, actualmente, envejecida y desilusionada, sufre a través del "muro de la vergüenza" de los rusos la infeliz cosecha de la simiente deteriorada.

Pregunta: ¿No podría ser un accidente imprevisto para la Administración Sideral la interferencia sufrida por la humanidad a través de Hitler, Aníbal, Gengis Kan o Napoleón?

Ramatís: Los acontecimientos que registra la historia por esos seres se encuadra perfectamente en las planificaciones de perfec­cionamiento de los espíritus encarnados y que forman parte de las naciones belicosas. Aunque los hechos sucedidos son indesea­bles, nos recuerdan a ciertas enfermedades que para ser curadas necesitan una terapia violenta y cáustica.

Es lastimoso que la humanidad terrícola todavía necesite tales recursos belicosos para procrear su reajuste kármico, masacrándose en las guerras fratricidas, destruyendo ciudades, sembradíos y parques preciosos, lo cual más tarde repercute en la miseria, neu­rosis y mutilación de los hombres. No tenemos dudas que el Bien también puede provenir del Mal, pero lo lógico es que el Bien se haga por el propio Bien.

Pregunta: Las campañas libertadoras de Napoleón ¿no die­ron beneficio al mundo?

Ramatís: Cuando la "Administración Sideral" de la tierra escogió al espíritu de Napoleón para demoler los feudos y reinados esclavistas del mundo, y liberar a muchas criaturas injustamente sometidas por los señores poderosos, y por venganzas políticas o personales, jamás le condonaron la vanidad de sobrepasar con sus ambiciones la naturaleza de su trabajo y brindar a sus parientes tronos principescos.

Indudablemente y en base al tipo primario espiritual que es la humanidad terrícola, el fenómeno Napoleón Bonaparte se ajusta perfectamente al molde de los acontecimientos belicosos, como una necesidad para romper la cadena que ella misma forjó en su camino tonto y ambicioso. Su actividad guerrera tuvo la finalidad de abrir fronteras y cárceles, ajustar derechos y proporcionar enseñanzas para el reajuste de las costumbres, rectificaciones de leyes y ampliación de cultura y educación. Napoleón Bonaparte, como casi todos los guerreros terrícolas, se endiosó en el poder transitorio de destronar reyes, ignorando que, a través de la reen­carnación, tales reyes y príncipes podían nacer como hijos de mayordomos o lacayos del palacio real. Hubo reyes, emperadores y  príncipes   tarados,  imbéciles,   enfermizos  y  genocidas   como Nerón, Calígula, Iván el Terrible, Heliogábalo y Cómodo, que en vez de ser encerrados en un manicomio, disponían de la vida de los ciudadanos como el carnicero de sus reses.

Entusiasmado por la fascinación del poder humano, Napoleón se juzgó un raro ejemplar sobre la faz de la tierra, y de esa forma intentó sobrepasar el esquema kármico, que lo Alto trazó con su destino. En consecuencia, después de la fugaz gloria que le dio el poder imperial, transitorio y oficializado por Pío VII, termi­naba sus tristes días en la isla de Santa Elena, lo cual le daba el tiempo suficiente para reflexionar respecto a la fragilidad de la vida humana y la imposibilidad del hombre para superar las directivas del Gobierno Oculto. Consiguió destronar reyes, vencer batallas memorables, erigirse en emperador y dominar Europa; pero, lastimosamente, no pudo eliminar el orgullo, la vanidad, la presunción, la crueldad ni la propia muerte. Por, lo tanto, igno­raba que lo genial es saberse gobernar a sí mismo, pues el supremo guerrero es aquel que vence las batallas de sus propias pasiones.

Pregunta: ¿Cuál es vuestra opinión sobre las revoluciones realizadas por los pueblos, para elegir un nuevo gobierno, honesto, criterioso y enderezado a eliminar la corrupción?

Ramatís: Es obvio que el vocablo revolución está indicando una iniciativa violenta para cambiar al régimen dominante, con la finalidad de atender las satisfacciones políticas de un pueblo, una nación o un grupo de hombres. Se comprueba así lo primario del hombre terrícola en su graduación espiritual, puesto que toda­vía no sabe resolver sus problemas sociales, políticos, patrios y morales, sin la violencia que genera el clima de odios y celos para alcanzar falsas glorias. Las cuestiones políticas, religiosas y socia­les dividen al pueblo en grupos adversos, manteniendo el clima de guerra permanente, ante la preocupación de cada sector para imponer su preferencia o simpatía.

Aunque las revoluciones glorifiquen a sus autores y los resalten en el altar de sus héroes, patriotas o salvadores del pueblo, en verdad, siempre existe un juego de intereses, en que los grupos dominados reaccionan contra los grupos dominantes. La revolución es un estado de espíritu en el hombre insatisfecho que piensa en "cambiar" de cualquier forma, y casi siempre procura casi exclusivamente su propio bien. Cuando ese oculto estado espiritual se exterioriza en forma de movimientos belicosos o luchas sangrientas, apenas materializa la insatisfacción de un grupo de hombres sintonizados en la misma frecuencia de los deseos. Sólo en casos muy raros un ideal exceptuado de intereses personales mueve una revolución en favor del pueblo, pues en general la codicia y la ambición son inherentes a los revoluciona­rios de todos los tiempos. La prueba la tenéis constantemente pues nuevas revoluciones sustituyen a las viejas porque los salva­dores del pueblo siempre cuidan de su propia salvación.

Por eso, a pesar del beneficio que a veces ciertas revoluciones proporcionan, bajo una intención superior, jamás pueden promo­ver la felicidad de un pueblo, porque no atienden específicamente los intereses totales de la colectividad, pero son generadas por grupos de hombres asociados, por la misma simpatía grupal. De ese modo, normalmente la proclamación de los "salvadores" es para un grupo afín que prestigia exclusivamente a sus miembros, desechando de la "salvación" a los depuestos y a los que no vibran sintónicamente con el movimiento revolucionario. Evidentemente, que si la felicidad, tolerancia, honestidad y el patriotismo de raza existieran unificados por un esquema evangélico sobre el bien ajeno, jamás habría necesidad de revoluciones, las cuales significan el corolario de una insatisfacción colectiva.

Por otra parte, los hombres terrícolas ignoran cuáles son los tipos de sus reacciones mentales y emotivas delante de los hechos extraordinarios a los cuales son arrojados imprevistamente. De ahí que pueden variar o excederse de los hábitos comunes, como cambiar el procedimiento conocido, demostrando, a veces, un anta­gonismo que trae aparejadas las características, que ya son muy bien conocidas. Quien fuera una incógnita para sí mismo, cuando ha sido elevado al cargo supremo de un pueblo, tanto puede ser benéfico como maléfico, dependiendo de las pasiones, intereses o ambiciones que lo dominan. Se sabe que muchos emperadores romanos comenzaron su reinado imbuidos de muy buenas inten­ciones, como sucedió con Nerón; mientras tanto, la voluptuosidad del poder, la presión de quienes interesadamente le rodeaban y las perspectivas del lujo y el placer, alimentó la vanidad y el orgullo, la venganza y otras pasiones indeseables. Hitler parecía un hom­bre inofensivo, servil y atento cuando era un simple cabo del ejército alemán, en la guerra del año 1914. Mientras tanto, fasci­nado por el gobierno y el poder, fue un verdadero flagelo para el mismo pueblo, al que olvidó en sus intenciones y pretendidos ideales de felicidad humana. Eso mismo sucede con los líderes revolucionarios, pues son muy raros los que consiguen quedar en el anonimato y no llegan a esclavizarse con las pasiones y vanida­des, que dormitan en lo íntimo de sus almas inmaduras.

Pregunta: Sin embargo, es evidente que el intento que los hombres realizan para cambiar el régimen de gobierno tiene la finalidad de eliminar lo corrompido para establecer lo sano; ¿no es verdad?

Ramatís: En calidad de espíritus desencarnados e interesados en cumplir con las órdenes del Cristo, no pretendemos analizar la "psicología de las revoluciones", ni las motivaciones políticas o sociales que las promueven. Mientras el hombre no cambie funda­mentalmente, vivirá constantemente en guerra con sus propias pasiones y vicios esclavizantes. Entonces no habrá paz y ventura en la tierra, sea cual fuere el tipo de doctrina o sistema adoptado que gobierne al pueblo. La revolución es inherente al alma del hombre terrícola, por eso es tan frecuente que por la tarde se arrepienta de aquello que hizo por la mañana, en una guerra constante consigo mismo. De esa forma, se establece la lucha silenciosa o ruidosa en el seno de la familia, de la vecindad, en las calles y en los establecimientos de trabajo. Los diarios comentan a grandes títulos robos, crímenes, violencias, asaltos, desmanes, locuras de borrachos, anormalidades de los drogadictos, adulterios, prostitución y corrupción pública. Creéis acaso que algunos líde­res políticos o patriotas exiliados, separados de sus funciones por conducta semejante, ¿podrían armonizar y solucionar ese estado crítico y revolucionario; innato en el hombre terrícola?

El advenimiento del Cristo también fue una revolución, pues por su trabajo sublime se cambiaron las formas del comporta­miento humano, puesto que ¡el amor debe sustituir al odio, la humildad al orgullo, la renuncia al pillaje, el bien al mal, la paz a la guerra!... El Maestro Jesús no se endiosó bajo la infantil vanidad de los distintivos y medallas pendiendo del pecho perece­dero, ni preparó hombres para la gloria del poder transitorio; sin embargo, revolucionó al mundo lavando los pies de los apóstoles y sacrificando su vida por la felicidad de la humanidad. Fue un revolucionario jamás igualado, porque enseñó el gobierno del espíritu sobre las pasiones y los vicios, en verdad ¡los peores enemigos del hombre! En las guerras o revoluciones los militares y civiles marchan eufóricos por las calles al son de la banda portando banderas, distintivos de guerra y fusiles modernos, como salvadores, que poco tiempo más tarde transforman sus patrias en ruinas. 2 Jesús, mientras tanto, era el "gran amigo", cuyo séquito revolucionario estaba integrado por viudas, pescadores y hombres pacíficos, que manoseaban las armas del Amor para esta­blecer la Paz y la Compasión en el alma.

A través de la silenciosa dirección del alma, Jesús instituyó la revolución del Amor, del Bien y de la Paz para toda la huma­nidad, ajena a las condiciones de razas, credos, sistemas políticos o entendimientos intelectivos.

 

2 Nota de Ramatís: Loamos a vuestro pueblo (Brasil), cuyas revolu­ciones tienden a solucionarse pacíficamente, sin derramamientos de sangre. Sólo las naciones "super desarrolladas" en espíritu saben resolver sus pro­blemas vitales y complejos políticos, distantes de la violencia y venganzas fratricidas. Be ahí, que la Dirección de lo Alto confía en que Brasil será el pueblo más fraterno y espiritualista del mundo, donde los militares cam­bian sus "manuales de guerra" por el Evangelio del Cristo, participando en las "cruzadas militaros espiritas" y movimientos pacíficos de la Umbanda.

Mientras Jesús modeló ese nuevo tipo de revolución total para la humanidad, los jefes revoluciona­rios de cada sector o país de la humanidad exigían y aún exigen, que se cumplan sus preferencias, simpatías y forma de juzgar al mundo, es decir, su forma y conducción particular debe ser el molde de todos sus adeptos. Cuando son genuinamente católicos, como Franco y Salazar, el clero amordaza y domina cualquier movimiento de espiritualismo liberal; si son ateos, hay relativa libertad para los mismos, pero amordazan las doctrinas religiosas desprotegidas por el régimen institucional, predisponiendo los cuadros melodramáticos de los martirios. Si fuera un gobierno espirita es muy posible que mandara cerrar las iglesias y los terreiros de la Umbanda; si fuera un gobierno fanatizado por la Umbanda, tal vez cerrara todos los centros kardecistas. Catalina de Médicis mataba a los católicos en Francia, pero Calvino, protes­tante, mató a Servet en Basilea, mientras que los hugonotes "mo­dernistas", que huían para la Nueva Inglaterra, eran asesinados por los fanáticos "conservadores" de la misma creencia. Los cruzados mataban a los fieles sarracenos, mientras que los musul­manes y budistas aún hoy se matan movidos por la ferocidad primitiva de los hombres del tiempo de las cavernas. Mientras tanto, ¿existe un fiel acatamiento a lo pregonado por el Maestro Jesús del "Ama a tu prójimo como a ti mismo"?

Y para los revolucionarios alimentados por el odio, venganza y deseos exagerados de patriotismo, el Divino Maestro les reco­mienda: "Aquel que perdiera la vida en mi nombre, la ganará por toda la eternidad".

De esa forma, aunque se justifica el motivo de las revoluciones en el mundo material terreno (intentando corregir la degeneración acostumbrada de la Administración Pública), aún regidas por hombres imperfectos, sólo hacen vibrar el corazón de los nuevos patriotas, ante la implantación de nuevos cambios. El pueblo se siente feliz con el advenimiento revolucionario en la creencia que el nuevo régimen ha de ser mejor que el gobierno destituido. En base a la proverbial imperfección humana, los "salvadores" de­caen" en sus ímpetus de euforia patriótica y en el transcurso del tiempo de su regencia pública, penetran en el movimiento libera­dor, hombres oportunistas, mediocres, ambiciosos e hipócritas, cuyo mimetismo de patriotismo retardado llega a impresionar a los auténticos. De ahí el aforismo tan común que dice: "Escoba nueva barre bien".

Pero, inexorablemente, como es tan común en vuestro orbe terráqueo, poco a poco se van deteriorando los sanos fundamentos trazados por los revolucionarios sinceros, que más tarde se sor­prenden al tener que soportar las mismas enfermedades legisla­tivas, sociales, morales y administrativas de sus antecesores, juzgados de incompetentes e inescrupulosos. Sin lugar a dudas, que todo eso sucede porque el mejor gobierno revolucionario del mundo podrá modificar el contenido político de un pueblo, pero jamás su contenido moral y espiritual, que requiere una especie de revolución endógena en el alma enferma.

Pregunta: Un gobierno inteligente, trabajador y honesto, ¿no podría proporcionar un índice de vida más compatible con las necesidades de su pueblo?

Ramatís: No basta proporcionar el ambiente favorable para el advenimiento tecnológico o científico, para que el pueblo adquie­ra la comprensión de sí mismo, puesto que hasta los sabios, cientí­ficos, técnicos y grandes cerebros en lo político y filosófico del mundo se han vuelto asesinos o corrompidos morales. Evidente­mente, que esos seres tuvieron los recursos necesarios para alcanzar realizaciones superiores sobre la mayoría de la humanidad; pero su mediocridad espiritual los llevó a cometer crímenes y actos condenables. De esa forma, sacamos la irreversible conclusión que los más especializados ambientes en lo técnico, científico e intelectual del mundo, jamás proporcionarán la educación espiri­tual que sólo es posible a través del Código, esto es, el Evangelio del Cristo.

En la era prehistórica los hombres se mataban con pedazos de palos; después se destruían a la distancia con grandes trozos de piedras, lanzadas por catapultas; más tarde lo hacían en duelo a capa y espada; después pasaron a la técnica de quemar a los herejes en las hogueras de la Inquisición o matando por medio de arcabuces en las sangrientas acometidas de las Cruzadas en Asia, o en la "Noche de San Bartolomé'', en Francia. Finalmente, el mundo fue agraciado por un grande y revolucionario invento técnico basado en las ediciones de libros, revistas y panfletos, accesibles a todas las criaturas. El primitivo hombre de las caver­nas se transformó en un elegante ciudadano, vestido de casimir y de cara bien afeitada, dirigiendo la creación de las computadoras, submarinos atómicos, cohetes teleguiados, satélites artificiales y aeronaves que se posan sobre la superficie de la luna, además de disponer a gusto de la fabulosa fuerza extraída de la intimidad atómica. Es el poderoso mago moderno, cuyas hazañas dirigidas por control remoto y con la capacidad de dividir a su propio planeta, ¡ponen a la altura de un poroto al legendario genio de la "lámpara de Aladino"!

Esa sería más que suficiente para mejorar el índice educativo, moral y social para el pueblo; sin embargo, el terrícola sólo refino su arte de matar, probando una vez más que toda realización exceptuada de la égida del Evangelio del Cristo, es infructífera y criticable. Es de sentido común que los gobiernos inteligentes y dinámicos son los únicos que favorecen el clima apropiado para el desarrollo de la ciencia y la técnica, medios que proporcionan y adecuan los mismos para el confort y necesidad de la humanidad terrena. La radio pone en contacto al hombre con todas las lati­tudes geográficas del orbe y la televisión ofrece las imágenes de los pueblos más alejados e inconcebibles. La mujer moderna se encuentra liberada en un gran porcentaje de tiempo de las tareas domésticas, pues la cocina a gas, la heladera eléctrica, la lustradora de pisos y demás aparatos que simplifican funciones personales, permiten una mayor expansión para otras fuentes de dedicación y cultura.

En base a esas realizaciones técnicas, científicas y culturales de la época, los ricos de antes hoy serían bastante pobres, puesto que su fortuna era mantenida sin actividad alguna, dado que no existía la vivacidad y verdadera revolución que manifiestan las cosas y hechos modernos, que son capaces de hacer ilusionar a cualquier persona de bajo nivel mental,   La divulgación de las enseñanzas, facilitada por la gran emisión de libros, la cultura a través de los cursos básicos, intensivos y la técnica electrónica, como así también el mejoramiento impuesto en la ropa de vestir, tanto para el profesional como para el obrero, las soluciones vitamínicas, el control específico sobre el recién nacido, el examen prenupcial, la hibernación, el trasplante de corazón, riñones, páncreas y ojos, como así también el uso de las píldoras anticon­ceptivas, proporcionan al hombre del siglo XX una vida ventu­rosa. La era del plástico, la modernización de los institutos de enseñanza, la alimentación sintética y enlatada, la asistencia social y la providencia a través de los seguros, la intelectualización de los militares, la ayuda prestada a la vejez por medio de los asilos, las grandes instituciones deportivas, nosocomios, institutos de recuperación mental, aparatos modernos para ciegos, impedidos físicos y sordomudos, por ventura, ¿fueron capaces de solucionar los ingentes problemas milenarios del espíritu?

Pregunta: ¿Podéis explicarnos en forma un poco más obje­tiva ese asunto?

Ramatís: ¿Qué hace el hombre moderno, científicamente pre­parado, psicoanalizado, chequeado física, intelectual y psíquica­mente? Se adapta a todos los descubrimientos científicos, conoce los diversos matices de la psicología moderna, quema fosfatos en la tenaz investigación parapsicología, dirige pequeñas centrales de computadoras, controla "robots" que son capaces de pulverizar a millares de personas al simple toque de un botón electrónico, como lo hizo en Hiroshima. En fin, ¿qué diferencia existe entre el presente del hombre terrícola, con el pasado, de la era del troglodita? Antiguamente, cuando vivía en las cavernas, mataba al prójimo a garrotazos; hoy lo asesina con la perfecta pistola de silenciador; arrastraba la mujer del vecino troglodita campo afuera, para satisfacer sus instintos; hoy hace lo mismo con la mujer del amigo, ¡transportándola en el moderno automóvil! Antes vivía en las grutas de piedras, actualmente imita la vida de los insectos, viviendo en bloques de cemento; antaño se quemaba a los herejes en las plazas públicas; en el presente, se los pulveriza bajo la explosión atómica. Hace milenios pasaban los carros con puntas de hierro sobre compactas alfombras, formados por los cuerpos de niños, viejos y mujeres en las tropelías bíblicas; hoy se los aplasta bajo la oruga de los tanques homicidas.3

La técnica y la ciencia unidas para los mismos objetivos ofrecen actualmente brillantes y eficientes caminos para que el terrícola ejerza su incuria espiritual. Aquí, destruye a infelices personas sub nutridas y acobardadas bajo el fuego líquido del "napalm"; allí, por medio de la bomba atómica, hace desaparecer de la superficie de la tierra a los enemigos de raza diferente; acullá, masacra los cuerpos de los jóvenes bajo la metralla en defensa de los atontados sistemas políticos. En tiempos pasados, el ser humano viajaba algunas semanas a caballo para enterrar el puñal en la barriga del adversario; hoy, gracias al avión a tur­bina y supersónico puede desayunar en Nueva York, almorzar en Lisboa y matar a su contrario en París, ¡a la hora de la cena! Innegablemente, hubo una significativa evolución de la humanidad respecto a sus métodos modernos para matar, puesto que se puede eliminar millares de criaturas en pocos minutos, lo que antes exigía meses y en algunos casos hasta años de batallas ininterrumpidas.

A pesar de tantas y sorprendentes realizaciones, la humanidad terrícola todavía es incapaz de ser feliz, pues enfrenta los mismos problemas de orden espiritual de antaño. Los partidos políticos, los sistemas doctrinarios, las castas sociales y las segregaciones raciales forman tremendas limitaciones verrugosas en el cuerpo saludable de la vida hecha por Dios. A pesar de las reuniones amistosas de las clases profesionales, de las confraternizaciones artísticas, de los congresos eucarísticos, de los simposios de espi­ritas y de otras iniciativas espiritualistas modernas, apenas se observa una demostración que exalta la oratoria, pero sin resul­tados prácticos, porque los hombres, en lo íntimo de sus almas, todavía dependen de las superficialidades y de los intereses del mundo transitorio de la carne.

Muy pocas son las criaturas a quienes les importa investigar la autenticidad del espíritu inmortal en su manifestación educativa sobre la faz del mundo, a fin de dirigir la vida bajo el imperativo de un orden superior. Por esa causa, los hombres no saben gober­nar y gobernarse, hasta que llegue el día en que aprendan a colocar las circunstancias provisorias de la existencia física por debajo de las normas de la vida eterna y verdadera del espíritu.

Pregunta: ¿Que nos podéis decir sobre las doctrinas socia­lista, fascista, democrática o nazista?

Ramatís: Es natural que en nuestra condición de espíritus desencarnados no nos preocupan los rótulos, fórmulas, preconceptos políticos, racistas o "istmos" que identifican a los movimientos socialistas, nazistas, democráticos, capitalistas o fascistas de poca importancia para el aspecto exterior, puesto que el contenido continúa deteriorado.

Son iniciativas que desean formalizar una cúpula de protec­ción para ciertos grupos de hombres congregados por simpatía personal y dedicados a la misma concepción política, y que consi­deran como la panacea preferida para solucionar todos los pro­blemas humanos. De ahí el fanatismo y la sumisión servil de esos grupos a "su" sistema político, que consideran el mejor del mundo, aunque ello sea del desagrado de otras doctrinas seme­jantes. Indudablemente, tales sistemas por más lógicos que lo crean, serán superados por el tiempo en base a la modificación y evolución de las costumbres y temperamentos de los hombres. La historia es pródiga para comprobar los innumerables sistemas y doctrinas económicas, políticas, filosóficas y hasta educacionales, que de forma alguna hoy podrían ajustarse al pensamiento y a la emotividad del hombre atómico. Tales sistemas pueden atender las necesidades de un pueblo, en determinada época y en los límites idiosincrásicos de ese pueblo, pero jamás servirán para la cobertura de toda la humanidad, ni siquiera de otra nación. Ade­más, tratándose de conjuntos de hombres de espíritu primario, como son los terrícolas, sus sistemas y doctrinas están plagados de los mismos defectos que tales hombres no pudieron eliminar en sí mismos. No importa ser nazista, demócrata, capitalista, fas­cista o socialista, ni la ardiente preocupación por "salvar" a la humanidad por medio de su sistema político más simpático, puesto que el hombre todavía no consigue "salvarse" a sí mismo, libe­rándose del vicio de fumar, beber y comer las vísceras sangrientas de los hermanos inferiores; ni siquiera sabe dominar las pasiones que le corroen el alma.   Ello tanto afecta al individuo como al pueblo, sistema o doctrina que intenta la salvación política de otra nación, pero sobrecargada por las mismas infamias, avaricias, inescrupulosidades, odios, vicios y venganzas partidarias.

 

   3  Véase en el Libro Segundo de los Reyes, capitulo XII vers. 31 de la Biblia (versión española del Edmo. P. Phelipe Beio de San Miguel, ed. por W. M. Watts, Londres, 1866), sobre las bárbaras matanzas de David y sus ejércitos sobre los amonitas, cuando mandaba pasar las carrozas con puntas de hierro' sobre los infelices prisioneros extendidos a lo largo del camino. Cuando los judíos eran llevados hacia el campo«de concentración de Treblinka, en la última guerra nazista, hubo casos en donde los tanques alemanes los aplastaban, al no poder escapar por estar bloqueada la carre­tera, cuyas orugas al girar ensangrentadas, mostraban pedazos de hígado, riñones, corazones y piernas de los masacrados. Ver la obra sobre Treblinka.

Pregunta: Entre los sistemas nombrados, ¿uno de ellos no podría solucionar eficientemente los problemas del mundo?

Ramatís: Doctrina por doctrina, sistema por sistema o "istmo" por "istmo", ideados y compilados por hombres defectuosos, es preferible el " Evangelismo", o doctrina de Jesús que, además de haber sido el hombre más santo y sabio, es el mejor amigo del hombre. Es una doctrina sana, universalista e incriticable, que siendo practicada por todos los hombres, elimina definitivamente las dificultades, carencias y desventuras de la humanidad. No tiene estructura capitalista, fascista, democrática, nazista o socia­lista sino que se rige por una regla áurea e irreductible, que es el sublime sentimiento del Amor. Los hombres no se salvan substi­tuyendo sistemas políticos, sino mediante ¡el ejercicio incondicio­nal del Amor!... En el desierto de la vida humana, la doctrina de Jesús es el "oasis" capaz de mitigar la sed del viajante más desventurado. Es la fórmula inalterable en cualquier latitud geográfica del mundo, clima social, político o religioso, así como también la más avanzada solución moral y espiritual de las relacio­nes entre los hombres. "Ama a tu prójimo como a ti mismo" y "Haz a los otros lo que quisieras que te hagan a ti mismo", no se refiere específicamente a grupos de hombres socialistas, fascistas, demócratas, nazistas, capitalistas o comunistas, sino ¡al género humano!

Los hombres pueden alegar que es difícil vivir el Evangelio, tal como el Maestro Jesús lo vivió; pero ningún hombre del mundo podrá negar que si tal Código Moral fuera practicado por la humanidad, se eliminarían todos los problemas económicos, finan­cieros, políticos, morales, racistas, religiosos, y hasta se recupe­raría la salud humana ante la inevitable liberación de los vicios y pasiones mórbidas. En consecuencia, no somos partidarios de ningún partido, doctrina o sistema político, filosófico o religioso del mundo, pero sí estamos con el "amor" pregonado y vivido por el Cristo Jesús, el cual es independiente de cualquier diferen­ciación de raza, cultura, fortuna, política o religión.

Pregunta: Tratándose de un asunto de suma importancia para nuestras observaciones y aprendizaje, desearíamos recibir otras consideraciones  de  vuestra parte  y  relacionadas  con  el "Evangelio de Jesús", en una confrontación con las doctrinas del mundo.

Ramatís: Es de sentido común que la salud de un grupo de personas depende de la salud de sus integrantes; en consecuencia el equilibrio, la armonía y eficiencia de un sistema político, social, cultural, religioso o filosófico, tendrá que depender, fundamen­talmente, de las condiciones saludables de las partes. La belleza panorámica de un jardín depende de la armonía y coherencia estética entre las especies florales que lo conforman.

De esa forma, los gobernados no pueden criticar a sus gobier­nos, dado que ellos conforman la cobertura o superestructura de los valores positivos y negativos del pueblo a que están vinculados. Muchas veces, los individuos de cierto sistema político exigen un gobierno perfecto dentro de un ambiente en donde se hacen y conscienten las más censurables relaciones ilícitas de orden comer­cial, político o moral. Agiotistas, ladrones, homosexuales, mistifi­cadores, hipócritas, prostitutas, avaros, falsarios, inmorales, faná­ticos, terroristas, homicidas, alcohólatras y otros viciosos no se cansan de censurar y arrasar al gobierno que le dieron su voto, exigiendo un hombre iluminado ¡en medio de su propia abomi­nación!

Están los que critican la administración pública sentados a la mesa, bebiendo abundante alcohol y en ambientes corrompidos y de baja moral; aquí el negociante acusa severamente la inescrupulosidad del gobierno, mientras él roba furtivamente en el peso de la mercadería; allí, el ciudadano se enfurece exigiendo más asistencia pública, mientras que él evade el cumplimiento de las ordenanzas fiscales; acullá, se comenta los grandes negociados por parte de los representantes del gobierno, pero se escucha esto ¡en la radio comprada de contrabando! Entonces, se exige a los responsables administrativos el máximo de perfección, mientras ellos practican toda clase de actividades ilícitas y censurables, fuera de la moral común.

Evidentemente, muy poco importa la naturaleza de los siste­mas políticos o doctrinarios del mundo en donde se apliquen, si los hombres que los conforman son aún ineptos, inmorales, deshones­tos, agiotistas, fanáticos, racistas, viciosos y malignos. Así como el vino ácido no se modifica en su contenido por el simple cambio de su rótulo, el mundo jamás logrará su equilibrio cambiando su sistema político, o marbetes "salvadores" que no mejoran el contenido humano. De ahí el privilegio que sustenta el Evangelio, puesto que es el fruto de una vida mejor que redunda en benefi­cio y para la felicidad del género humano, el cual es el denomi­nador común de un estado de espíritu superior, como es el Amor, que se encuentra por encima de cualquier interés político o doc­trinario.

Pregunta: Un gobierno formado por hombres honestos y criteriosos, ¿proporcionaría el clima estimulante para la dignidad humana?

Ramatís: La humanidad es un todo que se mueve lentamente por ciclos y camina en dirección a un objetivo superior: la felici­dad espiritual. Esos ciclos se renuevan y retornan y superan la fase anterior, transcurriendo los períodos de "exaltación" y "hu­millación '' espiritual. Nos recuerda a la ola del mar; cuando más alta se eleva, más profundo cae después. Es una especie de "ma­rea" espiritual, cuyo ritmo exige las fases positivas de las activi­dades en el trato con la materia, y las fases negativas de la refle­xión, sobre lo que ha sucedido.

Examinando la historia de la humanidad terrícola se com­prueba que ha vivido períodos "sombríos" cuando naufragó arrastrada por las olas del vicio, de las pasiones, amordazamientos de las conciencias, y períodos felices de renacimiento tranquilo y creador, como el océano calmo, donde se exalta el amor, el arte, la poesía y la belleza entre las personas. La Edad Media fue un período sombrío, mientras que el Renacimiento dejó sus huellas de luz.

Todos los pueblos y naciones son agraciados periódicamente por medio de caminos de renovación moral y de reajustes econó­micos, en un aprovechamiento integral, que apresura su marcha espiritual. De ahí que se comprueba que los peores males del mundo se encuentran entremezclados con los bienes favorables, como en Roma, con la serie de emperadores orgiásticos, crueles y cretinos, como Nerón, Calígula, Tiberio, Caracallas, Heliogábalo o Cómodo, donde hubo mezcla de los buenos con los malos, bajo la dirección de hombres sobrios, frugales, y probadamente inteli­gentes, como Vespasiano, Marco Aurelio y otros.

Sin embargo, la dignidad pública no es el fruto de la susti­tución de hombres, sino la renovación de los ciudadanos que viven por encima de las pasiones violentas, de las ambiciones desmedidas, que se eligen por su largo período de vida, y que demuestran una conducta espiritual superior. En el mismo caldo de cultura donde se alimentan los hombres que forman el todo de una nación, también se generan sus gobernantes con atributos favorables o no, inherentes al medio.

Pregunta: ¿Estaría prevista por los mentores de la tierra la acción nefasta de un Hitler, que después de alcanzar el poder, llevó a la nación alemana y al mundo a una hecatombe guerrera?

Ramatís: En verdad, nada sucede sobre el orbe terráqueo sin que el Gobierno Oculto del mundo no lo sepa, o no lo haya previsto, y se encuadra dentro del viejo proverbio que dice: ¡"No cae un solo cabello de vuestras cabezas sin que Dios no lo sepa "!... Además, los pueblos eligen para su gobierno al hombre que es capaz de materializarles los caprichos, ideas, ambiciones y hasta la propia moral. Adolfo Hitler, por ejemplo, no fue un flagelo accidental e injusto, puesto que corporizó, en la época, el "deseo colectivo" o llamado "estado de espíritu" manifiesto y latente en los alemanes. Apenas materializó en una acción colectiva y belicosa las tendencias del pueblo que lo había elegido para el cargo supremo; intereses recíprocos y particulares fueron cal­deando su crecimiento dictatorial en una especie de trabajo silen­cioso y táctico pero de voluntaria omisión. En caso de que el pueblo alemán no hubiera manifestado esa índole, ni vibrado psíquicamente con las ideas peligrosas y megalo maniacas de Hitler, evidentemente lo habría apartado del poder al comienzo de su campaña, como si fuera un individuo incompetente y peligroso. Entonces, lo único que sucedió, es que fue el catalizador psicológico y temperamental de los súbditos alemanes, progresando en el terreno fértil de los deseos beligerantes y ambiciosos de la nación.

En cualquier otro planeta, con un grado espiritual por encima de la tierra, Adolfo Hitler y sus adeptos serían internados inme­diatamente en un hospital para tratamiento mental. Jamás habría encontrado estímulos en una comunidad que apoyara sus deseos de conquista, pillajes y masacre de criaturas de países más débiles. Para conseguirlo, tuvo el apoyo de su pueblo, al que le abrió las compuertas de las pasiones belicosas y encontró colaboradores y hasta sumisos pero entusiastas que le afirmaron sus ideas, vengan­zas e iniciativas tan negras, como fueron la muerte de millones de judíos en los campos de concentración ... Su entrada en Aus­tria fue festejada con flores y vivas; su primera victoria sobre Polonia debilitada arrancó de la muchedumbre los más retumban­tes aplausos, comprobándose así la perfecta simbiosis entre gobier­no y gobernados.  Es cierto que los aliados también aportaron su haz de leña para la hoguera comenzada por Hitler, que siendo más osado, imprudente y loco, incrementó el fuego, siendo respon­sabilizado como el principal de los culpables.

Mientras tanto, cuando la humanidad vivió períodos tranqui­los e hizo justicia a su derrotero espiritual, el Señor envió a Krisnha, Buda, Rama, Gandhi y al magnífico Jesús, que dejó un soplo de ternura, compasión y paz en el mundo entero. Pero cuando el mundo hierve en alta tensión y los pueblos se excitan en sus pasiones ambiciosas, perturbando la marcha normal del conocimiento del espíritu, entonces se encarnan Alejandro, Aníbal, Gengis Kan, Atila, Julio César, Napoleón o Hitler, que naciendo el papel de verdaderos cirujanos de la humanidad, siembran el dolor y el sufrimiento colectivo, trayendo el bien por medio del mal. Los hombres terminan por expurgar el veneno que se les acumuló en lo íntimo del alma por la excitación de su origen animal; concretando en actos malignos y a la luz del día aquello que les vibraba en el silencio de su propia cobardía.

Pregunta: ¿Qué tipo de gobierno sería en la actualidad más compatible con nuestra graduación psicológica espiritual?

Ramatís: Repetimos nuevamente que ha de fallar cualquier gobierno mientras los legisladores y sociólogos actuales intenten armonizar social o políticamente al mundo a través de sistemas o doctrinas elaboradas por grupos de hombres, como verrugas en el organismo colectivo de la nación. Se trate de una doctrina fascista, demócrata, capitalista, comunista o nazista, siempre ha de tener que atender a las ambiciones, a la capacidad, a las costumbres, a la vanidad y a los intereses de un grupo simpatizante, pero ineficaz y hasta nocivo para los demás conjuntos de hombres o doctrinas políticas existentes. Aunque millares o millones de individuos congenien con una doctrina o sistema político que juzguen como "mejor" del mundo, están vivamente preocupados por su segu­ridad personal, jamás por la de la humanidad. Sólo en casos muy excepcionales, aparece el héroe capaz de sacrificarse para el bien del pueblo y de la raza humana. Y la explicación es muy simple, puesto que todo individuo que realmente desea servir al prójimo, jamás se afilia ni coloca bajo cualquier sistema político, doctrina religiosa o agrupación social para ejercer sus sentimientos subli­mes. Sabe que los hombres vinculados por los sistemas políticos del mundo todavía no ofrecen condiciones para vivir en plenitud el sacrificio por el bien ajeno.

En consecuencia, rebuscando en el pasado histórico hasta los últimos días de la vida moderna, a fin de encontrar un gigante, sabio, científico o psicólogo, autor de algún sistema o Código Moral milagroso para "salvar" a la humanidad, he ahí que el indicado ¡es el Cristo Jesús! Bajo su dirección ceden los conflictos, fanatismos, racismos y crueldades, porque su estatuto exige, incondicio­nalmente, que el candidato tiene que "Amar al prójimo como a sí mismo".

Pregunta: ¿Cómo debemos interpretar ese "amor incondicio­nal" para todos los individuos?

Ramatís: Amor, pacifismo, perdón y bondad, filantropía, humildad, tolerancia, honestidad y ternura son estados superiores del espíritu e idénticos en cualquier latitud geográfica del orbe, cuando son manifestados por cualquier raza y cualquier individuo que pertenezca a cualquier partido o doctrina política. Si el comunista, nazista, demócrata, fascista, capitalista o socialista, es bueno, noble, gentil, amoroso, fraterno y piadoso, poco importa el rótulo que sustente o al sistema político a que se afilie. En verdad, él se integró al Código Moral del Cristo, que es Amor Universal, a pesar del color de su uniforme o de la insignia que tenga adhe­rida en su brazo. El judío, africano, esquimal, alemán, americano, turco, hindú- o árabe, cuando es humilde, honesto, fraterno, pací­fico y amoroso, no se diferencia por su raza sino por su estado de espíritu que es por demás elogiable. Siendo así no existe una humildad "alemana", un amor "ruso" ni una renuncia "hindú". Tales virtudes existen latentes en todos los hombres, porque des­cienden del mismo Dios, y todo eso ha sido enseñado por los legisladores o líderes que se interesaron por la salud espiritual de la humanidad.

Pregunta: Hemos observado que los gobernantes, en la tierra, difícilmente creen o admiten la existencia de otro gobierno oculto, que desde el mundo espiritual observa sus actividades públicas. ¿Cuál es vuestra opinión?

Ramatís: Sin lugar a dudas, esos hombres ignoran que son servidores de la Administración Sideral, cuyos actos públicos des­honestos o imprudentes más tarde han de ser juzgados con mayor severidad de lo que en la tierra se hace en tales ocasiones. Jamás deberán abusar impunemente del patrimonio colectivo que reciben en confianza de su pueblo, pues si no hay tribunales divinos que dicten personalmente sentencias punitivas, la Ley del Karma es inflexible y severa, que obliga a cualquier delincuente a pagar o indemnizar hasta el último centavo los perjuicios ocasionados.

Los políticos y administradores públicos corrompidos que traicionan la confianza dispuesta por el Señor, como lo hacen los hijos degenerados que abusan del patrimonio de la familia, aunque intenten sustraerse a las leyes penales del mundo físico, sin embargo, tendrán que pagar por los perjuicios ocasionados por sus ambiciones y actitudes inescrupulosas. Los políticos del mundo pueden eludir y mistificar a las personas que confían en sus promesas y sofismas, pero no se librarán de las severas sanciones espirituales por muchas existencias posteriores.

Quien acepta o busca la responsabilidad de dirigir y adminis­trar bienes y valores de la colectividad humana, que lo haga en forma digna y criteriosa, si no ha de consumir algunos siglos en la infeliz condición de engrillado espiritual, cuya pena sólo ha de terminar con la devolución total de los bienes robados.

Pregunta: ¿Cuál sería el gobierno ideal para nuestra huma­nidad?

Ramatís: Considerando que el cerebro humano es un conjunto director, compuesto de centros coordinadores de diversas activi­dades, funciones y necesidades del cuerpo carnal, bajo una sola voluntad, unísona en el control de todas las funciones orgánicas, por lo tanto, el gobierno más provechoso y sano para el "orga­nismo" de la humanidad sería algo semejante. Podría elegirse un consejo gobernante, escogido entre los hombres seleccionados por su moral superior, voluntad firme, renuncia absoluta, disciplina, talento, honestidad, formación científica e incondicionalmente universalista.

Serían criaturas elegidas por su madurez biológica y espiri­tual y no por efecto del recuento de votos del partido político mayoritario, que se impone por las estruendosas campañas electo­rales. Sería un conjunto elegido de arriba hacia abajo, compuesto por almas de madurez espiritual, leales, desprendidas, estoicas, reconocidas por el pueblo, como las más capacitadas para gobernar sin tocar para sí mismos, los bienes de la comunidad; en fin, serían los "cerebros" y "corazones" que fueron puestos a prueba en las actividades comunes de la vida cotidiana.

Así como existen instituciones venerables y dignas, destinadas a redimir o disciplinar a hombres perturbados, que más tarde pueden volver a su antigua actividad a fin de orientar a los com­pañeros en dificultades espirituales, también deberían existir en la tierra instituciones especializadas para entrenar hombres que en el futuro ocuparían el alto cargo de gobernar correctamente. La renuncia de sí mismos a cualquier gloria política o intereses personales deberá ser la premisa fundamental para gobernar el patrimonio de un pueblo y jamás traicionarlo, como es tan común en la actualidad. Eso también nos da la prueba de que el cerebro humano no demuestra interés ni simpatía por determinado órgano del cuerpo, pero atiende a todos conforme a su necesidad "órgano-funcional".

Todo hombre que promueve campañas políticas anteponiendo su interés personal, desde un comienzo está defraudando los ideales y sueños de su pueblo. El gobernante debe ser hombre humilde, sabio, gentil, desprendido, justo, severo, pero amoroso. Un corazón de criatura aliado a un cerebro de genio; ha de ser un ángel sabio, sólo podrá gobernar sin censuras quien se decida a servir exclusi­vamente a su pueblo, colocando su propia felicidad en sentido secundario.

Pregunta: Es evidente que es casi imposible conseguir en la tierra un hombre que tenga cualidades tan superiores. Además, observamos que los- mismos espiritualistas parecen huir de todo
aquello que concierne al gobierno del mundo. ¿Cuál es vuestra opinión?

Ramatís: En verdad, los hombres que son conscientes de sus necesidades espirituales, en general, son humildes y adversos a las glorias del mundo material, a las funciones ostentosas que ponen en evidencia la personalidad humana y transitoria. Prefie­ren dirigir sus propias pasiones y gobernar sabiamente su instinto inferior, así como también entregarse al trabajo en bien del pró­jimo, sin esperar remuneración alguna. No se dejan fascinar por los juegos de los encarnados, ni buscan los bienes ilusorios de la materia, sino que se interesan por los valores definitivos del espíritu eterno. Más les importa ser verdaderos apóstoles del Cristo antes que ministros de Estado.

Pregunta: En consecuencia, ¿cómo podría constituirse un Consejo Gubernamental compuesto por hombres forjados en las realizaciones espirituales, cuando no se dedicaron a la política del mundo, que es la única doctrina responsable para ese tipo de evento?

Ramatís: Innegablemente, que eso es muy difícil, porque el caldo de cultura donde se forjan los políticos aún es de pésima calidad, tal como lo demuestran las naciones del mundo. Los pueblos y naciones se encuentran separados por paños de colores que simbolizan las patrias aisladas de la humanidad, ¡y que pro­mueven la matanza sistemática en los mataderos fratricidas de las guerras! El racismo, las diferencias de los sistemas políticos y los intereses ambiciosos de la especulación egoísta insuflan el odio en los dirigentes, los que se turban movidos y estimulados por las venganzas, que ciegan la verdadera finalidad del espíritu encar­nado.

En los planetas más avanzados existe un solo gobierno que administra a toda la humanidad, como si fuera una "conciencia colectiva" compuesta de hombres de todos los matices psicológicos y representativos de las diversas actividades humanas, incondicionalmente subordinados al lema de servir y producir beneficios bajo un elevado nivel de honestidad, renuncia y amor. Son poetas, filósofos, médicos, ingenieros, profesores, sacerdotes, escritores, industriales, compositores y hasta operarios, cuyo grado de ma­durez espiritual garantiza la armonía y el entendimiento para un perfecto gobierno. Como principio tienen un concepto adverso a la violencia y son capaces de ajustar a todos en un ritmo de acción progresista, así como el cerebro es la cúpula protectora de las necesidades biológicas del organismo humano. Los departamentos de arte, ciencia, educación, filosofía, magistratura, medicina, tra­bajo, religión y finanzas se constituyen y funcionan bajo una voluntad unísona y equilibrada, tal cual lo hace el hígado, el estómago, el páncreas o los riñones, que son regidos por un cerebro sano.

El poder que proviene de los hombres elegidos por sus vir­tudes superiores se distingue sensiblemente de aquellos que son astutos, egoístas e hipócritas, que sobresalen del conjunto y son consagrados por medio de las campañas políticas, que sólo tienen por meta alcanzar el poder, no importando el medio empleado, sino alcanzar el objetivo prefijado. De ahí, entonces, que lo ideal sería formar un gobierno por un conjunto de hombres espiritual-mente maduros y no por aquellos que esgrimen ser religiosos o políticos, pero que aún son ávidos de los tesoros del mundo tran­sitorio de la carne.

Pregunta: ¿Podríais decirnos qué debemos hacer, para ser merecedores de un gobierno superior y que pudiera dirigir sabia­mente el orden político y administrativo de nuestro mundo?

Ramatís: Es evidente que los "gángsteres" son gobernados por otros "gángsteres" más poderosos; los negros africanos obe­decen al mandato de otros jefes negros, de mayor experiencia; el pueblo romano sumido en orgías, inescrupuloso y dedicado a la rapiña, era dirigido por emperadores inmorales y de la misma clase, como lo fueron Nerón, Calígula, Cómodo, Tiberio, Domiciano, Claudio y Heliogábalo. En consecuencia, únicamente un pueblo evangelizado ha de merecer un gobierno superior y angé­lico, dado que los administradores públicos formarán el vértice de la pirámide de los propios gobernados.

Por ventura, un Francisco de Asís, justo, humilde y puro, ¿os parece que debería gobernar una nación belicosa, cruel y de­dicada al pillaje, como era Roma, en la época de los emperadores degenerados? Jamás un corazón tierno y un cerebro angélico podrían dirigir la carnicería de los circos romanos, el robo, la ava­ricia, el mercado corrompido y el negocio de la prostitución, que era financiado por los mismos administradores de Roma. Hombre piadoso, magnánimo, honesto, cándido, tierno y puro, Francisco de Asís apenas sería un juguete en manos de los individuos astu­tos, hipócritas y crueles.

Por eso, según reza el adagio común, "El pueblo tiene el gobierno que merece" y sería incoherente reclamar un gobierno perfecto, sano y honesto, para un pueblo que se compone de hombres corrompidos, ambiciosos, viciados, inescrupulosos, ava­rientos, explotadores, aventureros, traficantes y hedonistas, como todavía sucede con algunos países modernos y científicamente evolucionados. Como dijéramos anteriormente, están los indus­triales y comerciantes, por ejemplo, que reclaman un gobierno justiciero, por considerar que el actual está corrompido y es un explotador del pueblo, mientras tanto ellos agregan agua a la leche, papa al queso mantecoso, vaselina a la manteca; venden carnes y peces fuera de precio, otros pintan las naranjas simu­lando ser maduras o apuran el proceso de los alimentos envasa­dos, con drogas químicas, nocivas para la salud. Otros individuos, de condiciones morales muy bajas, se enriquecen financiando la prostitución de las jóvenes ingenuas y desamparadas, habitúan a los escolares en el vicio de las drogas, y no faltan los profesio­nales que mantienen la industria de la cirugía para él cáncer, especulando ávidamente con el dolor ajeno.

En consecuencia, los terrícolas tienen exactamente los go­biernos que merecen, los que sin lugar a dudas reflejan la idiosincrasia del conjunto. Sin embargo, hubo excepciones, pues la divinidad envió a hombres de talento, progresistas, magnánimos, sensatos y honrados que gobernaron en vuestro mundo como un don de gracia y ejemplo.

Pregunta: ¿Las naciones terrícolas viven y progresan bajo la dirección del mundo espiritual? De ser positivo, ¿existen com­probaciones al respecto?

Ramatís: Sería una imprudencia desastrosa para la humani­dad terrícola si viviera bajo las directrices de los gobiernos cons­tituidos por los hombres encarnados únicamente. Además, ninguna humanidad física vive sin la sabia directriz de una Administración Sideral, responsable por su destino espiritual, que le provee en sus necesidades humanas y le disciplina en los movimientos evolutivos del espíritu inmortal.

Cuando los hombres se manifiestan sensibles a los caminos espirituales y redentores, el Gobierno Oculto del Orbe les envía los representantes, instructores y legisladores, que se manifiestan en la Tierra y se adaptan al temperamento, comprensión y cos­tumbres de cada raza o pueblo. Hace muchos milenios, Antulio enseñó en la Atlántida los primeros pasos de la espiritualidad superior, fundó para ello el "Templo de la Paz", y organizó sistemas que posteriormente los Esenios revivieron en la Judea; más tarde, los profetas blancos agrupaban a todos aquellos deseo­sos de conocer la Verdad Inmortal y que sensiblemente manifes­taban el deseo de rehacer el espíritu fatigado de los abruptos caminos de la transitoria morada terrestre. Hermes transmitió a los egipcios, los herederos de los conocimientos atlantes y diri­gió movimientos iniciáticos, desenvolviendo la magia teúrgica y los ritos secretos de Osiris; en la India, Rama asentó las bases de las instituciones Brahmánicas y Krishna elaboró los funda­mentos esotéricos de la investigación espiritual, exceptuando la religiosidad; Buda, en Asia, divulgó el pensamiento recto y el control mental, enseñando al hombre a dominar las pasiones del cuerpo animal; Confucio, gentil y cortés, pregonó e incentivó la honestidad entre las relaciones humanas; Orfeo, en Grecia, expuso la realidad espiritual a través del encanto de la música y de la poesía, abriendo camino para los avanzados conocimientos de Sócrates y Platón; Moisés, a pesar de la intransigencia y agre­sividad del pueblo judío, especulativo y belicoso, lo disciplinó y le impuso las severas leyes de la Justicia de Jehová, el Dios único.

Finalmente, otros instructores de menor porte, pero también ins­pirados en los programas de sublime espiritualidad, surgen poste­riormente dejando su rastro de luz en favor del hombre terrícola, como Helena Blavatsky, Annie Besant y Leadbeater, dirigiendo la Teosofía; Max Heindel, activando el Rosacrucismo, Papus y Eliphas Levi, investigando a través de la magia práctica, bus­cando los misterios ocultos del "Velo de Isis". Finalmente, Allan Kardec codifica el Espiritismo, especie de ocultismo popularizado y protegido bajo la genial inspiración espiritual, invitando a los hombres a rebuscar en los fundamentos de la filosofía oriental los orígenes secretos de la Ley del Karma y la Reencarnación, y en la hora presente, Krishnamurti revive el "recto pensar" del Buda, exceptuado del condicionamiento místico y religioso.

Pregunta: Si os fuese dado elegir ese Consejo Gubernamen­tal para la Tierra, ¿qué elementos simbólicamente escogeríais?

Ramatís: Bajo nuestra visión espiritual y aunque reconoz­camos que existen millares de hombres dignos para ocupar ese cargo, escogeríamos doce miembros, especie de "tipos-patrones", que conformarían ese gobierno colegiado, munidos de sana con­ciencia para gobernar a la humanidad terrena. Sería un consejo conformado por las siguientes criaturas: Francisco de Asís, Mahatma Gandhi, Henry Ford, Buda, Edison, Cristóbal Colón, Pitágoras, Miguel de Cervantes, Sócrates, Nostradamus, Leonardo Da Vinci y Juscelinti Kubistchek. También podrían conformar ese Consejo elementos como Platón, Helen Keller, Juan XXIII, Beethoven, Blavastsky, Pablo de Tarso, Allan Kardec, Julio Verne, Pasteur, Lincoln, Maharshi, y otros, espíritus cuya diversidad de acción y capacidad mental podrían proporcionar los elementos adecuados a las necesidades de un pueblo a ser gobernado como merece.

Pregunta: ¿Podríais explicarnos el porqué de esa heteroge­neidad de tipos, donde figuran criaturas apolíticas, santificadas, industriales, filósofos, artistas, escritores, profetas y dirigentes religiosos?

Ramatís:  Estarnos señalando criaturas que tienen determina­da cualidad, talento o experiencia que sobresale en lo común de la vida humana, y que podrían constituir un centro de trabajo en ese Consejo Gubernamental, recordándoos las cualidades y recursos que citamos sobre un cerebro sano para dirigir al orga­nismo físico.   De esa  forma  tendríamos  una  conciencia dotada de los recursos y cualidades específicas para gobernar a un pue­blo o nación, donde ciertos elementos figuran con la función activa y creadora, otros, son la experiencia, el buen sentido y la disposición analítica.

Así, ese gobierno o colegiado terreno, que configuramos en base a lo que existe comúnmente en otros planetas superiores, presentaría más capacidad para gobernar, observando las necesi­dades de la colectividad en cualquier sector que se manifestara. La pureza del sistema sería basado en la renuncia de Francisco de Asís; la tendencia belicosa neutralizada por la "no violencia" de Gandhi; la utilidad creadora y el buen sentido industrial a través de Henry Ford; el "pensar recto" y el sano poder mental, expresado por Buda; el talento inventivo estimulando las rea­lizaciones progresistas en favor de la colectividad, estaría bajo la acción de Edison; el valor y el convencimiento de llegar a lo verdadero, sería encarnado por Cristóbal Colón; la disciplina y el ascenso espiritual del pueblo, bajo la inspiración de Pitágoras; Cervantes, sería el sentido crítico, controlando los excesos de un Sancho y consagrando la candidez y el idealismo de un Don Qui­jote ; Sócrates sería el autoconocimiento y la visión superior de la vida humana en su filosofía que sobrepasa lo común; Nostradamus estaría trazando rumbos proféticos para el futuro; Leonardo Da Vinci, sería el enciclopedismo humano al servicio de ese tipo de conciencia; y finalmente, el arrojo creador de un Juscelino, estaría previendo la vida sana de las metrópolis del tercer mi­lenio, donde el color, el oxígeno y el buen gusto por las edifica­ciones y la amplitud de las avenidas evitarían la contaminación del aire y la proliferación de bacterias mortíferas. Y en la reserva de esa conciencia tan saludable y gobernante de la huma­nidad terráquea, a través de los tipos-patrones mencionados, to­davía podría figurar Platón con su proverbial "el cuerpo sano y la mente sana''; Helen Keller, el tipo consagrado a la victoria del espíritu sobre la materia perecedera; Juan XXIII capaz de superar el ambiente conservador, que hizo abdicar a la Iglesia Católica de su pedestal homérico de Papado, para dialogar con el hombre del pueblo, e incrementó la comunicación entre todas las religiones del mundo; Beethoven, el monumento musical, creando sonidos para el espíritu del hombre; Helena Blavatsky, la más osada investigadora en el campo del mundo oculto, extrayendo a la luz del día los secretos de la humanidad esotérica; Pablo de Tarso, estoicismo, perseverancia, valor e inteligencia al servicio del cristianismo; Allan Kardec, el buen sentido encarnado, espíritu disciplinado, que limpió al orientalismo de las supersti­ciones, tabúes y complicaciones iniciáticas, exponiéndolas en Oc­cidente como un mensaje espirita para las inteligencias avanzadas y para la comprensión popular; Julio Verne, otro profeta que previo y planificó varios descubrimientos e invenciones humanas; Pasteur, la persistencia y la dedicación al servicio de la ciencia médica; Lincoln, la integridad política, y Maharshi, un vínculo permanente entre el mundo espiritual y el material, canal psí­quico de unión entre la criatura y el Creador.

Pregunta: ¿Qué nos podéis decir respecto a la posibilidad de que las mujeres gobiernen al mundo? ¿Seríamos más pacíficos y venturosos?

Ramatís: El espíritu no tiene sexo, puesto que eso apenas es la forma de ver del encarnado fijando responsabilidades entre el "tipo hombre", que es la fase activa, y el "tipo mujer", la fase pasiva, propiamente, el intelecto, la razón y el sentimiento. La mujer vive una condición más pasiva por el hecho de generar y criar hijos, incluyendo la necesidad de estar afectada al hogar; por lo tanto, tiene menos actividad en la formación política y administrativa del mundo profano. Pero en base a la emancipa­ción de la mujer, como sucede actualmente, que participa en todas las esferas, como ser en la técnica, filosofía, literatura, ciencia y religión del mundo, también y por consecuencia debilitó la línea divisoria entre lo masculino y lo femenino, en base a responsa­bilidades y derechos semejantes.

Es evidente que por el solo hecho de ser gobernado el mundo por mujeres únicamente, no se volvería paradisíaco, pues no de­bemos olvidar, que en la configuración femenina, a veces, viven espíritus dañinos y brutos, que desmienten el toque y la gracia de la femeneidad y son más perversos y crueles que los mismos hombres. La historia terrena os demuestra los tipos de mujeres hombrunas que fueron reinas belicosas, guerreras, astutas y ma­quiavélicas, como Catalina de Mediéis, Isabel la Católica, o Cata­lina la Grande, emperatriz de Rusia.

En consecuencia, no-será solamente el "tipo mujer" quien ha de solucionar el problema gubernamental del mundo y la tan deseada y definitiva paz en la Tierra. Las mujeres vanidosas o irascibles darían amplitud a sus virtudes negativas en caso de que se les diera la oportunidad de usufructuar el poder público.

Además, bajo nuestra visión espiritual, sigue siendo el mensaje del Cristo, el mejor y acertado Código Gubernamental donde las criaturas a través del amor solucionarían todos los problemas y harían más fácil cualquier tipo de administración pública.

Pregunta: La humanidad apenas aprovechó una mínima par­te de las enseñanzas entregadas por los instructores de la Tierra, ¿no es verdad?

Ramatís: Aunque los hombres hayan comprobado que son más valiosas y aprovechables las enseñanzas de elevado tenor espiritual en vez de los sistemas y doctrinas políticos, sigue sien­do el ejemplo de la espiritualidad lo que convence, como en el caso de la "no violencia" de Gandhi, que liberó a toda una nación con el esfuerzo de un solo hombre. Pero ¿cuántos esfuer­zos y sacrificios se emplearon para que la humanidad apenas perciba una pequeñez de aquello que realmente necesita para evolucionar? Eso nos recuerda lo que sucede con el "radium", mineral precioso del que es preciso trabajar una tonelada para solo conseguir un provechoso gramo. ¿Cuántas toneladas de sacri­ficios y enseñanzas espirituales fueron entregadas por los men­sajeros espirituales del Señor para que la humanidad pueda apro­vechar un gramo de la Verdad Inmortal?

Cada instructor espiritual representa una perla que se va enhebrando en el interminable collar de las enseñanzas divinas. Pero los pueblos, aún esclavos a las pasiones, muy poco observan ese "maná" divino que revigoriza la salud espiritual, que des­ciende del cielo en la figura de los excelsos intérpretes de la planificación venturosa del Universo. Dominados por los instin­tos inferiores, insaciables en los placeres y en el culto a la perso­nalidad humana y transitoria, los hombres terrícolas aún necesi­tan la prescripción medicamentosa en calidad de urgente, a través del sufrimiento y la desilusión.

De ahí las catástrofes, tragedias e infortunios, como lo suce­dido con la Atlántida, Sodoma, Gomorra, Pompeya, Herculano y otros sitios de menores proporciones, que marcaron los períodos finales de inestabilidad, rebelión e irresponsabilidades de la hu­manidad. Dios jamás perdió el control de las leyes que regulan las actividades y relaciones equilibradas entre el Espíritu y la Materia. Por eso, los instructores siderales dejan sus resplande­cientes moradas y bajan periódicamente al mundo físico para ayudar al ciudadano terrícola, enseñándole que el dolor y el sufrimiento son únicamente el producto de la resistencia humana y el recurso utilizado para la ventura espiritual del hombre. Mu­chas y catastróficas iniciativas de última hora, iniciadas por el Gobierno Espiritual Oculto, tienen por finalidad salvar a tiempo ciertas colectividades que se encuentran en el vórtice de las pasio­nes animales, totalmente descontroladas y en la peligrosa posición de atrofiarse en su dirección espiritual, que gobierna al instinto inferior. El erotismo, la lujuria, la vanidad, la perversidad, la violencia, el odio y la barbarie bajo la denominación de civiliza­dora, destruyen las posibilidades de una desencarnación contro­lada. Los terrícolas desencarnan como si fueran arrojados de un vehículo a cientos de kilómetros por hora y se introducen en el Más Allá totalmente enloquecidos, perdiendo la sensibilidad para recibir la ayuda oportuna de los equipos de ayuda del Espacio. Entonces, la hecatombe, la tragedia y la desgracia de última hora consiguen contemporizar, contener los impactos agresivos, luju­riosos u odiosos ante la infeliz condición del despertar espiritual en la patria del espíritu. De ahí el efecto saludable y beneficioso de tantas catástrofes en el mundo donde los más sentenciosos las titulan el "castigo de Dios", y nosotros, despiertos para la realidad espiritual, apenas la consideramos como una providencia salvadora de última instancia.

Pregunta: ¿La Administración Sideral es la que causa las tragedias colectivas y de reparación kármica, como son los terre­motos, inundaciones, sequías, volcanes en erupción y tempestades marinas?

Ramatís: La Tierra es un planeta geológicamente primario, inestable y en proceso de perfeccionamiento. En consecuencia, terremotos, inundaciones, sequías, catástrofes, tempestades o vol­canes son fenómenos inherentes a la naturaleza planetaria terríco­la aún en consolidación. Además, los hombres se encargan de aumentar esa naturaleza catastrófica e indeseable de la Tierra, puesto que arrasan ciudades, jardines, campos, silos, plantaciones y reservas alimenticias durante las guerras sangrientas y destruc­toras. La Administración Sideral, cuyo programa demográfico terrícola lo elaboran hace muchísimos milenios, distribuye previa­mente, en las zonas catastróficas a los espíritus necesitados, co­rrectivos o providencias rectificadoras de última hora. Es una especie de seguridad anticipada por lo Alto, al colocar a los espíritus agresivos e irresponsables en las zonas y regiones donde la inestabilidad es acorde a la inestabilidad de esos espíritus. Es una especie de válvula pronta a contener los excesos perniciosos para la entidad espiritual. De esa forma, los espíritus encarnan en regiones volcánicas, extensiones de tierras sujetas a terremo­tos, huracanes o sequías periódicas, donde se forman aldeas y has­ta ciudades, que más tarde han de comportarse como poblaciones desequilibradas o agresivas por el abuso de sus pasiones. No es necesario montar una especie de taller en los bastidores siderales para que se manifiesten los hechos nefastos y correctivos que de­ben atender a los necesitados. La Técnica Sideral, en su progra­mación "kármica" para los espíritus, los ubica en las naciones y planetas de perfeccionamiento espiritual, y apenas los distri­buye respetando la ley de "los semejantes atraen a los semejan­tes" para sus necesidades rectificadoras, pero jamás como un castigo deliberado.4

Pregunta: Conforme a vuestra opinión, ¿cuál sería el go­bierno más adecuado para gobernar en estos momentos en la Tierra?

Ramatís: En la actualidad no existe ambiente favorable para elegir un gobierno mundial perfecto, puesto que las partes a ser gobernadas viven en constante desarmonía bajo el combustible peligroso de las pasiones, vicios, intereses económicos, agresivida­des racistas, separaciones religiosas, doctrinarias o políticas, de­biendo sumar a esto el orgullo patrio. La humanidad terrena está dividida por una cantidad de retazos de paños de colores que mantienen un constante conflicto espiritual, sin poder integrarse a un orden pacífico, ordenado y beneficioso. Ningún gobierno, por más inteligente y puro que fuera, conseguiría gobernar a tantos grupos de hombres aislados por sus diferencias políticas, raciales, religiosas y morales e incluso acentuadas por el orgullo. Todavía falta mucho tiempo para que los terrícolas se aproximen, atraídos por las vibraciones del espíritu, conscientes de su función en la carne, para que puedan conformar un conjunto guberna­mental que tenga por único norte ¡el "bien de toda la humanidad"!... Las noticias de los diarios más importantes del mundo informan diariamente de las revoluciones y purgas sangrientas que suceden dentro de una misma nación.5

 

4 Nota de Ramatís; En Hiroshima fueron desintegradas por la bomba atómica las mismas criaturas, que en el pasado, remontándonos a las narra­ciones bíblicas, mataban e incendiaban bajo la dirección de los guerrilleros homicidas; actualmente en Vietnam, mueren bajo la metralla o por el fuego de las bombas incendiarias, otros tantos seres que fueron soldados, guerri­lleros y saqueadores que actuaron desde las conquistas romanas hasta la fecha.

5 Nota del Médium: Para confirmar lo dicho por Ramatís, es sufi­ciente recordar la perversidad y el odio que dividió a loa españoles en la revolución franquista; los desquites y venganzas entre los pueblos "primos" que son los judíos y árabes provenientes del mismo tronco bíblico; y final­mente la miseria, la carnicería y el horror de Biafra, donde las tribus de la misma sangre se masacran estúpidamente.

Sería inadmisible elegir un gobierno perfectamente equili­brado y armonioso para atender a un conjunto, desastrosamente dividido por luchas fratricidas e intereses políticos y pillajes, como aún lo evidencia la humanidad terrena. Los terrícolas, en su ceguera milenaria, buscan y rebuscan líderes políticos, exper­tos economistas, consejeros diplomáticos socialistas inteligentes y de capacidad probada, para que el mundo pueda ser conducido hacia su felicidad; sin embargo, olvidaron la mayor y genial con­ducción humanística que fue la del Cristo, siendo el más avanzado y perfeccionado código para la vida humana, que es ¡el Evangelio!


TEXTO TOMADO DEL LIBRO: LA VIDA HUMANA Y EL ESPIRITU INMORTAL, PAG 92, RAMATIS, EDIT. KIER





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