Una vez, un devoto de Hanuman guiaba un carro cargado de grano para el mercado. Por el camino, una rueda se hundió en el barro y el carro no podía avanzar. El carro también se inclinó un poco, y algunas bolsas cayeron al suelo. El devoto se sentó sobre el carro y comenzó a orar a Hanuman. Completó el canto de los 108 nombres, y también el de los 1008 nombres. Como no sucedía nada, comenzó a culpar al Señor e insultarle. Entonces Hanuman apareció, y le reprendió. "¡Joven, en lugar de hacer tu tarea aplicando tu fuerza al trabajo, te quedas ahí sentado orando, y comienzas a insultarme! ¡Vamos, pon tu hombro a la rueda y empújala, cantando Mi nombre! !Contribuye con esfuerzo propio, en primer lugar!" dijo el Señor. Uno debe usar todos los talentos que le han sido otorgados, humildemente y en calidad de oración. Hasta entonces, no tenemos derecho a pedir la ayuda e intervención del Señor.
- Divine Discourse, Oct 12, 1964. |
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