EL DESPERTAR SAI
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sábado, 8 de diciembre de 2012

LAS ETAPAS DEL CAMINO ESPIRITUAL


Las etapas del Camino Espiritual
(Comentarios para el Esquema de Patañjali)


Las etapas de la ascensión hacia las alturas espirituales, hacia la Unión con la Conciencia Primordial las señaló ya en los tiempos antiguos el rishi indio Patañjali.

Él destacó ocho escalones principales de tal ascensión: yama – niyama – asana – pranayama – pratyahara – dharana – dhyana – samadhi.

Pero, debido al hecho de que los dos primeras escalones son similares y en la práctica se dominan simultáneamente, es racional unirlos y hablar de la «octava» de siente escalones.

Examinemos estos escalones.

Yama y niyama


Estos términos se traducen como «esfuerzo y relajación» o «tensión y tranquilidad». Esta etapa incluye la dominación de las principales reglas éticas y psicohigiénicas de la vida de un buscador espiritual.

La primera regla se llama ahimsa, que es el no causar daño. Se trata de la aspiración, en lo posible, a no causar cualquier tipo de daño a todos los seres vivientes, con los actos, palabras, pensamientos y emociones.

Esto incluye las reglas de la nutrición éticamente correcta mencionadas anteriormente y, lo que no es menos importante, la exclusión de las emociones groseras, conectadas con malos pensamientos y a menudo acompañadas con las palabras y actos groseros.

Nuestros errores éticos, incluso crimines, pueden ser el resultado del desconocimiento, de la ignorancia, de la incomprensión de la estructura del Absoluto y de nuestros papeles en Éste o del consentimiento para tales emociones como la maldad, la condenación, los celos, la ofensa, la angustia, la desesperación, el miedo, etc., que son manifestaciones del «yo» individual que «sobresale» defectuosamente.

En el Camino espiritual una de las tareas más importantes es la eliminación del «yo» inferior individual a través de la unión de éste con el «Yo» Superior y Universal del Creador. El trabajo en esta dirección empieza con la lucha contra las manifestaciones viciosas del propio «yo», más que nada en las reacciones emocionales.

Un método muy importante aquí es el arrepentimiento: la contrición sincera de los errores éticos cometidos, con el análisis mental de esas situaciones y con la búsqueda de sus resoluciones correctas.

Muchos no entienden que es el principio de no reprobar. La reprobación es exactamente una emoción, una de las formas de la ira, lo que es diferente a un análisis intelectual, a una revelación y discusión de los errores ajenos. Éstos se necesitan, porque permiten aprender a no repetir los errores ajenos. Pero deben realizarse sin la emoción de ira en cualquiera de sus variantes.

Las emociones son los estados de la conciencia. Éstas se irradian fuera de los límites del cuerpo y crean un ambiente energético para las personas y para otros seres alrededor.

Las personas que viven en estados emocionales groseros crean correspondientemente un ambiente destructivo y patógeno, la comunicación con ellas puede causar graves impactos energéticos y enfermedades, especialmente entre los niños.

En cambio, aquellos que viven en los estados de amor sutil sanean, espiritualizan y ennoblecen todo alrededor de sus cuerpos y sanan solamente con su presencia. Y cuando más fuerte es su amor y la conciencia, más espacio ellos espiritualizan, hasta una escala planetaria.

El buscador espiritual logra dominar completamente el control sobre su esfera emocional sólo a través del trabajo con sus chakras y con otras estructuras energéticas y después a través de unirse con la Conciencia Divina. Pero uno debe empezar a esforzarse desde el mismo principio del Camino.

La segunda regla de yama es sathya, la verdad, la pureza y la veracidad.

Ocurren, sin embargo, casos cuando no podemos decir la verdad porque esto causaría daño a alguien. Entonces es mejor callarse o eludir la respuesta.

Pero, habiendo mentido, nos convertimos en pecadores ante Dios y en rehenes de nuestra mentira ante las personas, porque luego tendremos que temer de nuestra revelación y vivir en la angustia, y no en el estado de tranquilidad estable y pura.

La tercera regla es asteya, la renunciación de aspirar a poseer las cosas ajenas. ¡Debemos aspirar totalmente a la cognición de Dios! La tendencia de poseer las cosas materiales, peor las ajenas, es la perversión completa de la verdadera orientación de la conciencia, combinada además con el causar daño a otras personas.

La cuarta regla es aparigraha, la libertad de las cosas innecesarias que solamente distraen la atención de lo principal: de la aspiración a la Unión con el Creador.

La quinta regla es Brahmacharya que significa «seguir el camino del Brahman (del Espíritu Santo)». Esto implica renunciar a los propios deseos «terrenales» (salvo aquellos que están dirigidos al suministro de las necesidades del cuerpo) y dirigir la atención a Dios, a la búsqueda de Él con la mente y luego con la conciencia desarrollada.

Esta regla implica la renuncia sincera a buscar la gloria terrenal y los honores, a acumular cosas inútiles en el mundo del Brahman y a embellecer su propio cuerpo.

Algunas personas interpretan la regla de Brahmacharya sólo como el celibato (la continencia). Pero tal interpretación es muy estrecha. Además, el celibato no es necesario con la actitud espiritual hacia el sexo. Al contrario, puede causar la prostatitis en los hombres y el «marchitamiento» energético de las mujeres, así como el «endurecimiento» de las conciencias de ambos sexos. Éste tampoco favorece al progreso en el Camino espiritual. En realidad, lo importante no es renunciar al sexo, sino renunciar a entusiasmarse demasiado por éste y a tener relaciones sexuales con compañeros/as inadecuados/as.

La sexta regla es shaucha, la observación de la limpieza del cuerpo. Lo importante aquí es lavar, en lo posible, el cuerpo entero con jabón y agua tibia o caliente. Esto limpia la piel de los depósitos de las sales sudoríparas que violan el funcionamiento normal del organismo entero. ¡Recordemos las sensaciones que surgen después de lavar bien el cuerpo que no fue lavado por mucho tiempo! El mismo estado de confort podemos y debemos crear cada día al lavarnos en la mañana.

La parte de shaucha es también la cepilladura de los dientes y otras cosas.

Existen también técnicas especiales curativas de shaucha, tales como el lavado de la nariz y de la nasofaringe a través de succionar agua salada por ésta. Pero no hay que hacerlo constantemente. Sin embargo, estas técnicas maravillosas ayudarán a deshacerse de la descongestión nasal crónica.

La sexta regla es mitahara, la nutrición limpia. De esto hemos hablado en detalle anteriormente. Aquí sólo mencionaremos que la comida debe ser consumida en situaciones emocionalmente favorables: no en un ambiente de conversaciones conflictivas, de disputas encarnizadas o en presencia de personas malas e irritadas.

Para armonizar el estado interno, uno puede ejecutar la meditación antes de comer.

Por ejemplo, hay una excelente oración-meditación ortodoxa «Al Rey Celestial».

La octava regla es santosha, el mantener constantemente un estado emocional positivo. Si sentimos la presencia del Señor y dedicamos a Él la vida entera, si no tenemos interés personal en los asuntos, si sabemos que Él nos está observando permanentemente, nos guía, nos enseña, nos crea las dificultades educativas y Él mismo nos ayuda a encontrar las soluciones de los problemas, ¿por qué no vivir en permanente alegría?

«Tú haces tu trabajo, Yo controlo los eventos», así Él enseñaba en cierto tiempo al autor de este libro [Cómo Dios Puede Ser Conocido. Autobiografía de un Científico que Estudió a Dios].

La novena regla es svadhyana, las reflexiones filosóficas, las conversaciones y las lecturas que contribuyen a la comprensión completa del significado de la vida y del Camino hacia la Perfección.

«Dirige tu menta hacia Mí», así definió Krishna los primeros pasos del hombre en el Camino hacia Dios.

La décima regla es tapas, la ejecución de cualquier autorrestricción y auto-constreñimiento a causa de luchar con los vicios (defectos) de uno. Tapas enseña incluso la disciplina espiritual, la observación del principio «¡hay que!» en lugar de «¡quiero!».

La undécima regla es Ishvarapranithana, la sensación de que todo lo existente está penetrado por lo Divino del Creador (Ishvara), la sensación de Su presencia permanente fuera y dentro del cuerpo de uno y de otros cuerpos, así como fuera y dentro de las cosas, la percepción de Él como el Maestro y Testigo de todo lo que uno haces y de todo lo que sucede contigo.

Y las últimas cuatro muy importantes reglas:

kshama, la tolerancia a aquellos que no piensan como yo;

daya, la misericordia, la bondad;

ardjava, la simplicidad, la ausencia de la arrogancia;

hri, la percepción humilde de uno mismo, la ausencia del narcisismo, del orgullo por los propios éxitos reales y de la soberbia, que es el autobombo por los propios méritos ilusorios.

Asana


La palabra asana significa (en este contexto) la postura, la posición estable del cuerpo. Se trata de las técnicas especiales del trabajo con el cuerpo que preparan al adepto para las etapas subsiguientes del trabajo espiritual. Los sistemas de los asanas y otros ejercicios de este nivel se agrupan bajo el nombre común de hatha yoga. Éstos también proporcionan los primeros hábitos de la concentración dirigida y desarrollan —a un nivel muy básico— los sistemas energéticos del organismo.

Los asanas deben ser practicados sólo después de estudiar y aceptar los principios del escalón anterior. Si uno, por ejemplo, va a practicar el hatha yoga sin ser vegetariano, sucede el endurecimiento de la energética y el crecimiento del poder grosero, y esto lleva en la dirección opuesta del Camino verdadero.

Es mejor practicar los asanas muy de mañana, aproximadamente a las cuatro o cinco de la mañana.

Es indispensable terminar estos ejercicios con el shavasana, cuando uno se acuesta sobre la espalda y relaja profundamente el cuerpo y la mente durante 20 minutos aproximadamente. Si uno no lo hace, pueden aparecer los trastornos de salud, tales como el empeoramiento de la vista, los estados ansiosos, la perdida del sueño nocturno, etc.

En el marco del hatha yoga uno no debe tratar de hacer algo con la energía de la kundalini: esto puede resultar en una seria agravación de la salud física y psíquica. El trabajo con la kundalini es una tarea que corresponde a las etapas del buddhi yoga. «La elevación» de la kundalini es admisible sólo a condición de haber limpiado escrupulosamente y desarrollado todos los chakras y meridianos principales.

Hay que entender también que el hatha yoga es solamente una etapa preparatoria antes del camino del yoga, por lo tanto, no es sensato dedicar a éste su vida esperando algún éxito significativo. Un avance serio puede asegurar solamente el trabajo con el corazón espiritual en el marco de raja y luego de buddhi yoga.

Pranayama


El trabajo con las energías dentro del cuerpo y del «capullo» energético que lo rodea es la tarea del raja yoga. Uno de los métodos aquí es el pranayama que se traduce como «el trabajo con la energía».

A veces este término es entendido incorrectamente como «los ejercicios respiratorios». Esto es la consecuencia de los equívocos ateístas. En realidad, durante los pranayamas se trabaja exactamente con el traslado de la energía de la conciencia, lo que, sin embargo, puede ser acompañado —para más comodidad— con los movimientos respiratorios.

La parte de la conciencia que estamos moviendo durante los pranayamas la convertimos en luz blanca fluida. Con esta luz lavamos todos los focos de las impurificaciones y de los trastornos bioenergéticos. Como resultado sucede el saneamiento general y la eliminación de varias enfermedades. También la conciencia misma se transforma en una fuerza movible y activa.

Pratyahara


La palabra pratyahara significa « apartar los indriyas de los objetos del mundo material». Pratyahara es la etapa cuando el adepto aprende a controlar los «tentaculos» de la conciencia, que se llaman «indriyas» en sanscrito. Esto abre la posibilidad para dominar la visión en los estratos sutiles y sutilísimos del espacio multidimensional, enseña a trasladarse allí, saliendo de su envoltura material y a vivir en estos, acostumbrándose a su sutileza, ternura y pureza.

El concepto de los indriyas existe sólo en la cultura espiritual india. Los europeos, con sus ideas religiosas degradadas y confusas, normalmente no comprenden tales conceptos. Ellos, hasta en las traducciones hechas de los idiomas indios, remplazan la palabra indriya con la palabra «sentidos», que perdió su significado original. Y de esta manera, rechazan completamente la gran importancia metodológica del concepto de pratyahara y de los principios de trabajo en esta etapa.

Pues, para un científico los «sentidos» son funciones de los órganos del sentido: la vista, el olfato y otros. Pero no son todos los indriays, porque la mente también pertenece a la categoría de los indriyas.

Es también importante que la imagen de los «tentáculos», contenido en la palabra «indriays», ya por sí misma proporcione un entendimiento profundo del funcionamiento de la mente y de la conciencia y de cómo controlarlas.

Los conocimientos fundamentales sobre el trabajo con los indriyas fueron expuestos por Krishna en el Bhagavad-Gita. Él hablo de los indriyas de la vista, del oído, del tacto, de la propiocepción y también de la mente. Y, de hecho, la fijación de la atención a través de cualquier órgano del sentido o a través la mente en cualquier objeto es similar a un alargamiento de un tentáculo desde el cuerpo. Trasladando la concentración al otro objeto, nosotros separamos y trasladamos un indriya.

Podemos observar como la mente crea sus indriyas cuando pensamos en alguien o algo.

Los toques de los indriyas ajenos son percibidos por las personas que poseen una sensibilidad desarrollada. En algunos casos uno hasta puede ver los indriyas ajenos y entonces influir sobre éstos.

El hombre, como decía Krishna, debe aprender, entre otras cosas, a retirar todos sus indriyas desde el mundo de la materia y meterlos para adentro, de igual modo como la tortuga mete para dentro, en su coraza, las patas y la cabeza. Y luego hay que alargar los indriyas hacia los eones Divinos para abrazar con éstos a Dios, acercarse a Él y unirse con Él.

El Mesías contemporáneo Sathya Sai también habla constantemente de los indriyas. Muchos de Sus libros fueron traducidos al ruso, pero en todos éstos la información sobre el trabajo con éstos fue perdida debido a la inadecuación de las traducciones.

El control de los indriyas no puede ser dominado sin que uno aprenda antes a trasladar de una manera exacta la concentración de la conciencia entre los chakras y meridianos principales, es decir, los meridianos de la «orbita microcósmica» y el meridiano central. Nosotros hablaremos de esto especialmente en uno de los capítulos siguientes.

Dharana


Dharana es el mantener la concentración correcta. Y la concentración correcta significa tener todos los indriyas en Dios. Con otras palabras, es la manifestación real de la aspiración total del hombre a Dios, a la Unión con Él.

Pero Dios en el aspecto del Creador o del Espíritu Santo no es accesible para la percepción directa en esta etapa del aprendizaje.

Para satisfacer parcialmente el amor-pasión por Dios, puede ayudar el trabajo con la Imagen particular de un Maestro Divino concreto, tal como, por ejemplo, Jesús o Babaji o Sathya Sai, Aquellos Cuyas Imagines reales son muy conocidas para nosotros por Sus últimas encarnaciones.

Si uno mantiene durante mucho tiempo tal Imagen (el rostro) en el anahata con la emoción del amor superior hacia este Maestro, entonces gradualmente llega el estado cuando Él mira desde el anahata, no yo. Esto significa la «activación» del Yidam (así se llama tal Imagen) y la Unión parcial con Él. Ahora uno puede vivir en la Unidad con Él en el anahata o, pasando con la concentración a los chakras de la cabeza, dirigirse a Él como a un Consejero o Maestro en el propio anahata.

Y esto no es una ilusión, sino la entrada real del Maestro Divino en Su Imagen creada por el practicante. Él puede convertirse en el Preceptor en la meditación, Él guiará a Su discípulo devoto y amante a través de Su Conciencia a la Morada de la Conciencia Universal del Creador.

«Si pueden imaginar en la conciencia el Rostro del Maestro con un alto grado de precisión , entonces pueden (trasladarse) (…) con la conciencia a Su Conciencia y actuar con Su Poder. Pero para esto hay que ver el Rostro del Maestro muy precisamente, hasta los detalles pequeñísimos, de tal modo que la Imagen no se mueva, no se desfigure y no cambie los contornos, como a menudo suele pasar. Pero si después de los ejercicios de concentración uno logra obtener la Imagen estable del Maestro, entonces puede tener a través de este logro un gran beneficio para uno mismo, para los prójimos y para los otros asuntos» [Agni Yoga. Mundo Ardiente. III].

«A ustedes pueden preguntar ¿qué significa emprender el camino del servicio? Claro está que el primer indicio será el desapego del pasado y la aspiración completa al futuro. El segundo indicio será la percepción del Maestro en el (propio) corazón, no porque «es necesario», sino porque es imposible de otro modo. El tercero será el expulsar el miedo, porque aquel quien es "armado" del Señor es invulnerable. El cuatro será el no reprobar, porque aquel que se dirige al futuro no tiene tiempo para ocuparse de los desechos del pasado. El quinto será el llenar todo su tiempo con el trabajo para el futuro. El sexto será la alegría del servicio y la entrega completa de uno mismo para el bien del mundo. El séptimo será la aspiración espiritual a los mundos lejanos» [Agni Yoga. Mundo Ardiente. III].

Si no va bien el trabajo con el Yidam, de gran ayuda serán los entrenamientos para crear las visualizaciones. Éstas pueden ser las visualizaciones que contribuyen al desarrollo de los chakras, también aquellas en las que nos sumergimos en los dichosos estados de comunicación con la naturaleza viviente, etc.

Pero sólo esas visualizaciones van a contribuir al desarrollo espiritual correcto que están colmadas con el júbilo de la armonía, alegría, sutileza y beatitud.

De ayuda metódica pueden servir las obras de arte: pintura, música, fotografía artística, etc.

Dhyana


Dhyana es la etapa de los entrenamientos meditativos que llevan al Samadhi.

La meditación es el trabajo de la conciencia, dirigido a su crecimiento en el Camino hacia la Perfección, hacia la Unión con el Creador. La meditación se practica en los tres escalones del esquema que estamos examinando.

En el escalón de dharana el practicante aprende, entre otras cosas, a derramar la conciencia en lo sutil y lo bello del mundo de la materia. A través de tal sintonización él se estabiliza en la guna sattva.

A través del trabajo con el Yidam Divino él puede en el acto tocar la Manifestación de la Conciencia Divina, habiendo conociendo el Samadhi por medio de esto.

En el escalón de dhyana se realiza el trabajo dirigido al crecimiento de la conciencia, a la obtención del poder en la sutileza.

En el siguiente escalón los esfuerzos serán concentrados en la interacción de la conciencia individual con la Conciencia del Dios Universal y la Unión con Él en Su Infinidad.

En el marco del dhyana el trabajo más eficaz es el trabajo en los sitios de poder, las zonas energéticamente importantes para el hombre. Entre muchos lugares de este tipo deben ser escogidos aquellos que favorecen a la ampliación de la conciencia en los eones sutiles. La sucesión de estos lugares, correctamente escogida, garantiza el cumplimiento fácil y simple de las tareas difíciles de la «cristalización» correcta (el crecimiento cuantitativo) de la conciencia.

Con el mismo propósito uno puede usar los cargamentos deportivos combinados con las técnicas especiales de la meditación, los baños en el agua helada y «el trote meditativo».

La estructura del organismo responsable de la meditación es la «burbuja inferior de percepción» (el término de Juan Matus; ver), la esencia de la cual es el chakra anahata, suministrada energéticamente por el dantyan inferior (el conjunto de los tres chakras inferiores).

Desde el mismo principio de los entrenamientos meditativos hasta la victoria completa en la Unión con la Conciencia Primordial, hay que acordarse constantemente que el mérito principal del hombre es su corazón espiritual desarrollado. Es con éste que el hombre se une originariamente con Dios, por lo tanto, hay que desarrollarlo y mantener puro por todos los medios. Todo lo antedicho permite aceptar estas palabras no como una bella metáfora, sino como un conocimiento bastante concreto, como la guía práctica para acción.

Los escalones examinados de la escalera de la ascensión espiritual son predestinados para aprender primeramente a trasladar la conciencia completamente al anahata, que fue limpiado, luego para asegurar el crecimiento del anahata dentro del cuerpo y después fuera de sus límites, en la escala del «capullo» y luego en la escala de la Tierra y después fuera de ésta en los eones más altos.

De esta manera crecemos como Amor.

¡Dios es Amor, por lo tanto, uno puede unirse con Él sólo a condición de convertirse en el Gran Amor, en el Gran Alma (Mahatma) que consiste del Amor!

Y no existe otra variante del desarrollo hasta la Divinidad, salvo los escalones principales examinados por nosotros ahora.

Samadhi


Este escalón incluye el nivel más alto de los logros espirituales: desde los primeros Samadhi hasta la Unión con la Conciencia Primordial y con el Absoluto.

La conciencia del practicante, preparada en el escalón anterior, llega a ser capaz de entrar en contacto con la Conciencia Divina en los eones superiores. Estos primeros contactos dan la novedad brillante de la beatitud, que se designan con el término Samadhi.

A distinción del Samadhi, el Nirvana es exactamente la Unión bastante estable con la Conciencia de Dios, donde uno además pierde la sensación del «yo» localizado. El término «Nirvana» significa «combustión», es decir, la eliminación de la propia individualidad a través de la Unión con Dios en los aspectos del Espíritu Santo o del Creador. Y esto en verdad tiene lugar.

En el Bhagavad-Gita Krishna habla del Samadhi y de los dos escalones principales del Nirvana: el Nirvana en el Bharman (el Espíritu Santo) y el Nirvana en el Ishvara (el Creador).

Sin embargo, en India el término «Nirvana» lo empezaron a usar ampliamente los budistas y luego éste fue «expulsado» por los hinduistas de la India junto con el budismo. En lugar de este término las escuelas hindúes empezaron a ampliar el significado del término «Samadhi», añadiendo a éste varias palabras-prefijos. Estas palabras complejas comenzaron a usarse en diferentes significados, por diferentes escuelas; el término «se derramó» y perdió su claridad. Por lo tanto, tiene sentido regresar a la terminología precisa, introducida en la cultura espiritual por Dios a través de Krishna.

Así, para pasar del Samadhi (La Beatitud del Contacto) al Nirvana (La Unión), uno debe tener la conciencia individual bastante grande y fuerte, desarrollada por los entrenamientos antecedentes. También la conciencia debe ser estable en la sutileza Divina.

Si estas condiciones fueron cumplidas, queda solamente encontrar la entrada al eon correspondiente, entrar allí y disolverse en la Conciencia de este eon usando el método de la «reciprocidad total», el cual uno también debe dominar preliminarmente.

Pero esta tarea incluye no solamente los hábitos meditativos, sino también la preparación ética: la eliminación del propio «yo» inferior por todos los medios y la aspiración a remplazarlo con el «yo» colectivo y luego con el «Yo» universal, es decir, con el Paramatman.

Sólo así una persona puede llegar a ser partícipe del Poder Divino ilimitado.

«¡Nosotros tenemos un depósito de energía psíquica inagotable!» [Agni Yoga. Mundo Ardiente. III], dice Dios.

No obstante, «si uno expone las condiciones y el propósito del yoga, el número de los que desean participar será bastante pequeño. Para el resto la idea de que hay que renunciar la mismidad sonará terrible» [Agni Yoga. Mundo Ardiente. III].

Los eones más altos del Absoluto se dominan sucesivamente por el practicante. Para empezar la «colonización» de un eon consecutivo, para poder entrar allí y mantenerse, uno tiene que durante mucho tiempo, a veces por años, acumular el poder de la conciencia. Esto no les atañe sólo a aquellas personas que se acercaron a estos objetivos en las encarnaciones anteriores y guardaron desde aquel tiempo el poder de la conciencia y la sutileza necesaria.
 

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