El principio de Pollyanna tiene su origen en las novelas de Eleanor H. Porter. Su protagonista, una niña con el mismo nombre, tiene la habilidad de centrarse solo en el lado positivo de las cosas. Ese optimismo férreo y determinante sirvió de inspiración para definir el sesgo que nos permitiría, en esencia, vivir más felices y conectados con los demás.
¿Es realmente adecuado enfocar nuestra visión personal hacia la positividad que enuncia este principio psicológico? Es muy probable que la mayoría de nuestros lectores tengan sus serias dudas y muestren cierto escepticismo. En ocasiones, como bien sabemos, esas gafas de color de rosa pueden hacer que perdamos ciertos ángulos de nuestro entorno, ciertos matices de gran relevancia que restan realismo y objetividad a nuestra visión.
"El juego consiste en encontrar algo por lo que estar siempre contento".
-Pollyanna-
El florecimiento de la psicología positiva liderado por Martin Seligman está viviendo en la actualidad reformulaciones importantes. Organismos, como la Universidad de Buckingham (la primera institución mundial en entrenar y formar a sus alumnos en los fundamentos de esta perspectiva) están cambiando algunos de sus fundamentos. Uno de ellos es el relativo a la definición de felicidad.
De alguna manera, podemos decir que la "nueva" psicología positiva ha abandonado la pretensión de enseñarnos a ser más felices. La famosa cultura de la felicidad y todos esos libros y trabajos de autoayuda están dando paso a un nuevo formato, a una nueva perspectiva. Una donde darnos herramientas para saber lidiar también con lo negativo y las adversidades. Porque en la vida no siempre podemos centrarnos en ese lado luminoso y optimista como hacía la siempre resuelta y vivaz Pollyanna…
Principio de Pollyanna ¿en qué consiste?
Tras quedar huérfana, la pequeña Pollyana fue enviada a vivir con su amargada y estricta tía Polly. Lejos de rendirse, la pequeña no dudó en seguir aplicando día tras día esa filosofía de vida que le infundió su propio padre desde una edad muy temprana. Una donde transformar su realidad en juego donde ver solo las cosas buenas y positivas. No importaba lo desafortunada que fuera una situación; Pollyana era capaz de resolver y afrontar cualquier circunstancia con el más firme optimismo y alegre determinación.
Asimismo, un efecto llamativo de este personaje literario era también la influencia que solía causar en los demás. Tarde o temprano, el carácter más avaro, apático o tristón terminaba rendido ante esa personalidad chispeante y luminosa de la niña. Los libros de Eleanor H. Porter transmitían como vemos una sublimación absoluta al positivismo, algo que sirvió de inspiración a un par de psicólogos de los años 70, los doctores Margaret Matlin y David Stang.
¿Cómo son las personas que aplican el principio de Pollyanna?
- En un estudio publicado en los años 80, Matlin y Stang pudieron ver por ejemplo, que las personas con un claro sesgo hacia la positividad, lejos de lo que nos pueda parecer, se toman mucho más tiempo en identificar los estímulos desagradables, peligrosos o esos hechos negativos que acontecen a su alrededor. Es decir no hay una "ceguera" ante la realidad como algunos pueden pensar.
- El principio de Pollyana nos dice que siendo plenamente conscientes de que en la vida hay hechos y realidades negativas, uno elige focalizarse solo en lo positivo. Lo demás no importa. Más aún, incluso estando involucrados en un evento de índole negativa, la persona se esforzará en reorientar esa situación hacia una salida más optimista.
Una memoria sesgada y centrada en lo positivo
El doctor Steven Novella, reconocido neurofisiólogo de la Universidad de Yale tiene múltiples trabajos y estudios sobre lo que se conoce como la falsa memoria o esos errores de almacenamiento tan comunes en las personas. Así, un hecho más que curioso sobre el principio de Pollyanna o el sesgo de positividad, es que las personas optimistas no suelen recordar bien los eventos negativos de su pasado.
La calidad de su memoria es óptima y perfecta con todo evento procesado como "positivo". En cambio, los hechos dolorosos o complejos no los almacenan de igual modo porque no los consideran significativos.
Sesgo de positividad y lenguaje: todos somos Pollyanna
Este dato es verdaderamente curioso. En el 2014 la Universidad de Cornell, Nueva York, realizó un estudio para averiguar si nuestro lenguaje, en general, tiende hacia la agresividad o bien hacia el sesgo de la positividad o el principio de Pollyana. El profesor Peter Dodds y su equipo analizaron más de 100.000 palabras en 10 idiomas diferentes, realizando incluso profundos análisis en las interacciones de nuestras redes sociales.
Así, y por llamativo que nos parezca nuestro lenguaje y los mensajes que enviamos tiene un peso emocional claramente positivo. Estas conclusiones coinciden con las que establecieron los psicólogos Matlin y Stang en los años 70, a saber: las personas tendemos hacia el "pollianismo"
Críticas al principio de Pollyanna
Una parte de los psicólogos prefieren hablar del Síndrome de Pollyana en lugar del Principio de Pollyanna. Con ese cambio de terminología buscan llamar la atención sobre las limitaciones o incluso aspectos preocupantes que puede conllevar esta dimensión psicológica llevada al "extremo".
Por ejemplo, si elegimos centrarnos solo en ese lado más optimista de la vida es posible que evidenciemos cierta falta de competencia a la hora de gestionar las situaciones difíciles. El Principio de Pollyanna ayuda en algunos momentos, es cierto. Tener siempre una visión alegre y luminosa de las cosas nos infunde motivación, no hay duda, pero para transitar por la vida también es necesario saber caminar por los momentos negativos y aprender de ellos.
Nuestra realidad incluye luces y sombras y no siempre podemos elegir el lado más soleado.
¿Con qué nos quedamos entonces? ¿Es o no recomendable seguir la filosofía del principio de Pollyanna? La clave de todo como siempre, está en el equilibrio. En esa mirada intermedia que se aferra al lado luminoso de la vida pero que no cierra los ojos ni rehúye de las dificultades. La psicología positiva al fin y al cabo, siempre es inspiradora, pero a veces alcanzar o no el éxito o evitar que nos sucedan ciertas cosas, no depende al 100% de la actitud que uno tenga.
No es oro todo lo que reluce, por tanto, debemos estar preparados para sobrellevar del mejor modo cualquier circunstancia sabiendo lidiar con luces, sombras y todas las escalas de grises…