EL JAINISMO
Originario de India, el jainismo es una de las religiones más antiguas del mundo. Se remonta a miles de años atrás y deriva del sánscrito “JINA”, que significa vencedor espiritual. Al igual que las otras religiones arias, su propósito supremo es la liberación o iluminación, y la no-violencia es la práctica por excelencia para alcanzarlo.
El jainismo o mejor dicho, Dharma jainista, es una religión de por lo menos 3000 años de historia registrada, y eones de otra historia que nos lleva hasta los comienzos de la civilización aria surgida en el río Indo. Este origen en común hace que el jainismo comparta con el hinduismo y el resto de los credos de origen ario el supremo fin de la liberación o Moksha.
Durante su larga existencia, el jainismo fue promulgado por 24 grandes Maestros, llamados Jinas o Tirthankaras. El más conocido es el último, Mahavira, nacido 600 años antes de Cristo y a quien erróneamente muchos lo consideran como el fundador de la religión.
Originalmente, a los miembros de esta comunidad se los conocía con el nombre de nirghanthas, que significa desapegados o renunciantes. Este apelativo ilustra el carácter ascético del jainismo. Jina es aquél que conquistó a sus enemigos internos como el apego (raga) y el odio (dwesha), los principales causantes del karma. El Jina ha trascendido el placer y el dolor, el apego y la aversión, y se ha liberado del karma que oculta el conocimiento supremo. Así, deviene Paramatma (el Alma suprema) y se deleita en la bienaventuranza eterna.
Ahimsa Paramo Dharma (la no-violencia es el deber supremo) es el epitome de las enseñanzas jainas. El jainista debe amar a todos los seres, ya que son potencialmente divinos sea cual fuere su forma. Además, todos tienen la capacidad de liberarse del ciclo de reencarnaciones (Samsara) y lograr la bienaventuranza eterna. Este propósito supremo de la liberación se obtiene a través de las tres joyas jainas: la Fe correcta, el Conocimiento correcto y la Conducta correcta.
El jainismo o mejor dicho, Dharma jainista, es una religión de por lo menos 3000 años de historia registrada, y eones de otra historia que nos lleva hasta los comienzos de la civilización aria surgida en el río Indo. Este origen en común hace que el jainismo comparta con el hinduismo y el resto de los credos de origen ario el supremo fin de la liberación o Moksha.
Durante su larga existencia, el jainismo fue promulgado por 24 grandes Maestros, llamados Jinas o Tirthankaras. El más conocido es el último, Mahavira, nacido 600 años antes de Cristo y a quien erróneamente muchos lo consideran como el fundador de la religión.
Originalmente, a los miembros de esta comunidad se los conocía con el nombre de nirghanthas, que significa desapegados o renunciantes. Este apelativo ilustra el carácter ascético del jainismo. Jina es aquél que conquistó a sus enemigos internos como el apego (raga) y el odio (dwesha), los principales causantes del karma. El Jina ha trascendido el placer y el dolor, el apego y la aversión, y se ha liberado del karma que oculta el conocimiento supremo. Así, deviene Paramatma (el Alma suprema) y se deleita en la bienaventuranza eterna.
Ahimsa Paramo Dharma (la no-violencia es el deber supremo) es el epitome de las enseñanzas jainas. El jainista debe amar a todos los seres, ya que son potencialmente divinos sea cual fuere su forma. Además, todos tienen la capacidad de liberarse del ciclo de reencarnaciones (Samsara) y lograr la bienaventuranza eterna. Este propósito supremo de la liberación se obtiene a través de las tres joyas jainas: la Fe correcta, el Conocimiento correcto y la Conducta correcta.
LA RELACIÓN CON EL HINDUISMOA diferencia del resto de las religiones arias, que son posteriores (zoroastrismo, y sobre todo sijismo y budismo), es difícil asegurar si el jainismo surge del hinduismo, si ambos eran una sola religión y después se separaron, o si nacieron separadas de forma paralela. Muchos jainistas aseguran que su tradición es pre-védica, y niegan todo intento de relacionarla con el hinduismo. Por otro lado, el verdadero nombre del hinduismo es Sanathana Dharma (Sanathana significa eterno, y Dharma, aquello que sostiene el universo: 'aquello que existe Eternamente Sosteniéndolo Todo'.) y sus escrituras fundacionales, los Vedas, no difieren en esencia de la doctrina jaina. Debido a la compatibilidad de las creencias y a su antigüedad, es posible que en un principio hayan sido una sola religión-filosofía y que, con el tiempo, se distanciaran por las diferencias surgidas sobre todo en el terreno de la práctica. De hecho, el símbolo jainista es la esvástica, un símbolo védico de miles de años de antigüedad, utilizado también por el hinduismo (svasti en sánscrito significa bueno, auspicioso: sv = bien; asti = es). Parece una ironía que el nazismo haya tomado el símbolo de la religión de la no-violencia y lo haya dado vuelta (hacia la izquierda), tal como los anticristos invierten la cruz.
Lo cierto es que, como veremos más adelante, el jainismo coincide con el hinduismo en casi todos los puntos de su doctrina. Entre otras cosas, los jainistas reconocen las castas hindúes, y en el norte de India los jainas y los vaishyas (casta comerciante hindú) se casan entre sí y se invitan a comer. Muchos no se consideran a sí mismos como pertenecientes a distintas religiones, y en la Universidad hindú hay estudiantes y pensionistas jainas, que conviven con sus hermanos hindúes.
UNA CONDUCTA EJEMPLAR
Algunos autores acercan el jainismo al budismo porque comparte con este una atmósfera filosófica, tranquila, que prioriza el camino del conocimiento por sobre el de la devoción. Sin embargo, también hay diferencias entre ambas filosofías/religiones. Una de ellas –y en esto también se aleja del hinduismo- es el énfasis del jainismo en la conducta, particularmente en la relación del hombre con otros seres. Se podría resumir la doctrina jaina, y sobre todo la práctica, en una frase del Sutra Kritãnga: que aquél que no lastima a ninguna criatura viviente alcanza el Nirvana. Si bien tanto el hinduismo como el budismo abrazan la no violencia como ideal, los jainistas son los héroes en llevarla a la práctica. Esta religión enseña que incluso la más pequeña criatura viviente (jiva) debe protegerse y no debe ser herida. Todo ser vivo desea vivir, ninguno desea la muerte. Todos los seres desean ser felices, ninguno quiere sufrir. Los jainistas no solo se abstienen de comer carne, sino de los vegetales de raíz y de ciertas frutas, y solamente toman agua de filtro porque al hervirla matan a las criaturas que viven en ella. A veces llegan a prácticas tan extremas para evitar hacer daño, que pueden parecer exageradas. Sin embargo, esto no empaña la nobleza de su propósito, ni el ejemplo que los jainistas dan a un mundo tan alejado del ideal de no-violencia.
EL JAINISMO EN LA ACTUALIDADHoy en día los jainas son comparativamente un pequeño cuerpo que asciende a cuatro millones, un 0.45% de la población total de India. Predican la tolerancia universal y su actitud hacia las demás religiones es de no-crítica y no-competencia, razón por la cual su expansión es limitada. Sin embargo, es una comunidad poderosa no por su número, sino por su pureza de vida y también por la riqueza de sus miembros, mercaderes y comerciantes en su mayoría. Las cuatro castas de los hindúes son reconocidas por los jainas, pero no hay muchos Brahmanes (sacerdotes) entre ellos. De hecho, los sacerdotes jainistas son los ascetas, que nunca vieron con buenos ojos los rituales brahmánicos, percibidos como acciones vacías de significado, cuando no violentas, sobre todo en la época en que el hinduismo degeneró en sacrificios a animales (aun cuando esta práctica no se correspondía con la prescripta por los textos sagrados: "La serenidad, el dominio de sí mismo, la austeridad, la pureza, la tolerancia, la honestidad, el conocimiento, la sabiduría y la religiosidad: ésas son las cualidades naturales con las que trabajan los brahmanes"). (Bhagavad Gita 18.42)
Tampoco hay Kshatriyas (guerreros y gobernantes) entre los jainistas, cuya casta parece incompatible con los ideales de no violencia, aunque sus Tirthankaras (Maestros) nacieron todos en esta casta, encargada de la administración y protección del pueblo.
La vasta masa de jainistas son Vaishyas —comerciantes, mercaderes y fabricantes— y la mayoría vive en el oeste de India, principalmente en el centro y en el norte (Rajastán, Maharastra y Gujarat). También se encuentran al este, en Bengala, y en menor medida en el sur (estado de Karnataka). Si bien aparecen diseminados en otras partes de India, las grandes comunidades jainas están confinadas a estas regiones.
Actualmente están divididos en dos grandes sectas —los Digambaras, históricamente registrados en el siglo cuarto antes de Cristo y mencionados en uno de los edictos de Asoka- y los Svetambaras, aparentemente más modernos. Estos últimos son ahora por lejos los más numerosos, pero los Digambaras tienen bibliotecas de literatura antigua mucho más vastas.
LOS TIRTHANKARAS De acuerdo con la concepción jainista, el tiempo está dividido en dos ciclos, uno ascendente (utsarpinee) y otro descendente (avasarpini). Los jainos aseguran que su credo ha sido revelado en cada uno de estos ciclos por los Tirthankaras, 24 seres humanos que lograron la perfección más alta. En sánscrito, Tirthankara significa “hacedores de vados”: vados o puentes del río para que los demás puedan cruzar a la otra orilla de la liberación (nirvana). El tirthankara o Jina es, por definición, aquel que venció su naturaleza inferior, alcanzó la iluminación y predicó la senda jainista.
El último Tirthankara fue el Señor Mahavira, contemporáneo de Buda. Muchos dicen que es el fundador del jainismo, pero esto es incorrecto: veintitrés Tirthankaras existieron antes que él. Gracias a su extraordinaria percepción y conocimiento, los Tirthankaras que vivieron en la Tierra de era en era han brindado los principios fundamentales del jainismo.
La vida de los Jinas o Tirthankaras está registrada en el Kalpa Sutra jainista, aunque no de forma detallada. El único que se describe de forma completa es el vigésimo cuarto y último, de nombre Vardhamana y posteriormente llamado Mahavira (gran héroe). El vigésimo tercero vivió 1.200 años antes que él, y el vigésimo segundo, llamado Neminath, era primo de Krishna (encarnación divina que nació hace cinco mil años). Y así hacia atrás en el tiempo hasta el primero, Rishabhadev, el padre del Rey Bharata, que le dio su nombre a la India (India se llama Bharat, que significa adoradores de Dios).
En este punto se unen el jainismo y el hinduismo, que juntos reverencian al Grande que dio nacimiento a una línea de Reyes, se convirtió en el Rishi y el maestro, y su nombre aparece en los Vedas y Puranas.
VIDA DE MAHAVIRA
Como dijimos antes, Mahavira es el último Jina. Nació en Kundalpur en la república de Vaishali (Bihar) alrededor del 600 a.C. Fue contemporáneo de Gautama Buda, aunque mayor, y en las escrituras budistas se lo llama Nataputra.
Los primeros añosLas escrituras narran la vida de Mahavira desde antes de su nacimiento. Bajando desde las más elevadas regiones hasta su última encarnación, aquella en la que iba a despertar a su verdadera naturaleza, su alma iba hacia una familia brahmán donde, según el relato, había planeado nacer. Pero Indra, el Rey de los Devas, dijo que no era correcto que naciera entre los brahmanes, porque el Jina era un Kshatriya (casta gobernante) y debía nacer en una casa real.
Indra envió a uno de los Devas para guiar al Jina hacia la familia del Rey Siddhãrtha. Su nacimiento estuvo rodeado por los signos que anuncian la llegada de los grandes Profetas o Iluminados: las canciones de los Devas, la música de Gandharvas, la diseminación de las flores del cielo.
Como después de su concepción la familia había incrementado su poder y riqueza, decidieron llamarlo Vardhamana, el acrecentador de la prosperidad. En su infancia y juventud, Vardhamana fue amoroso y obediente con sus padres, pero tenía en su corazón el voto que había tomado muchas vidas atrás de renunciar a todo y alcanzar la iluminación. Esperó hasta que su padre y madre estuvieran muertos para no lastimarlos por su partida y entonces, con el permiso de su hermano mayor y los consejeros reales, partió rodeado por una multitud de personas para adoptar la vida ascética.
La iluminación
Mahavira llegó a la selva, se quitó sus vestiduras y ornamentos reales, se vistió con prendas de asceta, envió de regreso a la procesión real que lo había seguido, y se aventuró solo en la profundidad de la jungla. Por doce años practicó grandes austeridades para realizar el Ser, descriptas en la literatura canónica. En el decimotercer año la iluminación descendió sobre El, más exactamente en el 527 a.C. en Pawapuri (Bihar). Allí se liberó de los lazos de Avidyã (ignorancia) y se convirtió en Tirthankara. Después esparció las enseñanzas durante cuarenta y dos años, en los que predicó su filosofía, que constaba de cinco votos principales: no-violencia, verdad, no robar, celibato y desapego. Mahavira muere después de cuarenta y dos años de enseñanza en Pãpã.
Esto es prácticamente todo lo que se sabe sobre el último Jina. También se dan los nombres de algunos discípulos, pero los incidentes de su vida están omitidos. En el período post-Tirthankara, es decir, después de la muerte del Mahavira, continua la tradición de los Acharyas (maestros religiosos), encargados de transmitir el gran conocimiento de los Tirthankaras.
Esto es prácticamente todo lo que se sabe sobre el último Jina. También se dan los nombres de algunos discípulos, pero los incidentes de su vida están omitidos. En el período post-Tirthankara, es decir, después de la muerte del Mahavira, continua la tradición de los Acharyas (maestros religiosos), encargados de transmitir el gran conocimiento de los Tirthankaras.
LAS ESCRITURAS SAGRADASLas escrituras canónicas del jainismo reciben el nombre de Siddhanta, un compendio de 45 libros cuyos textos más representativos son el Sutrakritanga, el Uttaradyayana-sutra, el Prajnapana Sutra, el Nanti-sutra, el Anuyogadvara y el Vyakhya-prajnapti. La tarea de sistematizar las enseñanzas jainistas recayó en Umasvati –también llamado Umasvamin- considerado uno de los grandes filósofos de India. Debió vivir hacia el siglo II, aunque hay quienes lo sitúan más tarde. Anteriormente, como era común en India, las escrituras eran transmitidas de forma oral con precisión.
A mediados del siglo V se celebró el Concilio de Valabhi, donde se realizó una revisión crítica de estas escrituras bajo la iniciativa de Devarddigamin, el Buddhaghosa (reconocido comentarista del Canon Pali) de los jainas. De este concilio surge el Siddhanta, la escritura autorizada.
Se dice que existían obras aun más antiguas conocidas con el nombre de Pûrvas, que se han perdido. Los jainistas son particularmente reservados con respecto a sus libros sagrados, y hay obras maestras de la literatura entre la secta de Digambaras sin publicar. No sería raro que en el futuro muchos de estos libros, supuestamente perdidos, se volvieran accesibles para el mundo. Además de las escrituras canónicas hay una enorme cantidad de literatura sagrada, los Purãnas e Itihãsas, que se parecen mucho a las Purãnas e Itihãsas del hinduismo.
LA CULTURA JAINISTAExiste una vasta cantidad de libros que, aunque originarios de la comunidad jaina, se han convertido en propiedad común de toda la India: libros de gramática, diccionarios, libros sobre retórica y medicina. El conocido Amarakosha, por ejemplo, es una obra jaina que todo estudiante de sánscrito aprende de principio a fin.
Los jainistas se extendieron por toda la península sur de la India, dándoles sus reyes a Madura, a Trichinopolis y a muchas otras ciudades sureñas. Pero no solo dieron gobernantes a India, sino que son los fundadores de la lengua Tamil, que se destaca por su precisión. El famoso Kural del poeta Tiruvalluvar, conocido por todo habitante del sur de India, pertenece al jainismo. Prueba de esto son los términos jainistas que aparecen a lo largo de la obra. Lo mismo sucede con la literatura canaresa: desde el primer siglo de la era cristiana hasta el duodécimo, toda la literatura de Karnataka es dominada por los jainas.
Más al norte sucedía algo parecido: el lapso que va del concilio de Valabhi (siglo V) hasta la dinastía Vaghela (siglo XIII), puede considerarse la edad de oro del jainismo Svetambara de Gujarat. Valabhi se convirtió en un importante centro de estudios, repleto de monasterios que emulaban los grandes complejos budistas. Además de las enseñanzas propiamente jainistas, se impartían clases de historia, gramática, matemáticas, medicina, astronomía y hasta filosofía budista y brahmánica, incluido el estudio de los Vedas. Tan grandes eran en esos días.
LA PAULATINA DISMINUCIÓN DE LOS JAINISTAS
Por entonces llegó un gran movimiento que se propagó en el sur de la India, formado por los devotos de Mahãdeva (Shiva) que predicaban y cantaban loas al Señor. Apelaban a una emoción profunda del corazón humano, la devoción (Bhakti), que el jainismo había ignorado tanto. Además de los cantos al Señor Shiva, curaban enfermedades en su nombre. Ante estos milagros más el torrente de devoción que despertaban los cánticos, muchos jainas se convirtieron. El resto simplemente se alejó, de manera que en el sur de la India prácticamente desaparecieron.
Los jainistas sí permanecieron en Rajastán, y eran tan respetados que Akbar, el magnánimo emperador musulmán, emitió un edicto prohibiendo la matanza de animales en los alrededores de los templos jaina.
LAS ENSEÑANZASLos jainistas reconocen dos categorías fundamentales. Por un lado está la fuente, el origen de todo lo que existe. Es el eterno Uno, el Atma o Conciencia pura. Cuando el Jîva (individuo) ha transcendido la ignorancia (Avidyã), se reconoce como la conciencia pura, que se manifiesta en bienaventuranza.
Por otro lado está Dravya, la sustancia, lo que es conocible. El Conocedor y lo Conocible están uno opuesto al otro; Jîva (individuo) y Dravya, esta última siempre conectada a los Gunas o cualidades.
Dravya no solo está acompañada por las cualidades, sino por Paryãya, las modificaciones. “Dharma, Adharma, espacio, tiempo, materia y almas ( las seis clases de sustancias) constituyen este mundo, como ha sido enseñado por los Jinas, quienes poseen el mejor conocimiento” [Uttaradhyayana, XXVIII, 6, 7. Traducido del Prakrit por Hermann Jacobi]
Los jainistas sí permanecieron en Rajastán, y eran tan respetados que Akbar, el magnánimo emperador musulmán, emitió un edicto prohibiendo la matanza de animales en los alrededores de los templos jaina.
LAS ENSEÑANZASLos jainistas reconocen dos categorías fundamentales. Por un lado está la fuente, el origen de todo lo que existe. Es el eterno Uno, el Atma o Conciencia pura. Cuando el Jîva (individuo) ha transcendido la ignorancia (Avidyã), se reconoce como la conciencia pura, que se manifiesta en bienaventuranza.
Por otro lado está Dravya, la sustancia, lo que es conocible. El Conocedor y lo Conocible están uno opuesto al otro; Jîva (individuo) y Dravya, esta última siempre conectada a los Gunas o cualidades.
Dravya no solo está acompañada por las cualidades, sino por Paryãya, las modificaciones. “Dharma, Adharma, espacio, tiempo, materia y almas ( las seis clases de sustancias) constituyen este mundo, como ha sido enseñado por los Jinas, quienes poseen el mejor conocimiento” [Uttaradhyayana, XXVIII, 6, 7. Traducido del Prakrit por Hermann Jacobi]
Karma y reencarnaciónEl Jîva evoluciona por reencarnación y por karma. Entonces, el siguiente concepto más importante en el jainismo es el karma, la reacción sutil causada por cada acción del individuo que lo ata a la rueda de las encarnaciones (Samsara). Los frutos del karma, es decir, de las acciones, serán buenos o malos según la naturaleza de los actos (buenos o malos) llevados a cabo.
El karma está clasificado según el efecto:
1. El karma que impide obtener el conocimiento verdadero, y
2. El karma que causa placer y dolor.
2. El karma que causa placer y dolor.
Las almas están divididas entre las que lograron la perfección o liberación, y las que aun están atadas. “El universo está habitado por criaturas diversas que están en este Samsara (rueda), nacidos en familias y castas diferentes por haber realizado diversas acciones. A veces van a los mundos de los dioses, a veces a los infiernos, a veces se convierten en Asuras (demonios), todo de acuerdo con sus acciones. Los seres de acciones pecaminosas que caen una y otra vez en nacimientos siempre recurrentes no están disgustados con el Samsara”. [Uttaradhyayana, III, 2, 3, 5]
El jainismo enseña, al igual que el Bhagavad-Gîtã, que el alma desciende por malas acciones; por buenas y malas combinadas nace como hombre o, si es purificada, nace como Deva. Sin embargo, el estado más alto de perfección a lograr es el de Jina o Tirthankara, en el que uno está libre de las consecuencias de sus acciones (karma), de nacimiento (janma), de la forma (kaya) y del sufrimiento (jara). Es por muchos nacimientos, por innumerables experiencias, que el Jîva comienza a liberarse de los lazos de la acción. Este proceso puede acelerarse mediante numerosas vidas de austeridad y disciplina, que resultan en la Liberación final o Moksha.
Las tres joyas
En el jainismo hay tres joyas, como las tres ratnas (triratna) que tan frecuentemente se escucha entre los budistas. Estas son:
1. Samyug-darshan: Recta fe
2. Samyug-Gnana: Recto conocimiento
3. Samyug-Charitra: Recto carácter o conducta
Además hay una cuarta, agregada por los ascetas: “Aprende el camino verdadero que conduce a la liberación final, la que los Jinas han enseñado. Esta depende de cuatro causas: I. Conocimiento correcto; II. Fe correcta; III. Conducta correcta; IV. Austeridades. Este es el camino enseñado por los Jinas que poseen el mejor conocimiento”. [Ibid, XXVIII, 1, 2]
Por conocimiento, fe y conducta correcta evoluciona el Jiva, y en una etapa posterior se agregaron las austeridades, por las cuales finalmente se libera del karma.
El conocimiento correcto consiste en aquello que nombramos anteriormente cuando nos referimos al Samsãra, a la diferencia entre Jîva y Dravya, y a las seis clases de sustancias, Dharma, Adharma, espacio, tiempo, materia, alma. El jainista también debe conocer las nueve verdades: “Jiva, alma; Ajîva, las cosas inanimadas; Bandha, la atadura del alma por el karma; Punya, mérito; Pãpa, desmérito; Âsrãva, aquello que hace que el alma sea afectada por los pecados; Samvara, la prevención de Âsrãva por la vigilancia; la aniquilación del Karma; y la liberación final o Moksha; estas son las nueve verdades”. [Uttaradhyayana, XXVIII, 14]
Hay dos clases de conducta correcta. La llamada Sarãga, es decir con deseo, que conduce al alma a convertirse en Deva, o la conduce a la soberanía de los hombres, pero no a la liberación. Solo la conducta correcta llamada Vîtarãga, libre del deseo, conducirá a la liberación final.
El Jiva debe desechar a Moha, el engaño, Rãga, el deseo, Dvesha, el odio, y por supuesto sus opuestos, porque uno no puede ser descartado sin el otro; hasta que al final se convierte en el Jîva completo y perfecto, llamado Jivamukta (liberado en vida).
Este es un breve resumen de los puntos de vista filosóficos de los jainas, aceptables seguramente para los hindúes, porque en casi todos los puntos se encuentra prácticamente la misma idea, aunque presentada de una manera algo distinta.
1. Samyug-darshan: Recta fe
2. Samyug-Gnana: Recto conocimiento
3. Samyug-Charitra: Recto carácter o conducta
Además hay una cuarta, agregada por los ascetas: “Aprende el camino verdadero que conduce a la liberación final, la que los Jinas han enseñado. Esta depende de cuatro causas: I. Conocimiento correcto; II. Fe correcta; III. Conducta correcta; IV. Austeridades. Este es el camino enseñado por los Jinas que poseen el mejor conocimiento”. [Ibid, XXVIII, 1, 2]
Por conocimiento, fe y conducta correcta evoluciona el Jiva, y en una etapa posterior se agregaron las austeridades, por las cuales finalmente se libera del karma.
El conocimiento correcto consiste en aquello que nombramos anteriormente cuando nos referimos al Samsãra, a la diferencia entre Jîva y Dravya, y a las seis clases de sustancias, Dharma, Adharma, espacio, tiempo, materia, alma. El jainista también debe conocer las nueve verdades: “Jiva, alma; Ajîva, las cosas inanimadas; Bandha, la atadura del alma por el karma; Punya, mérito; Pãpa, desmérito; Âsrãva, aquello que hace que el alma sea afectada por los pecados; Samvara, la prevención de Âsrãva por la vigilancia; la aniquilación del Karma; y la liberación final o Moksha; estas son las nueve verdades”. [Uttaradhyayana, XXVIII, 14]
Hay dos clases de conducta correcta. La llamada Sarãga, es decir con deseo, que conduce al alma a convertirse en Deva, o la conduce a la soberanía de los hombres, pero no a la liberación. Solo la conducta correcta llamada Vîtarãga, libre del deseo, conducirá a la liberación final.
El Jiva debe desechar a Moha, el engaño, Rãga, el deseo, Dvesha, el odio, y por supuesto sus opuestos, porque uno no puede ser descartado sin el otro; hasta que al final se convierte en el Jîva completo y perfecto, llamado Jivamukta (liberado en vida).
Este es un breve resumen de los puntos de vista filosóficos de los jainas, aceptables seguramente para los hindúes, porque en casi todos los puntos se encuentra prácticamente la misma idea, aunque presentada de una manera algo distinta.
Ahimsa: la no violenciaEl jainismo prescribe reglas muy elaboradas para la conducta diaria. Su ética es una consecuencia directa de la filosofía de las almas y del karma. Como el deber primordial del hombre es la evolución y perfección de su alma y la de todas las criaturas, la no violencia es el principio cardinal de la religión. “Nunca hieras a nadie” es un lema que manifiesta amor y compasión hacia todos los seres. Por ejemplo, los jainistas suelen construir asilos para los animales viejos o enfermos, donde se los cuida y alimenta hasta que mueren de forma natural.
En concordancia con el ascetismo está la regla estricta que prohíbe la ingesta de estupefacientes o bebida alcohólicas. Hasta la miel llega la ley de alimentos prohibidos, porque en su obtención demasiadas veces son sacrificadas las vidas de las abejas.
El jainista lleva a tal extremo el voto de no violencia, que para el sentido común a veces sobrepasa los límites de lo comprensible, y un crítico duro hasta podría decir que raya en el absurdo. Sin embargo, más absurda es la violencia del hombre contra el hombre y contra los animales, que causa sufrimiento sin fin. Y aunque a veces se esboce una sonrisa ante el asceta que respira solo a través de una tela para que nada viviente pueda ingresar a sus pulmones, o que filtra el agua pero nunca la hierve porque “mata a las criaturas que viven en ella”, peor es la violencia cotidiana infligida a los animales, que aunque sufren no pueden ni hablar ni defenderse. Incluso la exageración del jaina tiene una base tan noble y compasiva, que no podemos menos que admirar su conducta.
En las palabras de un Jina: “El Venerable ha declarado ... Así como es mi dolor cuando me golpean con un palo, arco, puño, terrón o cacharro; o amenazan, golpean, queman, atormentan, o privan de la vida; y así como siento todos los dolores y agonías, desde la muerte hasta el tirón de un cabello; de la misma manera, estén seguros de esto, todas las clases de seres sienten el mismo dolor y agonía que yo, cuando son maltratados de la misma manera. Por esta razón ninguna clase de ser vivo debería ser golpeado, ni tratado con violencia, ni abusado, ni atormentado, ni privado de la vida”.
“Los Arhats y Bhagavats del pasado, presente y futuro, todos hablan así, declaran así, explican así; ninguna clase de ser vivo debería ser asesinado, ni tratado con violencia, ni maltratado, ni atormentado, ni echado. Esta ley constante, permanente, eterna, verdadera ha sido enseñada por hombres sabios que comprenden todas las cosas”. [Uttaradhyayana, Bk II, I, 48, 49]
LOS LAICOS Y LOS ASCETAS
Los jainas están divididos en dos grandes cuerpos: el laico, que se llama Srãvaka, y el asceta o Yati. Éstos tienen ciertas reglas de conducta que solo el Yati lleva a la perfección, dado que el laico se está preparando para futuros nacimientos.
El jainismo predica las doctrinas de Ahimsa (no-violencia), Satya (verdad), Asteya (no robar), Brahmacharya (celibato) y Aparigraha (desapego).Los cinco votos del Yati también conciernen al laico hasta cierto punto. Por ejemplo, el voto de celibato, que sobre el Yati se impone de forma absoluta, en el laico significa solamente temperancia y castidad apropiada (prohibición de adulterio, etc.). Con respecto al desapego, en el laico implica que no debe ser codicioso o lleno de deseos y en el Yati, que renuncia a todo y no reconoce nada como propio. Estos cinco votos rigen la vida del Jaina, pero no terminan aquí. Por ejemplo, la guía para la práctica de Ahimsa (no-violencia) divide la crueldad en nueve tipos, cada una más sutil que la otra.
El jainismo predica las doctrinas de Ahimsa (no-violencia), Satya (verdad), Asteya (no robar), Brahmacharya (celibato) y Aparigraha (desapego).Los cinco votos del Yati también conciernen al laico hasta cierto punto. Por ejemplo, el voto de celibato, que sobre el Yati se impone de forma absoluta, en el laico significa solamente temperancia y castidad apropiada (prohibición de adulterio, etc.). Con respecto al desapego, en el laico implica que no debe ser codicioso o lleno de deseos y en el Yati, que renuncia a todo y no reconoce nada como propio. Estos cinco votos rigen la vida del Jaina, pero no terminan aquí. Por ejemplo, la guía para la práctica de Ahimsa (no-violencia) divide la crueldad en nueve tipos, cada una más sutil que la otra.
Reglas para los laicos
Encontramos en la vida diaria del jaina reglas establecidas para el laico sobre cómo ha de comenzar y finalizar cada día:
“Debe levantarse muy, muy temprano en la mañana y luego repetir silenciosamente sus mantras, contando con los dedos; y después tiene que decirse a sí mismo: ¿qué soy, quién es mi Ishtadeva, quién es mi Gurudeva, cuál es mi religión, que debería hacer, qué no debería hacer?”
Este es el comienzo de cada día que muestra un reconocimiento cuidadoso, auto-consciente, de la vida. Entonces el jainista ha de pensar en los Tirthankaras y después, hacer ciertos votos. Estos votos son característicos de los jainas, y tienen un objetivo especial.
Por ejemplo, un hombre a su propia discreción hace algún pequeño voto en algo poco importante. Él va a decir a la mañana: “Durante este día no me voy a sentar más que un número determinado de veces”. O sino: “Durante una semana no voy a comer tal verdura”; o: “Por una semana, o diez días, o un mes, voy a guardar una hora de silencio por día”.
Estos votos lo ayudan a ser auto-consciente y a no perder el control sobre el cuerpo. Desde la más tierna infancia se le enseña al niño a hacer estas promesas, y el resultado es que aprende a controlar la imprudencia, la excitación y el continuo descuido, que es una de las grandes causas de la ruina de la vida humana. Un niño educado así raramente es negligente o impetuoso. Siempre piensa antes de hablar o actuar porque se le enseña que el cuerpo debe seguir a su mente. ¿Con qué frecuencia la gente dice: “Si hubiera pensado no lo habría hecho; si lo hubiera considerado, nunca habría actuado o hablado así?” Los jainistas comprenden que si se entrenan desde la infancia a no hablar ni actuar sin pensar, el cuerpo aprende a seguir a la mente, y sin lucha ni esfuerzo evitan malas acciones.
Por supuesto que hay votos mucho más serios que aquellos tomados por el laico, por ejemplo con respecto al ayuno estricto y severo, y cada detalle está establecido cuidadosamente en los libros. Pero este es un punto de la vida del jainista laico que no se encuentra fácilmente en los libros. Como consecuencia de esta disciplina, los jainas son, por lo general, calmos, auto-controlados, serios, algo callados, algo reservados. [Los detalles provienen en su mayoría de Jainatattvãdarsha, de Muni Atmãrãmji, y fueron traducidos por Govinda Dasa]
“Debe levantarse muy, muy temprano en la mañana y luego repetir silenciosamente sus mantras, contando con los dedos; y después tiene que decirse a sí mismo: ¿qué soy, quién es mi Ishtadeva, quién es mi Gurudeva, cuál es mi religión, que debería hacer, qué no debería hacer?”
Este es el comienzo de cada día que muestra un reconocimiento cuidadoso, auto-consciente, de la vida. Entonces el jainista ha de pensar en los Tirthankaras y después, hacer ciertos votos. Estos votos son característicos de los jainas, y tienen un objetivo especial.
Por ejemplo, un hombre a su propia discreción hace algún pequeño voto en algo poco importante. Él va a decir a la mañana: “Durante este día no me voy a sentar más que un número determinado de veces”. O sino: “Durante una semana no voy a comer tal verdura”; o: “Por una semana, o diez días, o un mes, voy a guardar una hora de silencio por día”.
Estos votos lo ayudan a ser auto-consciente y a no perder el control sobre el cuerpo. Desde la más tierna infancia se le enseña al niño a hacer estas promesas, y el resultado es que aprende a controlar la imprudencia, la excitación y el continuo descuido, que es una de las grandes causas de la ruina de la vida humana. Un niño educado así raramente es negligente o impetuoso. Siempre piensa antes de hablar o actuar porque se le enseña que el cuerpo debe seguir a su mente. ¿Con qué frecuencia la gente dice: “Si hubiera pensado no lo habría hecho; si lo hubiera considerado, nunca habría actuado o hablado así?” Los jainistas comprenden que si se entrenan desde la infancia a no hablar ni actuar sin pensar, el cuerpo aprende a seguir a la mente, y sin lucha ni esfuerzo evitan malas acciones.
Por supuesto que hay votos mucho más serios que aquellos tomados por el laico, por ejemplo con respecto al ayuno estricto y severo, y cada detalle está establecido cuidadosamente en los libros. Pero este es un punto de la vida del jainista laico que no se encuentra fácilmente en los libros. Como consecuencia de esta disciplina, los jainas son, por lo general, calmos, auto-controlados, serios, algo callados, algo reservados. [Los detalles provienen en su mayoría de Jainatattvãdarsha, de Muni Atmãrãmji, y fueron traducidos por Govinda Dasa]
Los ascetas
Pasamos del laico al asceta, al Yati. Sus reglas son muy estrictas. Practican mucho ayuno llevado a un punto extraordinario, como los grandes ascetas hindúes. Hay ascetas hombres y mujeres en la secta conocida como los Svetãmbaras. Entre los Digambaras no hay ascetas femeninos y su concepción sobre las mujeres no es en general muy elogiosa.
Entre los Svetãmbaras, sin embargo, hay ascetas femeninos así como también masculinos, bajo las mismas estrictas reglas de pedir limosna y de renunciar a la propiedad. Pero tienen una regla sabia: que el asceta no debe renunciar a cosas sin las cuales no puede progresar. En consecuencia, no debe renunciar al cuerpo y debe mendigar suficiente alimento para mantenerlo, porque solamente en el cuerpo humano puede obtener la liberación. Tampoco debe renunciar al Gurú, porque sin su enseñanza no puede caminar por el estrecho sendero hacia la iluminación. Tampoco a la disciplina porque si renuncia a eso, sería imposible el progreso; ni al estudio de los Sûtras, porque también lo necesita para su evolución. Pero fuera de estas cuatro cosas — el cuerpo, el Gurú, la disciplina y el estudio — no debe haber nada que pueda poseer. Dice un maestro: “No debes hablar sin que se te pregunte, y si se te pregunta no debes decir mentiras; no debes ceder a tu enojo, y debes tolerar con indiferencia acontecimientos agradables y desagradables. Somete tu ego porque el ego es difícil de someter. Si tu ego se somete, serás feliz en este mundo y en el próximo”. [Uttaradhyayana, I, 14, 15]
Las mujeres ascetas, que viven bajo las mismas reglas estrictas de conducta, tienen el deber de visitar todos los hogares jainas, y ver que las esposas y las hijas sean educadas apropiadamente. Los jainistas ponen gran énfasis en la educación de las mujeres, y un gran trabajo del asceta femenino es impartir esa educación y ver que se lleve a cabo.
Entre los Svetãmbaras, sin embargo, hay ascetas femeninos así como también masculinos, bajo las mismas estrictas reglas de pedir limosna y de renunciar a la propiedad. Pero tienen una regla sabia: que el asceta no debe renunciar a cosas sin las cuales no puede progresar. En consecuencia, no debe renunciar al cuerpo y debe mendigar suficiente alimento para mantenerlo, porque solamente en el cuerpo humano puede obtener la liberación. Tampoco debe renunciar al Gurú, porque sin su enseñanza no puede caminar por el estrecho sendero hacia la iluminación. Tampoco a la disciplina porque si renuncia a eso, sería imposible el progreso; ni al estudio de los Sûtras, porque también lo necesita para su evolución. Pero fuera de estas cuatro cosas — el cuerpo, el Gurú, la disciplina y el estudio — no debe haber nada que pueda poseer. Dice un maestro: “No debes hablar sin que se te pregunte, y si se te pregunta no debes decir mentiras; no debes ceder a tu enojo, y debes tolerar con indiferencia acontecimientos agradables y desagradables. Somete tu ego porque el ego es difícil de someter. Si tu ego se somete, serás feliz en este mundo y en el próximo”. [Uttaradhyayana, I, 14, 15]
Las mujeres ascetas, que viven bajo las mismas reglas estrictas de conducta, tienen el deber de visitar todos los hogares jainas, y ver que las esposas y las hijas sean educadas apropiadamente. Los jainistas ponen gran énfasis en la educación de las mujeres, y un gran trabajo del asceta femenino es impartir esa educación y ver que se lleve a cabo.
MANTRASLas plegarias se llevan a cabo 48 minutos por día, y los mantras se repiten para obtener perdón por las malas acciones cometidas durante la jornada, a sabiendas o no. Estos son los mantras universales jainistas:
NAMO ARIHANTANAM: Salutaciones al UNO, el Dios sin karma.
NAMO SIDDHANAM: Salutaciones al UNO sin karma que logró la liberación (moksha)
NAMO AYARIYANAM: Salutaciones a los Santos que renunciaron al mundo y se volvieron sadhus.
NAMO LOYESAVASAHUNAM: Salutaciones a cada santo que practica el sendero del conocimiento (Gnana), adoración (Darshan), alto carácter (Charitra), y meditación (Tapasya) para lograr la liberación o Moksha.
(Eso Panh namokkaro
Savva pavappanasano
Mangalanam cha savvesim
Padhamam havai mangalam) Rogamos y nos inclinamos a los cinco mencionados y que todo el Universo sea bendecido.
Bibliografía consultada:
- Jainismo, Annie Besant. La Sociedad Teosófica, Centenary Printing 1974, The Theosophical Publishing House, Adyar. Chennai 600 020 India.
- Unity of faiths, J. Jagadeesan, Sathya Sai Central Council of Malaysia.
- El jainismo, Agustín Pániker, Editorial Kairós.
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