Saint KABIR: insigne testimonio histórico del estado natural de no-dualidad, que trasciende filosofías, ideologías y religiones
Kabir vivió en India entre los siglos XV-XVI
¿Cómo podría yo jamás pronunciar esas palabras misteriosas?
¿Cómo podría yo decir: Él no es como esto y es como aquello?
Si digo que Él está en mí, el universo se escandaliza de mis palabras.
Si digo que está fuera de mí, miento.
De los mundos internos y externos, Él hace una unidad indivisible.
Lo consciente y lo inconsciente son los taburetes de sus pies.
Ni se manifiesta ni se oculta; no es revelado ni irrevelado.
No hay palabras para decir lo que Él es.
(Cien poemas de Kabir, nº9)
Saint Kabir. Cien poemas. Versiones de Rabindranath Tagore. Traducción al español de Joaquín V. González | |
| Reseña biográfica Llamado también Kabir Sahib o Sant Kabir, no es fácilmente clasificado como un Sufi o un Yogui – él es todos estos-. Es reverenciado por Musulmanes, hindúes, y Sijes. |
El río y sus olas forman una misma superficie:
¿Qué diferencia hay entre el río y sus olas?
Cuando la ola se levanta es agua,
y al caer sigue siendo agua.
Decidme ¿dónde está la diferencia?
Porque la hayan nombrado ola,
¿ya no se la considerará como agua?
En el seno del Supremo Brahma,
los mundos se engarzan como las cuentas de un rosario.
Contempla ese rosario con los ojos de la sabiduría.
(Poema nº 14)
La luna brilla en mi interior,
pero mis ojos ciegos no pueden verla.
La luna está en mí, lo mismo que el sol.
Sin que lo toquen,
el tambor de la eternidad resuena en mi interior,
pero mis oídos sordos no pueden oírlo.
Así, en tanto que el hombre reclame el yo y lo mío,
sus obras serán como cero.
Cuando todo amor del yo y de lo mío haya muerto,
entonces es cuando se consumará la obra del Señor.
Que el trabajo no tenga otro afán que el conocimiento.
Alcanzado el conocimiento, déjese el afán.
El afán de la flor es el fruto;
cuando el fruto madura, la flor se marchita.
El ciervo contiene el almizcle,
aunque no lo busca en sí mismo,
sino husmeándolo en la hierba.
Kabir dice:
No puedo decir cuán adorable es mi Señor.
El ascetismo, el rosario, las virtudes y los vicios,
nada de todo ello existe para Él.
Kabir dice:
Estamos en lo Inaccesible;
miraos adentro
y veréis cómo brillan en vosotros los rayos de luna
de Dios escondido.
Allí late el ritmo de la vida y de la muerte.
Ahí surgen los arrobamientos,
todo un espacio radiante de luz.
Allí se escucha la misteriosa música,
que es la del amor de los tres mundos.
Allí arden los millones de lámparas del sol y de la luna.
Allí resuenan por doquiera los amorosos cánticos,
llueven ondas de luz,
y el adorador saborea con delicias el celeste néctar.
Ved la vida y la muerte:
ya no hay entre ellas separación alguna.
Kabir dice:
El sabio enmudecerá,
pues la Verdad no puede hallarse en los libros ni en los Vedas.
Me he asociado al armonioso equilibrio del Uno.
He bebido la copa de lo inefable.
Encontré la clave del misterio.
Alcancé la raíz de la Unión.
Viajando sin camino llegué al país sin dolor,
y la gracia del Gran Señor
ha descendido dulcísima en mí.
Se canta al Dios infinito como si fuera inaccesible;
pero en mis meditaciones, sin mis ojos yo lo he visto.
Es, de cierto, el país sin sufrimientos,
y nadie sabe el camino que a Él conduce.
Sólo aquel que encontró ese camino
va más allá de la región de los dolores.
Maravilloso país,
que no puede pagarse con ningún mérito.
El sabio lo ve, el sabio lo canta.
Tal es la última palabra;
pero ¿cómo expresar su maravilloso sabor?
Aquel que la saborea una vez,
sólo él sabe el gozo que puede dar.
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