QUE ES DHARMA? : El ser humano debe llevar una vida correcta y dedicarse empeñosamente a practicar siempre todas las virtudes humanas, para que pueda vivir en Paz y para que el mundo pueda también gozar de Paz. Los hombres no pueden obtener Paz verdadera, ni pueden lograr la gracia de Dios por ningún otro medio que no sea viviendo una vida virtuosa. La moralidad y la virtud (Dharma), son los fundamentos para el bienestar de la humanidad; ellos constituyen la Verdad que se mantiene incólume a través de todos los tiempos. Cuando la Rectitud y la virtud no logran transmutar la vida humana, el mundo se ve afligido por la agonía y el temor atormentado por turbulentas alteraciones. Cuando el resplandor luminoso de la virtud deja de alumbrar las relaciones entre los seres humanos, la sociedad entera se ve envuelta en la noche del dolor.
Dios es la encarnación del Dharma: Su gracia se logra practicando una vida virtuosa. El Hacedor está siempre alimentando la virtud y la moralidad en el mundo. El está permanentemente estableciendo la virtud; puesto que El, de hecho, es Virtud. Las sagradas escrituras proclaman a grandes voces la gloria de la virtud. Las escrituras de las diferentes religiones se han expresado detalladamente respecto de las virtudes humanas, en el lenguaje que es familiar a sus respectivos adeptos. Es el deber primordial de todo ser humano, en cualquier lugar y en toda época, rendir homenaje al dulce Señor del Dharma, la Personificación de la Rectitud.
La corriente de actividad dhármica, virtuosa y moral, jamás debe secarse; cuando sus frescas aguas cesan de fluir sobreviene el desastre en forma irremediable. La humanidad ha alcanzado su presente condición tan sólo porque la virtud, como un río subterráneo, fluye sin ser vista bajo la superficie, alimentando las raíces y los manantiales. No solamente la humanidad, sino hasta bestias y aves tienen que atenerse a la virtud para poder ser felices y sobrevivir con alegría.
Por todas estas razones, es imperativo que las aguas de la virtud se mantengan circulando, fluyendo en forma perpetua y abundante para que el mundo pueda gozar de felicidad. Actualmente, el desastre danza alocadamente sobre el escenario del mundo, porque la Rectitud se ha descuidado y ya no se cree en los preceptos fundamentales de la vida virtuosa. Por lo tanto el hombre debe comprender claramente la esencia de la virtud.
ŸQué se entiende por Dharma (virtud, moralidad, rectitud)? ¿Qué es la esencia del Dharma? ¿Puede el hombre común llevar una vida dichosa y segura si se atiene a los dictados del Dharma? Estas dudas confunden la mente de los humanos en el curso de sus vidas. Es indispensable y muy urgente resolverlas.
En cuanto se habla de virtud, moralidad y deber el hombre ordinario lo toma en algunos de los siguientes sentidos: dar limosna, dar alojamiento a los peregrinos, alimentar a los pobres, adherirse a las normas tradicionales de una profesión, poseer un carácter que respeta las leyes, discernir entre el bien y el mal, seguir los dictados de la propia naturaleza y los caprichos de la mente, la fruición de deseos, y así sucesivamente.
Por supuesto que hace ya mucho tiempo que el rostro puro de la virtud fue mancillado de tal modo que se ha hecho irreconocible. Las hermosas praderas y arboledas se ven invadidas por la maleza y el descuido y luego se vuelven campo inhóspito y jungla salvaje. Los frondosos árboles son cortados por obra de personas codiciosas y el paisaje cambia de aspecto hasta volverse irreconocible. Con el pasar del tiempo la gente se acostumbra al nuevo estado de cosas y ya no notan la transformación y la decadencia. Esto es precisamente lo que ha sucedido en el caso de la virtud.
Todo ser humano tiene que familiarizarse con los rasgos principales de la virtud, tal como lo explican los Vedas, las escrituras más antiguas de la humanidad, cuyo ancestro desciende directamente de la palabra del Supremo Hacedor. Estas y otras escrituras sagradas, mal interpretadas por inteligencias incompetentes, abrumadas por las emociones desenfrenadas y un razonamiento impuro, han sido groseramente diluidas y su gloria se ha desfigurado atrozmente. Así como las gotas de lluvia caen del cielo claro y azul, contaminándose y cambiando de color al contacto con la tierra, de la misma manera, el mensaje inmaculado de los antiguos visionarios, el ejemplo de sus esplendorosas obras, tanto como el ejemplo de sus acciones inmaculadas, se han convertido en una caricatura deforme de su original grandeza, debido a la tergiversación de seudo eruditos e intérpretes incultos.
Muchos libros para niños contienen ilustraciones que ayudan a explicar el texto, pero los lectores juveniles dedican el tiempo a mirar las estampas, olvidando lo que éstas tratan de aclarar. Similarmente los irreflexivos y los ignorantes comprenden mal los rituales destinados a ilustrar las grandes verdades, y los llegan a tornar corno si tuviesen validez independiente de éstas. Llegan a ignorar por completo las mismas verdades que los rituales tratan de poner en evidencia Los viajeros que recorren una carretera descansan por un rato en los refugios colocados a la vera del camino, pero durante su estadía, muchas veces descuidan y dañan la misma estructura que les diera abrigo. De igual manera los torpes y los perversos alteran la faz misma de la moralidad védica y engañan al mundo, haciéndole creer que la versión tergiversada que propagan es la enseñanza de los Vedas (el Conocimiento Superior).
Cuando tal manipulación de la virtud tiene lugar, cuando su rostro es desfigurado en manos de los enemigos (le Dios, el Hacedor responde al llamado de los buenos y piadosos, y salva al mundo de la ruina mediante el restablecimiento de la Rectitud y de la Verdad en los campos de la moralidad y de las diversas actividades humanas o, dicho de otro modo, reafirma la virtud en el campo ideológico y práctico a la vez.
En cuanto al presente, ¿quién puede curar la ceguera actual? El hombre tiene que exterminar la bestia de seis cabezas que causa su perdición, incitándolo con lujuria, ira, codicia, ignorancia, soberbia y odio. Solamente así, la virtud puede ser reconstruida.
En los Vedas se hacía referencia al Señor corno la "Personificación de la Virtud"; mientras que Buda lo llamó "Suprema Sabiduría", Durante aquellos días en que Buda vivió, nadie se atrevía a pronunciar la palabra "Veda'; corno sucedió en los tiempos del demonio llamado Somaka, en que se perseguía sin misericordia a los que practicaban o enseñaban los Vedas, razón por la cual nadie se atrevía a nombrarlos; aunque como sobrevenía el temor de morir, ese comportamiento podía ser excusado. Pese al inminente peligro, Buda rebosaba reverencia por los Vedas, estaba siempre lleno de Dios. ¡Muchos dicen que Buda era ateo! Pero si Buda era ateo, ¿quién merece entonces ser designado creyente? La vida entera de Buda es un relato ininterrumpido de virtud suprema.
Otro gran maestro de filosofía y moral, Sankara (el principal exponente del concepto de la filosofía no dualista) es criticado por algunos que dicen que Sankara se oponía al sendero de la actividad virtuosa. Pero Sankara negaba solamente la eficacia de la actividad virtuosa, cuando ésta se efectuaba exclusivamente con el fin de satisfacer un deseo. Sankara fue, sin lugar a duda, un Gran Maestro que enfatizó la importancia de la actividad virtuosa, y que recalcó la importancia del esfuerzo motivado por la comprensión de la Verdad básica.
El modo que empleó Sankara para practicar la virtud e insistir en el cumplimiento de las obligaciones impuestas por las diversas actividades humanas, teniendo presente la Verdad esencial de la vida y la fe de Buda en la esencia de los Vedas, solamente puede ser apreciado por aquellas personas que han adquirido una visión superior. Los que no poseen esa visión, se confunden en una maraña de interpretaciones. Es que para escalar cierta altura se necesita una escalera de altura similar.
Aquel que domine su egoísmo, sus deseos egocéntricos, el que destruya sus sentimientos e impulsos bestiales y deseche la tendencia natural de considerar el cuerpo como su "yo", como su "Ser", está ciertamente en el sendero de la virtud. Tal persona sabe que la meta de toda moralidad es la unión, o el fundirse de la ola con el mar, la fusión o absorción del "yo" individual en el "Yo" Universal, la inmersión del ser en el Ser Superior.
En todas las actividades mundanas deben cuidar de no herir los cánones del decoro y de la bondad; no deben contradecir a los impulsos de la Voz Interior y deben estar preparados en todo momento a respetar los dictados apropiados de la conciencia; deben cuidar sus pasos para no obstruir el camino de los demás; siempre -deben estar alertas para descubrir la Verdad oculta detrás de toda esta variedad resplandeciente. Esta es la suma total de los deberes humanos, éstas son las virtudes humanas por excelencia. Este es vuestro Dharma (la Acción Correcta). El fuego abrasador de la sabiduría, que los convence al fin de que "todo esto es Dios", convertirá en ceniza todo rastro de vuestro egoísmo y apegos mundanos. Ustedes deben llegar a embeberse con el néctar de la Unión con Dios; ésta es la última meta de la virtud y de toda actividad humana inspirada por esa virtud.
"Sacrifiquen la ignorancia y el egoísmo en el altar de la sabiduría e instalen la virtud en su lugar"; éste es el Mensaje de los Vedas. Cada acto desinteresado aislado que prepara el terreno para la fusión del Alma individual con el Alma Universal, que expande la visión, permitiendo la percepción de la presencia de la Conciencia Absoluta inmanente en todo lugar, constituye un acto imbuido de virtud. Cada uno de tales actos es un diminuto riachuelo que va a sumarse al río de la santidad, que corre hacia el océano del Conocimiento Absoluto. Todos vuestros actos y actividades son rituales en la adoración del Alma Suprema que llena el Universo. Cualquier cosa que se haga con una actitud de dedicación y entrega es un componente de la virtud que conduce a la Realización. La estrategia del modo de vida en Bharat (la India, tierra que tiene apego al Señor), está orientada hacia la santificación de cada movimiento y cada palabra, pensamiento y acción, convirtiéndolos a todos ellos en un paso más hacia esa Realización.
Ustedes deben comprender las acciones virtuosas de antaño buscando captar su sentido simbólico. El campo espiritual contiene muchos términos técnicos, que tienen su propia y especial connotación. Estos deben ser claramente comprendidos, para que ustedes puedan captar correctamente las enseñanzas de las Escrituras.
Tomemos un ejemplo. En tiempos antiguos la gente solía celebrar ofrendas, y en ellas se sacrificaban animales. Pero el animal es solamente un símbolo. No era la bestia la que había que despedazar. ¡El animal lleva de por sí una vida de sacrificio, y no tiene necesidad alguna de que el hombre tenga que finiquitar su vida en un altar de sacrificios! El animal que debe ser inmolado y ofrendado es diferente.
En el vocabulario espiritual, animal significa "conciencia corporal", la "conciencia del ego"; y esto es lo que debe ser sacrificado. El Señor es conocido como el Guardián del ganado o el Pastor que vela por todas las Almas individuales, El que tiene el control sobre la naturaleza animal del hombre. El cuidar a las vacas es el juego simbólico de Krishna (así como vemos a Cristo cuidando a las ovejas como buen Pastor), que indica Su Misión de velar por los individuos.
Las Escrituras poseen profundos significados internos. El propósito del Dharma (virtud, moralidad, rectitud) es lograr que el individuo cese en sus apegos a la naturaleza exterior, y a la ilusión que ello produce, y que llegue a darse cuenta de su Realidad, o dicho de otra manera, que deje de considerar real lo que ahora considera como tal (lo tangible, el mundo objetivo), para que pueda percibir la revelación de su verdadera identidad.
Estos significados deben ser captados tanto por los jóvenes como por los ancianos. Tómese como ejemplo el templo de Shiva (Shiva es la tercera persona de la Trinidad Hindú; su función, como la del Espíritu Santo, es iluminar, conferir sabiduría, destruir la ilusión del mundo, transmutar lo humano en divino). Justo enfrente del Ídolo de Shiva tenemos la imagen de Nandi, el Toro. Se dice que el Toro Sagrado es el vehículo que utiliza Shiva para desplazarse, y es por esa razón que Nandi está en el templo de Shiva. Pero, a decir verdad, el toro o vacuno representa al individuo, al hombre, a la "divinidad encarnada"; mientras que el "Lingam", el símbolo ovoidal de Shiva, que no llene comienzo ni fin, representa el Eterno Principio Divino. "Nadie debe pasar entre el Toro y el Símbolo de Shiva, entre el individuo y su Divinidad", es lo que se dice, pues deben fundirse en uno. Shiva debe visualizarse o contemplarse entre los dos cuernos de Nandi (el Toro), dicen.
La gente, cuando se le pregunta el porqué de este precepto, contesta: "Bueno, es más sagrado que otras formas de contemplar el "Lingam". Pero el verdadero significado profundo es éste: "Debes ver la Divinidad en el individuo El toro y su Pastor son uno. Al final, en la fusión se convierte en "Divino Pastor". Todas estas explicaciones se refieren a la misma entidad. Cuando el individuo se halla preso de sus deseos egocéntricos se designa como "Nandi" o el Toro. Cuando se libera, se convierte en Dios o en el Divino Pastor, el que guía a los demás. ("Yo y mi Padre somos UNO", dijo Cristo. N, del T.) Cuando el individuo finalmente se convierte en Divino Pastor, en Divinidad encarnada, se lo adora y con justa razón. Cuando el animal del egoísmo es ofrendado al Divino Pastor, al Señor de las Almas, y cuando el individuo desecha su identidad separada, es cuando se efectúa el verdadero sacrificio. Este significado ha caído ahora en el olvido.
Hasta tal punto han cambiado hoy en día estos actos simbólicos que se han vuelto irreconocibles. las prácticas de la actualidad y los principios de ayer se han distanciado enormemente. Hasta el más insignificante detalle de la vida ordinaria debe estar inspirado en los elevados ideales de la bienaventuranza espiritual. En esta forma hasta la gente más simple puede ser guiada gradualmente hacia la meta. Cuando uno no discierne el proceso y propósito de cada acción, pero sigue repitiéndola ciegamente, ello se convierte en una versión ridícula y fosilizada. Por eso Prahlada dijo: "Como es difícil destruir el egoísmo, el hombre halla más fácil destruir a un pobre e inocente animal como sustituto. Sacrificar animales es señal de ignorancia y abulia; contentarse con ese sacrificio es dejarse llevar por la esclavitud de los sentidos. El sacrificio puro consiste en ofrendar el animal del egoísmo; ésa es la ofrenda de pureza, ése es el camino divino hacia la Liberación". Prahlada era hijo de un rey malvado, que embriagado de su poder y riqueza negó la existencia de Dios. El rey quiso obligar a su hijo a negar a Dios públicamente, pero como Prahlada rehusó, lo hizo someterse a toda clase de torturas. Prahlada, que tenia seis años a la sazón, vivía imbuido de Dios y ni siquiera sintió las torturas, pues seguía cantando el nombre de Vishnu, su deidad favorita. Cuando finalmente su padre le preguntó con sorna en público, dónde estaba Dios, insistiendo que se lo mostrase, Prahlada le contestó que Dios estaba en todo lugar, hasta en una columna. Dicho esto, golpeó la columna con su puño y de ella surgió, rugiendo ferozmente, la encarnación de Vishnu, medio hombre y medio león y despedazó al cruel monarca. Prahlada reinó virtuosamente por muchos años, después de la muerte de su padre ateo.
�Así se ha convertido en la actualidad la meta elevada y sagrada de antaño en objeto de la necedad! Gradualmente cada uno de los rituales antiguos, repletos de profundo significado, se han visto invadidos por la maleza de la ignorancia y se han tergiversado más allá de toda posibilidad de reconocimiento. Han brotado ramas confusas en todas direcciones. Ahora no es posible desarraigar el árbol y plantar uno nuevo. Por lo tanto hay que podarlo y enderezarlo para que vuelva a crecer recio y sano. La meta más elevada debe ser recordada en todo momento y hay que evitar rebajarla a niveles inferiores como lo material y la superstición.
2. La libertad y la virtud |
La virtud no puede ser restringida a ninguna sociedad o nación en particular, pues está estrechamente vinculada con el destino de todo el mundo viviente. Es una llama de luz que jamás puede ser extinguida. No tiene igual en cuanto a su acción benéfica. Krishna le enseñó el Bhagavad Gita a Arjuna. (Arjuna fue el legendario arquero del gran poema épico de la India, el Mahabharata. Durante la batalla decisiva, poco antes de comenzar la lucha, Krishna, la Encarnación de la época, le enseñó a Arjuna el camino de la acción desinteresada. Le encomendó actuar por deber de estado y no por los frutos que la acción pudiera producir. Le describió la eficacia de la acción sin egoísmo como camino de la verdadera renunciación.) Pero, la verdad es que su intención fue cantar su inmortal enseñanza para beneficio de la humanidad entera. Arjuna fue un simple pretexto. Esa misma canción divina es el instrumento que corrige a toda la humanidad hoy en día. Ella no se dirige a clase social alguna, religión o nación en particular. Es el aliento de los seres humanos en el mundo.
La virtud se expresa en una variedad de formas, que son conocidas a veces, para las personas que la codificaron; a veces para el grupo que se ajustó a ella; y a veces para la etapa de la vida para la cual es apropiada, como por ejemplo cuando el hombre cumple el rol de jefe de familia, etc. Sin embargo, todas ellas son detalles prácticos subsidiarios, que no constituyen la Norma Fundamental de la que yo estoy hablándoles. Yo les estoy hablando de la Virtud Divina;
Las virtudes u obligaciones de la vida práctica se refieren a obligaciones de índole material, a cosas temporales, problemas y necesidades físicos, la relación pasajera del ser humano con el inundo objetivo. El instrumento mismo de esas reglas de conducta, el cuerpo humano, es impermanente, Entonces, ¿cómo pueden ser eternas esas virtudes? ¿Puede su carácter intrínseco llamarse verdadero? Lo Eterno no puede ser expresado por lo transitorio, lo evanescente. La Verdad (imperecedera) no puede expresarse como falsedad (cambiante, pasajera). La Luz no puede emanar de la oscuridad. Lo Eterno sólo puede surgir de lo Eterno; la Verdad sólo puede emanar de la Verdad. Por lo tanto los códigos objetivos de moralidad, que se refieren a actividades mundanas y a la vida cotidiana, aunque tengan importancia en sus esferas particulares, deben ser ejecutados con el pleno conocimiento y conciencia de la Virtud Espiritual Básica e Interior. Solamente entonces los impulsos internos y externos pueden cooperar, y dar como fruto la bienaventuranza de un progreso armonioso.
Si en las actividades diarias ustedes ponen en práctica los verdaderos valores de la Virtud Eterna, si las acciones están cargadas de Amor Divino, entonces se verá también cumplido el deber hacia la Realidad interna, la Virtud Divina. Debemos edificar nuestras vidas sobre las bases del Morador Eterno, el Alma que es la causa original. Entonces nuestro progreso estará asegurado.
"Convertir a Dios en piedra"; ¡ésta es la tarea que se está llevando a cabo en la actualidad) ¡Cómo podría este esfuerzo conducir a la Verdad, cuando la tarea auténtica es ver a Dios en la roca! Primero hay que meditar en la Forma de la Divinidad hasta que esa Forma se haya impreso en la conciencia. Luego esa Forma debe concebirse dentro de la piedra y la piedra debe ser olvidada en el proceso, transformándola finalmente en Dios. Similarmente debernos estampar en la conciencia la Virtud básica; el hecho fundamental, que el Alma es la única Verdadera Entidad que existe. Entonces, llenos de esa fe y esa Visión, ustedes deben tratar con el mundo tangible de objetos multiformes, sus atractivos y sus trampas. El Ideal sólo puede ser realizado en esa forma. Si esto se hace, no hay peligro de diluir el Sentido Auténtico, o hacer que la Virtud Espiritual o Divino pierda su brillo en el proceso.
ŸQué sucede cuando se adora una piedra como si fuese Dios? El Ente Ilimitado, El Omnipresente, El que es Inmanente en todo, La Entidad Absoluta se visualiza en lo Particular, en lo Concreto. De la misma manera la Virtud que es universal, equitativa y libre, puede ser identificada en cada acción concreta. No os dejéis perder por ideas que niegan esta posibilidad. ¿No llevan acaso a cabo muchas cosas difíciles que no hacen sino aumentar vuestra ansiedad y el temor? Si el ser humano es prudente y sensato, ¿no puede emprender algo mucho más valioso, que le conferirá paz mental, en vez de obcecarse en estos actos de difícil ejecución?
Sigan el Divino dharma y sean libres. Vuestra herencia os da derecho a la libertad, y no a ser esclavos. Solamente cuando ustedes dirigen sus pasos a lo largo del Sendero iluminado por la Virtud Universal libre de apegos, es cuando llegan a ser verdaderamente libres; si se desvían de la Luz, se convierten en esclavos y quedan aprisionados.
Algunos tendrán dudas al respecto. Dirán: ¿cómo puede una virtud básica, que pone límites a pensamientos y palabras, que reglamenta y controla, conferirle libertad a una persona?'. 'Libertad' es el nombre que ustedes le dan a un cierto tipo de esclavitud; la verdadera libertad se logra solamente cuando la ilusión, el engaño y la ignorancia están ausentes, cuando no hay identificación con el cuerpo y los sentidos, y cuando dejan de ser esclavizados por el mundo tangible. Las personas que han escapado a esa servidumbre y han logrado libertad en el verdadero sentido de la palabra, son muy pocas. El apego está presente en cada acto realizado con la conciencia del cuerpo. Cuando se piensa que el cuerpo es el verdadero YO, el ser humano se convierte en juguete de los órganos de los sentidos. Solamente aquellos que han escapado a este destino son libres. Esa "libertad" es la condición ideal a la que lleva el ejercicio de la virtud. Todo aquel que se dedica de lleno a la actividad de vivir, con esa condición mental constante, puede verse liberado, puede llegar a ser un Hombre Libre.
�Solamente porque os amarráis, os veis atados y os alejáis del sendero de la Virtud! Siempre fue y será así. Nadie puede ataros, lo hacéis vosotros mismos. Si la fe en la Omnipresencia de Dios arraiga profundamente en la conciencia, estaréis conscientes de que El es vuestro verdadero Yo y que nada, ni nadie, puede ataros. Para que esa fe pueda crecer, deben captar con firmeza la beatitud del Alma que mora en el interior. La realidad del Alma es como el lecho de roca del río de la vida humana. La sabiduría incontrovertible es la que trasciende los caprichos mentales. Sin este fundamento el hombre se convierte en víctima de dudas, desesperanza e ilusión. La doncella de la virtud no desposará a seres variables e inconsistentes.
Por lo tanto deben esforzarse primero para llegar a ser Libres. Vale decir, corno condición preliminar de una vida provechosa, cultiven la fe en el Alma que es el fondo de vuestra personalidad y luego aprendan a practicar las disciplinas necesarias que les permitan llegar a ese fondo. Cuando hayan adquirido esa calificación, pueden dedicarse de lleno a las actividades mundanas, siguiendo las obligaciones prescritas para su reglamentación. Entonces pueden convertirse en individuos de moralidad, en hombres virtuosos.
Aquellos que creen que el mundo tangible de objetos constituye la totalidad de la vida, y que confunden el cuerpo con el "Yo", llevan vidas disipadas, vidas tan desprovistas de significado como los que convierten a Dios en una piedra. Convertir la piedra en Dios es tarea mucho más sagrada y saludable. Similarmente, tratar de discernir la virtud espiritual en cada uno de nuestros actos transforma los actos mismos en adoración, los eleva a la categoría de ritual y los priva del poder que tienen de esclavizarnos continuamente. Si las obligaciones de la vida mundana se ejercen sin tomar en cuenta la virtud eterna, equivale tal actitud a una verdadera profanación, como convertir a Dios en piedra.
La moralidad mundana carente de virtud eterna, así como la virtud eterna ignorante de la moralidad seglar son igualmente infructuosas. Ambos códigos de moralidad están intrínsecamente unidos y deben ser tomados en cuenta en esa forma. El oficial mayor no puede dispensar del trabajo al peón, así como el peón necesita la ayuda del oficial. ¿Quién puede entonces llamarse ligado y quién calificarse de libre? Ambos están sujetos a su deseo de estar felices y cómodos. Hasta tanto no se haya reconocido el secreto fundamental del Alma, la condición de servidumbre externa persiste. Cuando la espiritualidad interna se ha realizado, la carga servil de los sentidos y del mundo tangible disminuirá. En esa etapa se fundirá el código de conducta del mundo objetivo con el código de obligaciones hacia la Divinidad interna y así, todos los impulsos comenzarán a cooperar armoniosamente.
Las escrituras, sin excepción, invitan al hombre a vivir y a actuar como Dios y no como esclavo. Si lo hace, entonces cada uno de sus actos se convertirá en acto virtuoso y no será mera acción hecha con la vista fija en los beneficios que de ellos puedan derivarse. Las cadenas de la esclavitud no pueden desecharse por un mero cambio del tipo de actividad. Pueden evitarse sólo cambiando su percepción, su identificación de cuerpo material a Cuerpo Divino, su concepto de sí mismos, (le criaturas a Creador. Las cualidades morales se fortalecerán también gracias a esa convicción.
Algunas personas creen que ser empleado es una esclavitud, mientras que estar sentado en la casa, sin hacer nada es libertad. Este es un signo de falta de inteligencia. Cuando están empleados en un trabajo, deben obedecer a su superior. ¿Pero pueden evitarse las compulsiones originadas por las relaciones humanas en la casa? Incluso cuando se hallan en compañía de amigos, ¿pueden evitar la necesidad de actuar de acuerdo con sus preferencias? Uno tampoco puede librarse de la necesidad de velar por su propio cuerpo, o hacer ciertas concesiones por su propia comodidad. ¿Cómo pretender entonces que el hombre pueda sentirse libre, mientras está metido en la celda de la prisión? Toda vida es una prisión, sea cual fuere la diferencia entre un tipo de sentencia u otro y será así mientras que la actitud de identificar el 'yo' con el cuerpo predomine.
Sankara comentó una vez esta tendencia en la siguiente forma "El egoísmo basado en la identificación corporal es lo que se llama infierno". El egoísmo de esa índole, no es sino otra variedad de conducta opuesta a la Divinidad.
¿Existe alguien capaz de quitar todas las espinas y guijarros de la faz terrestre? La única forma de evitarlos es el uso del calzado, Lo mismo sucede con la filosofía de los Vedas. Con la visión fija en la Verdad o la Realidad, con fe absoluta en Dios, que es vuestra propia naturaleza esencial, pueden trascender la necesidad de transformar el mundo externo, tratando de acomodarlo a vuestro ideal de felicidad, y en esa forma la virtud de la Suprema Verdad puede ser alcanzada. Aquel que pisotea su propio egoísmo y declara con plena convicción:
"Yo no soy el esclavo de este cuerpo que reúne todas las ataduras. El cuerpo es mi servidor. Yo soy el amo que manipula todo, soy la manifestación esencial de la libertad", esa persona se puede considerar liberada.
Todos los códigos de conducta y todas las categorías de deberes deben cooperar en este proceso de destrucción del ego; no deben contribuir a promoverlo, ni a su proliferación. Ese es el camino hacia la libertad. Si una persona opina que su vida en casa de su hijo es miserable, razón por la cual se va a vivir con su hija, con ello no ha contribuido a adquirir libertad. Solamente halló una forma para nutrir su egoísmo. Esa búsqueda de felicidad sensual no puede elevarse a la categoría de "virtud".
Después de todo, ¿para qué es un hogar? Este debe ser el escenario donde uno se deleita en la dicha de contemplar a Dios, el lugar que nos da la oportunidad de meditar sobre Dios, sin ser interrumpidos. Aunque todo lo demás se ignore, esto jamás debe ser olvidado. La verdadera obligación, la verdadera virtud del individuo consiste en gustar la dicha de fundirse en lo Absoluto y llegar a la verdadera Liberación. Una persona que haya alcanzado ese estado, jamás puede ser atada, aunque la pongan en la más tenebrosa de las prisiones. Por otro lado, para una persona esclava del cuerpo hasta una brizna de hierba puede constituir un instrumento de muerte.
La verdadera virtud es estar inmerso en la Bienaventuranza del Alma, la Visión Interna, la fe inquebrantable en la identidad de nuestra propia naturaleza con lo Absoluto y la comprensión de que todo esto es su manifestación. Estas cuatro convicciones constituyen los preceptos de la auténtica virtud. En esta existencia física como individuos particulares, estos cuatro deberes son designados, para conveniencia de la práctica: VERDAD, PAZ, AMOR Y AUSENCIA DE TODA VIOLENCIA, y deben estar saturados con la virtud interna de la Realidad Espiritual, para que los individuos particularizados, que son esencialmente personificaciones de lo Absoluto, puedan ponerlos en práctica en la vida diaria. La manera de practicar el camino de la virtud, ahora como en el pasado, consiste en traducir estos elevados principios en cada acto y pensamiento. La Verdad, la Paz, el Amor, la No-violencia y la Ecuanimidad de hoy, constituyen la inmersión ininterrumpida en el Alma, la Visión fija en la Verdad Interior, la Contemplación de la Real y Verdadera Naturaleza de Uno y el Conocimiento de que todo es Dios, el Uno y el Único. Esta dualidad, lo Fundamental y lo Derivado, deben ser coordinados y armonizados. Sólo entonces se puede hablar de virtud espiritual.
No importa cuál sea vuestra actividad, o qué nombre y forma hayan elegido. Una cadena es una cadena, cualquiera que sea el material de que esté hecha. Su característica es atar, ya sea de hierro o de oro. De igual modo, cualquiera que sea el trabajo, mientras que su base sea el Alma y la esencia espiritual la raíz, ello constituye gran virtud, sin duda alguna. Tal labor bendecirá al individuo que la ejecuta con el fruto de la Paz.
Cuando las oleadas de ansiedad egocéntrica o de codicia vil impulsan al individuo a proceder, cualquiera que sea el escenario de sus actividades, la privacidad del hogar, la soledad de la jungla o cualquier otro refugio, le va a ser imposible escapar del sufrimiento. La serpiente no deja de ser serpiente aunque yazga enrollada. Plegada o desplegada es siempre el mismo reptil. En la vida diaria, cuando las acciones se originan en el Principio básico de la realidad del Alma, cada acción es dhármica, es decir lleva la estampa de la virtud. Pero cuando los actos son motivados por conveniencia e interés egocéntrico, la virtud se convierte en seudovirtud. Es una variedad de atadura, por atractiva que aparente ser. Como los presos de una cárcel, obligados a caminar en fila india por los carceleros, bien sea para ir a la corte para ser juzgados, o al refectorio para comer, los impulsos de los sentidos empujan al esclavo hacia adelante, ya sea para llegar a un lugar de dolor o a un momentáneo alivio.
A decir verdad, hasta la idea de: "éste es un amigo", o "éste es un enemigo" constituye error. Hay que ponerle fin a esta ilusión engañosa. Dios, la personificación del Amor; es el Único Amigo Constante, el Único Pariente, Compañero, Guía y protector. Conozcan esto y vivan siempre conscientes de ello. Esto es virtud, edificada sobre el cimiento rocoso del entendimiento, esto significa vida, erigida sobre la roca de la virtud. Si se ignora esta base fundamental, y si la atención se concentra en el barniz exterior, la meta se aleja y queda fuera de alcance. El apego al mundo sólo puede ser destruido mediante el apego a Dios.
¿Por qué quejarse de que son incapaces de ver el suelo, cuando lo que han estado haciendo todo el tiempo es mirar hacia el cielo? La solución estriba en dirigir la vista hacia el espejo de agua que refleja el firmamento. Entonces puede verse al mismo tiempo el cielo por encima de nuestras cabezas y el suelo debajo de los pies. Similarmente, si uno quiere ser fiel a la virtud de la verdad (la cual es, despues de todo, la continua práctica del Principio Espiritual Inmanente), deben ver en cada uno de sus actos la reflexión de la Gloria del Alma; entonces el apego a Dios convertirá el apego mundano en una ofrenda pura. Esta meta no debe ser alterada ni menoscabada. Vale decir, lo esencial debe mantenerse intacto. La virtud no depende de los variados nombres y formas ni de las aplicaciones que el cambio de condiciones externas impone. Estas alteraciones no son básicas. Todo depende en realidad de los motivos y los sentimientos que dirigen y canalizan las acciones.
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Uno no puede escapar a la inquietud con sólo cambiar de ocupación, mientras persista la ignorancia fundamental. Impelido por el deseo de mayor comodidad y la necesidad de satisfacer algunos gustos pasajeros, uno no puede lograr satisfacción duradera. Es como tratar de mejorar las condiciones en un cuarto oscuro, cambiando de sitio el mobiliario. Por otro lado, si se enciende la luz, aunque los muebles permanezcan en su lugar original, la iluminación facilita el transito en el cuarto. No hay entonces necesidad alguna de cambiar los muebles.
Similarmente, en este mundo en penumbras resulta difícil desplazarse en concordancia con la Verdad, con corrección y en forma pacífica, sin chocar con algún obstáculo. ¿Cómo podemos entonces triunfar? ¡Enciendan la lámpara! Dejemos que ella revele la realidad: obtengamos la luz de la sabiduría Ello resolverá todas las dificultades. Uno puede declarar que vive de acuerdo con los preceptos de la virtud y la moralidad. Pero el defecto básico consiste en no llevar a cabo nuestros actos con un espíritu de dedicación. Si fuesen actos de dedicación, llevarían la estampa de la virtud auténtica, del auténtico Dharma.
Algunas personas pueden sentir una duda y decir: "¿podemos entonces herir y matar en nombre de Dios, dedicándole la acción?" Pero, ¿cómo puede concebirse que una persona logre dedicar todas sus acciones a Dios, sin ser, al mismo tiempo, puro en pensamiento, palabra y obra? El Amor, la Ecuanimidad, la Rectitud, la No-violencia son las virtudes que acompañan al siervo de Dios. ¿Pueden la crueldad y la insensibilidad coexistir con estas virtudes? Para exhibir desprendimiento, espíritu de sacrificio y eminencia espiritual, hay que actuar, para empezar, desde el ángulo de la dedicación. Hay que conquistar, como paso primero, cuatro características: Ecuanimidad, Verdad, No-violencia y Amor. Si uno no posee estas cualidades, con sólo hablar, las obras no serán una ofrenda votiva.
Las obras que son expresión de la virtud, son inmortales y sólo aquellos que lo saben pueden llevarlas a cabo. Ese es el destino más elevado del hombre. En vez de alcanzarlo, está entregado a cometer actos contra la virtud, actos inmorales. El hombre está degradándose por doquier, desmintiendo su condición de hijo de la eternidad y convirtiéndose en criatura de futilidad. -teniendo el néctar de los dioses a su alcance, está bebiendo el veneno de los placeres sensuales. Descuidando el gozo de la contemplación de la fundamental Realidad Espiritual del Universo, se va enredando en los lazos externos que pertenecen a este mundo tangible y que son sólo apariencias. Uno no puede más que lamentarse de que esta fatalidad se haya apoderado del ser humano.
También en el Gita (Evangelio; verdadero texto de la Rectitud) se declara en el cap.14 :
"Yo soy el Principio Universal, la Verdad básica del Universo, de la Inmortalidad Positiva, de la Virtud Eterna y de la Dicha Perenne".
Brahmano hi prathishtha aham amrithasya avyayasya cha. Shaashvathasya cha dharmasya sukhasya aikaanthikasya cha.
Esta virtud que conduce a la inmortalidad, es la que describen las Upanishads, (parte de las escrituras del Hinduismo, que siguen a los Vedas y constituyen la parte mística e intangible de ellas) y puesto que el Gita es la simiente o esencia de las Upanishads, lo mismo es enfatizado allí. La vida virtuosa, la vida dhármica, es como el aliento mismo del hombre: es el camino a la autorrealización. Aquellos que lo recorren son amados por Dios;
El mora en todos los que son sinceros, cuyas obras surgen del impulso de la virtud. Esa es la razón por la cual el Gita instruye a Arjuna a que desarrolle ciertas cualidades que ayudan a practicar la virtud espiritual. (Cap. XII, versos 13-20). Los que han penetrado hondamente en el significado del Gita, lo recordarán. Lo más importante en ese pasaje es :
Pero aquellos que veneran este camino dhármico a la inmortalidad y que se comprometen completamente con la fe, haciendoMe su meta suprema, son muy queridos para mí.
Ye thu dharmyaamritham idham yathoktham paryupaasathe. Shraddhadhaanaa Math parama bhakthaasthe atheeva me priyah.
¡Qué gran idea transmite este versículo ! es el verso final de la serie que les da las cualidades que tienen que desarrollar. Hace un llamamiento a todo el grupo de caminos dhármicos a la inmortalidad (dharmya-amritham)! El Señor ha declarado alli mismo que quienes tienen estas cualidades, quienes confían en Él como el único objetivo final, quienes se unen a Él con ese solo propósito, son los más queridas y más cercanos a él.
Pongan atención en la expresión: camino dhármico a la inmortalidad. Hay que pensarla, meditarla e inspirarse en ella. El Néctar de la Gracia Divina se concede sólo a aquellos que se adhieren a la virtud que El prescribe. La gente simple cree que le tiene devoción a Dios, pero no se detiene a preguntarse si El les tiene Amor a ellos. La gente que se desvive por descubrir esto es escasa, y ello representa la verdadera medida del éxito en el esfuerzo espiritual.
La misma persona es rey para sus súbditos, hijo para sus padres, enemigo de sus enemigos, esposo de su esposa y padre de su hijo. Interpreta varios papeles. Sin embargo, si se le pregunta quién es él, seria erróneo si se definiese sobre la base de cualquiera de estas relaciones. Estas relaciones son características pertinentes a las relaciones o las actividades físicas. Todos los términos denotan parentesco físico o relaciones profesionales, nombres relacionados con condiciones temporales. Tampoco podría definirse diciendo que es la cabeza, los pies, las manos, etc., pues éstos son nada más que extremidades de la forma física. El es más real, más auténtico que todas las extremidades, está más allá de nombres y formas que son todas falsedades que ocultan su Realidad básica. El es conocido por el nombre "Yo"; reflexionen bien acerca de esa identidad, y descubran quién es realmente ese "Yo".
Aun cuando es tan duro analizar y comprender vuestra propia identidad, ¿cómo se atreven a formar juicio sobre otras identidades con precisión y certeza? Aquello que llamamos "Yo" y "Tú" se refiere al cuerpo, a la apariencia, estos no son Realidad. El Alma es Una e indivisible; la virtud basada en ese conocimiento es verdadera virtud.
Algunos preguntan: "Tú mencionas continuamente Alma, Alma, pues bien, ¿cómo se relaciona la forma con esa Alma?". Pero, ¿puede acaso el Alma adquirir forma? Es eterna, no se ve afectada por cambio alguno, es inmortal. Es bondad, rectitud, caridad, justicia. Es inmutable e inmaculada No puede ser limitada por ningún nombre o forma en particular. Puede ser captada por la sabiduría que alborea en el cuerpo apegado a la actividad, el cuerpo que se adquirió como resultado de esa actividad. El cuerpo es el que tiene nombre y forma y por eso, en cada actividad del cuerpo, deben manifestar virtud espiritual, la virtud basada en la conciencia del Alma.
Se ha dicho que el Alma no es masculina ni femenina, no es oveja ni vacuno, no es caballo ni elefante, no es ave ni árbol, pues está por encima de tales categorías. Estas distinciones y diferencias surgen de la actividad como base. El Alma es incapaz de modificación; lo único que se puede afirmar a su respecto es que ES. La suma y sustancia de todo esto es que el Alma es lo Absoluto, la meta que trasciende todo. Todo el resto es particular, insignificante, falso, irreal, capaz de ser distinguido e identificado.
Tornemos un palanquín- Antes de ser transformado en ese objeto, era un árbol que fue transformado en tablas de madera y finalmente en un palanquín. Con cada cambio de forma el nombre también fue cambiando. Al ir sentado en el palanquín, nadie diría que está sobre un pedazo de madera o parte de un árbol. Los objetos sufren cambios, no son eternos, por lo tanto no son reales.
Los objetos pueden ser distinguidos mediante nombre y forma. Pueden ser descriptos solamente gracias a sus características, pues son artificiales y temporales.
¿Qué es exactamente una silla? Es una modificación particular de la madera, ¿no es cierto? Quiten la madera, y la silla también desaparece. Piensen en la madera que es la sustancia y la "apariencia" de la silla desaparecerá. ¡De la misma manera sucede con la virtud! Las obligaciones morales inherentes a las profesiones y oficios como miembro de la comunidad; los deberes inherentes a la etapa de la vida correspondiente a la de jefe de familia, estudiante, monje, asceta, etc., estas y otras obligaciones... Los mandamientos de las diversas religiones son modificaciones de la virtud básica, como la silla, el banco y el palanquín lo son de la madera. Las variedades separadas desaparecerán tan pronto penetren hondamente en su naturaleza. Las virtudes y obligaciones corporales se desvanecen y la virtud espiritual prevalece. Desaparecen los diferentes artículos mobiliarios y queda sólo la madera. De la misma forma las obligaciones objetivas desaparecen y solamente la virtud del Alma brilla en su prístina gloria.
Naturalmente para la carrera mundana las virtudes corporales son importantes. No voy a decir que no lo son. Así como la madera se hace mueble y se utiliza, la virtud espiritual, la virtud eterna debe ser moldeada en las obligaciones de condición social, de estado temporal y de religión. La esencia es la misma en todas ellas, la sustancia es idéntica en cada forma separada. ¿Cómo podría la sustancia agotarse? Puede solamente ser transformada, cambiada y sus varias modificaciones, denominadas en forma diferente cuando se usan para propósitos diferentes.
La virtud espiritual puede visualizarse por separado y dividirse en categorías para diferentes propósitos, así como la madera es aserrada, martillada, ensamblada, arreglada y reacondicionada pero pese a ello es siempre la básica virtud espiritual. Mientras se deriven diferentes sistemas de virtud y moralidad de esa "madera", no hay perjuicio alguno. ¡Sin embargo, recuerden que los muebles jamás podrán reagruparse para reconstituir el árbol original! Apliquen esa virtud espiritual en los campos de la actividad seglar, pero no se la llame virtud espiritual, pues eso equivaldría a una infidelidad. ¡Sería engañar al Absoluto, al Ideal!
La virtud, el Dharma, es la senda moral, el sendero moral es la Luz, la Luz es Bienaventuranza. La virtud se caracteriza por Santidad, Paz, Verdad y Ecuanimidad. La Virtud es Unión, Fusión, es Verdad Eterna. Sus atributos son justicia, control de los sentidos, sentido de honor, Amor, dignidad, bondad, meditación, simpatía y no violencia Tal es la virtud que persiste a través de las edades. Conduce al individuo al Amor y a la Unidad universal. Es la disciplina más elevada y la más beneficiosa.
Todo este "florecer", este desarrollo, comenzó con la virtud. Todo se halla establecido en la Verdad inmutable, Verdad que es inseparable de la Virtud. La Verdad es la ley del Universo, que hace que el sol y la luna giren en sus órbitas. La virtud es los Vedas, las fórmulas sagradas (mantras) y la sabiduría que ellas confieren. La virtud es la trayectoria, el sendero y la ley. Dondequiera que haya adherencia a la moralidad, allí se ve la virtud de la Verdad en acción. En el Bhagavata (escrituras sagradas antiguas que describen los actos y las maravillas de la encarnación de Krishna) se ha dicho: "donde se practica la virtud, allí está Krishna; donde la virtud y Krishna se encuentran juntos, allí está la victoria". La virtud es la personificación misma del Supremo Hacedor; y como el mundo mismo es el cuerpo místico del Hacedor, el mundo no es sino una denominación alternativa para el Orden Moral. Nadie puede negar esto, ni ahora, ni nunca.
La gente suele referirse a diversos deberes, derechos y obligaciones, pero éstos no constituyen la moralidad básica que conduce a la Verdad; son tan sólo medios y métodos para reglamentar las complicaciones inherentes en el diario vivir. Estos deberes no son fundamentales. Todos estos códigos morales y modos de conducta aprobados, son inducidos por la necesidad de acomodar dos tipos de criatura y dos tipos de naturaleza, a saber, el masculino y el femenino.
Cada uno representa un aspecto fundamental. La Naturaleza y la Conciencia Absoluta, lo palpable y lo sutil, lo inerte y lo consciente, la pareja eterna que impregna todo, Toda esta creación se ha producido debido a la interrelación de lo inerte y lo consciente, ¿no es así? Similarmente las diversas costumbres surgieron a causa de esta bifurcación. Toda esta ramificación y elaboración de obligaciones de la vida de virtud se deben a esto: lo masculino y lo femenino.
Es por ello que la principal obligación moral para el progreso tangible del mundo se basa en la conducta y comportamiento virtuosos de estos dos: sea cual fuere la enseñanza que cualquier gran maestro vaya a propagar, no puede pasar por encima de estas dos naturalezas diferentes.
La moralidad masculina para el hombre y la moralidad femenina para la mujer son importantes aplicaciones de la virtud que lleva a la Verdad, mencionada al comienzo. Los demás códigos y disciplinas son meramente accesorios, tributarios como los rios que se unen al Godavari a lo largo de su curso. Están relacionados con las diferentes circunstancias, situaciones y estados que son todos temporales; deben prestar atención al río principal y no a los tributarios. Del mismo modo tomen en cuenta la moralidad mayor de las naturalezas masculina y femenina como guías principales en el modo de vivir, y no le adjudiquen a moralidades de poca monta un lugar decisivo en el esquema de la vida.
El principio femenino se describe como la ilusión que Dios se impuso a Sí mismo, como la Energía con la cual se dotó por Su Propia Voluntad. Esto es lo que llamamos "ilusión cósmica" (Maya), la Forma Femenina. Esta es la razón por la cual la mujer es considerada como la encarnación de Divina Energía.
Ella es la compañera fiel del hombre, es su fortuna; desde que ella es la concretización misma de la Voluntad Suprema, ella es Misterio, Maravilla; la representante del Principio protector, la Reina de su hogar, su benefactora, la iluminación de la casa.
Las mujeres, quienes son depositarias del Principio de Divina Energía, no son inferiores en manera alguna. ¡Cuán llena de fortaleza, paciencia y amor es su naturaleza! Su autocontrol es raramente igualado por los hombres. Sirven de guía y ejemplo para que los hombres las sigan por el sendero espiritual. El amor puro, desprovisto de egoísmo, es innato en las mujeres. Mujeres llenas de sabiduría, que tienen cultura, impulsadas sólo por amor y ansiosas por discernir claramente sí sus palabras y actos concuerdan con las leyes de la virtud y la moralidad, son como la Diosa Lakshmi (Diosa de la Fortuna), y llenan el hogar de dicha y buena fortuna. Ese hogar, en que el esposo y la esposa están unidos por amor sagrado, en el cual ambos se dedican cada día a leer libros que alimentan el Alma, en donde se canta el Nombre de Dios y se recuerda Su Gloría, ese hogar es el Hogar de Dios, ¡el Cielo en la Tierra! La mujer que está unida al esposo por lazos de Amor Divino (desinteresado), es sin duda una flor que irradia excepcional perfume; es una piedra preciosa que alumbra con su brillo a toda la familia. Una esposa dotada de virtud es realmente una alhaja refulgente.
La castidad es el ideal para las mujeres. Gracias a la fuerza derivada de esa virtud, pueden lograr cualquier cosa. Savíthri fue capaz, gracias a ese poder, de recuperar la vida de su esposo. De hecho luchó con el Dios de la Muerte y lo derrotó. Anasuya, la esposa del sabio Athrí y madre del divino Dattatreya, logró transformar a la misma Trinidad en infantes. Nalayaní, que dedicó su amor y su vida a su esposo leproso, logró, gracias a la misteriosa fuerza de su castidad, detener el sol en su trayectoria.
La castidad es la joya principal en la corona de la mujer. Esa es la virtud por la que debe ser más alabada. Sus consecuencias benéficas no pueden ser expresadas en palabras. Es el aliento de su vida. Por medio de su castidad, y del poder que esa castidad otorga, puede salvar a su esposo de calamidades... Se salva a si misma mediante su virtud y gana sin duda alguna, hasta el mismo paraíso gracias a ella. Damayanthí redujo a cenizas a un cazador que trató de molestarla, con sólo el poder de su "palabra". Soportó todas las dificultades de su vida solitaria en la jungla, cuando su esposo, el Rey Nala, la abandonó, al convertirse repentinamente en víctima de un cruel destino.
La modestia es esencial para la mujer; es otra de sus joyas inapreciables. Sí una mujer sobrepasa los límites impuestos por la modestia, se opone a los dictados de la moralidad y de la virtud. El transgredir esos límites acarrea muchas calamidades; ya que al hacerlo, se destruye la gloría misma de la femineidad. Una mujer sin modestia carece de belleza y cultura. La humildad, la pureza de modales y pensamientos, la docilidad, la entrega a ideales elevados, la sensibilidad, la dulzura de temperamento, la singular mezcla de todas estas cualidades es lo que constituye la modestia. En verdad es la más valiosa de sus joyas.
Automáticamente se da cuenta de cuál es la conducta correcta y cuál la incorrecta, y se mantendrá firmemente adherida sólo al comportamiento y a las acciones virtuosas La modestia es la prueba de la grandeza de la mujer.
Si una mujer carece de modestia, está dañando los intereses de la femineidad misma, además de socavar su personalidad. Es entonces como una flor sin perfume, que el mundo ni honra, ni aprecia, ni siquiera aprueba. La ausencia de modestia hace que la vida de una mujer sea un desperdicio y un vacío, aunque esté ricamente dotada de un sinfín de otras habilidades y méritos. La modestia la eleva a las alturas de sublime santidad. La esposa modesta está imbuida de sutil autoridad en el hogar y fuera de él, tanto en la comunidad como en el mundo.
Algunos querrán interrumpirme y preguntar: "Sin embargo, actualmente muchas mujeres reciben honores aunque no les quede una pizca de modestia Andan por todas partes con la cabeza en alto y el mundo las aclama sin el menor discernimiento". Pero, Yo no tengo necesidad de informarme con respecto a estas actividades del mundo actual. Ellas no me preocupan. Es posible que el tipo de mujer que se menciona logre acaparar cierto tipo de honor y respeto, pero éste no está autorizado, ni es merecido. Cuando se honra a quien no lo merece, ello equivale a un insulto; y el aceptarlo significa rebajar la verdadera dádiva. El honor se convierte en adulación. Esta adulación es derramada sobre las impúdicas por personas egoístas y codiciosas. Es como un salivazo repugnante y sucio.
Como es natural, la mujer modesta no anhela recibir honor o elogio. Su atención siempre estará en los limites que no debe transgredir. Honor y elogio le llegan sin que los busque y sin que lo note siquiera. La miel que se encuentra en el interior de la flor de loto no ansia la llegada de las abejas. Las flores no piden a las abejas que se acerquen. Sin embargo, como éstas ya han probado su dulzura, buscan las flores y se precipitan sobre ellas. Vienen por el vínculo, que existe entre ellas y la dulzura. Similar es la relación entre la mujer que conoce los límites del decoro y el respeto que despierta involuntariamente, por atenerse estrictamente a esos limites.
Si un sapo se sienta sobre un loto y proclama este hecho al mundo, ¿significa esto que sabe del valor de la belleza y de la dulzura de esta flor? ¿Ha probado acaso alguna de éstas? Puede ser que adule al loto, pero, ¿significa que haya reconocido al menos lo que contiene? El honor y el respeto conferidos actualmente a las mujeres se asemeja a este ejemplo, y es entregado por personas que no saben qué apreciar ni cómo hacerlo, Esta gente no tiene discernimiento, ni fe en los valores supremos, no respeta lo realmente bueno y grande; por esos motivos no podemos calificar la apreciación que ofrecen de "honor" ni de "respeto". Sólo se lo puede llamar una "enfermedad" o a lo sumo "etiqueta", y eso es todo.
Los principios de la virtud espiritual no permiten que el apelativo "mujer" se le aplique a "una mujer sin modestia". Si se acumula respeto y honor sobre una persona que no observa los principios de la virtud espiritual, ello equivale a amontonar condecoraciones sobre un cuerpo inerte. El Alma que ha abandonado el cuerpo no puede disfrutar del honor que se le da al cadáver. Similarmente, si una persona que no tiene conciencia de la Realidad Absoluta, que no tiene noción del propósito de la encarnación del Espíritu Inmortal, es coronada con fama y gloria, entonces ¿quién obtiene felicidad y provecho de ello?
La mujer modesta no condescenderá a recibir ese tipo de basura y oropel vacuo. Más bien tratará de respetarse a sí misma, lo cual es mucho más satisfactorio. Este es un rasgo de carácter rebosante de una Verdad inmutable. Esta es la característica que la convierte en la Diosa de la fortuna. Por esta razón es que en la India se hace referencia a la mujer como "la diosa de la prosperidad de su hogar". Si la mujer carece de este rasgo que la distingue, el hogar se convierte en una morada de corrupción de costumbres.
La MUJER es el pilar, el sostén del hogar y de la religión. Ella planta y nutre la fe religiosa, o la seca y desarraiga. Las mujeres poseen una aptitud natural para la fe y el esfuerzo espiritual. Las mujeres con devoción, fe y docilidad pueden guiar a los hombres por el sendero espiritual y la práctica de las virtudes sagradas. Se levantan temprano, antes del alba, limpian el hogar y, después de bañarse y asearse, se sientan un rato a invocar el Nombre de Dios y meditar. Tendrán en sus hogares un pequeño cuarto reservado para la adoración de Dios. Colocarán allí imágenes y estatuas de su Deidad preferida, así como otras de santos, guías y maestros. Considerarán este cuarto como especialmente sagrado y llenarán la atmósfera con sus oraciones, tanto de mañana cono de tarde, así como en los días santificados y en las fiestas religiosas. Una mujer que se dedica a estas prácticas con constancia, será capaz de cambiar incluso a su esposo ateo, logrando que se una a ella en las oraciones o a ocuparse de alguna actividad beneficiosa, o algún plan de servicio social, imbuido por una actitud de dedicación a Dios. Es la mujer la que, sin duda alguna, mantiene la unidad del hogar; ésa es su misión. Ella es indiscutiblemente la representante de la Divina Energía.
Si por el contrario, la mujer trata de alejar a su esposo de la senda que conduce a Dios, si quiere rebajarlo desde el nivel espiritual al nivel de lo sensual, o si el esposo trata a su mujer, entregada a la búsqueda espiritual, como a una persona que sigue el camino equivocado y trata de desviarla, el hogar de tal pareja no merece esta denominación; no es un hogar; es un infierno, donde fantasmas y espíritus perversos están de parranda.
La mujer, a decir verdad, debe esforzarse por alcanzar el conocimiento del Alma y vivir cada momento de su existencia consciente de ser nada menos que la encarnación del Alma Suprema. Debe demostrar siempre el deseo de llegar a ser una con la Divina Conciencia. El hogar en que la mujer es así y donde esposo y esposa llevan una existencia en consonancia con grandes ideales, donde los dos cantan juntos la Gloria de Dios, y se dedican a las buenas obras, donde reinan la Verdad, la Paz y el Amor, donde se lean regularmente libros sagrados, donde los sentidos están controlados y donde se ha dado igual trato de merced a toda la creación, fundada en la noción de la unidad básica de todo lo creado, ese hogar es ciertamente el Reino de Dios en la Tierra.
Una esposa que posee tal carácter es digna de su nombre. Tiene que tenerle verdadero Amor al esposo; solamente entonces merece ser llamada "dueña de casa". Sólo entonces es compañera del marido en el cumplimiento de los deberes y derechos de la vida matrimonial en el camino hacia Dios; una digna esposa; el instrumento y la compañera para lograr una acción recta con ella misma y con los demás, para rezar al Señor en los momentos de angustia y para encontrar "la Verdad", lograr el desapego de todas las cosas de este mundo falso y temporal. Ella, que conoce la mentalidad de su esposo y habla con suavidad y dulzura es la verdadera amiga. ¡A veces incluso debe señalarle al esposo el sendero de la virtud, en cuyo caso asume el rol de un Padre! Cuando el esposo está enfermo, ella se convierte automáticamente en su Madre.
La mujer debe otorgar al servicio de su esposo el lugar más destacado, el más importante en su vida. Ese es su Verdadero Culto. Ante él sus oraciones, sus rituales y su meditación pueden esperar. Si no se dedica totalmente al esposo, le será difícil lograr bienaventuranza en el culto o la meditación.
La esposa debe, en una palabra, darle la bienvenida a Dios, que se le manifiesta en forma de esposo y todo servicio rendido al esposo debe ser elevado a nivel de culto Divino. Ese es el sendero del deber genuino. Si todo acto humano se lleva a cabo en beneficio del Alma y su unión final con el Alma Universal, entonces toda actividad se convierte automáticamente en dedicación al Señor. Ese tipo de actividad no produce ataduras, sino que contribuye a la liberación del individuo.
No importa cuán malvado o ruin sea el esposo, la esposa debe, sólo por medio de su Amor desinteresado, cambiarlo, corregirlo y hacerle enderezar el rumbo, ayudándolo a ganar las bendiciones de Dios. No es correcto creer que su progreso es lo que importa, y que no tiene injerencia alguna en el mejoramiento o la elevación espiritual de su esposo. Por el contrario, ella debe sentir que el bienestar del esposo, su dicha, sus deseos y su salvación, también representan una panacea para ella. Tal mujer recibirá la Gracia de Dios automáticamente, sin esfuerzo especial; esta Gracia será derramada sobre ella. Dios estará siempre a su lado y Su benevolencia se manifestará de muchas formas. Gracias a su virtud podrá asegurar la salvación de su esposo.
5. La educación de la mujer |
La educación es necesaria tanto para hombres como para mujeres. Pero la educación de las mujeres debe ser apropiada para sus necesidades especiales. Las mujeres educadas son en realidad las promotoras de la virtud y moralidad en el mundo entero. Los padres deben cooperar, equipándolas con la educación más apropiada. No debe dársele a las mujeres libertad en ciertas materias. No voy a aprobar que se les otorguen tales libertades. Se educación debe ser enfocada para permitir que se conviertan en mujeres ideales.
La libertad ilimitada es destructiva para la virtud y la moralidad; además de esta manera resultará lesiva para la mujer. El mezclarse en la sociedad sin ninguna discriminación producirá resultados desastrosos, Han sido numerosos los casos de mujeres educadas en el pasado, pero éstas nunca se alejaron de la virtud y la moralidad, nunca olvidaron la meta de la virtud espiritual. La educación debe estar fundamentada en el discernimiento. Muchas mujeres del pasado, santas y sabias fueron modelos de castidad. Excelsas devotas del Señor, como Mira (reina y poetisa, vivió hace 300 años; su poesía mística es de destacada calidad), Yoginis como Chooda (el esposo de Chooda decidió renunciar a su reino y riqueza, pero su renunciación fue superficial, formal solamente. Chooda, disfrazada de Brahmín, se le acercó y le predicó la ciencia de la Realidad, ayudándolo a lograrla), todas ellas nacieron aquí, en la India, y fortalecieron la moralidad general por su estricta adherencia a una conducta inmaculada. Una vez la sabia Sulabha hizo una exposición sobre la Realidad, en la que transmitió toda su erudición y experiencia a Janaka, padre de Sita, que era un excelso monarca, de gran santidad y sabiduría, quien quedó atónito. Es gracias al ejemplo de tales mujeres de gran pureza y ejemplar conducta, inspiradas en la devoción y el profundo conocimiento de la Verdad, que aún hoy en día brilla la sencillez, la humildad y la devoción en los corazones de las mujeres que habitan en la India.
Las mujeres deberían inspirarse ahora en su ejemplo, hacer esfuerzos para vivir como vivieron ellas en el pasado. La mujer hindú debe tener siempre presente, como su guía, el ideal de la virtud y del progreso en la disciplina espiritual. Puede llegar a dominar cualquier materia relacionada con el mundo objetivo que hoy tenga preeminencia, pero el bienestar del espíritu no debe caer en el olvido. Tiene que interesarse en estudiar las escrituras que cultivan la Visión Interna. Una mujer que carece de este tipo de preparación, es como una roca sin base, un peligro para ella misma y para los demás, una persona muy desequilibrada. Muchas santas que siguieron estos estudios, se convirtieron en conocedoras de lo Absoluto y ganaron gran renombre. India produjo numerosas santos y sabias entre sus mujeres. Los eruditos y sabios solían acercarse a tales mujeres en busca de inspiración y guía.
¿En qué se basa el progreso? El progreso de la nación, la comunidad y la familia depende de la correcta educación de las mujeres. El país puede ser elevado a su perdida gloria ancestral solamente cuando sus mujeres sean maestras del autocontrol, la ciencia de la Realización de la Realidad. Si la nación quiere tener prosperidad y paz duraderas, las mujeres deben ser formadas mediante un sistema de educación que enfatice la conducta moral y las cualidades éticas. La causa de la decadencia actual en las normas de moralidad y la ausencia de paz social, se debe a que se ha descuidado este aspecto de la educación de las mujeres. El cielo y la tierra son siempre los mismos, el cambio se ha operado en el ideal de la educación, cuya meta ya no es virtud, sino vicio.
La educación actual es mencionada como la ciencia del conocimiento, pero ésta es tan sólo una forma de llamarla. No merece ese nombre en realidad, si tomamos en cuenta las acciones presentes y los rasgos de la personalidad de los educandos de hoy. La persona educada debe ser capaz de absorber la alegría interna del Espíritu, independientemente de circunstancias externas; tendrá que haber comprendido y aprehendido el propósito de la existencia humana, deberá ser consciente de la disciplina que conduce a la Realización. La Gracia de Dios era el Diploma que todo estudiante trataba de obtener en tiempos pasados. Ese Diploma se otorgaba a los que eran versados en el cultivo de la moralidad, el conocimiento de la Realidad Interna, la sublimación de los instintos, la buena conducta, las costumbres depuradas, el control de los sentidos, el dominio de la mente y el desarrollo de las cualidades divinas. Sin embargo, ¡hoy las cosas son muy diferentes! ¡Los diplomas se obtienen ahora memorizando unos cuantos libros! En la actualidad, el pasar por las etapas de la educación no significa, en modo alguno, que uno adquiera una formación ética y espiritual.
Cada mujer debe recibir una educación bien planeada. Ellas tienen que ser capaces de comprender los problemas de su patria. Deben brindar todo el servicio y la ayuda que puedan, dentro de los limites de sus recursos y capacidad, tanto a la nación como a la comunidad y a la familia. Ninguna nación puede construirse, si no se basa en la cultura de sus mujeres. La generación venidera la modelan las madres de hoy. Esta generación está tan llena de vicio e injusticia porque las mujeres que la educaron no fueron suficientemente inteligentes, ni bastante vigilantes. Bueno, lo pasado, pasado es. Para salvar al menos la próxima generación, las mujeres deben ser advertidas a tiempo y guiadas para que tomen como modelo a las mujeres de antaño.
En el pasado, presente y futuro, en todo tiempo, las mujeres representan la columna vertebral del progreso, el corazón de la nación, el aliento mismo. Ellas desempeñan el papel principal en la moralidad de la vida mundana, una tarea clave que podemos calificar de sagrada. Su misión consiste en establecer los cánones de la virtud y de la moralidad. Ellas tienen que dar a los niños una formación ética y espiritual. Cuando la madre está imbuida de virtud, los niños reciben el beneficio y se saturan en forma similar. Cuando la mujer es maestra de moralidad, los niños aprenden a ser virtuosos. Por lo tanto el nivel de educación de las mujeres decide si un país puede prosperar o declinar. Sus actos y su conducta son factores cruciales.
La responsabilidad de los adultos y de los padres es enorme en todo esto. Tomemos como ejemplo a los estudiantes de hoy; no exhiben el menor rastro de cultura; los asuntos referentes al Espíritu y la mención del Alma les produce risa. Lo que está de moda es tener habilidad de expresión y depender de la vestimenta. Esto no es cultura genuina Las mujeres educadas de hoy están desamparadas cuando se trata de manejar un hogar. Para ellas el hogar es como un hotel: son irremediablemente dependientes de la cocinera y de la mucama. La mujer educada no pasa de ser una muñeca pintada, que decora el hogar moderno; lo que representa una desventaja y una carga para su esposo. El marido se encuentra acosado por sus demandas insistentes para gastar dinero en toda clase de objetos. No participa en las tareas del hogar y a causa de su pereza, ya que come y duerme sin desarrollar actividad, acumula enfermedades, que la llevan rápidamente a la muerte.
La conducta licenciosa de las mujeres ha envuelto al inundo entero en una atmósfera de moralidad decadente. Las mujeres se están perjudicando, pues corren en pos de placeres perecederos, sin tomar en consideración la necesidad de desarrollar un buen carácter y cualidades elevadas. Están enamoradas de una seudo-libertad que alimenta su presunción. Tener un empleo estable, ganar títulos, andar en compañía de cualquiera en forma indiscriminada, rehusar el respeto hacia los mayores, abandonar el temor al pecado y la maldad, ignorar las aseveraciones de santos y sabios, obligar al esposo a bailar al son de sus caprichos, negar el tributo al arrepentimiento al ver los errores propios; ¿son tales cosas prueba de educación? No, todas ellas son formas monstruosas de ignorancia, son actitudes incultas y egoístas que convierten a una persona en un ser bestial y repelente.
Si la mujer intuye que el hogar del esposo es sagrado, entonces ese mismo hogar la dotará de todas las facilidades y todas las calificaciones necesarias. No hay lugar en el mundo entero que supere las excelencias de tal hogar. Una poetisa santa cantó, refiriéndose a su hogar, que era su templo, su escuela, su campo de recreo, su arena política, su altar de sacrificio y su ermita.
Las mujeres educadas pueden rendirle servicio útil a la comunidad que las rodea, de acuerdo con sus habilidades, gusto, inclinación, deseo, carácter, grado de educación, manera de vivir, disciplina o erudición. Deberían evitar que por su culpa se mancille la reputación de sus padres, de su propia familia, o la suya propia. Una mujer que carece de buen carácter es peor que un cadáver, por lo que es imperativo que las mujeres estén alertas cuando andan por el mundo. Deben evitar conversaciones frívolas y no deben mezclarse libremente con el otro sexo. Las mujeres con discernimiento participarán únicamente en actividades que honren el nombre de su esposo y se cuidarán de no degradar su buena fama. Por eso se ha dicho: "la virtud es el signo de la persona educada, es lo que hace que la educación valga la pena".
Yo no digo que las mujeres no deban ser educadas, o que no deban actuar en sociedad. Dondequiera que estén, si están dotadas de buenas cualidades, y si tales cualidades se reflejan en acciones positivas y buenos hábitos, si se adhieren a los dictados de la antigua sabiduría, la senda eterna y a las prácticas y disciplinas espirituales, entonces puede decirse que sus estudios valieron la pena y que la sociedad se beneficia con su presencia. Sociedad y estudios no son dañinos en si. Ambos reaccionan según la naturaleza de las personas que hacen uso de ellos y de acuerdo con ese uso producen resultados positivos o negativos. La gata sostiene a la gatita y a la rata en su boca con los mismos dientes. Pero mientras que a la gatita la mima, mata a la rata. La dentadura es neutral, su comportamiento es determinado por lo que sujeta: gatita o rata.
De modo similar, los conocimientos adquiridos pueden desarrollar discernimiento, inspirar al individuo a servir en forma desinteresada, impulsarlo a buscar la Realidad, promover el deseo de fundirse en lo Absoluto y hasta allanar el camino que le permite convertirse en gran Alma realizada. Pero al mismo tiempo, el conocimiento puede alimentar las raíces de la hipocresía, la falsedad, la crueldad y la injusticia. Puede darle al hombre nuevas herramientas para engañar y arruinar su trayectoria terrenal. Puede convertir el Amor en odio ponzoñoso y hacer de la Verdad hueso de la discordia.
Por lo tanto, cualquiera que sea el tema o la materia en que una mujer se haya perfeccionado, sea cual fuere el grado de su educación o la posición que ocupe ella o su esposo, tiene que atenerse estrictamente a estas verdades: un carácter excelente constituye verdadero encanto, la moralidad es el aliento mismo de la mujer, la modestia es su energía vital, adherirse a la Verdad es su diaria obligación. Debe plantar las semillas del temor (al pecado, miedo a ofender a Dios) en su corazón y cultivar el encanto de la humildad. En los campos religiosos, morales y físicos debe adherirse a los estrictos dictados de la virtud y considerar eso como esencia de todo conocimiento. Debe estar preparada a sacrificar hasta su vida por su honor. Debe nutrir y preservar su castidad y la adoración de su esposo. Esa es la virtud principal de la mujer, ése el deber con ella misma y con los demás. Esta es la razón verdadera por la cual ha nacido la mujer.
6. Inmutabilidad de la virtud |
Los principios de la virtud no cambiarán para acomodarse a la conveniencia de los humanos. Los dictados de Dios, el código de conducta y las reglas de autodisciplina son inmutables. La virtud persiste como tal, antaño, ahora y siempre. Naturalmente las prácticas y reglas de la virtud aplicada, de la moralidad mundana pueden cambiar con las costumbres de épocas y civilizaciones, pero incluso entonces las nuevas reglas y aplicaciones deben ser puestas a prueba, tomando como base las sagradas escrituras, y no las ventajas aparentes. No debe intervenir nada de cálculo en ello. Las escrituras no favorecerán en general procederes que produzcan resultados rápidos o beneficios tangibles, ni puede esperarse tampoco que los Vedas se limiten únicamente a recomendar acciones que generen beneficios que saltan a la vista. La virtud, la moralidad eterna, no puede ser puesta a prueba en esa forma. La prueba directa o tangible es imposible. Las escrituras establecen que la moralidad solamente puede ser conocida a través de las fórmulas sagradas de los mantras védicos y gracias a que los Vedas tratan de esclarecer únicamente verdades que están más allá de la demostración visible.
Si se sigue la moralidad con el ojo puesto en las consecuencias, podría ella incluso dejarse de lado cuando el beneficio esperado no es patente o inmediato. No toda la gente puede tener la misma motivación, ni atenerse a las mismas normas. Por ejemplo, cada persona tiene una idea diferente respecto de los frutos de la contemplación, la concentración, la confirmación de la fe, la invocación del Nombre de Dios y la meditación, que las escrituras prescriben. Algunas personas iniciadas en la fórmula sagrada del Gayatri (mantra védico), reemplazan su recitación al atardecer por la de los mil nombres de Vishnu o Shiva. El precepto dice: "cumple tu recitación ritual a la hora indicada", ésa es la prescripción. Pero a pesar de tales normas, ¿no es un quebrantamiento de las normas de la virtud cuando se cancela la recitación del atardecer? Similarmente hay prescripciones para cada categoría social, es decir, de acuerdo con el lugar que ocupamos en la sociedad. El Gita se pronuncia claramente al respecto:
"He creado las cuatro categorías sociales, dividiendo los seres humanos sobre la base de sus cualidades y actividades".
(Chaathurvarnyam mayaa shrishtham guna karma Vibhaagashah) Dice el Gita. El significado es muy claro; así dice la enseñanza. Pero invocando toda clase de argumentos mezquinos y secos razonamientos, muchos hombres tratan de seguir la moralidad que les parece más conveniente y sin temor alguno a Dios y al pecado, arrastran también a gente inocente e ignorante por el camino equivocado.
Esa es la razón por la cual el Señor desciende de vez en cuando, con el fin de levantar a los oprimidos y restablecer la virtud. Esto es lo que causa la Encarnación de Dios en la tierra; esto ha sido proclamado en el Gita en tonos altisonantes.
"Con el fin de rescatar la virtud, me encarno de edad en edad".
Dharma samsthapanaarthaaya sambhavaami yuge yuge.
Aquí un punto debe ser claramente captado. Muchos que leen el Gita creen que el Señor encarna cuando la virtud se halla destruida y cuando las fuerzas del vicio comienzan a prevalecer. Pero no hay fundamento para creer que la virtud sea destruida. El Gita no dice eso. La palabra que utiliza indica que la Encarnación ocurre cuando la virtud está en peligro. "Entonces vendré para protegerla de todo mal," ¡El Señor no dijo que descenderá para proteger y preservar la virtud una vez que haya sido destruida! ¿De qué vale un médico cuando la vida se ha extinguido? Así también si la virtud, que es el real aliento vital de la humanidad, hubiese sido exterminada, ¿de qué serviría la presencia del Supremo Doctor que destruye la enfermedad de la ilusión cósmica? ¿Qué habría de proteger la Encarnación en ese caso? Por esta razón se ha empleado un término que indica, no ya la destrucción, sino el debilitamiento, la decadencia de la virtud. La protección de la virtud es la tarea de Dios, pues la virtud es el aliento que sustenta al individuo.
La virtud, el Dharma, no es un asunto corriente. Aquel que no practica la Acción Correcta puede designarse muerto y si la practica pertenece a la naturaleza divina. Ahora hay necesidad de guiar a los hombres para que vuelvan al sendero de la virtud, por medio de buenos consejos, tentándolos con las atractivas consecuencias que se derivan de seguir el sendero de la Rectitud, amenazando con abandonar a los que no la practiquen e imponiendo castigo como último recurso. En tiempos antiguos la gente jamás dejaba de practicar el bien, aunque fuera amenazada de muerte ante la punta de una espada. Ahora, incluso sin que medie la más leve presión de otros, la gente se desliza y cae en el vicio. Hasta la moralidad misma se interpreta en varias formas confusas y aquellos que siguen en forma estricta la verdadera virtud son obstruidos y ridiculizados y se les trata peor que al pasto completamente seco. Los que están tratando de atenerse ansiosamente a los dictados de la moralidad son calificados de hipócritas, estafadores e ignorantes. Tales calumniadores no saben lo que la virtud significa, ni cuáles son sus principios. ¡Qué gente tan desafortunada! Ni siquiera tienen capacidad para comprender el profundo significado de esa palabra.
Ustedes mismos pueden discernir-si es posible- que personas que ni siquiera conocen el sentido literal de la palabra, puedan llegar a entenderlo. ¿Qué puede saber una persona del sol o de sus rayos esplendorosos, si es ciega de nacimiento? Por supuesto, puede sentir el calor, cuando los rayos del sol caen sobre su cuerpo, pero ignora la naturaleza del sol, su forma, su aspecto, su brillo, etc. Pasa lo mismo con una persona que no tiene conocimiento apropiado de la virtud y que no tiene fe en su eficacia, o en la dicha que resulta de su observancia Para tal persona el concepto es incomprensible. Disertar sobre virtud ante tal persona es como sonar la trompeta frente a un sordo. El sordo solamente puede ver la trompeta en los labios de la persona parada ante él, pero no escucha el menor sonido. Similarmente cuando se enseña virtud y moralidad a una persona, o se ensalzan estas cualidades en su presencia, hay que tener cuidado de que el individuo tenga fe y la intención de practicarla. Solamente deben relacionarse y tratar de corregir a este tipo de personas. Más adelante, incentivados por su propia experiencia y la dicha que deriva de ella, hasta los más ignorantes terminarán por plantar en sus corazones las semillas de la virtud.
Hoy en día muchas personas educadas, inmersas en conocimientos védicos y erudición clásica, han perdido la fe en los textos en los que son maestros; temen adherirse estrictamente al código de la virtud, pues es burlado por sus cínicos amigos; han cedido ante argumentos sin fundamento y han vendido su herencia a cambio de trivialidades; han contundido los rituales sagrados con huecas supersticiones, interpretan las fases lunares como un medio de regular la salud; agitan la llama de alcanfor como remedio para el asma; practican ejercicios para regular su respiración y así ayudar a tal digestión; confunden los peregrinajes con viajes de turismo y hacen caridad para conseguir nombre y fama. De esta manera rebajan los mandamientos de la virtud y atentan contra su santidad.
Semejantes hombres sólo engañan al mundo; son bárbaros que no conocen, ni observan los dictados de la virtud. Podrían aprender algo, si leyesen la ley de Manu, el primer legislador de la humanidad Dice Manu:
"Si una persona quiere familiarizarse con la virtud, puede hacerlo solamente si sigue un sistema de Lógica que no esté en contradicción con los Vedas y las escrituras".
Aarsham dharmopadhesham cha Vedashaasthra a-virodhina Yastharkena anusandhaththe Sa dharmam veda, netarah
Asi dijo Manu : Ninguna conclusión que se oponga a los Vedas puede ser lógica. La lógica a secas no conduce a nada y Manu no la recomienda para aquellos que quieran estudiar los Vedas y otras escrituras. No obstante, se encuentran en la actualidad muchas personas que tratan de aplicar este razonamiento lógico, y actuando contrariamente a los dictados de la virtud, arrastran consigo a otros por la senda equivocada. Por esta razón Vyasa, el sabio que compiló los Vedas, dijo hace mucho tiempo:
"Aquellos que siguen el camino del causalismo y la lógica, buscando la conexión entre causa y efecto, no ofrecerán sacrificios en el fuego sagrado y se verán envueltos en actos bajos y degradantes",
Na yakshanthi, na hoshyanthi, hethuvadha vimohithah Neechakarma karishyanthi, hethuvadha vimohithah
Vyasa dijo esto, advirtiendo que tal conducta iba a poder observarse en la Edad de hierro (nuestra época).
El sol y la luna giran sin falla ni error en sus órbitas porque siguen el camino de la virtud, o por decirlo así, en virtud de su naturaleza intrínseca. Es solamente la exigencia de la virtud que hace que todos los poderes divinos se adhieran a sus variados deberes y responsabilidades; es únicamente la virtud la que mantiene los cinco elementos adheridos a los principios de su naturaleza.
Ustedes deben tratar de obtener el mayor beneficio posible de la virtud, y evitar al mismo tiempo causar daño a los demás o a sí mismos. Deben difundir la gloría de la virtud y convertirse en un brillante ejemplo de la paz y la dicha que ella confiere. No deben seguir por el sendero de la lógica fría; no se dejen confundir por el cinismo y el prejuicio; no se interesen en lo que otros hagan o crean, y no hay que perder tiempo en reformarlos o corregir sus pasos; tengan fe en el Alma básica que es vuestra Verdadera Realidad; examinen todos los patrones de conducta basándose en esa Realidad, para saber si estorbarán o no el proceso de ver el Alma revelada; y continúen así, a la luz de esa fe, y ese examen. Entonces será imposible que se equivoquen y además, experimentarán gran deleite.
Hay algunas máximas mundanas que dicen que el estar dedicado a una profesión es señal de hombría, o hacer una labor es señal de virilidad; pero la verdadera máxima es ésta : "La observancia de la virtud es señal de hombría o de humanidad Todos y cada uno deben dedicarse a actividades virtuosas, al mismo tiempo que ponen en práctica las metas de la vida humana virtud para procurarse la prosperidad, y su uso para caridad con fines virtuosos y deseo para lograr Liberación.
Así como la virtud de la castidad es para las mujeres, la continencia se aplica a los hombres. Así como la mujer debe considerar a una sola persona como su dueño y esposo, también el hombre debe serle fiel a una sola mujer como su compañera y esposa. Ella debe considerar a su esposo como Dios; venerarlo, atenderlo y seguir sus deseos para el cumplimiento de su deber de esposa casta y virtuosa. De la misma forma el hombre debe honrar a su esposa como la "dueña del hogar" y actuar de acuerdo con sus deseos, pues ella es la Diosa de la Prosperidad. Sólo entonces puede merecer el calificativo de "hombre".
Nombre y fama, honor y deshonor, vicio y maldad, bueno y malo se aplican en medida igual y uniforme tanto a hombres como a mujeres. No existe nada que dictamine que solamente las mujeres estén atadas y obligadas y los hombres sean libres; ambos se hallan igualmente obligados por las reglas de la virtud y la moralidad. Todos caen en vicio si actúan sin tomar en consideración los cuatro atributos fundamentales: Rectitud, Ecuanimidad, Amor y Mansedad. Al igual que las mujeres, también los hombres están atados en algunos aspectos, y no tienen el derecho de hacer ciertas cosas. Hay algunos votos importantes. Entre el esposo y la esposa existen ciertos compromisos muy importantes.
8. Las cuatro etapas de la liberación final |
Las etapas que regulan la vida del hombre son cuatro: la del estudiante, acoplado con la vida de continencia, la del casado, la del renunciante y la del monje. Todas ellas se basan en la etapa de vida del casado. Esa es la condición más importante, porque el hombre casado promueve a las tres restantes, y por lo tanto es la más importante de todas.
Así como todos los seres vivos dependen del aire para su existencia, así también las personas que pertenecen a los otros tres grupos (estudiante, renunciante y monje), dependen del hombre casado. El casado no solamente los alimenta y los viste, sino que además suministra facilidades para el estudio de las escrituras. Manu, en su Código de Moralidad, enfatizó esto con toda claridad. Declaró que el hombre de familia también logra la Liberación, siempre que siga estrictamente las virtudes designadas para su particular etapa de vida. No puede dudarse que cada uno, cualquiera que sea la etapa de su vida, siempre que se adhiera estrictamente a su propio código moral, alcanzará la Liberación.
En algunas escrituras se mencionan ejemplos que señalan que el casado que respeta estrictamente las virtudes peculiares de su estado, es considerado como el tipo de hombre más elevado, mientras que otros textos declaran que solamente los sabios, que han renunciado a todo, son dignos de veneración. Debido a ello, puede que surjan dudas si es o no conveniente adoptar la condición de casado, que es la base y el sostén de todo lo que hay, o si es mejor adoptar la condición universalmente venerada del renunciante, el sendero del total desapego. Hay una relación íntima entre el casado digno de veneración y el sabio realizado, de vida santificada, Por lo tanto no importa básicamente a cuál de las condiciones pertenece uno, no se comete error alguno adoptando una u otra. Las cuatro etapas de vida los llevarán a la Liberación final, si uno sigue estrictamente la moralidad y las virtudes peculiares a cada uno y si uno se dedica firmemente a su propia elevación espiritual. Cada etapa de vida es importante en su particular nivel; la conducta del individuo y sus prácticas espirituales son las que constituyen la prueba esencial. Si uno se dedica a practicar la conducta moral y beneficiosa, cada etapa es sagrada, cada etapa es loable. Esa es la opinión de las escrituras.
Aquellos que están facultados con el conocimiento del Alma, como Verdad básica, los que saben que el Alma es su esencia verdadera, cruzan el océano de nacimiento y muerte y logran, sin duda alguna, liberarse. Por otro lado, aquellos que son ignorantes y descuidan los votos y los ritos que les fueran prescriptos, como aquellos que no han estudiado las escrituras, y se contentan con el mero despliegue de la pureza exterior, es seguro que sufrirán pesares.
Los ritos y los votos prescritos para su observancia diaria son muy importantes entre las disciplinas. Estos votos y rituales, practicados con sinceridad, constituyen la más elevada austeridad, la moralidad más importante. Debe notarse lo que el Gita, la Canción Divina, la esencia de las Upanishads (Escrituras), dice a este respecto: "Aquellos que están siempre activos en el terreno espiritual, cualquiera que sea su condición o etapa de vida, cualquiera que sea su condición social, alcanzarán al Señor". Eso es lo que también expresa Manu: "Ellos están dotados de Conocimiento Superior". La persona que está libre de todo deseo, que no tiene la más leve inclinación por poseer o gozar el mundo de los sentidos, que no tiene traza alguna de egoísmo, de pertenencia, que está siempre en la bienaventuranza de la Conciencia Absoluta, que jamás se ve afectada por la tristeza, esa persona está firmemente establecida en la Dicha y la Paz Supremas. Si al menos en los últimos momentos de su vida, el hombre logra concentrarse sin vacilar en lo Absoluto, que es su naturaleza básica, podrá, sin duda, fundirse en Aquello.
El estado de impasibilidad, la ecuanimidad sin agitaciones es muy natural en este tipo de personas. El continuo sentir "soy lo Absoluto" es el remedio para todas las enfermedades del hombre. La liberación se alcanza precisamente gracias a esa idea: "soy la Conciencia Universal". Ese es el verdadero deber del ser humano, cultivar ese sentimiento y esa experiencia. El ignorante movido por el principio de inercia o insensibilidad, está identificado con su cuerpo, cree que el cuerpo es de él. El que ha estudiado, un erudito que es capaz de un mínimo de raciocinio e indagación, siente o cree que el individuo en el cuerpo es el "yo". Pero, aquellos sabios que logran enfocar la materialidad del individuo como cosa separada del Alma (de su esencia espiritual), saben que la verdad es ésta: "yo soy lo Absoluto", y sabiéndolo no se apartan de esa convicción.
Las castas como la de los Brahmines (sacerdotes), los colores como el blanco o el negro, las etapas de la vida como la del estudiante o renunciante son todas condiciones físicas y no constituyen características del Alma. Están condicionadas por el tiempo y el lugar. Pertenecen a este mundo de servidumbre y son motivadas por razones relacionadas con el mundo. Han sido ordenadas por la Voluntad Divina, para el ordenado funcionamiento del mundo. Deben ser observadas por todas las personas que se hallan sujetas a las limitaciones mundanas. Aquellos que no se ven afectados por limitaciones o extensiones, los que, por así decirlo, han trascendido las ataduras mundanas no les conceden importancia. Por eso es que las personas que están siempre ocupadas contemplando a Dios, los que han aprehendido la Realidad Básica, no las observan mucho. Como no son esclavos de su posición social y perciben todo lo que existe como la proyección de la Realidad, no hay razón para prestar atención a condiciones exteriores. Pero hasta que no se alcance ese estado, ustedes deben seguir las reglas concernientes a las etapas de la vida y la condición social, sin excepción. Esa es la moralidad que incumbe a los que tienen conciencia corporal, la moralidad de los que se confunden con su cuerpo.
Las grandes Almas que lograron captar la virtud espiritual han declarado que "existencia-conocimiento-bienaventuranza" son las características básicas del Ser. Por lo tanto, aquellas personas que están imbuidas de tan elevado conocimiento puede. decirse que han alcanzado al Absoluto Universal, el que es existencia, conocimiento y bienaventuranza misma. Para alcanzar la liberación, basta poseer la visión purificada para poder percibir la Esencia Espiritual, esto es lo esencial, y no la casta o el color de la piel.
¿Cómo puede obtenerse esa clara visión? Poniendo en práctica los dictados de la virtud y de la moralidad, de acuerdo con la etapa de la vida y la condición social. Esa práctica continua de la virtud le permite al Alma realizarse, sin que ninguna niebla o bruma la oculte a la vista. La práctica de la moralidad los llena de experiencia, a través de esa experiencia la Verdad logra ser establecida, se revela claramente y esa Visión confiere la Liberación. Las personas que están libres de impedimentos internos que ocultan la Esencia, pueden pertenecer a cualquier condición de vida o categoría social; ello ya no importa, pues alcanzarán la liberación. Esta pureza de la conciencia interior es la que alaban las escrituras cuando hablan de salvación.
Aquellos que tienen apegos y odios, aunque se retiren a la montaña o al desierto, no pueden escapar a la maldad. Los que, en cambio, han dominado los sentidos, así sean hombres de familia, pueden definirse como ascéticos. Si están dedicados a actividades que no resultan perjudiciales o condenables, pueden merecer el apelativo de sabios. El hogar es el desierto ascético donde el hombre alcanza el desapego. La Liberación no puede lograrse gracias a la progenie, caridad, riquezas o sacrificios rituales, ni las prácticas del yoga. Lo que se requiere para lograrla es limpiar el carácter interior, lograr la purificación del Ser.
Para distinguir cuál es la acción correcta o la incorrecta, las únicas autoridades son las escrituras en cualquiera de las etapas de la vida individual. Si la persona ha comprendido que lo Absoluto es la meta y si trata de realizar su propia Realidad, logrará apartar el velo de la ignorancia y conocerse a si misma como la personificación de Lo Absoluto. Fijar la atención en nuestra propia Alma es el medio para la Liberación.
Comprender esta lección que enseñan las escrituras más antiguas de la humanidad (los Vedas), practicar los preceptos de vida prescritos para la etapa particular de la vida de uno, sea cual fuere la condición social, puede llevar a la persona a la Divinidad, el más Alto Nivel. Si hay voluntad y fortaleza para adherirse estrictamente a los cánones de la virtud, si no hay dificultad para adquirir sabiduría, uno puede, sin necesidad de emprender la vida de renunciante, seguir en su condición de casado y no obstante alcanzar la Liberación.
Numerosos santos visionarios alcanzaron la meta siendo casados. En esas circunstancias lucharon consigo mismos y lograron superar todos los obstáculos que les impedían llegar a obtener la Gracia de Dios; su meta era la Divinidad, que deseaban alcanzar. Por ese motivo no debemos dudar que la condición de hombre de familia no constituye impedimento.
Movidos por el deseo de cruzar este océano de nacimiento, esposo y esposa deben poseer armonía mental. La decisión de llegar a la meta debe ser similar en cuanto a fuerza y constancia en ambos. ¡Sin esa condición la renunciación será sólo un subterfugio! Hombre y mujer, esposo y esposa son inseparables como causa y efecto, como el sol y sus rayos calurosos o la luna y su pálido resplandor. Así es la relación de esposo y esposa. La dueña del hogar tiene que ser el resplandor del esposo, luminosa, paciente, tranquila y llena de bondad y debe poseer todas las virtudes; entonces el hogar brillará y será también un hogar para la victoria en el campo espiritual.
No hay reglamento alguno que estipule que la persona debe abandonar su hogar y abrazar la condición de renunciante, cuando la vida de familia parece poner impedimentos a las prácticas espirituales. Si esto lo hace el marido sin la plena aprobación de la mujer, jamás le resultará fructífero. Lo mejor que puede hacer es dejar atrás la vida hogareña en compañía de la esposa para convertirse ambos en renunciantes, siguiendo escrupulosamente los cánones de conducta y moralidad estipulados para esta etapa de vida. Sin embargo, si la pareja tiene hijos que necesitan de cuidados y atención por parte de los padres, la renunciación de la pareja no es recomendable según las escrituras.
Uno debe esperar que los hijos se independicen. Entonces se los puede dejar, pues sabrán velar por si mismos. Las escrituras recomiendan por esta razón, que uno permanezca en su condición de hombre de hogar hasta los 48 años, aunque uno crea que su condición no favorece la búsqueda espiritual. Hay que aferrarse a la vida hogareña y desplegar el máximo esfuerzo para ejercer todas las virtudes inherentes a esa condición, sin aceptar los contratiempos como excusa para desviarse. Si aparecen dificultades, dedíquenlas también al Señor, acéptenlas tranquilamente como Su Lila (Su Juego) y como Su plan. Esa es la forma ideal de seguir la disciplina de casado, el sendero designado tanto para hombres como para mujeres, sin distinción.
9. Las cuatro extremidades de la virtud |
Grandes y pequeños, ricos y pobres, hombres y mujeres sin diferencia, se ven afligidos por enfermedades y todos tienen el derecho a las medicinas apropiadas que puedan curarlos. En forma similar, todas las personas son afectadas por la enfermedad de nacimiento y muerte, y todos tienen derecho a conocer lo Absoluto, que constituye la medicina y el tratamiento más eficaz para curar esa enfermedad. Este conocimiento es la herencia de todos. De acuerdo con la etapa alcanzada por cada uno y el grado de evolución que haya logrado en la disciplina espiritual, así como la forma en que se haya asimilado esa medicina, cada persona mejorará en cuanto a salud interior, vale decir, habrá adquirido más paz y ecuanimidad. En esto cabe mencionar especialmente una cosa: no basta tomar la medicina, también se deben observar estrictamente las normas respecto a la manera de vivir.
El medicamento: la continua percepción de la presencia de lo Absoluto, debe ser suplementada y fortalecida, practicando las virtudes propias del estado de vida particular del aspirante y el constante cultivo de la devoción, la sabiduría y el desapego. La dieta medicinal y otras restricciones constituyen asimismo una parte esencial del tratamiento de la enfermedad; la sola iniciación en el conocimiento de lo Absoluto no basta. Si no hay control de los sentidos, paciencia, ecuanimidad, renunciación y demás excelencias morales y espirituales, nadie puede alcanzar la meta, sea emperador o esclavo, de alta o baja alcurnia. Aunque todos tienen derecho al patrimonio que es el conocimiento de Dios, solamente pueden recibirlo quienes estén dotados de las calificaciones necesarias. Uno debe ser lo suficientemente fuerte como para someterse al tratamiento, digerir y asimilar la medicina, ¿no es cierto? Sin esa fortaleza el Gran Doctor no dará el certificado para que el paciente pueda recibir la medicina. Algunos doctores, al ver la angustia del enfermo, entregan los medicamentos en forma gratuita, pues se dan cuenta que el paciente es demasiado pobre para comprarlos... ¿Qué diremos entonces de Dios, el Supremo Doctor, Fuente y Manantial de la Misericordia y la Gracia? El toma en cuenta las capacidades y las necesidades de cada uno, y El mismo arregla la provisión del remedio.
Ahora surge otra pregunta: ¿están las mujeres facultadas para recibir el conocimiento de Dios? Este interrogante ya ha sido contestado. Si las mujeres no merecieran este conocimiento supremo, ¿cómo es que Vishnumurthi le enseñó el misterio del Gita (Evangelio, texto de la Rectitud) a Bhudevi? ¿Cómo es que Parameswara le enseñó a Parvathi el Gurugita? "Darovacha", "Parvathyuvacha", estos testimonios revelan que Dhava y Parvathi tomaron parte en las discusiones y plantearon preguntas para clarificar ciertos puntos oscuros. Tanto el Yogasastra (Escrituras de yoga) como el Mantrasastra (fórmulas sagradas pertenecientes a las Escrituras de la India) le fueron enseñadas a Parvathi (madre del Universo) por Iswara (el Gran Señor). Entonces esto debe representar algo correcto y autorizado por los Sastras (Escrituras religiosas de la India), ¿no lo creen así? En la Brihadaranyaka Upanishad (la Brihadaranyaka es una de las Upanishads más importantes que pertenecen a la tercera división de los Vedas), se menciona que Yajnavalkya (un sabio excelso) le enseñó el Brahmavidya (Conocimiento Superior) a su esposa Maitreyi.
Los Vedas consisten en dos partes: el sendero de las obras (rituales) para los aspirantes y el sendero de la sabiduría para los sabios. Incluso cuando se consideran únicamente los Sastras, también vemos que se dividen en dos secciones: las palabras de los eruditos, aquellos que aplican sus conocimientos intelectuales para aclarar diferentes materias y las palabras de los sabios que surgen de su experiencia del conocimiento del Alma como Verdad básica. Entre éstas, solamente tienen derecho a hablar con autoridad aquellas personas que han dejado atrás toda idea de ser organizadores de sus acciones, como resultado de la realización que afirma sus identidades con lo Absoluto, el Espíritu, la Conciencia Universal. Sólo estas personas merecen ser creidas, pues sienten que el mismo Espíritu que está inherente en la multiplicidad de la creación está en ellos y en todos; han perdido toda noción de diferencias entre "mío" y "tuyo" y tratan de servir el bienestar de toda la creación, tanto animada como inanimada. Solamente los que conocen de veras la Realidad hablan de ella en forma auténtica y fidedigna.
En la Brihadaranyaka se hace mención de tan brillantes y sabias mujeres como Gargi y Maitreyi, y en el Mahabharata (poema épico), se encuentran los nombres de Sulabha y Yogini. Las mujeres deberían inspirarse en su rectitud moral, su constancia y seguir el sendero que ellas han recorrido. Chooda, Madalasa y otras mujeres de este tipo obtuvieron Sabiduría Divina viviendo como casadas o mujeres de hogar. Las mujeres pueden, gracias a sus prácticas espirituales, alcanzar la Conciencia Absoluta, inconmovible, auspiciosa y sin igual. Esto se expresa claramente en el Yogavasistha, también en los Puranas. Las dudas asaltarán solamente a los que no hayan estudiado correctamente los Sastras. Las novicias, las casadas, las renunciantes y las monjas, mujeres de todas las condiciones sociales y etapas de vida diferentes, alcanzaron la Meta Suprema gracias a sus corazones puros y su conducta santificada. Todas las mujeres deberían esforzarse por lograr estas dos cualidades: pureza de corazón y conducta inmaculada. Las escrituras de la filosofía perenne afirman:
"El maestro espiritual es diez veces más digno de respeto que el que enseña artes y ciencias. El padre es diez veces más digno de veneración que el maestro espiritual y la MADRE es mil veces más digna de adoración que el padre".
Esa es la declaración de Manu (el primer legislador) en el Manusmrithi (código social recopilado por Manu). Ese código de moralidad es el texto que vincula a todos los Dharmasastras (fuente de sabiduría de la que derivan su autoridad todas las demás escrituras). ¡Mirad qué gran honor se rinde a la madre!
Lakshmi, la patrona de la Prosperidad es una deidad Femenina. Cuando se le dirige una carta a una mujer, es usual comenzar por: "Para..., igual a Lakshmi en todo aspecto…". Las mujeres tienen derecho al respeto universal. Encarnaciones de la Conciencia Absoluta como Rama y Krishna, grandes exponentes de la filosofía perenne como Sankara, Ramanuja y Madhwa, portadores de la Sabiduría como Buda, Jesucristo y Mahoma.... ¿no nacieron todos Ellos de mujeres? Sus madres fueron encarnaciones de sagrada gloria y le dieron al mundo hijos que lo transformaron. Las mujeres que sigan sus pasos y que lleven vidas puras y consagradas a Dios pueden reclamar su derecho al conocimiento de Dios, y nadie puede negárselo.
El caso es que el Alma está desprovista de diferenciaciones como las que se ven entre hombres y mujeres. Es la pura conciencia eterna (no afectada por el tiempo) y autorresplandeciente Las mujeres solamente pueden alcanzar la categoría de esas mujeres sagradas, cuando se hacen conscientes de la naturaleza del Alma.
Las diosas o patronas de la prosperidad (Lakshmi), de la sabiduría (Parvathi) y del conocimiento (Saraswathi) son todas femeninas. De modo que resulta increíble que se piense que las mujeres no tienen derecho a practicar disciplinas espirituales, que conducen a la unión con Dios y a la emancipación final de la servidumbre.
El león, cuando está dormido, desconoce su naturaleza. Similarmente el hombre, dormido en el laberinto de la ilusión cósmica, no es consciente de ser el Alma Esplendorosa. Sujeto a ese estado de ignorancia se dedica a analizar sus prejuicios con mayor énfasis y trata de darle a sus preferencias la calidad de dogmas y la autoridad de las escrituras. Las escrituras jamás han mencionado cosas de esta índole.
Para el hombre, las Escrituras son los ojos que conducen, iluminan y guían. El seguir sus directivas, ése es el completo deber del hombre. Esta es la magna tarea que enfrenta el mundo de hoy. Si se comprenden plenamente las Escrituras, no pueden surgir dudas, ni se necesitan las discusiones,
No está bien implicar o atribuir a las escrituras cosas que son de nuestro agrado, ni debemos oponernos a las direcciones que nos indican o a las prohibiciones que establecen. Es incluso pecaminoso desafiar sus enseñanzas o tomarlas a la ligera. El mundo ha llegado a su presente condición calamitosa, porque las escrituras fueron descuidadas en el terreno práctico. Esta es la tragedia, ésta es la causa de la decadencia moral.
Los que aspiran a la Liberación deben practicar en primer término las reglas y las restricciones prescritas por los Sastras (escrituras) para elevar su carácter y consagrar sus sentimientos. Si se carece de este mínimo conocimiento de lo Absoluto, la mera erudición adquirida estudiando laboriosamente los textos sagrados representa solamente un peso agotador. Los eruditos sin intuición son como las cucharas que se revuelven en postres y dulces, sin experimentar su sabor. Uno de los textos (Mundaka Upanishad) ha comparado a los eruditos que no han asimilado la esencia de las escrituras, pero tienen la osadía de guiar a los demás, pese a su ignorancia intrínseca, a ciegos que encaminan a los demás ciegos, resultando al final, que todos ellos caen al precipicio.
Si ustedes poseen la sabiduría ganada gracias a la práctica y la experiencia, pueden alcanzar la meta por este medio, aun sin el conocimiento de las escrituras, y guiar a los demás por el sendero que ya les es familiar. El necio no encuentra el sentido a las escrituras, así por otra parte la persona santa independientemente de las circunstancias, está siempre inmersa en la contemplación de lo Absoluto, y en la dulzura de esa bienaventuranza, no tiene necesidad de las escrituras. Por supuesto que adherirse estrictamente a la Verdad y a la práctica de la Virtud, puede implicar un gran trabajo y privaciones, pero si tenemos en cuenta la Dicha que nos espera al final, es preciso soportar todas las dificultades e incluso aceptarlas con gran contento. Únicamente los inteligentes pueden salvarse a sí mismos, con el conocimiento de la Verdad. Los demás seguirán esclavizados.
Las edades de la humanidad fueron clasificadas sobre la base del papel dominante que la mente humana desempeña en ellas. En la Edad de Oro dícese que la virtud caminaba en cuatro extremidades, feliz y segura. En la edad o ciclo "terciado" la virtud había perdido una de sus extremidades y tenía que contentarse con desplazarse en las tres restantes, mientras que en el ciclo siguiente, o edad "secundaria", tuvo que andar tambaleando en dos piernas. En nuestra edad presente, la edad de "hierro", la edad de la destrucción, le queda apenas una extremidad a la virtud, de acuerdo con esta tradición.
Las cuatro extremidades de la virtud son: Verdad (Sathya); Merced (Daga); Austeridad (Tapas) y Caridad (Dana). Si una persona posee esas cuatro virtudes, se puede decir de ella que vive en la edad de oro, sea cual fuere la edad que indica el calendario. Si la Verdad no está firmemente establecida en la persona (por Verdad se entiende la percepción de nuestra identidad con la Divinidad, o la noción del Alma Eterna como nuestra esencia básica. N. del T.), pero posee las otras tres cualidades, podemos decir que vive entonces en la edad terciaria. Si la Verdad y la Merced están ausentes, pero la Austeridad y la Caridad forman parte del carácter individual, se puede afirmar que la persona vive en la edad secundaria. Sin embargo, si la única cualidad que persiste en el ser humano es la Caridad, entonces hay que concluir que la virtud en ella tiene que sostenerse en una sola pierna y como todas las demás cualidades han desaparecido, ese individuo vive en la edad de hierro, la edad de la destrucción, aunque cronológicamente el ciclo se llame edad de oro.
Los ciclos cambian únicamente con el incremento o decrecimiento de la virtud; el pasar del tiempo no es la causa fundamental. En un mismo ciclo convivieron personas de excelsa santidad (como Prahlada) y de gran maldad (como Hiranyakasipu). Las mismas épocas históricas sirvieron de marco a la presencia de encarnaciones de la virtud (como Dharmaja), y personificaciones del mal (como Duryodhana). Por lo tanto se puede afirmar que es la presencia de la virtud la que determina el ciclo para estas dos categorías de seres humanos. Uno puede vivir continuamente en la edad de oro, con sólo poseer las cuatro cualidades de la Virtud. Es la conducta humana la que hace o destruye la historia y cambia la Edad de Oro en la Edad de Hierro o destrucción.
El tema siguiente es el de la CASA DE DIOS, la Residencia del Aspecto Concreto, tangible de la Divinidad (llamado Alaya o Mandir), el Templo, Iglesia, Mezquita y las reglas de moralidad que se relacionan con ello. La proliferación de reglamentos ha abrumado e invadido estas instituciones, motivada por el capricho y prejuicio de las diferentes autoridades. Esta profusión de reglas ha alejado a los humanos de la práctica sistemática de la virtud, del conocimiento de Dios y hasta de los rituales apropiados y ha confundido a los devotos por su extensa variedad y su carácter irracional. Se insiste en que se practiquen ciegamente y por ello se ha menoscabado el bienestar del mundo. De hecho son precisamente estos reglamentos y estas formalidades las que motivan los primeros pasos que alejan a los individuos de Dios. Han contribuido a fomentar el ateísmo en gran medida.
Hay que reflexionar profundamente en la función que cumple la casa de Dios. Estos lugares son centros de disciplina donde el aspirante es guiado paso a paso para adquirir paulatinamente la visión de la Verdad. Son escuelas para el entrenamiento del Alma. Son academias para impulsar los estudios de las escrituras. Son institutos de la ciencia suprema, son laboratorios para ensayar los valores de la vida, ellos son hospitales para el tratamiento y la curación, no sólo de "la enfermedad del nacer y el morir", la cual ha persistido en el individuo a través de las edades, sino también de los muchos "desórdenes mentales" más evidentes que afectan a todos los que no conocen el secreto de adquirir Paz (Shanti). Son los gimnasios donde el hombre se reacondiciona y donde recibe tratamiento su fe tambaleante, allí se curan sus convicciones enclenques y su manifiesto egoísmo. Son espejos que reflejan sus normas estéticas y logros.
El propósito del templo es despertar a la Divinidad en la Humanidad, induciendo al hombre a darse cuenta que el marco físico en que reside es la Casa de Dios. Por lo tanto todas las formalidades del templo, los ritos y rituales deben enfatizar y cultivar esa Sabiduría Divina que afirma que el Alma individual no es más que una ola del Océano de Dios.
Las escrituras le enseñan al hombre que todos sus actos y actividades deben llevarlo en última instancia al desapego, pues ésta es la mejor calificación para el desarrollo de la gran sabiduría de lo Absoluto. De las tres vías que conducen a esa percepción, la de la devoción, la de la sabiduría y la del desapego; la primera es la soberana. Las reglas y los rituales son las doncellas de la soberana. La reina trata a sus doncellas con dulce consideración y les concede todos los favores, pero si las ceremonias, que no pasan de ser sirvientas y ayudantes de cámara, ignoran a la soberana, deben ser despedidas sin miramientos. Todas las formalidades y rituales en los templos tienen que servir, por lo tanto, a la glorificación de la soberana que es la devoción a Dios. Esta es la esencia y la sustancia de la Virtud, que debe orientar y gobernar todos los templos, Solamente entonces puede el hombre alcanzar la Meta.
La devoción es lo que mayormente facilita el logro de la bienaventuranza de la unión con lo Absoluto, canalizando hacia el Señor todas las agitaciones mentales, los tentáculos de los sentidos y los impulsos emocionales del ser humano. Es con esta orientación que todos los detalles de la adoración del Señor, ritualizados en los templos, toman forma originalmente. En el templo, todas las ceremonias desde "el despertar al Señor" en la madrugada, hasta "el ponerlo a dormir" entrada la noche, tratan de elevar y promover las tendencias devocionales de la mente. Cada incidente recordado ayuda a sublimar la emoción apropiada en una forma particular, encantadora y sublime. En lo sublime de esa experiencia, el predominio de emociones de inferior calibre se debilita y ellas se ven elevadas a la categoría de adoración y dedicación a la Presencia Omnipotente. Los sentimientos vulgares de la vida ordinaria se van elevando hasta el estado de la adoración y de la dedicación a la Presencia Todopoderosa.
El Señor se encargará de evocar en cada uno la emoción que la persona asocia con El. Si lo concebimos como monstruo, nos aterrorizará en forma de aparición monstruosa. Si lo imaginamos como el Amo de los cinco sentídos, se nos manifestará en esa forma Algunos quieren saber la razón de esto, el porqué de este hecho. La necedad de nuestra época es la causante de este tipo de curiosidad y el motivo de esta duda.
Hoy en día se ha puesto de moda el dar consejos a diestra y siniestra, una costumbre a la que se dedican los que saben y también los que nada saben. No se preocupan por determinar si el consejo impartido es puesto en práctica o ignorado. La gente se yergue en esta actitud de superioridad, dando consejo, con el único fin de sentirse importante y hacer alarde de su excelencia. Los enceguece el orgullo y la soberbia; hay que tenerles lástima, en vez de criticarlos; pues nadie puede dar por sentado que "las cosas son así y sólo así", al menos en lo que atañe al Señor.
Además, aunque sea posible medir hasta cierto punto la sabiduría y la renunciación, es imposible hacer lo mismo con la devoción. La devoción tiene su medida propia. Ella asume muchas formas de acuerdo con la actitud peculiar del devoto. Algunas personas en la historia (Kamsa, Jarasandha, Sisupala, Hiranyakasipu, etc.) adoptaron una actitud de hostilidad hacia Dios y por ello Dios se manifestó ante ellos como su enemigo, poniendo fin a sus batallas y trayectorias. Si concebimos a Dios como "El Más Amado", como lo hicieran Jayadeva, Gouranga, Tukaram, Randas, Surdas, Radha, Mira y Sakkubai, El se manifiesta como el ser más próximo, cariñoso y derrama sobre el devoto Bienaventuranza. El niño pequeño cree que el sol es similar al punto de Kumkum en la frente de su madre, pero el adulto instruido lo concibe como una esfera de calor y brillo superlativos. Esto demuestra el efecto que la imagen mental tiene sobre el proceso de comprensión. En el caso de la Suprema Divinidad, así como en la del templo, hay que aplicar la misma ley.
Es apropiado por parte del hombre albergar en su corazón un sentimiento exaltado hacia Dios y también hacia la Casa de Dios, o templo. Esta actitud también rinde excelente fruto. Mientras que es natural y apropiado que el hombre imagine a Dios en forma humana, no es apropiado por otra parte imaginar que no es más que un individuo común. Forma parte esencial de la devoción que Dios sea concebido como una Persona fuera de lo común, una Figura de Sublime Esplendor.
El sentimiento que se despierta mediante la adoración y durante ella, debe ser dulce y melodioso y debe transformar imperceptiblemente los deseos y anhelos inferiores del hombre esclavizado a la materia; el culto no debe despertar o inflamar los instintos animales latentes del ser humano. Considérese este ejemplo: el santo y poeta Thyagaraja se olvidó de acostarse en su entusiasmo de hacer dormir a Rama (encarnación de la época terciaria). En este caso uno no debe inferir que Thyagaraja hizo dormir (la imagen de) a Rama meciéndolo en una cuna, sino debe entenderse que Reina (la Realidad manifiesta en forma de Amor) sentó a Thyagaraja en la curta de la devoción y lo meció hasta hacerlo dormir (o hacer que se olvidase del mundo material).
En vez de recordar a vuestro hijo en su cuna, cuando contempláis a vuestro Dios personal, debéis cultivar la actitud de ver a vuestra Divinidad elegida, Cristo, Rama o Krishna en la cuna cada vez que mecen a vuestro hijo. Similarmente, cuando os halláis ante vuestra forma adorada, debéis tratar de instalar a Dios en vuestro corazón, identificándolo como la base de vuestra existencia, conocimiento y dicha. Las ceremonias y los ritos de adoración en templos e iglesias fueron instituidos para fomentar sentimientos de esta índole.
Nunca deben pensar en las duplas Sita-Rama, Radha-Krishna, Lakshmi-Narayana o Parvathi-Parameswara de los santuarios, como esas "desgraciadas parejas que llevan allí una existencia miserable, subsistiendo gracias al alimento que les proporciona el sacerdote y calmando su sed con las bebidas que se les ofrendan". Los sacerdotes dicen "el Señor está durmiendo" o "el Señor está comiendo" cuando se rehúsan a abrir las puertas hacia el Santuario interior. Esto es algo absurdo. Hay veces en que hasta imponen silencio porque, según dicen, "el Señor está durmiendo y puede que se despierte antes de tiempo con el ruido". Y en ocasiones como ésta, ni los más fervientes ruegos los hacen cambiar de actitud.
Este tipo de declaraciones puede llevar a falsas conclusiones en la mente humana Generalmente hace que surjan toda clase de interrogantes ridículos, por ejemplo que el Señor pueda estar respondiendo a necesidades fisiológicas cuando está encerrado en su nicho, y ello termina por promover el ateísmo entre los hombres. Tanto los sacerdotes como los descreídos críticos ignoran los verdaderos principios del culto en el templo, y ésta es la razón que determina su baja conducta. Ustedes deberán ser lo suficientemente inteligentes como para evitar estos caminos degradantes del mundo. El templo no debe ser juzgado sobre la base de principios seculares, solamente la Devoción puede ennoblecer y hermosear los sentimientos que arrastran a los humanos por el sendero inferior, el camino de la materialidad y los sentidos.
Hoy en día, debido a los nuevos puntos de vista, los templos se han convertido en objetos de escarnio y burla. Esta es una situación deplorable. Es necesario por lo tanto revelar públicamente el real objetivo del culto en el templo; para elevarlo a la categoría que le corresponde. El templo debe prosperar una vez más.
¡Qué absurdo resulta vivir con la impresión de que el Señor duerme como ustedes cuando se canta una canción de cuna o que El se despierta al igual que ustedes cuando alguien lo llama en voz alta, o que El goza comiendo cuando le llevan alimento como les sucede a ustedes, o que El se va debilitando si no come regularmente como les pasa a ustedes! Siendo que Dios llena todos los resquicios del universo, hasta la más diminuta parte de un átomo, de tal modo que el tiempo no es capaz de alcanzarlo, que Su brillo excede toda imaginación, Su merced excede toda esperanza; el Señor debe ser concebido como la Energía Vital que llena y penetra siempre todo. ¡Qué necedad es limitar a semejante entidad, haciéndolo blanco de la crítica de los cínicos y las falsas teorías de los ignorantes!
¿Es posible acaso limitar a Dios a un horario como puede hacerse con el devoto? ¡Debe considerarse que las dificultades no sobrecogen al devoto siguiendo horario fijo! Entonces, ¿tendría el devoto que esperar hasta que Dios despierte de su sueño para ser socorrido? ¡Oh!, qué gran necedad! El bebé llora y pide leche en cualquier momento y la madre vendrá siempre a su lado para amamantarlo, aunque haya estado durmiendo. Jamás lo rehusara con enojo porque el bebé llora y no la deja dormir Y Dios, que es la Madre Universal, si realmente llegase a dormir, vería su sueño interrumpido al menos un millón de veces.
Todo depende del progreso de vuestras facultades mentales, y ellas deben alcanzar el nivel supremo. Dios es inmanente en todas partes; El es capaz de cualquier acto, Él es el Testigo Universal, no hay nada que El no sepa. Estas verdades deben tomarse en consideración en forma axiomática, como verdades irrefutables, y todos tos rituales, ceremonias y ejercicios espirituales deben ser organizados e interpretados de conformidad con ellas. Ningún sentimiento bajo o vulgar debe contaminar la adoración de Dios, ni ser asociado con su Nombre o Forma. Por lo tanto la devoción más elevada y los ritos capaces de sostener tal devoción son muy esenciales. El decir que se perturbará el sueño del Señor, que no se lo puede interrumpir en sus comidas y que durante esos momentos deben cerrarse las puertas de los templos, es, por decir poco, infantil. No indica percepción amplia ni correcta. Cuando la emoción de la devoción llega a madurar y florecer en toda su plenitud, entonces estos sentimientos bajos y materiales se desvanecen sin dejar rastro.
Un pequeño incidente viene aquí al caso. Una vez en Calcuta en el templo de Kali, construido por Rani Rasmani, el ídolo de Krishna cayó de su pedestal y se le rompió un pie. Muchos de los mayores declararon que las escrituras estipulaban que una estatua quebrada o imperfecta no era apta para la veneración, por lo que Rani Rasmani encomendó la realización de una nueva imagen a varios escultores. El gran santo y sabio Ramakrishna, que oficiaba en el templo, oyó esto y reprochó a la viuda diciendo: "Señora, ¿si tu yerno se rompiese un pie, qué harías? ¿Qué seria lo más apropiado? ¿Vendar el pie y esperar que se cure o descartar al yerno y conseguir otro en su lugar?" Los mayores y los eruditos se sintieron estupefactos; el pie roto de la estatua fue reparado convenientemente, y la imagen fue reinstalada y venerada como antes. De este Incidente puede verse que cuando la devoción se ha purificado y está en ascenso, Dios estará presente en el ídolo, aunque esté roto. Esto es también parte integrante de la virtud, como lo indican las escrituras.
Cuando las puertas del templo están cerradas, las reglas pueden señalar que no deben ser abiertas, pero ello es solamente una directiva de carácter general. Sin embargo, cuando llegan personas como Sankara, Sananda, Jayadeva, Chaithanya, Gouranga, etc., es imposible atenerse a los reglamentos, ¿no es así? El Señor Krishna se desvió en Udipi para darle el Darshan (presencia y bendición del Señor) a Su devoto; el Señor cedió ante la intensidad de la devoción de Nandanar. La razón para cerrar las puertas no tiene conexión con el Señor, éstas son normas que han sido prescritas por las autoridades del templo por razones ajenas a la Divinidad.
Ustedes deben tener normas que no estén en conflicto con las concepciones superiores del devoto. Si los servidores del templo no tuvieran horarios fijos y todo se dejara a su arbitrio y capricho, el templo no podría despertar devoción en la mente del hombre común. Por esa razón se han prescrito horarios para la apertura de templos, y horarios para ceremoniales y rituales. Tales restricciones no se contradicen con el principio básico, porque la finalidad del templo es promover la virtud, desarrollar la cultura interior y la disciplina espiritual.
El comportamiento humano, acciones y actitudes, todo debe subordinarse a la necesidad de crecer en la conciencia de Dios como Presencia Viviente. Ciertas reglas son, sin duda alguna, necesarias, para organizar rituales y ceremonias religiosas. De otro modo las personas comunes no aprenderían nada sobre la constancia, la fe y la disciplina, y no incrementarían su devoción, la responsabilidad de los administradores de templos, iglesias y lugares de culto, al igual que la del público devoto es, sin duda alguna, muy grande. Cada uno de ellos debe estar muy al tanto de los propósitos que sirven los templos y la necesidad de llevar a cabo en su interior las ceremonias para las cuales fueron erigidos. Estas ceremonias afirman la fe e incrementan la devoción más que ninguna cosa. Por lo tanto las puertas de los templos y las iglesias pueden y deben ser abiertas para permitir que los devotos fervientes veneren en su interior. Nadie debe olvidar o ignorar esta realidad: "Los templos existen para el progreso y bienestar del hombre".
Las eras de la humanidad, clasificadas de acuerdo con los principios y prácticas del progreso espiritual, tal como las establece la filosofía de la India, son tres:
1) La época de los Vedas, durante la cual se le dio gran importancia al Karma o a los rituales;
2) La era de las Upanishads, cuando la sabiduría fue enfatizada más que otra cosa,
3) La era de los Puranas, cuando la devoción fue proclamada como sendero predominante.
La literatura védica consiste en los Samhithas, los Brahmanas, los Aranyakas y las Upanishads. De estos textos, los tres primeros tratan del Karma y se conocen como los Karmakanda, y los últimos, las Upanishads, conciernen al Jnana, de modo que se las llama Jnanakanda.
Los grupos de Mantras (fórmulas sagradas) en los Vedas Samhithas están llenos de versos que glorifican a Dioses como Indra, Agni, Varuna, Surya y Rudra. Los arios de la antigüedad lograron paz y contento además del cumplimiento de sus deseos gracias a sacrificios y rituales dirigidos a estas deidades por medio de estos Mantras. Los arios tomaron conciencia de que el Principio Absoluto, la Conciencia Universal es Uno, pero sabían también que se manifiesta en forma variada y múltiple, bajo diferentes Nombres y Formas.
En muchas fórmulas védicas se anuncia claramente lo siguiente:
"Hay sólo Uno, aquellos que han conocido la Verdad, la alaban de muchas formas: Agni (la divinidad que representa el principio del fuego que consume todo); Yama (divinidad que controla y limita la vida humana, símbolo de tiempo o muerte, significa renunciar al apego al cuerpo y a los sentidos); Maathariswan (el principio maternal)".
Ekam Sath vipraah bahudhaa vadanthi Agnim yamam mathariswaana maahuh.
Este Brahman, el Uno sin segundo, ha sido designadO en el Rig Veda (Veda que contiene plegarias a Dios para pedir por la realización de los objetivos de la vida) como Hiranyagarbha, Prajapathi, Viswakarma Y Purusha ( la matriz de oro de la cual surgió toda la Creación en un pasado intemporal, Señor de los pueblos, Varón originador de todas las acciones). El himno Hiranyagarbha (sukta) y el himno Purusha son ejemplos clasicos de esta vision. El modelo de vida de los antiguos arios ha sido designado por el vocablo "Dharma" que significa virtud, moralidad, comportamiento apropiado, regla de vida. Puede llamarse también "sacrificio" (como el simbolizado por Cristo en la cruz. N. del T). Sus disciplinas diarias se caracterizaban por rituales, ofrendas, adoración, alabanzas, entrega y dedicación. Por esa razón sus vidas estaban colmadas de devoción. Aunque la palabra devoción no se emplee como tal en esas escrituras, ¿no encontramos allí la palabra "sraddha" que significa constancia de fe y devoción?
Dice un verso: "Es solamente por medio de la fe constante que se enciende y es alimentada la Llama del Fuego de Sacrificio. Es sólo a través de la devoción que las ofrendas llegan a los Dioses invocados. Alabemos la constancia y la fe firme en las Escrituras, que es la forma más elevada de adoración".
shraddayagnih samidhanthe sraddhaahuuyathe havih, sraddhaam bhagasya muurdhani–vachasaa Vedayaamasi).
Vean, entonces, qué grande es, en efecto, el poder de la fe inconmovible, devoción y perseverancia.
Las disciplinas simples y espontáneas de la época de los Vedas se volvieron gradualmente más complejas y confusas, debido al crecimiento excesivo de rituales y reglas formales. Con el paso del tiempo llegó a declararse que la virtud consiste en ofrendas y ejercicios espirituales, y que el reino de Dios sólo puede ganarse gracias a la celebración de tales ritos. Pese a que las ofrendas constituyeron en verdad una forma de adoración de los Dioses, el énfasis fue cambiando y los rituales ganaron terreno. "Los Dioses se convirtieron solamente en instrumentos, aquellos que deseaban ganar el Cielo debían celebrar ritos".
Con el pasar del tiempo alboreó la época de las Upanishads. Las Upanishads descartaron los objetivos materiales, por considerarlos carentes de valor permanente. Los condenaron, calificándolos de inferiores. El Karmakanda (actividades rituales) de los Vedas fue transformado y revaluado en las Upanishads, como vehículo para la liberación del hombre, de la esclavitud de nacimiento y muerte, y corno instrumento que le permite cruzar el océano del Samsara (lo transitorio, el interminable ciclo de nacer y morir). La visión del aspirante de la época de las Upanishads se abre paso a través de este "mundo externo sensorial objetivo" y se centra en el "mundo interior". Los visionarios de las Upanishads confirman en forma colectiva la naturaleza del Más Alto Principio.
En la profundidad básica de este mundo de nombres y formas (cambiantes) hay una Existencia Única y Eterna. Eso es el Absoluto Universal. El Altísimo puede ser percibido mediante el conocimiento que se adquiere por la constante indagación de la realidad del Yo (jnanayoga).
Por lo tanto
'Trata de captar su naturaleza. Aquél es lo Absoluto".
Esta es la sabiduría del Eterno que enseñan las Upanishads (filosofía Vedanta, la no-dualilad).
Además las Upanishads declaran asi:
"Aunque los Vedas se ocupan principalmente del objetivo humano de obtener el Cielo, suministran al mismo tiempo la formación básica necesaria para alcanzar la Liberación. El logro del Absoluto no depende exclusivamente del conocimiento acerca de Dios y su verdadera naturaleza. Está más allá del alcance de estudios, erudición o conquista intelectual. Solamente puede ser realizado por medio de la adoración".
Si el erudito con todo el peso de su saber también se sumerge en esa adoración, su vida se verá santificada,sin duda alguna.
Ante tales aspirantes espirituales, Dios se manifestará en Su Real Gloria. Este es el sentido de la siguiente declaración en la Brihadaranya Upanishad acerca de la relación existente entre el alma y el Espíritu Universal (jivi y Paramatma, el individuo y la Conciencia Cósmica)
"El Universal es la más alta meta de lo individual, la mayor riqueza, la más alta elevación y la más profunda alegría".
Eshosya parama gathih-Eshosya paramaa sampath; Eshosya paramo lokah-Eshosya paramanandah.
En la Taitiriya Upanishad ello ha sido proclamado así:
"La Conciencia Cósmica es la fuente de todo contento, pues es la Personificación de la Dulzura de la más Pura Emoción. Alcanzándola, el individuo puede sumirse en la dicha. Si la Conciencia Cósmica no está brillando en el firmamento del Corazón, ¿quién puede saborear, quién puede vivir? El nutre todo con Bienaventuranza".
Las semillas de la devoción que se encuentran dispersas en los Vedas, germinan en las Upanishads y se convierten en ramas cubiertas de flores en los Puranas.
Muchos se ven confundidos cuando tratan de definir qué es exactamente devoción, cuál es la naturaleza de la actitud denominada devoción. Nadie puede decir lo que es, o lo que no es. La devoción tiene infinitas facetas. Solamente las almas puras, tiernas, tolerantes, calmas y amorosas, lo mejor de los aspirantes espirituales, los cisnes celestiales (cisnes legendarios, aves de la pureza) que se deleitan en la compañía de devotos del mismo calibre, pueden comprender su pureza y profundidad. Los demás hallarán tan difícil descubrir la devoción en una persona, como descubrir blandura en la roca, frío en el fuego, o dulzura en la planta de quinina. El devoto considera a Dios más caro que su propia vida y también el Señor se vincula a él en la misma medida.
Algunos grandes sabios llegaron a declarar que el devoto es superior incluso a Dios. El agricultor ama las nubes más que al océano, aunque las nubes no hacen más que traer el agua del océano a sus campos. El océano no viene a irrigar directamente sus plantíos. Así es como un gran santo-poeta, Tulsidas describe la relación entre el devoto y el Señor. Las nubes traen la misericordia, el amor, la majestad del Océano y la fragancia de la Atmósfera y los derraman en forma de lluvia sobre todo el territorio. De la misma manera los devotos llevan estas grandes virtudes dondequiera que vayan. Así como se extrae el oro de las minas, estas virtudes también forman parte de la Divinidad del hombre.
Durvasa, el sabio iracundo, llegó un día a la corte del rey Ambarisha para poner a prueba la devoción del monarca. Con este propósito creó un proyectil, impulsado por su ira. Su intención era destruir al rey. Pero la rueda de fuego de Dios, que elimina el temor del corazón de los devotos, pulverizó el proyectil fabricado por el sabio y comenzó a perseguir a Durvasa por todos los confines de la tierra. Este huyó por montes y quebradas, cruzó lagos y ríos, saltó sobre los siete mares, y trató de encontrar refugio en los cielos, pero el enemigo del devoto no podía hallar asilo en parte alguna. Al fin llegó a la Presencia y cayó a los pies del Todopoderoso, exhausto y arrepentido. Dios declaró entonces que El siempre estaba al lado de su devoto, y que nunca abandonaba al devoto que confiaba en Él como su único refugio. "Yo sigo al devoto como el ternero sigue a la vaca, pues él renuncia por Mí a todo lo que los hombres de mentalidad mundana consideran deseable".
En una oportunidad, Krishna (Avatar de la edad secundaria) le dijo a Uddhava: "Todos los méritos que se logran adquirir por medio del ascetismo, la sabiduría, la renunciación, la religión, la observancia y la peregrinación, los pueden adquirir con mayor facilidad Mis Devotos". ¡Reflexionen sobre lo grande que es la verdadera devoción! Gracias a ella, incluso un mendigo puede llegar a sobrepasar a un sacerdote. Un sacerdote carente de devoción es inferior a un mendigo que la tiene en abundancia. Esto se explica en los Puranas, ¿no es así? Aquello que se anota en los Vedas como: "Esto no, esto no", que se declara como fuera del alcance de las palabras, lejos de la capacidad de entendimiento de la mente", aquello que no se puede alcanzar ni por los sentidos, la mente o el intelecto, esa Entidad puede ser experimentada y captada por personas que se sumergen en meditación. La devoción la trae fácilmente a la conciencia y hace que el devoto se llene de dicha.
El Dios descripto en los Puranas no es solamente lo Absoluto carente de atributos, sin forma, sin cambio y sin división, "Aquello" que tiene que ser experimentado para ser conocido, lo que llamamos personificación de la conciencia, el Origen del Universo. Esa Divinidad es también depositaria de todas las Cualidades Nobles y Atrayentes. El es el Recuerdo y el Refugio de todo lo hermoso y amable. El eleva, da energía y purifica. Lo Absoluto, inmaterial, incalificable, que se percibe en el punto álgido del sendero de la sabiduría, no puede ser concebido, ni captado por el individuo centrado en los sentidos, sin desplegar gran trabajo y esfuerzo. Esta es la razón por la cual los Puranas ponen mayor énfasis en el aspecto manifiesto, corpóreo de Dios que en el Absoluto sin forma.
El aspirante debe dedicarse primero a disciplinas espirituales, relacionadas con el aspecto manifiesto de la Divinidad. Esto le dará capacidad de concentración y más adelante, de acuerdo con la ley de progreso de lo denso hacia lo sutil, puede fundir su mente en lo Absoluto, inmanifiesto e intangible. El espejismo hace que el hombre sediento se aleje del estanque, pero luego vuelve y regresa al lugar donde el agua está a su alcance. Al llegar al estanque está facultado para beber y calmar su sed. (Esto se llama supresión de la forma). De este modo, los que aspiran a liberarse empiezan a desarrollar deseo de venerar a Aquel que no tiene forma y el Señor, que ama a sus devotos, toma las formas que ansían los renunciantes y santos. El les concede de Su Gracia las cuatro metas de la vida humana sin que falte ninguna: virtud, prosperidad, satisfacción de los deseos y liberación.
Los antiguos consideraban los templos no sólo como lugares para rendir culto a la Divinidad, sino también como templos del saber. Ellos sabían que Dios puede ser alcanzado por medio del servicio llevado a cabo conscientemente y con pleno conocimiento de su significado. Sentían que los templos eran Academias del conocimiento supremo, donde el hombre desarrollaba el verdadero cultivo de la mente. Sabían que la casa de Dios en el corazón del hombre puede ser tan pura y sagrada como lo es la Casa de Dios en la aldea que habita Ustedes pueden adivinar la naturaleza de los habitantes de un pueblo observando simplemente el templo del pueblo y sus alrededores. "Si el templo se mantiene limpio y puro, cargado de santidad, puede uno inferir que los aldeanos están llenos de temor al pecado y que se desplazan por la senda de la bondad". Así pensaban los antiguos.
Tales instituciones de inspiración espiritual como los templos de antaño se han degenerado en la actualidad y se han convertido en lugares donde se distribuyen "ofrendas" y abundan las reuniones de esparcimiento. En sus patios se reúnen grupos de ociosos que juegan a los dados, a las cartas, u otros juegos por el estilo. El espíritu de los tiempos de destrucción se deleita cuando tales grupos se juntan en los templos.
Esto está en directa oposición con los dictados de la Virtud. El templo es el corazón del pueblo, y como tal debe ser preservado, nutrido y cuidado de todo corazón. Crean que Dios camina por el templo, éste es Su Residencia. Todos tienen que compartir la responsabilidad de preservar la santidad de esa atmósfera y experimentar la dicha de servir a Dios. Debemos convencernos de que el Templo es el corazón de todos. El día en que se haga esto, la Divinidad latente en el hombre resplandecerá en forma visible como una joya. Esta es la verdad y la razón que justifica todo el costo y las dificultades que se afrontan en la construcción de los templos.
Las autoridades de los poblados, las agencias de gobierno o los devotos mismos deben emprender todas las tareas necesarias para desarrollar disciplina espiritual y sabiduría. Sólo entonces el hombre podrá brillar en esplendor divino.
Esto no es todo. Hay algunos críticos ultramodernos que condenan los templos y las iglesias como si el dinero gastado en ellos fuera derroche. Ello revela una total ausencia de visión a largo plazo, ya que nadie que tenga un alto ideal o una visión elevada, haría una observación así. Si nos detenemos a analizar el significado del templo, llegaremos a saber cuán sagrado, cuán misterioso, cuán revelador es su propósito. La torre o campanario llama a los viajeros que han errado en su camino y que se están alejando de la Verdad: "¡Oh, mortales! Cegados por la neblina de los apegos físicos y las ansias de autoengrandecimiento, anegados por deseos mundanos falsos y pasajeros, ustedes se han olvidado de Mí, la fuente y el sostén de todos ustedes. Eleven sus miradas hacia esta eterna torre de dicha, de pureza y de plenitud. Al olvidarme, os estáis debatiendo en el dolor, persiguen espejismos en las arenas del desierto. ¡Vengan! Tengan fe en Mí, en el eterno YO. Luchen por vencer la oscuridad y entrar al Reino de la Luz, y tomen el sendero de la verdadera Paz. Ese es el camino de la Virtud. Venid, venid, Oh, venid".
Así llama el Buen Pastor a todos, con las manos en alto, por encima de los techos de todas las casas del pueblo.
De modo que vistos a través de esta intuición superior, los templos y las iglesias deben ser respetados como medios conducentes a la elevación de los ideales y de la conducta humana. Este es el principio que motiva la construcción de los templos e iglesias. Tales son los sublimes ideales que inspiran la construcción de estas estructuras. Este es el real significado, un sentido que se puede experimentar y percibir la luz en lo alto de la torre del templo es el símbolo de la Luz que es refugio de todos, representa la lámpara interna que jamás flaquea, encendida en la Llama misma; es la Iluminación Interna que ha logrado fundirse con el Todopoderoso.
Los templos son como oasis en el desierto. Estos lugares de Paz y Contento dan la bienaventuranza a aquellos que se han extraviado en las ardientes arenas del pesar y la codicia. Sus torres son guías para los caminantes abatidos, pues ostentan la Bandera que propaga el Nombre de Dios y, por eso, todos deberían sentirse agradecidos por el servicio que prestan.
En realidad muchos hombres modernos, torpes, poco inteligentes, se encuentran confundidos y no comprenden los planes, las construcciones, las convenciones y las costumbres que giran en torno a las casas de Dios. Ellos no pueden captar el sentido de ninguna respuesta que esté por encima de su limitado entendimiento. Un paciente que tiene mucha fiebre encontrará que hasta los dulces le saben amargos. Lo mismo sucede con las personas afectadas por la fiebre de lo mundano, no son capaces de saborear la real dulzura de la Verdad. La fiebre tiene que bajar primero, entonces podrán aceptar y apreciar el valor de las cosas espirituales.
¿Cuál es la meta de la vida humana? ¿Cuál es el objetivo que el hombre debe alcanzar? ¿Es posible que la finalidad de la vida humana sea tan sólo comer, beber, dormir, experimentar algo de placer, algo de dolor y morir al fin como cualquier ave o animal? ¡No, ciertamente que no! Un poco de reflexión revelará que esto no es así. La meta del hombre es la realización de lo Absoluto, del Eterno. Sin ello ningún hombre puede alcanzar la Paz. Debe ganar la bienaventuranza de la Gracia Divina. Por más que uno se esfuerce por cosechar felicidad de la multiplicidad de las cosas mundanas, la cantidad de satisfacción que se puede obtener es mínima y en cuanto a la Paz, veremos que es imposible conseguirla por medio de los objetos terrenales. La mente puede obtener Paz sólo cuándo se sume en el estado de Conciencia Absoluta, la Causa Primigenia, la Existencia Inmutable.
Hasta la casa más confortable, equipada con todos los lujos que el hombre anhela, ni siquiera un tesoro de riqueza incalculable, son capaces de conferirnos Paz. La Paz se obtiene solamente gracias a la entrega de si mismo a Dios, que es la Real Esencia de nuestro ser, el origen de toda vida y de todo lo viviente. Consideren esto: ¿creen que aquellos que son lo suficientemente afortunados como para poseer riqueza, oro, propiedades y comodidades pueden decir que tienen Paz? Y esto no es todo. ¿Están en paz consigo mismos y el mundo que los rodea las personas muy eruditas, bellas, fuertes o famosas? ¿Cuál es la causa de la miseria de esta gente?
La razón es ésta: han olvidado la Divina fase de la Creación, han ignorado al Principio Único Subyacente que es la base de todo lo que existe. Toda vida vivida sin Fe y sin Devoción hacia el Supremo y Único Señor, es despreciable. Las vidas vividas sin gustar el néctar del Principio Divino son sólo oportunidades malgastadas.
La situación actual es verdaderamente curiosa. La base real del hombre, la Fuente de su dicha, su Realidad Última, su Principio Fundamental se ha convertido para él en algo externo y lejano, algo innecesario e indeseado. El mundo con su brillo vulgar, se ha vuelto cercano, íntimo, necesario y deseable.
Privándose de la dicha que puede lograrse como consecuencia de la entrega al Señor, los hombres corren torpemente por todas partes en nombre de una supuesta devoción, haciendo peregrinajes, buscando lugares sagrados, sabios y aguas milagrosas. Una pequeña cantidad de verdadera devoción los despertada de esta falsa ilusión. Les enseñaría que el hombre solamente puede lograr Paz retornando a su hogar nativo que es Dios. Hasta entonces, los acosara la nostalgia.
Los templos son invitaciones para retornar a ese hogar, indicadores que señalan al hombre el camino a seguir. En una oportunidad Rama les habló de esta forma a los que se habían reunido para escucharlo, en la cumbre de la colina Chitrakuta: "El día alborea en la mañana y oscurece al ponerse el sol. Al alba vemos despertarse la codicia del hombre y con el anochecer lo domina la sensualidad. ¿Es ésta la forma como habéis de pasar vuestras vidas? ¿Es ésta la meta de vuestra existencia? Con el paso de cada día, el hombre ha desperdiciado una preciosa oportunidad. Ha dado un paso más hacia la tumba. Pero, ¿se lamenta alguna vez de su suerte? ¿Se entristece por haber desperdiciado el día tan lamentablemente?". ¡Tomen nota de la importancia de este mensaje y qué bueno es recordarlo!
Es por tal tipo de mensajes que la cultura de la India tiene a Dios como su terna central. India (Bha-ra-tha) significa el país que le tiene apego (rathi) a Dios (Bha-ga-vaan). Si los occidentales son capaces de renunciar a todo en su concentrado esfuerzo y dedicación por descubrir las leyes que gobiernan el mundo objetivo, aquí en la India (Bharathavarsha) los hombres renuncian a todo para poder descubrir y experimentar lo Absoluto que es la Causa Primordial del Universo y que confiere, cuando se ha conocido y experimentado, una Paz inconmovible.
Los occidentales se sacrifican por lo efímero; aquí la renunciación se emprende para dedicarse al Eterno. Esto es para lograr sabiduría, conocimiento superior; aquéllos lo hacen por ignorancia espiritual. Esto es ascetismo, y aquello es oscurantismo. Es por esa razón que hasta hoy, el esplendor de los santos, de los sabios y de los yoguis brilla a través de los siglos sobre el rostro de los hombres; si a veces las sombras de la desesperanza, del abatimiento y del descontento oscurecen esos rostros en este país, ello debe tomarse como una advertencia respecto de la dedicación y la fe en los dictados de Dios, el deber del hombre.
Los templos tienen como finalidad instruir a los hombres en el arte de remover el velo del apego que cubre sus corazones. Por esta razón un poeta santo, Thyagaraja, exclamó en el templo de Thirupathi (lugar de peregrinaje en Andhra Pradesh): "Aparta de mi interior el velo que me agobia, el velo de orgullo y odio". La niebla de la ilusión terrenal se desvaneció ante los rayos de la Gracia Divina, y por eso pudo percibir y describir la imagen de Divino Encanto en la canción titulada "Sivudano Madhavudano" y gustar profundamente la dulzura de esa Forma. El proceso de moldeado con que la Divina Fórmula sometió a su corazón, produjo la chispa de sabiduría y ella se transformó en la Llama de la Realización.
La repetición del Nombre de Dios ha sido siempre el secreto de la Liberación de la esclavitud, no solamente en esta era (Kaliyuga), sino también en los tres primeros períodos (Krita, Treta y Dwapara). El templo es el lugar donde la repetición o invocación del Nombre se hace en forma natural y automática, sin peligro de interrupciones o distracción. Por lo tanto es imperativo ir a los templos, especialmente en esta "edad de Kali", cuando el aire está repleto de pensamientos malvados y profanos.
Esta es la razón por la cual Krishna declara en el Gita: "Entre los sacrificios y ejercicios espirituales, Yo soy la ofrenda de la Invocación". La repetición del Nombre de Dios es la actividad que permite al individuo sacrificar en el fuego sagrado de la sabiduría la bestia de la ignorancia. Para curar el dolor, para ganar la dicha, resultan esenciales los templos donde pueda ser recordado el Nombre de Dios. "Para la dicha, la Recordación, para la Recordación, los templos", ésta es la secuencia correcta. Esto es lo más útil y es también la ocupación más encantadora.
"Teniendo siempre el simple y grandioso Nombre, la lengua siempre dispuesta, y el templo donde Su Encantadora Imagen se halla instalada para que puedas cantar Su Gloria con voz sublime, ¿por qué, Oh, hombre, te precipitas hacia las puertas del infierno?" Así expresó su perplejidad el gran sabio Vyasa. Su sorpresa nació de su propia experiencia, cuando comprobó la eficacia de la repetición del Nombre. ¡Lo mismo pasaba con Tulsidas! Vivía continuamente en el templo y cantaba la dicha que experimentaba. "¡Pobres de aquellos que renuncian al Nombre y al templo, y buscan felicidad y paz en otros lugares! Me acuerdo de la necedad de aquellos que abandonan los abundantes y sabrosos platos de comida que tienen ante sí y mendigan con las manos extendidas las sobras de los platos ajenos", Así se lamentaba Tulsidas.
Incluso en la disciplina Védica, se enfatiza el Nombre y la necesidad de mantener la mente fija en El, corno prácticas de suprema importancia.
"Om" , esa Única Palabra es lo Absoluto.
Om ithyekaaksharam Brahmam, Así lo declaran los visionarios de los arios.
Investiguen si lo desean, si ha habido algún santo que haya podido salvarse sin recurrir al Nombre del Señor o a su templo. Para Gouranga, el Jagannalha-Mandir representaba inspiración y refugio. Para Jayadeva era el Radhakrishna-Mandir. Para Nandanar era el templo en Chidambaram el que le entregó la fuente de la Realización. Vallabhacharya, Kabir, Nanak, Mira, Radha, Ramanuja, Madhwacharya, Sankaracharya, Namdev, Tulsidas, Thyagaraja, todos ellos lograron la visión de la Divinidad y, aún más, la Sabiduría Divina misma, por medio de los templos. ¿Hay necesidad de seguir esperando más? Incluso en tiempos modernos, Ramakrishna Paramahamsa conoció la Dicha Divina y descubrió su identidad en el templo de Kali, construido por Rani Rasmani.
Usar en forma profana tales templos, desvirtuar la sagrada atmósfera de sus recintos, olvidarse de su santa misión, desacreditar las convenciones y costumbres que prevalecen en ellos, abriendo así el camino que lleva a su decadencia y profanación, es algo que representa, indudablemente, falta de Rectitud y no Virtud (el hombre que sigue los dictados de Dios). Aquellos que hacen estas cosas no poseen luz, ni interior, ni exterior; están envueltos en tinieblas. La adoración en los templos, la compañía de los sabios, la recitación del Nombre, la veneración de imágenes o símbolos, representan todos ellos fuentes externas de luz. Meditación, ascetismo, contemplación, control mental son fuentes de iluminación interior. ¿Si carecen de ambas, cómo podrían los hombres llegar a experimentar la visión de la Gloria Divina?
No es de extrañar que Thulasi Das Goswami declarara en una oportunidad: "¿Necesitan luz por dentro y por fuera de la casa? La solución está en colocar la lámpara en el umbral. Similarmente, si desean esparcir la iluminación de la Paz interna a su alrededor, así como en su interior, deben colocar el Nombre del Señor en sus lenguas, que es el umbral de sus personalidades. La lámpara en la lengua no flaqueará, ni se apagará, ni podrá ser extinguida por tormenta alguna. ¡Les concederá Paz tanto a ustedes mismos como a todos los que se encuentren en su camino, y al mundo entero!".
Por lo tanto, para la salvación del individuo hay que evocar la Visión de la Forma. La memoria misma del Nombre evocará esa Visión. Esa Forma, en todo su encanto y gloria, está reproducida en los templos para la inspiración del aspirante y asi lo vea o no el ojo común, los buscadores del Espíritu Divino encuentran que los templos son indispensables.
13. El descubrimiento y la práctica de la verdad |
( Impreso en castellano en Torrente de Virtud (Dharma Vahini) cap. 13 )
La Virtud no posee ni prejuicios ni parcialidad, está imbuida de verdad y justicia. Por ello, el hombre tiene que aferrarse a ella y procurar no ir nunca en su contra. Es un error desviarse de la Virtud. El sendero de la Virtud requiere que el hombre deseche el odio a los demás y cultive el entendimiento, la armonía y la amistad. Mediante ellos el mundo evolucionará paulatinamente hasta convertirse en un lugar de felicidad. Si estos principios llegan a arraigarse, el mundo quedará libre de ansiedad, indisciplina, desorden e injusticia.
Cualquiera sea el asunto que enfrenten, deben comprender, ante todo, su verdadero sentido; y luego deben cultivarlo diariamente para beneficio propio. Por este medio aumenta la sabiduría y se logra dicha perenne. Los dos aspectos básicos son: la moralidad y la acción (el deber Universal ineludible). Los sabios centrados en la Rectitud, imparciales y libres de prejuicios, caminan por la senda de la verdad, como lo instruyen los Vedas. Este es el camino para todos los hombres de la actualidad.
El conocimiento de la Virtud se alcanza en tres etapas:
(1) deben recibir la formación que les puedan impartir aquellos que han alcanzado el conocimiento y la iluminación (eruditos), también imbuidos de Virtud,
(2) deben aspirar a purificarse internamente y a conocer la Verdad,
(3) deben comprender el valor del conocimiento de los Vedas (las más antiguas y sagradas Escrituras) y la Voz de Dios.
Cuando se han completado estas etapas, el hombre comprende la Verdad, y cómo esa Verdad puede ser separada de la falsedad, de lo objetivo. Esta búsqueda permanente para conocer la Verdad debe hacerse con espíritu amistoso y de cooperación. Todos deben estar igualmente ansiosos por descubrir la Verdad para beneficio de todos. La opinión de cada cual debe ser comprobada, sobre la base del cimiento de la Virtud y el Bienestar Universal. Los principios que pasen esta prueba deben ser cuidadosamente conservados y esparcidos por el mundo entero para promover el acrecentamiento del bienestar humano. Por estos medios todos desarrollarán en igual medida la alegría y la felicidad.
Todos tienen el mismo derecho a la Sabiduría y a los medios que les permitan conseguirla, como lo es la educación, por ejemplo. Para ello, todos deben llevar a cabo solamente actos nobles y puros.
Renunciar a las acciones malvadas y renunciar a los deseos, son dos cosas que hay que realizar con un mismo instrumento llamado mente. Los objetivos de la vida humana (virtud, bienestar o prosperidad, cumplimiento de deseos y liberación) deben adquirirse únicamente por este medio. Como consecuencia de un persistente entrenamiento, la mente aprenderá a servir vuestros mejores intereses- La memoria, por otro lado, les presenta la experiencia pasada y presente, los invita a ver los sucesos en perspectiva y sopesarlos teniendo en cuenta los antecedentes y circunstancias que los rodean. La ecuanimidad ha de lograrse a través de este proceso que tiene lugar en la conciencia. Esto es lo que se llama lograr Conciencia Unificada.
Recuerden también que la mente y la conciencia deben mantenerse claramente dentro de la senda del Bienestar de toda la humanidad, La virtud brillará e iluminará solamente a la persona que sirve a todos y confiere dicha sin distinción. Tales personas no sólo serán merecedoras de la Gracia de Dios, sino también del único privilegio de fundirse con El. Cada vez que le den algo a alguien, o que tomen algo de otra persona, cuiden de no transgredir los limites de la Virtud. No deben ir jamás en contra de sus preceptos. Síganlos en todo momento, con la firme convicción de que representan vuestro deber ineludible. Llenen cada onza de energía con la esencia de la Virtud y traten de progresar más cada día por esta senda.
La persona virtuosa revelará decisión y entusiasta alegría en cada una de sus acciones. Su fidelidad a la virtud debe ser de esa envergadura. Una actitud de temor reverente ante el hecho de que el Señor ve en todo lugar y en cada cosa, de aprensión ante la posibilidad de tropezar con el pecado, de natural inclinación hacia la Verdad, de tender hacia una conducta correcta, es porque la mente está dotada de tales virtudes. Vuestra tarea consiste en dirigir la mente y utilizarla para el bienestar de la humanidad.
Confiar en la virtud asegurará e incrementará la felicidad, y al mismo tiempo desarraigará el desprecio que puedan sentir hacia los demás. No les permitirá sentirse superiores cuando otros sufran o se lamenten. ¿Podría tal maldad conferir felicidad? Ustedes solamente pueden ser felices cuando otros también lo sean. ¡Recuérdenlo! Amen la verdad, y adhieran siempre a ella, la falsedad jamás resulta beneficiosa.
Los hombres pueden mostrar indiferencia o vergüenza, pero ustedes pueden comprobar que nadie honra la falsedad, la injusticia y el engaño. En cambio todos respetarán la verdad, la sinceridad y la justicia. La virtud, tal como está prescripta en los Vedas, es algo comprobado y comprobable. Es justa e imparcial. La fe en ella aumenta con la práctica. La adoración de los Dioses tiene que seguir las reglas prescritas en los Vedas. Por este medio la gente se fortalecerá en la práctica de la Virtud. Este código de conducta es el mandamiento del Señor, es la auténtica voz de Dios, y por ello, todos pueden seguirlo. ¿Quién es, a decir verdad, el hombre de Dios? Aquel que es fiel a la Verdad y observa las reglas de conducta en su vida cotidiana.
Consideren cuánto talento le ha dado Dios al hombre. Con esa herencia, busquen las cuatro metas de la vida humana, y avancen por el sendero hacia Dios, observando estrictamente los dictados de la Verdad. Ese es el uso propio que debemos darle al talento, ése es el propósito del don. Solamente aquellos que tienen vista pueden ver las cosas. Los ciegos no tienen esa suerte. Similarmente, los dotados de la Verdad y que están anhelando lograr las metas de la vida humana, siempre que se atengan a los dictados de la Virtud, pueden ver a Dios; todos los demás son ciegos. El Señor también le ha dado al hombre los instrumentos para desarrollar su intelecto y discernimiento. Si los utiliza bien y trata de realizarse, Dios le dará nuevos talentos y nuevas fuentes de poder, porque El está pleno de Gracia para los que luchan y se esfuerzan. Cuando el hombre trata de seguir la virtud, la Verdad también le será revelada.
Cuando se descuida la disciplina tendiente a fortalecer la Verdad, todo deber que les imponga la moralidad, los dictados de Dios y toda obligación Universal ineludible (Ley de causa y efecto), los agobiará como una carga demasiado pesada. Traten de descubrir la realidad oculta detrás de todos estos fenómenos y esa búsqueda convertirá todo deber Universal ineludible del hombre, en tareas fáciles y agradables. El Señor ha moldeado al hombre de tal forma, que se ve atraído por Dios y goza al percibir la expansión de su visión, amén de estar feliz cuando actúa en forma justa y virtuosa. El hombre debe, por esa razón, servir sus propios intereses, adhiriéndose a su naturaleza intrínseca, concentrándose en su Realidad, cultivando la Verdad y practicando la Virtud.
La Verdad debe ser buscada incansablemente y comprobada mediante todas las facultades del razonamiento. La disciplina consiste en
-el heroísmo de la rigurosa observancia de la Virtud
-el autocontrol intrépido
-el abandono de todo sentimiento de alegría o pena frente a los altibajos de la vida
-la fe inquebrantable en la Verdad y la Virtud
-la salud física y mental de excelente calidad, lograda gracias a disciplina y continencia
-el deseo y la capacidad de hablar con dulzura y sinceridad, que se logra practicando la Verdad y el Amor
-el retiro de los cinco sentidos internos y los cinco sentidos externos del vicio y del pecado y la sublimación de todos los sentidos para servir a la Verdad
-la adquisición de señorío sobre todos los mundos, gracias al dominio ganado por uno mismo sobre su propio mundo interior
-la destrucción de los propios prejuicios y la búsqueda de la Verdad en todo instante.
La oración que el hombre debe practicar es "haz que todo esto me sea otorgado".
La virtud confiere el bien a todos y otorga bienaventuranza aquí y en el Más Allá. Es esencial que la humanidad actual perciba la Gloria de la VIRTUD UNIVERSAL.
El que conoce a Dios se distingue mediante ciertas características sobresalientes, tales como: sabiduría, virtud, acciones y los efectos resultantes de ellas (Karma) del tipo más elevado y beneficioso, y la difusión de la virtud por medio del ejemplo de su vida. Aquel que fomenta estas cualidades, las cultiva y las desarrolla, es un conocedor de Dios (Brahmín), quienquiera que sea. Esa es la calificación para la autoridad que puede adjudicarse el Hombre de Dios. Las personas de elevada sabiduría son las únicas que pueden merecer ese distintivo, siempre que su comportamiento haga patente su sabiduría. El ganarse estas calificaciones representa un esfuerzo que deberían realizar todos aquellos que se muestran ansiosos por justificar ese estado.
Ahora veremos lo que se refiere a gobernantes, politicos y los que mantienen el orden, amén de administradores de la justicia. Ellos deben manifestar eficiencia en todas sus empresas, heroísmo y valor, espíritu aventurero y presteza para castigar a los malvados y proteger a los virtuosos. Los que tienen estas cualidades pueden llamarse guerreros, gobernantes y políticos. Tienen que emprender todas las tareas propias de su condición con esa actitud y establecer en sus patrias buenas leyes para todos, eso es lo beneficioso para la humanidad.
Siguen los profesionales, comerciantes y todos los que distribuyen los servicios y bienes a la población. Estos tienen que tratar de lograr que el flujo del comercio corra rápida y fácilmente, deben forjar nexos, comunicación que vincule a las naciones en un solo estado (una gran comunidad). Deben hacer que la riqueza se multiplique por el mundo. Esa es su tarea. Deben asegurar que no se rompa ni deteriore la concordia entre los pueblos. Deben aspirar a la fama generada por grandes acciones, nobles conquistas, y al esplendor adquirido, por haber ayudado a la difusión de la educación y la salud, por medio de la creación de colegios, hospitales y otras obras de este tipo. Deben dedicar sus fortunas a la promoción de buenas causas, Estos son los caminos que impulsan la virtud y la moral.
Ahora hablaremos sobre los trabajadores y sus características ideales. Ellos deben producir y reunir cosas valiosas, sin desviarse del sendero de la virtud. Deben tornar conciencia seriamente de los objetivos de la existencia humana y tender siempre hacia ellos, tienen que guardar y proteger inteligentemente las cosas que han producido, tratando de producir cada vez más para beneficio común. Las cosas así reunidas deben ser liberalmente empleadas, para la difusión de un Conocimiento genuino para el sustento y apoyo de los virtuosos.
De esta manera, por medio de una labor cooperativa de estos cuatro tipos de esfuerzo humano, la riqueza aumentará y se multiplicará, y los hombres serán felices. Las cuatro categorías de seres humanos (en cuanto a los deberes que es necesario cumplir como miembros de la comunidad) deben sentir que el orden social ha sido diseñado con el fin general de mantener la Virtud Universal. Si cada categoría se mantiene fiel a sus obligaciones, el bienestar del mundo estará plenamente asegurado. Además, lo que es aun más importante, cada uno será capaz de ganar la bienaventuranza del Alma. Por otro lado, si todos sintieran que no hay más que una sola categoría, un código de deberes y un juego de reglas para todos, el bienestar y la seguridad del mundo estarán en peligro.
Si todos se dedicaran a las actividades comerciales, ¿quiénes comprarían y consumirían los bienes ofrecidos? Si todos comenzaran a enseñar, ¿quiénes serían aquellos que van a estudiar y poner los estudios en práctica? Si todos mandan, ¿quiénes obedecen? Si todos producen y cultivan, ¿quiénes van a comprar los productos de sus labores? Es la diversidad la que contribuye a la unidad, mediante el ejercicio de la Verdad y de la Virtud en cada individuo y acto social y es por eso que Dios ha ordenado modalidades de vida que hacen que debamos vivir en categorías diferentes.
Se ha creído que la ocupación era consecuencia de la casta o categoría social, pero no es así. Las castas o categorías sociales fueron determinadas como consecuencia de las ocupaciones. Hoy en día no hay profesionales, ni categorías, ni castas. Una profesión hoy, otra mañana, una categoría social hoy, otra mañana. Esta es la inestabilidad que está originando la atmósfera confusa del mundo actual y es la causa del descontento que se ha extendido tan vastamente.
Hay que dotar cada profesión y cada ocupación, de moralidad interior. Uno debe atenerse a la Verdad sin interrupción, conservar una ecuanimidad imperturbable, fortaleza interna, y pertrechados con todas estas cualidades tienen que avanzar, ejecutando los deberes asignados a las castas o categorías sociales y las respectivas profesiones. Ello representa el máximo bien, la Suprema Bendición. Si la humanidad no logra poner en práctica esta obligación ineludible, la especie humana se verá reducida a miseria y pobreza crónicas. Debemos elegir entre sufrir o ser salvados por la Divinidad; conformarnos con la miseria que nos acarrean las soluciones meramente materiales u optar por practicar la Suprema Virtud que terminará por salvar a la humanidad del sufrimiento y la perdición.
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FUENTE: http://www.saibabadice.org/72/index.htm |
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