Divino Discurso
De
Bhagavan Sri Sathya Sai Baba
Prashanti Nilayam.
Mahashivaratri, 1955.
SHARANAGATI
No doy discursos. Mis charlas son más bien conversaciones, quiero que ustedes sigan con atención reverente cada palabra de lo que digo, pues anandam es mi aharam, su bienaventuranza es mi alimento. Pueden obtener ananda solamente siguiendo el consejo que les doy y es por esto por lo que insisto en que deben escuchar con cuidado y tomar a pecho todo lo que digo. Esta no es una conferencia pública de la cual no tratan de sacar nuevas lecciones para la vida.
El Señor es una montaña de amor; todo un ejército de hormigas que se lleve los pedacitos de dulzura no podrá agotar Su abundancia. Es un océano de compasión, sin costas que lo limiten. La devoción es el camino más fácil para ganarse Su Gracia y también para darse cuenta de que Él todo lo penetra, de que, en realidad, ¡lo es todo!
Sharanâgati, o sea el dejarlo todo a Su Voluntad, es la más alta forma de devoción. Una vez un brahmán cruzaba el lecho de un río cerca del lugar donde algunos hombres lavaban ropa. Viendo que él llevaba un lindo uttariyam [1] de seda en el hombro, le cayeron todos encima, gritando que pertenecía al palacio y que se los habían dado para lavarlo, pero que se lo habían robado y no lo encontraban. Cuando lo empezaron a golpear, el pobre brahmán gritó "Narayana, Narayana"! y éste se levantó de su asiento en Vaikunta y empezó a caminar; pero un momento después regresó y volvió a sentarse para sorpresa de su consorte quien Le preguntó la razón de su extraño comportamiento. Narayana dijo: "Quería ayudar a ese pobre brahmán que ha caído en una guarida de ladrones, pero él empezó a darles golpes, golpe por golpe y así Mi ayuda ya no es necesaria".
Cuando la devoción está empezando a surgir como un retoño se necesita una cerca para proteger la tierna planta; esa cerca es el Sanatana Dharma o Ley Eterna y sus reglas, regulaciones y restricciones, direcciones y órdenes. Cuando la fruta está verde no cae aun cuando la azote un vendaval; mas cuando la fruta está madura, cae al suelo incluso en el silencio de la noche. ¡Un pequeño fuego se transformará en humo si se le ponen ramas verdes, pero el incendio forestal reducirá a ceniza al árbol más verde que impida su terrible marcha! Lo que se necesita es la conquista del ego. El buey grita: "ham hai, ham hai", yo soy, yo soy, en su orgullo. Así cuando tiene apenas unos días de vida, lo amarran a un poste, lejos de su madre, lo hacen trabajar hasta reducirlo a la piel y los huesos, pero, a pesar de ello, el animal no aprende la lección de la humildad. Aun su piel, cuando está bien templada sobre un tambor, suena egoístamente: "ham, ham, ham". La piel ha de ser cortada en finas cuerdas y, sólo entonces, habiendo sido estiradas, es cuando el buey revela que se ha beneficiado de todo el castigo que ha sufrido; murmura: "thum, thum, thum", tú, tú, tú, y su ego ha desaparecido. El haridasa va por las calles cantando las glorias del Señor. Tiene los dos címbalos, el eterno dúo de lo bueno y lo malo, de la alegría y del dolor, de la pena y del placer en su mano derecha y tañe el tamboura (especie de tambor) de la ronda de nacimientos y muertes (samsara) con la izquierda. El samsara es el aire al cual sus cantos deben ajustarse, es el shruti o tono. Pero ambos, el tono y el marcar el tiempo tienen el fin de realizar el efecto de su canto, el himno a la gloria de Dios.
Recuerdo haberle dicho a una persona en Maharashtra, en mi anterior cuerpo, que hay tres tipos de devoción: el método del pájaro (vihanga), en el cual el devoto, como un pájaro que se abalanza sobre la fruta madura en el árbol, es demasiado impaciente y por la misma impaciencia que demuestra, pierde la fruta, que cae fuera de su alcance; el método del mono (markata), en el cual un mono atrae hacia sí una fruta tras otra, pero por indecisión es incapaz de escoger la que desea (el devoto vacila y cambia su mirada demasiado a menudo perdiendo así todas las oportunidades de éxito); y el método de la hormiga (pipilika), en el cual, como la hormiga que lentamente pero con firmeza camina hacia el dulce, ¡el devoto va directo, con atención indivisa hacia el Señor y es así como gana Su Gracia!
La devoción (bhakti) y la sinceridad y constancia (shraddha), son los dos remos con los cuales pueden empujar la barca por el mar de samsara. El niño le dice a la madre en la noche: "Madre, despiértame cuando tenga hambre". La madre le responde: "No hace falta, el hambre te despertará". Así, cuando llega el hambre de Dios, Él mismo les avisará y les hará buscar el alimento que necesitan. Dios da el hambre y Él suministra el alimento; Él les ha dado la enfermedad y Él cultiva los específicos que requieren. ¡Su deber es ver que sean el hambre y la enfermedad apropiados y que usen el alimento o la medicina adecuada!
El hombre debe ser uncido al samsara y domado; ese es el adiestramiento que le enseñará que el universo (jagat) es un engaño (mitya); ningún discurso les convencerá de que es un engaño a menos que lo experimenten realmente. Toquen el fuego y experimenten la sensación de la quemadura, no hay nada como esto para enseñarles que deben evitar el fuego. A menos que lo toquen, sólo tendrán conciencia de su luz. Pero es luz y calor a la vez; lo mismo que este mundo es a la vez verdad (satya) o no verdad (asatya), o sea falso (mitya).
En la actualidad se tiene por corriente el hábito de juzgar a los demás y de llamarlos devotos (bhaktas) o ateos (nastikas). ¿Qué saben de lo que pasa en el interior de la mente ajena? Hubo una vez una gran reina que era devotísima de Rama; se sentía muy triste porque su esposo, el rajá, no mencionaba nunca el nombre de Rama y no tuviera ninguna devoción. Había hecho el voto de que en la primera ocasión en que tuviera prueba de su devoción o por lo menos, de su respeto por el Ramanâma (el nombre de Rama) llevaría a cabo pujas o adoraciones rituales en todos los templos y daría de comer con abundancia a los pobres. Una noche, mientras dormía profundamente, el rajá pronunció de un modo doloroso y devoto el nombre de Rama tres veces. Ella oyó el nâmasmarana, y feliz al descubrir la devoción de su esposo por Rama, ordenó grandes fiestas por todo el reino y que se diera de comer a los pobres. El rajá no sabía la razón de la celebración pues sólo se le dijo que los funcionarios levaban a cabo una orden de la rani. Del mismo modo, un esposo puede no conocer la excelencia de los logros espirituales de su esposa. Es el caso de una pareja que iba por una espesa selva de peregrinaje a un templo inaccesible. El esposo vio en el sendero una piedra preciosa que brillaba entre las hojas cuando los rayos del sol se reflejaban en ella. Rápidamente, con un movimiento del pie echó sobre la piedra un poco de arena para que su esposa no tuviera la tentación de recogerla y no se esclavizara con la joya. La esposa vio el ademán y reprendió a su esposo por conservar en su mente una distinción entre la arena y el diamante, pues para ella ambos eran iguales.
El rajá que mencionó en su sueño el sagrado nombre de Rama, según la historia, se arrepintió mucho de haber dejado escapar el Ramanama de su boca, pues creía que nadie debía saber de su amor por Rama. Hay muchas personas que no dicen nada de su Guru o de su nombre y forma favoritos, pero los declaren o no, deben mantenerlos siempre presentes en su conciencia. El Ramanama o cualquier otro nombre debe ser tan constante como el respirar. Para ello, la práctica es esencial. Una persona le dijo una vez al doctor Jonson, el famoso pensador inglés, que con todas las miles de cosas que tenía que hacer de la mañana a la noche y hasta muy entrada ésta, rara vez encontraba tiempo para recitar el nombre de Dios. El doctor Jonson replicó con otra pregunta. Le inquirió acerca de cómo los millones de personas encontraban espacio para vivir en la superficie de la tierra, que está hecha de dos tercios de agua y el resto de montañas, desiertos, selvas, regiones heladas, lechos de ríos, ciénagas y áreas igualmente inadecuadas. El inquirido respondió que el hombre luchaba por encontrar de algún modo espacio vital. Asimismo, dijo el doctor Jonson, el hombre debe de alguna manera encontrar unos cuantos minutos durante el día para orarle a Dios.
La devoción y la actitud de entrega (sharanagati), que es su fruto final, les dará gran valor para afrontar cualquier emergencia, ese valor es lo que se llama vairagya o desprendimiento o desapego. La historia de Mohajith es un buen ejemplo de este tipo más elevado de desapego. Mohajith, el príncipe, fue a ver a un sabio en la selva para buscar consejo en el sendero espiritual. El sabio le preguntó si había conquistado el moha o apego a las cosas materiales, como indicaba su nombre. El príncipe dijo que no solamente él sino todo el mundo en su reino lo había hecho. Así es que el sabio empezó a poner a prueba la verdad de tal afirmación. Tomó las ropas del príncipe, las mojó en sangre y corrió al portón del palacio con la horrenda historia del asesinato del príncipe por bandidos de la selva. La sirvienta con quien se encontró rehusó apresurarse a llevar la noticia a los apartamientos reales porque dijo: "Él nació, él murió, ¿cuál es la urgencia especial de esta noticia que deba interrumpir mi rutina y correr hacia el rey y la reina?" Cuando por fin logró una audiencia y pudo comunicar la triste noticia al padre, éste se quedó sentado inmutable, murmurando para sus adentros: "El pájaro voló del árbol donde se había posado para descansar". La rani también quedó inmutable. Le dijo al sabio que esta tierra es una posada adonde los hombres llegan y se quedan para la noche y que cuando rompe el alba, uno por uno, salen van siguiendo su propio camino. Parientes y amigos son las palabras que usamos para el apego a los viajeros que tratamos en la posada durante el corto período de nuestro contacto.
La esposa del príncipe muerto también quedó impávida; dijo: "El esposo y la esposa son como dos pedazos de madera que van a la deriva por un río desbordado; flotan cerca el uno del otro durante un tiempo y cuando se atraviesa alguna corriente entre ellos, se separan; cada cual debe seguir adelante hacia el mar a su propia velocidad y a su propio tiempo". El sabio se sintió muy feliz al ver este desprendimiento tan firme y sincero entres los gobernantes y los gobernados. Regresó a la selva y le dijo al príncipe que mientras estaba fuera, un ejército hostil había invadido su reino y matado a toda la familia real y capturado al reino y esclavizado a sus súbditos. Recibió la noticia con calma y dijo: "Todo esto es apenas una burbuja. Guíame para que alcance lo Infinito, lo Imperecedero".
Semejante desapego es producto de la Gracia del Señor, se necesita generaciones de perfeccionamiento (samskara) y lucha. Mientras tanto ustedes deben empezar con el primer paso: la purificación de la mente y el cultivo de la virtud. Aun cuando ustedes no comiencen con este paso, por lo menos no se burlen de aquellos que lo hacen ni los desanimen. ¡Por lo menos hagan esto! Luego, no dependan de otros para hacer su propio trabajo, ocúpense de sus propias necesidades personales. Cúbranlas ustedes mismos, esto es verdadera libertad. Nunca acepten nada gratis de otros, devuélvanlo, en servicio o en trabajo. Esto hará que sientan estima propia. El recibir un favor significa que quedarán atados a la persona que lo hace. Crezcan en estima y dignidad propias. Este es el mejor servicio que pueden hacerse a ustedes mismos.
La Ti Luna es tía para todos los niños del mundo. Así, el Señor es el Padre de cada uno, a cuya propiedad parcial cada uno puede pretender. Pero a fin de obtener sus partes, deben llegar a cierta edad, a cierto nivel de inteligencia y de discernimiento. A los inválidos y a los idiotas, Él no los considerará merecedores de recibir esa propiedad. Su Bien es la Gracia, el Prema o Amor Divino. Pero si tienen discernimiento y desprendimiento, pueden reclamar su porción como un derecho.
Traigan su devoción y pónganla aquí y a cambio llévense de aquí el Shakti o poder. Cuanto más lo hagan más me complacen. Traigan lo que tienen, así sean sus penas y dolores, sus preocupaciones y ansiedades, y tomen de Mí, alegría y paz, valor y confianza. Para Mí no hay preferencia entre los devotos. La madre dedica más tiempo al niño enfermo; sólo les pide a los mayores que se las arreglen solos; con sus propias manos le da de comer al infante. Esto no significa que no ame a los mayores. Así también, no piensen que porque no doy ostensiblemente más atención a una persona, ésta se halle fuera del alcance de Mi prema.
También sepan esto. En la vida de este Avatar, los malos no serán destruidos; serán corregidos y reformados y educados y conducidos de nuevo al camino del cual se han alejado. El árbol infestado de comején no será cortado: será salvado. Además este Avatar no escogerá como centro de Sus lilas (actos o diversión), mahimas (milagros), y upadesha (enseñanza) ningún otro lugar que no sea el lugar donde ocurrió Su Nacimiento. Este árbol no será trasplantado; crecerá donde primero surgió de la tierra. Otra cosa especial es que este Avatar no tiene ninguna afinidad o apego en Su carrera con los miembros de la familia en la cual apareció. Al contrario de las apariciones de Rama, Krishna, etc., donde la vida se desarrolló en su mayoría entre y para los miembros de la familia, este Avatar es para los devotos, los aspirantes, los sadhus y los sadhakas solamente. No practica ningún japa (repetición de nombres santos), dhyana (meditación) ni yoga. No adora a nada. No ora a nada pues es Lo Más Alto. Sólo les enseña a ustedes a adorar y a orar.
A un hombre mundano, una persona ebria de Dios le parecerá loca y se reirá de ella. Mas al hombre ebrio de Dios, el hombre mundano le parecerá insano, tonto, descarriado, ciego. De todas las insanias que acosan al hombre, la locura por Dios es la menos dañina, la más beneficiosa. El mundo ha sufrido incontables daños debido a sus gobernantes y guías dementes; pero nada que no sea armonía, paz, hermandad y amor ha surgido de la demencia del hombre por Dios.
Prashanti Nilayam. Mahashivaratri, 1955.
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