EL GITA DE SAI BABA
EL CAMINO DE LA AUTOREALIZACIÓN Y
LA LIBERACIÓN EN NUESTRA ERA
DIVINOS DISCURSOS
Bhagavan Sri Sathya Sai Baba
Prashanti Nilayan
Compilado y editado por Al Drucker
CAPÍTULO X. AMOR Y SACRIFICIO: LA CURA PARA EL DESEO Y EL ENOJO
El enojo nace del deseo, y el deseo, de los pensamientos. Por lo tanto, los pensamientos dan lugar tanto al deseo como al enojo. Así como no puedes obtener tela sin hilo, ni hilo sin algodón, no puede haber enojo sin deseo, ni deseo sin pensamientos.
Encarnaciones del amor:
En el Gita, el Maestro tipifica el deseo y el enojo como fuego. Si esto es así de intenso cuando el fuego está allá afuera, tanto más peligroso resulta cuando flamea dentro de nosotros mismos. El fuego del deseo y el enojo tiene el poder de destruir todas las cualidades humanas y de aniquilar la naturaleza divina del hombre, dejando sólo las pasiones demoníacas bullendo en su interior.
El fuego del deseo
La mayoría de las cosas mundanas son finitas, pero el fuego del deseo y el enojo es ilimitado. Le den lo que le den al fuego -sea madera, aceite u otro- jamás se saciará. Si hasta el fuego más intenso se acaba extinguiendo a la larga, el fuego del deseo y el enojo no conoce límite. Tiene un apetito voraz que nunca se agota; no puede ser saciado. Jamás está satisfecho. El fuego del deseo y el enojo no se contenta con nada.
Siendo esa su naturaleza, ¿existe alguna forma de controlarlo? El Señor declaró en el Gita "Puedes conquistar el enojo con amor, y puedes conquistar el deseo mediante la renunciación y el sacrificio." Donde hay amor, no puede haber enojo. Si cultivan el amor, no habrá espacio en su corazón para que germinen el odio ni el enojo. El corazón es como una silla, sólo hay lugar para un ocupante. Por lo tanto, una sola cualidad puede asentarse ahí, y no deja espacio para que otra ocupe el lugar. Deben de hacer su máximo esfuerzo para establecer sólo el amor en su corazón y nada más. Jamás permitan que su corazón se comporte como en el juego de las sillas, ya dando lugar al amor, ya dando lugar al enojo y al odio.
Si quieren conquistar el enojo con amor, tienen que cultivar un tipo de amor elevado. El amor siempre está dispuesto a regalarse y a pasar por alto los defectos y las debilidades de los demás. El amor tiene esa extraordinaria cualidad; vive dando y perdonando, mientras que el ego vive tomando y olvidando. Donde hay amor, no hay cabida para el egoísmo, y donde hay egoísmo, no puede haber amor.
Hagan del amor la fuerza predominante en su vida
No hay absolutamente nada en el mundo que no puedan obtener cuando hay amor en ustedes. El amor puede vencer todos los obstáculos. Por lo tanto, para alcanzar la victoria sobre el enojo, sólo tienen que llenarse de amor y hacer que se vuelva la fuerza predominante en su vida. En cuanto reconozcan que el morador de su corazón es el morador de los demás corazones, que el amado Señor a quien adoran mora en su corazón, y está alojado en los demás corazones, no habrá ninguna posibilidad de que odien o se enojen con nadie. Si el Señor mora en cada corazón, ¿cómo podrían ver a otra persona con desprecio? Por lo que deben de sumergirse en el amor y acogerlo cual prenda indeleble dentro de ustedes.
Como ha dicho Baba, cuando el amor está asociado a los pensamientos, se torna en verdad; cuando el amor entra en sus actividades, sus acciones se vuelven rectas; cuando sus sentimientos están saturados de amor, su corazón reboza paz interior; y cuando dejan que el amor guíe su entendimiento y razón, su inteligencia se llena de respeto y preocupación por la vida, y en ustedes se manifiesta la no violencia.
Así pues, el amor es verdad, es acción correcta, es paz interior, es no violencia. El amor es la corriente que subyace a todas las nobles cualidades. Si sus pensamientos no están llenos de amor, no hay verdad. Si el amor no inspira sus acciones, éstas carecen de rectitud. Si no experimentan amor, no pueden tener paz interior. Y si su entendimiento no está fincado en el amor, en su intelecto no podrá fijarse la no violencia.
Por ello, así como el azúcar es la base de diversos postres, el amor es el ingrediente básico para que haya verdad, rectitud, paz interior y no violencia. El amor es la Divinidad misma. El amor es Dios y Dios es amor. El amor es el poder divino que todo lo mueve. A través del amor pueden fácilmente conquistar el odio y el enojo. Por eso, vivan siempre en amor.
Naturaleza del enojo
El enojo es el causante de muchas dificultades y puede acarrear un sin número de problemas. Puede destruir su dignidad y minar su humanidad. El enojo entra primero de una manera sutil, y paulatinamente va invadiendo todo su ser. Al principio, sólo pide un poco de espacio; parece decir: "hazme aunque sea un lugarcito para sentarme". Pero una vez establecido, sentencia: "Ahora me haré de holgado espacio para quedarme". No le otorgues el más mínimo lugar a tal sentimiento. Una vez que el enojo entre en ustedes, les será imposible desalojarlo. Aunque se amisten con él y le entreguen toda su riqueza, no los dejará en paz. Es un veneno letal; no dejen que ponga ni un pie en ustedes.
Las luces traseras de un carro se encienden para avisar que el carro se va a detener. De igual modo, antes que el enojo explote, los ojos se ponen rojos, los labios tiemblan, y el cuerpo eleva su temperatura. Al experimentar cualquiera de estos síntomas, mejor abandonen inmediatamente el sitio donde se encuentran y permanezcan un rato alejados hasta que se disipe el enojo. Como ya se mencionó, también pueden tomar una ducha de agua fría.
Cuando el enojo llega a las palabras, generalmente lleva a complicaciones mayores. Incluso si su enojo es justificable y están protegiendo la verdad, de todas formas deben de hacerlo con dulzura y cariño para que la persona pueda aceptarla sin sentirse ofendida. Por lo tanto, los devotos deben de controlar el enojo cultivando el amor en su corazón.
El sacrificio conquista al deseo
Veamos ahora cómo manejar el deseo. Para conquistarlo tienen que cultivar el sacrificio, estar dispuesto a renunciar a cosas. Esto no significa que deban alejarse de su familia para irse al bosque; tampoco implica ceder sus propiedades. Cuando toman conciencia de que todas las cosas son defectibles, transitorias y de ayuda ineficaz para que alcancen su meta, dejarán de desearlas.
Aun viviendo como padres de familia inmersos en el mundo, pueden ver la falibilidad de las cosas. Digamos que les encanta el curry y le piden al cocinero que les prepare un guiso aderezado con él. Se sientan a la mesa, traen la comida y cuando están por comenzar a comer con gran deleite, llega corriendo el cocinero y advierte: "¡Cuidado!, no coma, señor, acabo de descubrir que una cuija venenosa cayó en la cazuela y yace muerta en el fondo." Al escucharlo, y conociendo el peligro de comer, cancelan la idea de probar el alimento, por muchas ganas que tuvieran de disfrutarlo.
Del mismo modo, deben de reconocer la naturaleza de las cosas de este mundo, percatarse de que siempre están cambiando y un día dejarán de existir. Si ya lo saben, ¿por qué se hacen la ilusión de adquirirlas para disfrutarlas largo tiempo? La comida no es sino la medicina para la enfermedad del hambre. ¿Por qué habría de convertirse en artículo suntuoso de consumo? Cuando les recetan medicinas por estar enfermos ¿acaso se rehúsan a tomarlas porque sepan mal? No; entonces deben de admitir que lo que consumen en el mundo no son sino "medicinas" para las "enfermedades" que padecen.
Cuando la enfermedad remite, disminuye la necesidad de la medicina. Cuando se sienten bien, no hay necesidad de medicinas; pero cuando están enfermos se ven forzados a tomar el medicamento apropiado que curará su malestar. No se pueden rehusar a tomarlo sólo porque tenga mal sabor, y sin embargo pretender curarse. Hoy por hoy van tras comestibles sabrosos que en lugar de curar su mal, les hacen más daño. Celebran haber descubierto cantidad de delicias en el mundo y estar llevando una vida feliz, consumiendo cosas que aparentemente les brindan comodidad y dicha.
Mas no representan el goce verdadero, ya que en un futuro pagarán las consecuencias de haber consentido su paladar.
La plaga del deseo y el odio
Imagínense un árbol gigante, frondoso, cargado de flores y frutos. El árbol es imponente y bello. Pero un día el árbol comienza a secarse y sus flores comienzan a caer. ¿Le habrá faltado agua o abono? ¿Lo cuidaron bien? No; se trata de una plaga que atacó la raíz y está destruyendo su belleza. Primero se come la raíz, y después sigue con el árbol. Del mismo modo, si permiten que el deseo y el odio entren en ustedes, un inesperado día se sentirán devastados. Esto es absolutamente cierto.
En el mundo material se toma al hombre rico como alguien importante, pero en el mundo espiritual, la riqueza material no tiene ninguna importancia. La caridad tiene mayor grandeza que todas las posesiones y riquezas del mundo. Sin caridad, la riqueza material no posee ningún valor intrínseco. Hagan de cuenta que tienen cuatro herederos y cada uno reclama parte de la riqueza del padre. El primero es la beneficencia, el segundo es el gobierno, el tercero es un ladrón, y el cuarto es el fuego. Cada uno espera su patrimonio. Si le dejaran toda su fortuna al primer heredero -la beneficencia- no les tocaría nada a los demás. Con todo, al favorecer a la beneficencia, notarán que los demás demandantes respetarán su decisión y no reclamarán nada para sí.
Sabemos, por ejemplo, que el gobierno exenta de impuestos a quienes donan dinero a la beneficencia. Hasta el fuego tendrá miedo ante ustedes, y los ladrones los dejarán en paz. Así que si donan dinero a la beneficencia -que en cierta forma es la hija mayor y natural heredera- los demás, que en otra circunstancia reclamarían lo suyo, respetarán su decisión y no se opondrán a ella. Con todo, si poseen riquezas y no las donan a la beneficencia, el ladrón los tendrá bajo la mira, y el gobierno tratará de sacarles alguna parte. Y si, por alguna razón, éstos los dejan en paz, vendrá el fuego y destruirá sus posesiones cualquier día.
Hagan que las nobles virtudes brillen en ustedes
El Gita ha declarado que la caridad es lo que realmente importa y no la riqueza. De igual modo, lo que cuenta en los seres humanos no es la habilidad para hablar con elocuencia, sino la verdad que se defiende. Si no hay verdad en su discurso, digan lo que digan carecerá de valor. El Gita también asevera que lo importante no es la vida en sí sino el buen carácter. Una vida si no se tiene buen carácter es fútil. Deben de cultivar el buen carácter y ganarse el respeto haciendo que las nobles virtudes brillen en ustedes.
Su deber principal es albergar buenos pensamientos, mostrar una buena conducta, hablar de cosas sanas y llevar una vida edificante. Deben de tener mucho cuidado con las palabras y acciones para no crearse mala fama. Vale más vivir corto tiempo como el cisne, de fama elevada y carácter impecable, que vivir cien años como el mal afamado cuervo, rapiñando a los demás. El Gita ensalza a las almas intachables cuyas vidas rebozan sencillez, bondad.
Las buenas acciones son mucho más importantes que la fuerza física. Un cuerpo no utilizado al servicio a los demás es cuerpo muerto. Usen el cuerpo para servir a la humanidad y no sólo en su propio beneficio, egoístamente. Para superar dicha tendencia, deben desarrollar la vocación de servicio y procurar siempre la oportunidad de servir a los demás. Al hacerlo, sus mismas buenas acciones elevarán el nivel del resto de la humanidad. Es muy difícil llegar a nacer humano. Dediquen pues, tiempo en pensar cómo aprovechar la rara oportunidad que se les dio, y cultiven los buenos hábitos para superar fallas de carácter como el deseo y el enojo, que sólo los hacen desperdiciar la oportunidad de oro que tienen ahora en sus manos.
Hay que reemplazar malos hábitos con buenos hábitos
¿Cuál es la mejor manera de erradicar los malos hábitos ya enraizados y reemplazarlos por otros buenos? He aquí un ejemplo.
Imaginen que un día llega un hermoso perro a su casa, y no saben de quién es. Para que se quede más tiempo el lindo can le dan algo de comer. Al día siguiente, el perro vuelve más o menos a la misma hora; de nuevo le dan de comer, contento de que los visite. De esta suerte, el can regresa todos los días para que lo alimenten. Gradualmente aumenta el apego; ahora el perro entra en su casa, y pasa en ella cada vez más tiempo. Un buen día se dan cuenta de que el animal ya no se va, y a partir de ese momento se queda a vivir con ustedes.
La alegría que experimentaban ante su belleza física no les dura mucho. Cuando la belleza deja de ejercer fascinación, se vuelve una monserga. Pronto se sienten incómodos de que el perro esté ahí todo el tiempo y buscas la forma de deshacerse de él.
Lo primero que deberían de hacer sería preguntarse qué fue lo que hicieron para que el perro se quedara. La razón es que desde el principio lo alimentaron regularmente; lo acariciaron, jugaron con él, y le prestaron atención. La práctica cotidiana se convirtió así en apego entre ustedes y el can. Ahora deberán de idear una estrategia que disuelva el apego y los ayude a deshacerse del animal. Será lo mejor para revertir el proceso que dio lugar al apego y transformó al objeto en algo tan caro.
La práctica regular es el secreto del logro
Si dejan de alimentar al perro unos días y se muestran indiferente a él, sin prestarle atención, pronto el animalito agarrará su camino. Por lo tanto, la práctica es lo más importante. Es a través de la práctica que desarrollaron los apegos y cualidades indeseables, y sólo a través de ella podrán cambiarlos de nuevo. El Gita afirma que la práctica es la base de todo. En el duodécimo verso del capítulo sobre devoción, señala: "Por medio de la práctica podrán adquirir conocimiento, con el conocimiento podrán cultivar la meditación, a través de la meditación desarrollarán la auto renuncia, y cuando alcances la auto renuncia, conquistarán la paz mental." Así pues, todo comienza con la práctica.
Durante muchos nacimientos, la belleza los ha cautivado; se entregaron al deseo y al enojo hasta que dichas pasiones enraizaron en ustedes. Hoy son ustedes esclavos de sus deseos. Las solas palabras no podrían liberarlos de ellos. Tras practicar el apego largo tiempo, dichos rasgos ya echaron raíces tan poderosas, que aun si las cortasen a ras, retoñarían una y otra vez. Cuando el deseo se vuelve parte suya, sólo revirtiendo el proceso, practicando el desapego y la auto renuncia, es posible deshacerse de tales lacras.
Al comienzo, los deseos resultan atractivos y dulces. Tras cierto periodo, les parecen disgustosos, pero para entonces es muy difícil o hasta imposible deshacerse de ellos. Por eso, es mejor cultivar desde el principio la auto-renuncia y el desapego como parte de su naturaleza, sin dar lugar ni importancia a los deseos. A menos que practiquen la renuncia y puedan resistir a los deseos, no estarán listos para recibir la gracia de Dios.
Un buey o un caballo desbocados, un carro sin frenos o una vida sin control de los sentidos, son todos muy peligrosos. El control de los sentidos es muy importante. Deben de tener bajo estricto control la tendencia de la mente a dispersarse en todas direcciones, persiguiendo deseos. Mente y sentidos deben de estar bajo vigilancia dentro de ciertos límites. Incluso la alegría que se desborda allende ciertos límites puede resultar perjudicial. Para cada cosa existe un límite y un rango de funcionalidad saludable.
Hay que mantener los sentidos dentro de límites normales
La temperatura normal del cuerpo es de 36.5° centígrados, si aumenta incluso un grado es indicativo de posible infección. Sólo estando en el nivel normal, sabemos que el cuerpo está sano. Del mismo modo, la presión normal es 80 -120. Si ésta sube a 90 -150 hay anomalía y es probable que haya enfermedad. De igual manera, el ritmo cardíaco normal es de 75 latidos por minuto; si éstos aumentan, se considera una condición irregular.
Lo mismo rige para los sentidos. Existe un rango de luz adecuado para el funcionamiento de los ojos. Si la luz es demasiado intensa, los ojos no pueden ver y salen lastimados. En cuanto a los oídos; existe también un rango saludable para la audición. Si el nivel del sonido excede dicho rango -por ejemplo, estando cerca de un avión, un tren o un amplificador- la audición se distorsiona. Es decir que los sentidos sólo pueden funcionar dentro de un rango normal de percepción.
Vemos que la vida funciona de modo equiparable a un negocio. Si desean que su negocio crezca ilimitadamente dentro de una compañía limitada, van a enfrentar mucha ansiedad. Por lo mismo deben de restringir su conducta, vivir dentro de ciertos límites. Podemos referirnos a esto como disciplina. La disciplina es indispensable para el progreso espiritual de un individuo. Sin disciplina es probable que la persona caiga al nivel animal. Pero su práctica también debe realizarse con límites. Incluso para poder disfrutar de la vida se necesita de disciplina. Como pueden ver, para todo existe un límite, un tope. Si respetan los límites, no tendrán problema.
El Gita enseña que el deseo y la rabia son los principales obstáculos para la liberación, de manera que templarlos es de vital importancia. Tienen que estar muy al tanto de estos dos enemigos y llegar a controlarlos. Ellos no provienen del exterior; son sus enemigos internos. Si sus enemigos internos les presentan desafío, ¿cómo podrían aspirar a controlar los externos? Si logran mantener su deseo y su enojo bajo control, serán capaces de vencer a sus enemigos externos fácilmente. El Gita enseña que la manera de conquistar el deseo y el enojo es abonando su vida con renuncia, sacrificio y amor.
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